A pesar de los azotes de la violencia, los habitantes de los tres pueblos palafíticos que descansan en la Ciénaga Grande del Magdalena quieren sacar provecho de la paz que ha regresado.
La paz ha regresado a los pueblos que viven sobre el agua de la Ciénaga Grande. Ahora vendrá el progreso. Foto: Semana. |
Desde hace 200 años tres pueblos de la Ciénaga Grande flotan sobre un espejo de agua: Trojas de Cataca, Nueva Venecia y Buenavista. Se mecen en una zona cuya belleza, exuberante vegetación y diversidad de fauna son el hábitat de una población alegre y pacífica que, sin embargo, nunca imaginó ser víctima de la violencia paramilitar de este país.
El 22 noviembre de 2000, paramilitares de la compañía Walter Úsuga, de las Autodefensas de Carlos Castaño, masacraron a 45 personas de estos pueblos que durante dos siglos no habían sentido siquiera la necesidad de tener Policía. Allí todo era paz. Dos meses después de la masacre, en enero de 2001, Robinson Mendoza, uno de sus pobladores, de 79 años, contó a SEMANA: “Yo he vividoen Nueva Venecia toda mi vida y lo más grave que había pasado en la historia de este pueblo es que hace como dos años, en una pelea de borrachos, uno le pegó al otro en la cabeza y le cogieron 10 puntos”.
Pero a estos pueblos tan pacíficos como las aguas en donde viven, el miedo y el ruido de las balas llegaron con un grupo de paramilitares que irrumpió en busca de seis personas que, según ellos, eran auxiliadoras del ELN. Otro de los habitantes de estos poblados aseguró entonces: “Por matar a seis personas que llegaron a refugiarse al pueblo, terminaron asesinando a más de 40 inocentes. Lo peor es que de la gente que estaban buscando sólo mataron a uno. Los demás se volaron”. Esta oscura historia provocó que de los 4.000 habitantes de Nueva Venecia quedaran sólo 300. Los demás huyeron. En total, de las tres poblaciones palafíticas, más de 500 familias pasaron a engrosar, de súbito, la cifra de los desplazados de Colombia.
El espíritu alegre y el sentido de fraternidad de estos pueblos hicieron que, a pesar de esos sucesos dolorosos, el ambiente de cordialidad y de supervivencia se mantuviera intacto. Hoy, gracias en buena parte al interés de la Gobernación, las familias han regresado gradualmente y no es extraño que la mayoría de los pobladores, que vive de la pesca, casi nunca tenga necesidad ni deseo de ir a tierra firme.
En la actualidad, muchas miradas reconocen el potencial de este microcosmos que parece sacado de un relato macondiano: su gente, su belleza natural, su biodiversidad y su valor patrimonial (pueblos de madera suspendidos sobre el agua durante dos siglos) hacen que ahora la inversión en la Ciénaga Grande sea posible.
Con apoyo de organismos internacionales, la voluntad incondicional de la Gobernación del Magdalena, el gobierno nacional y varias empresas privadas, se quiere consolidar la Ciénaga Grande de Santa Marta como epicentro del ecoturismo en Magdalena. El objetivo es sacar del olvido y la extrema pobreza a estos pueblos palafíticos, y convertirlos en atractivos turísticos.
Uno de los primeros pasos en los que trabaja el gobierno local es en recuperar las 450 casas de tabla de los tres poblados, que descansan sobre pilotes de madera en la mitad de la Ciénaga Grande, las cuales serán apoyadas en su estructura y bellamente ornamentadas. El costo total de este trabajo será de 1.600 millones de pesos.
Patrimonio flotante
Por otra parte, la Gobernación del Magdalena presentará un proyecto al Ministerio de Cultura con el fin de que estas poblaciones palafiticas de la Ciénaga Grande de Santa Marta sean consideradas Patrimonio Cultural de la Humanidad, con el fin de gestionar recursos y mejorar la calidad de vida de los habitantes.
En materia ambiental, la Corporación Autónoma Regional del Magdalena (Corpamag), en unión con la Unidad de Parques Naturales Nacionales y el Municipio, inician en estos momentos un proyecto piloto para recuperar 25 hectáreas de mangle que, además del beneficio ecológico, generarán empleo. En el tema de preservación ambiental, con ayuda internacional, existe el plan de edificar viviendas en las Trojas de Cataca que sean más dignas y amigables con el medio ambiente, gracias al tratamiento que tendrán sus aguas potables y residuales.
En el tema de empleo, se establecerá la estrategia para que el Sena, la Universidad del Magdalena, Corpotayrona, la Red de Transformación Social y la Gerencia de Proyectos del departamento, elaboren programas para que los pobladores tengan la posibilidad real de emplearse y de participar en el progreso de la zona.
Esta recuperación integral de la ciénaga redundaría en beneficios para la comunidad y el departamento, pues los ajustes en la infraestructura serán un apoyo para la proyección turística que se quiere dar a la zona. “Si uno analiza el comportamiento de la demanda de los cruceros que llegan a Cartagena, lo más llamativo para ellos son los manglares, y nosotros tenemosaquí estos santuarios de fauna y flora, la Isla de Salamanca y Palafitos, que pueden ser una oferta muy buena para los más de 12.000 turistas extranjeros que llegan mensualmente a Santa Marta en los cruceros”, dijo Sandra Rubiano Layton, gerente de proyectos del departamento.
Publicado en el especial Poder Caribe de la revista Semana.