Entre 2001 y 2003 los grupos armados se robaron más de 10 millones de dólares de petróleo crudo de los oleoductos. SEMANA revela lo que se sabe hoy del insólito delito.
Robo de gasolina. Foto SEMANA |
En diciembre de 2001 la multinacional que administra el Oleoducto del Alto Magdalena descubrió que en cinco meses se le habían desaparecido más de 11 millones de galones de petróleo que valían en el momento siete millones de dólares. En julio de 2002 la Policía descubrió in fraganti en una finca del Tolima tres tractomulas robando petróleo de un oleoducto. Al finalizar 2002 otra operación policial que seguía la pista de posible comercialización de crudo por parte de grupos paramilitares encontró en Barrancabermeja que varias empresas de muy poco capital manejaban operaciones multimillonarias de venta de petróleo y derivados a grandes empresas del país. Otra investigación diferente de este año del Ministerio de Hacienda descubrió que algunas empresas en Cartagena y Buenaventura que compran crudo y derivados para exportar no estaban reportando al tesoro estas operaciones ni pagando los respectivos impuestos.
Estos cuatro hechos revelan hasta qué punto puede estar llegando el insólito robo y comercialización de petróleo crudo en Colombia. La opinión pública ya sabía desde hace tiempo que el robo de gasolina se había generalizado y que éste se ha convertido en una de las principales fuentes de financiación de los grupos armados ilegales, sobre todo de las autodefensas. Sin embargo desde 2001 se detectó que criminales también estaban perforando los oleoductos. ¿Qué tan grande es el problema del petróleo robado? ¿Cómo han terminado varias reconocidas industrias comprando este crudo ilegal?
Para tratar de unir las piezas sueltas de este rompecabezas SEMANA investigó el tema durante dos meses. Entrevistó a funcionarios de la Policía, la Fiscalía, los ministerios de Hacienda, Medio Ambiente y Minas, que han investigado el tema de diferentes maneras, a ejecutivos de tres empresas petroleras privadas y de Ecopetrol y a personas que han sido acusadas por la justicia de haber participado en estos negocios ilícitos.
Casi todas las fuentes consultadas pidieron absoluta reserva de su nombre, y muchas advirtieron que este era un tema peligroso.
Primeros indicios
La historia comenzó hacia mediados de 2001 cuando varias empresas petroleras empezaron a darse cuenta de que les estaban robando crudo de los oleoductos. No era un asunto de poca monta. Les estaban extrayendo millones de galones de crudo, como fue el caso del Oleoducto del Alto Magdalena. Luego de inspeccionar los tubos con detenimiento encontraron las válvulas por donde se lo robaban y avisaron a las autoridades. Sin embargo, pese a que este volumen de crudo implicaría el movimiento de cientos de tractomulas, la Policía nunca encontraba a nadie sospechoso en las carreteras. No había ningún responsable.
Pasó un año antes de que se hallara la primera pista. En julio de 2002, por fin, tras un operativo de inteligencia, la Policía logró ubicar en una finca en Lérida, Tolima, tres tractomulas en el momento justo en que estaban conectadas a una válvula pirata de un oleoducto robándose el petróleo. Pero no las detuvieron. Las siguieron para ver hacia dónde iban. En el camino detuvieron a dos de ellas, sólo para pedirles documentos. Los conductores mostraron certificados con apariencia legal de que el crudo que transportaban era de la empresa Petrotolima, registrada en Yumbo, según la Cámara de Comercio.
A la madrugada del 19 de julio los camiones llegaron a las instalaciones de la Refinería del Nare (Refinare), cuya planta queda en el municipio de Puerto Perales, en el corazón del Magdalena Medio. Esta refinería, la única privada del país, empezó a funcionar en 1997 y fue creada por un grupo de prestigiosos empresarios. Está cercana a varios pozos petroleros pequeños, y a algunos oleoductos y poliductos que llevan combustible a la planta de distribución Vasconia de Ecopetrol, desde donde se bombea el crudo a la refinería estatal en Barrancabermeja. La Policía ingresó a la planta de Refinare, decomisó las tractomulas a las que se les encontró 34.260 galones de crudo, y comenzó a investigar.
Pocos días después las autoridades inspeccionaron simultáneamente las oficinas de Refinare en Puerto Perales y en Bogotá, de donde sacaron varias cajas con documentos de su operación comercial. Buscaban principalmente evidencias de transacciones con Petrotolima.
Según comprobó SEMANA, Petrotolima funciona en una humilde casa en obra en una zona residencial de Yumbo, municipio vecino de Cali. Y las autoridades determinaron que el movimiento de combustible lo hacían en una rudimentaria planta al aire libre en el corregimiento de Mulaló, Yumbo. En documentos de los que tiene copia SEMANA se demuestra que pese a lo básico de su montaje, solamente durante los primeros siete meses de 2002 esta firma le vendió a Refinare 121.490 barriles de crudo que al precio promedio del barril de ese año equivale a más de dos millones de dólares.
“Empezamos a comprarle crudo a Petrotolima apenas en 2002, dijo Antonio Vélez, accionista y entonces gerente de Refinare. Era un empresa transportadora y comercializadora reconocida en el medio que compraba el crudo en diferentes yacimientos. Nosotros le pedíamos certificado de origen -como a todas las demás que nos vendían crudo- y lo comprábamos al precio que fijaba Ecopetrol”.
Refinare está diseñada para producir productos industriales como son el Destilado Industrial Medio y Liviano (DIM y DIL) que son utilizados como combustible de calderas; los IFO, combustibles que principalmente se exportan; ACP y gasóleo, que son combustibles de baja calidad; asfaltos; y nafta, que es una gasolina de baja calidad.
Pero lo que Petrotolima vendía no sólo provenía de campos petroleros, sino según lo dijo a SEMANA Mauricio Mendoza, quien fue responsable de su planta cuando sucedió el episodio de los camiones, ellos recogían crudo derramado por las voladuras de los oleoductos en los llanos de Arauca y de los restos que quedaban en tanques que limpiaban. Mediante un método propio convertían estos residuos de crudo a un petróleo de una alta calidad. Dijo que “en el proceso se utilizaban motobombas, tamices, incrementos de temperatura y, en algunos casos, mezclas con derivados de petróleo”. Expertos consultados por SEMANA confirmaron las dudas que despertaron explicaciones similares de Petrotolima a las autoridades. Según un experto aunque existe un procedimiento industrial que limpia los residuos de petróleo no es claro si se podía obtener una muy buena calidad en instalaciones tan rudimentarias como las de Petrotolima.
Los investigadores también descubrieron que las planillas de ingreso de camiones a Refinare registraban como origen distintas ciudades del país. No obstante, algunos de estos camiones aparecían entrando a la refinería hasta cinco veces en un día, como si hubieran podido ir a ciudades que quedan a más de 12 horas de distancia de la refinería y volver varias veces en un mismo día. Vélez dijo que nadie controlaba estas planillas y que éstas eran apenas un control básico de los vigilantes de la planta.
Al evaluar las pruebas la Fiscalía halló mérito para procesar judicialmente a algunos directivos de Petrotolima y de Refinare. Y hace una semana acusó en primera instancia a Omar Gutiérrez, gerente de Petrotolima, y a Fernando Velásquez, gerente comercial de Refinare por los delitos de hurto y concierto para delinquir; y a Antonio Vélez, el gerente de Refinare, por el delito de receptación (tenencia de cosas robadas). En la misma resolución se acusa a un conductor que fue encontrado en Barranquilla transportando gasolina robada con una orden de remisión falsa de Refinare, pues esta no produce gasolina; de ahí que fue acusado de hurto agravado y falsedad en documento privado.
El rompecabezas
A finales de 2002 otra acción policial -no coordinada con la anterior- puso al descubierto otra pieza del rompecabezas del robo de petróleo en Colombia. En un seguimiento a organizaciones paramilitares por crudo y gasolina robada, la Policía allanó a 14 empresas y encontró que algunas, en efecto, comercializaron productos robados. El derivado que más vendían era el “combustoleo mejorado”, un producto que no responde a ninguna especificación técnica utilizada en la industria. El combustoleo, el último residuo de la refinación de petróleo, es una especie de asfalto líquido que sí se usa para el funcionamiento de calderas industriales.
En el momento del allanamiento a una de estas empresas, según lo dijeron a SEMANA los oficiales, los empleados allí presentes intentaron ocultar una carpeta repleta de documentos, pero las autoridades alcanzaron a decomisarla. En ella encontraron múltiples órdenes de envío de petróleo a Refinare. En el operativo también se hallaron facturas en las que figuraban ventas de hidrocarburos a reconocidas industrias de Medellín, Cali y Bogotá. Algunos de estos clientes coinciden con los que tiene Refinare, según la documentación que consiguió SEMANA de la empresa. Como hasta ahora las autoridades están determinando la autenticidad de estas transacciones y si hubo algo irregular en éstas, SEMANA se reserva el nombre de las empresas compradoras.
A los investigadores les llamó la atención que prestigiosas industrias nacionales estuvieran comprando a empresas pequeñas y sospechosas de hacer negocios con las autodefensas millonarias sumas en hidrocarburos para sus calderas, sin comprobar su procedencia. ¿Por qué grandes industrias iban a involucrarse en la compra de combustibles robados? Estas preguntas están aún por resolverse. Puede ser, como lo han declarado ante la justicia los funcionarios de Refinare que ellos, como otras industrias nacionales, son compradores de buena fe y que no sabían ni imaginaban siquiera que estaban comprando petróleo robado.
“En este negocio hay muchos intermediarios que con un escritorio, un computador y un teléfono pueden comprar y vender crudo a las empresas en operaciones absolutamente legítimas”, dice Vélez. Como muchas industrias en Colombia utilizan crudo para sus calderas y la venta de éste es libre, esto le ha abierto el mercado a todo el mundo y es difícil saber cuáles están vendiendo el petróleo robado.
“Nosotros no sabíamos que robaban petróleo crudo”, dijo Vélez.
Sin embargo las empresas que se han hecho parte civil, entre las que está Ecopetrol, en el caso contra Refinare, sostienen que en el sector sí se sabía que les habían robado petróleo y cualquier empresa, en especial la única con capacidad de refinar ese crudo debía haber tomado precauciones al respecto.
Hay otras dos tesis alternativas que están manejando las autoridades. Es que o bien funcionarios inescrupulosos de estas empresas descubrieron una forma de comprar combustible más barato, o que están siendo sometidas a un chantaje de grupos armados ilegales y estas facturas de venta son una forma de cubrir sus pagos de extorsión. En el caso de Refinare, no obstante, negaron categóricamente que estuviesen siendo extorsionados o que hubiesen tenido alguna presión de las autodefensas, pese a estar en una zona donde éstas controlan cualquier movimiento. SEMANA visitó la región, pero no pudo cruzar el río Magdalena para entrar a la refinería porque las autoridades advirtieron que cruzarlo era muy peligroso, pues la zona estaba totalmente controlada por los paramilitares y no permitían entrar a nadie sin permiso.
En los allanamientos de Barrancabermeja también se encontraron recibos de ventas de crudo de las empresas sospechosas a firmas exportadoras de petróleo de dos de los puertos más importantes del país: Cartagena y Buenaventura. Lo curioso que encontró SEMANA es que en otra pesquisa de funcionarios del Ministerio de Hacienda estas firmas comercializadoras nunca ingresaron a sus contabilidades los dineros de las exportaciones de los productos que les compraron a las empresas de Barrancabermeja. Tampoco pagaron los impuestos de embarque respectivos.
Sobre este último brazo del negocio, los funcionarios oficiales que investigan están tratando de probar la hipótesis de que con las operaciones de exportación del crudo robado -o de sus derivados- estarían recibiendo dineros en paraísos fiscales para financiaroperaciones ilegales en Colombia. “Es un negocio gigantesco del cual apenas conocemos la punta”, dijo un investigador a SEMANA.
La historia sin fin
Estas investigaciones son las primeras fichas de un complejo rompecabezas muy incompleto aún. En el caso judicial de Refinare, las empresas que se han hecho parte civil calculan que deben ser resarcidos por más de 50 millones de dólares.
La justicia dirá si, en efecto, como lo ha dicho Vélez, Refinare es una víctima -y no un cómplice- del tráfico ilegal de crudo. Es decir que le metieron gato por liebre. Otra posibilidad es que si hubo transacciones ilegales en la planta de Puerto Perales, estas se hayan llevado a cabo por cuenta propia de algunos funcionarios a espaldas de sus directivos. SEMANA intentó entrevistar a Salvador Otero, principal accionista de Refinare (ver recuadro), para conocer su versión de lo que ha sucedido, pero estaba fuera del país.
Según Vélez, el escándalo debilitó a Refinare que daba 250 empleos en la región, al punto de que a finales del año pasado dejó de operar y en agosto de este año entró en reestructuración bajo la ley 550.
De todos modos, aun con la planta de Refinare cerrada, el robo de petróleo no ha parado. A pesar de las múltiples investigaciones de las autoridades, éste sigue ocurriendo en proporciones enormes. Según cifras de Ecopetrol en lo corrido de este año se han robado cinco millones de galones, unos 120.000 barriles que a 27 dólares en promedio equivalen a más de tres millones de dólares. Semejante monto hace pensar que no se trata sólo de un negocio de unas pequeñas empresitas. Según varias fuentes es urgente que se regule mejor el mercado para que sólo puedan comercializar empresas a las cuales se les certifica el origen del crudo. Además las industrias deben estar alerta y saber a quién le están comprando el petróleo para sus calderas porque pueden quedar envueltas en un enredo difícil de salir. Pero en últimas de la resolución del gobierno y de la coordinación de las diferentes autoridades que están investigando el delito, dependerá que se logre acabar con este inaudito negocio que puede estar proveyendo a la guerra colombiana de un nuevo combustible.
Publicado en SEMANA Fecha: 11/24/2003 -1125