La Universidad Javeriana y la Fuerza Aérea Colombiana (FAC) se unieron para publicar un libro sobre el contexto del conflicto armado desde una mirada de la Fuerza Pública. VerdadAbierta.com entrevistó a Andrés Dávila, director de Departamento de Ciencia Política, quien estuvo a cargo de la investigación.
Desde que el Centro Nacional de Memoria Histórica publicó en 2013 el informe ¡Basta Ya!, en el que se documentó la historia de violencia de Colombia desde 1958 a 2012, las instituciones que hacen parte de la Fuerza Pública (Ejército, Armada, Policía y Fuerza Aérea) se han sentido incómodas con esa versión de la historia. Entre otras cosas, porque la investigación señaló a la Fuerza Pública de perpetrar 158 masacres y más de 2.300 asesinatos selectivos.
El ministro de defensa de ese entonces, Juan Carlos Pinzón, llegó a calificar “inconveniente” al ¡Basta Ya! por “poner en igualdad de condiciones a grupos terroristas, a bandas criminales a estructuras narcotraficantes con los soldados y policías de Colombia”.
Las cifras del informe ¡Basta Ya!
Por esa razón, y teniendo en la mira una futura Comisión de la Verdad, cuya figura fue acordada en La Habana por el gobierno nacional y la guerrilla de las Farc, la Fuerza Aérea decidió crear una jefatura de Derechos Humanos que trabaja en la construcción de la memoria institucional.
Para reconstruir el contexto histórico del conflicto en cuatro regiones del país – Arauca, Cauca, Meta y Nordeste Antioqueño – contrató a la Universidad Javeriana, más específicamente al Departamento de Ciencias Políticas. El resultado es el libro “El Conflicto en Contexto: un análisis en cinco regiones colombianas, 1998 – 2014”. Este será sin duda un insumo para los militares que deban rendir versión en la Comisión de la Verdad y ante la Jurisdicción Especial para la Paz.
Andrés Dávila, director de Departamento de Ciencia Política y quien estuvo a cargo de la investigación, habló al respecto con VerdadAbierta.com.
VerdadAbierta (VA): ¿De dónde nace la necesidad de las Fuerzas Armadas de que se escriba este libro?
Andrés Dávila (AD): Lo primero es que la Ley de Víctimas, en el mismo artículo que ordena la creación del Centro de Memoria dice que todas las instituciones de Estado tienen un deber de memoria. Eso implica que no hay una verdad oficial, sino varias, entre esas la de la Fuerza Pública. También hay una necesidad de las Fuerzas de prepararse ante una futura Comisión de la Verdad y ante posibles investigaciones.
Eso sumado a lo maltratadas que se sintieron las Fuerzas con la publicación del ¡Basta Ya!, donde hay juicios condenatorios y algunas generalizaciones que eventualmente pueden ser imprecisas. Pero lo interesante fue su reacción autocrítica, porque saben que el Centro Nacional de Memoria antes de la publicación tocó sus puertas y ellos se las cerraron en las narices.
Este libro tiene más presente la versión de las Fuerzas: de cómo hicieron las cosas y por qué las hicieron. Aunque no es un apología a la Fuerza Aérea, sí tiene una hipótesis fuerte: quienes finalmente llevan a las Farc a sentarse a la mesa son los golpes de gracia de la Fuerza Aérea.
VA: Recientemente se han publicado varios estudios, informes y radiografías regionales sobre el conflicto ¿Qué tienen de novedoso estos contextos?
AD: Tiene por lo menos tres cosas novedosas. Lo primero es el esfuerzo de la Fuerza Aérea de dejar en manos a la universidad privada y que haga este contexto con independencia académica. Lo segundo, es un esfuerzo de hacer contexto con una propuesta sistémica, pero sin fines judiciales, con distintas fuentes – no sólo las víctimas del conflicto-. Lo tercero, es un esfuerzo por tener una mirada del contexto nacional e internacional con unas coyunturas periodizadas, que no siempre coinciden con las lógicas regionales, dando cuenta que este conflicto son muchos conflictos.
Es importante, también, porque finalmente las Fuerzas cuentan con cerca de 500 mil hombres que van a tener que transformar su modo de ver las cosas si esto del posconflicto se hace realidad. Este es un primer paso.
VA: ¿En un tema tan delicado cómo garantizar la independencia? ¿Hubo tensiones con los miembros de las FAC?
AD: Es un tema muy difícil que empieza por cómo nombrar a las cosas. Nosotros decidimos acudir al Derecho Internacional Humanitario para usar un lenguaje neutro. Eso ayudó a generar confianza. El equipo de la Fuerza Aérea nos regresaba los textos con comentarios, pero nunca cambiaron ninguna de nuestras ideas, nos pedían más bien que explicáramos mejor o que intentáramos ser más precisos. Lo importantes es podemos decir con tranquilidad que hubo independencia.
VA: ¿Los miembros de la Fuerza Pública fueron fuentespara el informe?
AD: La FAC fue una más de las fuentes, pero la principal fue el seguimiento que nuestro equipo de trabajo ha hecho del conflicto y los habitantes de las regiones a las que fuimos. En principio, el acuerdo fue que ellos se encargaban de hacer el tema de memoria institucional y nosotros los contextos, pero para ello teníamos que entender a la Fuerza Aérea. Por eso, como parte del equipo estaba un coronel retirado, que también es experto en Derechos Humanos y derecho operacional, que nos ayudó a entender la lógica de la FAC.
El texto muestra, por ejemplo, cómo las dinámicas del conflicto cambian cuando la Fuerza Aérea no tienen que acostarse a las 6, como las gallinas, sino que pueden operar toda la noche gracias a los visores nocturnos y los detectores de calor. Habla también de decisiones institucionales muy complejas, de cómo de diez años para acá las Fuerzas tuvieron que aprender a trabajar en conjunto, cosa que no les gustaba mucho.
VA: ¿Cómo reaccionan los miembros de la Fuerza Aérea cuando se trata de escribir sobre episodios en los que se les acusa y han sido condenados?
AD: Es inevitable que en un comienzo se responda con su espíritu de cuerpo heroico y algo épico. Somos cuidadosos en contar las cosas, las discutimos y ellos aceptan. Creo que éste es solo un primer paso y no todo puede hacerse al mismo tiempo. Ya se escuchan versiones de algunos oficiales que dicen abiertamente que son conscientes de que la fuerzas se pudieron equivocar en eventos específicos y van a tener que responder por eso, pero no son todos.
VA: ¿Cómo escribir por ejemplo de la Masacre de Santo Domingo, en Arauca, por la que el Estado fue condenado por la Corte Interamericana de Derechos Humanos y donde están involucrados pilotos de la Fuerza Aérea por arrojar explosivos sobre civiles?
AD: En ese caso yo tomé la decisión de darle la voz a un coronel retirado que ha investigado mucho el tema. Abiertamente decimos que es la visión de la Fuerza Aérea sobre el asunto, sin juicios de valor. Eso puede generar muchos ruidos, pero no estamos diciendo que esa sea la verdad, sino que esa es una versión que posiblemente no ha sido muy leída. Así como están las versiones de las organizaciones, de los colectivos de abogados, existe esta otra mirada de cómo sucedió el hecho.
Incluso dentro de las mismas fuerzas hay muchas versiones de cómo sucedió, qué bueno sería que aparezcan otras personas dentro de las mismas Fuerzas que quieran dar su versión.
VA: ¿Cree que este tipo de trabajos pueden servir también como un ejercicio de autoreflexión para la Fuerza Pública?
AD: Esa es una de las tareas, que algunas de los hechos dejen de ser vistos como simples errores, pero eso es un proceso lento y no podemos acelerar las cosas. Es que no es fácil soltarle a otro la tarea de escribir su historia.
VA: Ante una futura Comisión de la Verdad seguramente aparecerán cada vez más informes que hablen de la memoria institucional de una y otra entidad, ¿cómo poner a conversar todos estos trabajos?
AD: Lo primero que debodecir es que el país ha dado pasos muy interesantes casi sin darse cuenta. Incluso las Fuerzas, que en un comienzo rechazaron el tema, han cambiado de parecer, saben que no hay una memoria oficial y que es una tarea que nos concierne a todos. Lo ideal es que en ese sentido seamos capaces de reconstruir lo que pasó y nos leamos los unos con los otros.
Es que, por ejemplo, este libro no tiene ningún sello de la Fuerza Aérea en su portada. La razón: si lo hubiera estamos seguros que un gran porcentaje del mundo académicos y de las Ong que ni lo mirarían. Seguro nos lloverán rayos y centellas, pero estamos dispuestos a defender nuestro trabajo.
Es un ejercicio en el que está el trasfondo de la relación de civiles y militares, y de cómo la configuración de las mismas ayuda o no a la democracia.
VA: ¿Qué papel pueden cumplir las universidades en este escenario?
AD: El mundo académico tiene el rigor, todo lo que afirmamos en los contextos tiene un sustento. La universidad permite salir de la construcción absolutamente ideologizada del pasado, siempre conscientes de que eso es muy difícil.
Si pones a conversar la visión estrictamente de la Fuerza Aérea con la de las Farc tal vez no habrá puntos de encuentro. Las universidades pueden ir generando un espacio común, un puente, donde pueda dialogar posiciones diferentes, en cierto sentido sería tratar de civilizar el espacio de conversación de la memoria, que es un territorio más bien agreste.