Van 2.500 sindicalistas asesinados en 20 años

      

La Escuela Nacional Sindical realizó para verdadabierta.com un análisis de la persecución al sindicalismo en Colombia por parte de la extrema derecha y los paramilitares. El país ostenta el nada decoroso primer lugar en crímenes de sindicalistas en el mundo, con 2.500 de sus militantes asesinados en los últimos 20 años.

Por Escuela Nacional Sindical para VerdadAbierta.com

2.500 sindicalistas han sido asesinados en los últimos 20 años. Foto SEMANA

La Escuela Nacional Sindical, preocupada por la difícil situación en materia de derechoshumanos de los trabajadores y trabajadoras sindicalizados, ha venido realizando en los últimos dieciséis años una labor de investigación, divulgación y denuncia sobre las violaciones contra la vida, libertad e integridad física de las y los trabajadores sindicalizados en todo el territorio nacional; en un trabajo conjunto con las centrales sindicales colombianas, y en particular con el Departamento de Derechos Humanos de la Central Unitaria de Trabjadores —CUT—, sus secretarías de derechos humanos de las subdirectivas y de varios de sus sindicatos filiales; para ello, ha publicado anualmente informes analíticos sobre los avances y retrocesos de la situación de los derechos humanos en materia sindical, labor que se soporta en un riguroso estudio de la información que es sistematizada en la Base de Datos de Derechos Humanos de la ENS, denominada Sinderh.

Esta publicación se realiza como una contribución a la recuperación y dignificación de la memoria de esos 2.5152 hombres y mujeres que han perdido la vida ejerciendo su derecho fundamental a la asociación sindical, en un país que castiga severamente el ejercicio de dicho derecho, mientras los

victimarios se enredan y se confunden en el dilatado e histórico panorama de violaciones para revestirse de un prolongado manto de impunidad, en el cual la verdad, termina por instalarse como una ficción, la justicia como un acuerdo de olvidos, y la reparación como resignación y perdón.

Y a la vez, este documento es una voz de denuncia contra los prolongados silencios que ha guardado el Estado colombiano frente a un proceso de violencia que bien puede nombrarse como un genocidio político que permanece en la más absolutaimpunidad.

Muchos vacíos se deslizan por esta historia, algunas víctimas incluso no serán nombradas debido a los olvidos que acompañan sus cuerpos; sin embargo, con todos los espacios e intersticios que quedan por definir, presentamos un homenaje a todas y todos ellos en esta publicación, como un esfuerzo en la lucha contra el olvido al que se les quiere condenar.

Colombia, el lugar más peligroso del mundo para el sindicalismo

En torno a los derechos humanos de los y las sindicalistas en el país existen complejas paradojas y agudas contradicciones entre lo que es la norma, lo que es la realidad y lo que se publica de ella.

De un lado es posible afirmar que en el país el marco institucional es favorable a los derechos humanos, en tanto que Colombia ha ratificado e incluido en su Constitución Política de 1991 importantes instrumentos internacionales de protección de los derechos humanos y el espíritu universal y normativo que subyace a estos derechos.

Por su parte, en el campo laboral el Estado colombiano ha ratificado varios convenios de la Organización Internacional del Trabajo, OIT, incluidos los relativos a los derechos fundamentales de los trabajadores.

Paradójicamente, este marco normativo favorable y la existencia de una serie de instituciones que directamente deberían velar por la protección efectiva de los derechos contrastan con una crisis humanitaria marcada por las violaciones sistemáticas, permanentes y selectivas de los derechos a la vida, a la libertad y a la integridad de los sindicalistas colombianos, en un contexto general de impunidad que corrobora la fragilidad de nuestra democracia y la distancia que existe entre ese país formal, y ese país real donde se violan permanentemente los derechos humanos.

Sobre el movimiento sindical pesa una grave crisis humanitaria que se expresa en los 2.515 sindicalistas asesinados en veintiún años, en el hecho de que en promedio anualmente más de la mitad de los asesinatos contra sindicalistas enel mundo ocurren en Colombia, y en la permanencia de una cultura antisindical que sigue catalogando al sindicalismo colombiano como connatural a la insurgencia y como un estorbo para el progreso económico de las empresas y el país.

Estas afirmaciones se corroboran contundentemente con los reportes anuales de derechos humanos de la Confederación Internacional de Organizaciones Sindicales Libres, CIOLS, que muestran que durante los últimos siete años (1999-2005) Colombia ha presentado el mayor índice de violaciones contra los derechos de los sindicalistas en el mundo.

De acuerdo a la información suministrada por la CIOSL frente a la dimensión de la violencia antisindical para el caso específico de los homicidios, Colombia ha tenido una participación que oscila entre el 57% y el 88% en el total de asesinatos contra sindicalistas en todo el mundo, datos que ubican al país en la deshonrosa posición de ser el lugar más peligroso del mundo para la actividad sindical.

Desde 1991 la Escuela Nacional Sindical ha venido registrando y sistematizando los casos de violaciones a la vida, a la libertad y a la integridad de los trabajadores y trabajadoras sindicalizados en todo el país.

En estos dieciséis años, en el Banco de Datos de la ENS hemos registrado 8.231 casos de violaciones a los derechos humanos, discriminados en 2.245 homicidios, 3.400 amenazas, 1.292 casos de desplazamiento, 529 detenciones, 192 atentados, 208 hostigamientos, 159 secuestros, 137 desapariciones, 37 casos de torturas y 34 allanamientos. A estos registros se han incorporado recientemente, después de un trabajo de recuperación, 270 casos de homicidios ocurridos en el periodo 1986-1990.

De acuerdo al seguimiento realizado durante estos años, las formas, modalidades e intensidades de la violencia contra los trabajadores sindicalizados han presentado algunas variaciones; del mismo modo, los contextos y las estrategias de los victimarios se han transformado y la geografía de las violaciones se ha desplazado hacia nuevos territorios.

Sin embargo, dichas transformaciones, lejos de restar valor a la tesis de que en Colombia el sindicalismo es víctima de una violencia sistemática, la corrobora al evidenciar que la larga tradición de violaciones a los derechos humanos del sindicalismo no se explica en su totalidad bajo un contexto o coyuntura determinada, y que mucho menos se trata de un resultado específico del conflicto interno armado colombiano.

En observación a estos cambios y de acuerdo a los registros y modalidades de homicidios hemos establecido cinco períodos característicos en la historia reciente del sindicalismo, es decir desde la fundación de la CUT en 1986, y tres momentos anteriores a este hecho.

En primer lugar ubicamos el periodo comprendido entre 1986 y 1990, caracterizado particularmente por la concentración de violaciones en el departamento de Antioquia, por la violencia de orden mafioso, militar, legal y político, por las masacres contra los trabajadores bananeros en el Urabá antioqueño y los asesinatos selectivos; periodo éste al que hemos llamado De los victimarios múltiples y las relaciones siniestras.

Un segundo momento que va de 1991 a 1994, y al que hemos denominado La muerte selectiva, se caracteriza particularmente por la implementación de los homicidios selectivos contra dirigentes y líderes sindicales y una fuerte presencia de la violencia de orden estatal.

El tercer periodo, comprendido entre 1995 y 1997, lo hemos llamado Balas que reinstalan el fantasma fundacional; presenta una agudización del conflicto de disputa territorial en la región de Urabá y la masacre de múltiples sindicalistas agrarios en una violencia marcada fuertemente por la acción violenta de grupos guerrilleros y paramilitares.

El cuarto periodo, que va de 1998 a 2002, ha sido denominado El despliegue de la violencia cruda y dispersa y coincide con el gobierno de Andrés Pastrana, en el cual aparece un crecimiento desbordado en los indicadores de violencia, un aumento vertiginoso de los homicidios y un desplazamiento de las violaciones contra sindicalistas hacia nuevos territorios.

Por último el quinto periodo, comprendido entre 2003 y 2006, que coincide a su vez con el primer gobierno del presidente Uribe y al que hemos titulado De los giros tácticos de la violencia a la sobrevaloración de las estadísticas, nos presenta un escenario de cambios estratégicos en las modalidades de violencia, caracterizado particularmente por el descenso en las estadísticas de homicidios y un amplio despliegue publicitario de las cifras.

De igual forma presentamos tres momentos anteriores a la fundación de la CUT. En un breve recorrido por la historia del movimiento sindical y la siniestra presencia de la violencia en su configuración.

Inicialmente reseñamos los momentos previos de construcción del sindicalismo colombiano y la rápida estrategia de solución de los conflictos laborales instituida por empresarios y gobierno, momento de referencia que hemos nombrado A un movimiento embrionario un rápido disparo.

En segundo lugar presentamos en la masacre de las bananeras de 1928 un hito histórico que ha marcado la existencia del sindicalismo en el país y que cabalga como un fantasma fundacional en los años siguientes -en los cuales se institucionaliza el movimiento-, entretejido de reivindicaciones, errores y violencia, momento al que hemos titulado La sangre fundacional y la resistencia movilizadora.

En tercer lugar reseñamos un momento previo a la fundación de la CUT en el cual se empieza a configurar un largo proceso de violencia antisindical contra los trabajadores de las bananeras en el Urabá antioqueño, en un campo de permanentes tensiones, confrontaciones y disputas territoriales que se prolongará hasta la década de los 90; a este periodo lo hemos llamado Coincidencias fatales: De la United Fruit a la Chiquita Brands y las masacres de las bananeras.