“La mirada que nos interesa es la mirada del flujo y el devenir de las comunidades y organizaciones, únicas capaces de cambiar la historia de injusticia, racismo y exclusión en nuestro país”.
He leído con sorpresa el texto de la periodista y profesora Patricia Nieto sobre “limitaciones” a la libertad de prensa en el proceso de las exhumaciones en Bojayá del mes de mayo 2017, por la soberbia que expira como adalid de la verdad, también su verdad, con la falacia de las diferentes miradas, cuando estas miradas no tienen en cuenta el sentir de la población adolorida, sino el periodismo como fin.
También me sorprende que en la foto de su crónica haya puesto una fotografía mía a su lado (también de mi compañero de equipo) sin nuestro consentimiento; es como si estuviéramos de su lado. Recuerdo que en ese instante de la foto el miembro del Comité le estaba diciendo lo que varios díasatrás le repetía, de que respetara la decisión de la Asamblea, asunto que el equipo de Nieto nunca atendió; también el comisionado le intentó mostrar el protocolo, pero la señora le contesta con rabia de que ella no lee un protocolo unilateral.
En Bojayá conversamos, a sabiendas de que nuestro equipo había sido elegido por la asamblea para registrar los hechos, al igual que un equipo propio de comunicaciónde Bojayá y el Centro de Memoria Histórica. Sí, somos poco conocidos en el ámbito periodístico, porque nos hemos dedicado a ser medio de comunicación de aquellas organizaciones que mediante procesos organizativos y en medio de la guerra, han construido su propio discurso, que está en tensión con las políticas gubernamentales y con los actores armados; parodiando a Sartre, las organizaciones del Pacífico responden con lo que la indiferencia estatal y el conflicto han hecho de ellos. Es decir, la mirada que nos interesa es la mirada del flujo y el devenir de las comunidades y organizaciones, únicas capaces de cambiar la historia de injusticia, racismo y exclusión en nuestro país; son las etnias estigmatizadas y negadas las que tienen el secreto de salvar el planeta por sus prácticas de armonía con la naturaleza.
Y ahora que intentan tener una intimidad con la muerte de sus seres queridos en proceso de exhumación, asunto que hasta el Estado ha respetado, algunas periodistas de la “verdad” pues no sólo no respetan estas decisiones, sino que denuncian apoyándose en las relaciones construidas, pues no conocen los límites de su oficio y argumentan una supuesta intromisión en la libertad de prensa. En este sentido, me sorprende que no sean los grandes medios de comunicación masivos los que cuestionen el derecho a la intimidad que ha hecho la asamblea de víctimas de Bojayá.
Personalmente no conozco el trabajo de Patricia Nieto, excepto su página web de memoria. En Bellavista escuchamos sus argumentos de “impotencia” y en parte la entendemos, pero es que aquí las cámaras y periodistas no son lo más importante, aquí lo que es fundamental es el duelo, el dolor y la resiliencia. Es normal que no estén de acuerdo, pero de ahí a imponerse hay una gran distancia. Parodiando el usted no sabe quién soy yo de nuestra historia elitista nacional, en los reclamos se notaba el tufillo de que el Comité “no sabe quiénes son” ellas.
Lamento esta situación y desde mi humilde aporte a la comunicación audiovisual, hago un llamado a los periodistas para que, como señala Javier Darío Restrepo, pregunten por qué las víctimas han llegado hasta este punto, cuál ha sido el papel del periodismo en Colombia, y no intentar tomar por asalto con cámaras furtivas las decisiones de quienes históricamente han sido excluidos y asesinados, para robarles hasta su intimidad en el dolor. Sería importante que la señora Patricia Nieto comprenda que resistirse a los medios de comunicación y establecer condiciones es también parte de la autonomía de los pueblos, y aún más de los étnicos, pero también una lección a todas esas miradas periodísticas unilaterales de estos quince años.
Por último, debo decir que la exhumación que hoy realiza el equipo de la Fiscalía con la seriedad y los equipos técnicos idóneos (constatamos el respeto de estos funcionarios con los familiares de las víctimas), ha sido una lucha silenciosa del Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá, cuyo proceso no vende en los medios de comunicación; una lucha que ha contado con apoyo decidido de Cocomacia, la Diócesis de Quibdó, la ONU-DDHH, CNMH y Pacipaz, entre otras solidaridades. Como dicen los sabios Saulo y Domingo de Bojayá, si no hubiera sido por las decenas de muertos, el mundo ignorara el punto en el mapa donde queda Bojayá, ¿y ahora más revictimización?
* Realizador audiovisual para la exhumación. Comité por los Derechos de las Víctimas de Bojayá.