Por considerar que no hay garantías para seguir ejerciendo su labor pastoral, tres religiosos dejaron sus parroquias. Es apenas el último trágico capítulo de una larga y grave crisis humanitaria en esa región.
Por Juan Esteban Mejía para Verdad Abierta
Los sacerdotes del sur de Bolívar que habían sido amenazados el 10 de abril por el grupo paramilitar Águilas Negras decidieron abandonar sus sitios de trabajo por considerar que su vida está en peligro.
De tres sacerdotes que se desplazaron hacia Magangué, hay dos que no quieren volver a los pueblos donde desarrollaban su labor pastoral. No hay garantías, piensan, pero sí están seguros de que su labor no termina aquí. Seguirán asesorando a los campesinos que, desde hace mucho tiempo, vienen denunciando que viven en una crisis humanitaria que parece interminable.
La población civil del Magdalena Medio, una vasta región que abarca zonas en varios departamentos desde el sur de Bolívar, occidente de Santander y Boyacá, y nororiente de Antioquia, ha sufrido durante muchos años los embates de la violencia armada de todos los frentes. Allí las Farc sometieron a los habitantes a la extorsión y el secuestro en los ochenta, el Eln en la primera mitad de los noventa, y las Auc arremetieron hacia fines del siglo, con crueldad, dejando una estela de desplazados y masacrados a su paso.
Aún a pesar de la desmovilización paramilitar, muchos habitantes del Magdalena Medio siguen viviendo amedrentados. Según han denunciado los campesinos de la zona, desde el 2004 empezaron a incrementarse las amenazas. Y lo peor, no sienten que el Ejército los puede proteger de la presión ilegal porque algunos miembros de la Fuerza Pública parecen más amigos de sus victimarios.
Eso fue lo que dijeron 50 campesinos de la región que viajaron hace un año a Bogotá ante la Procuraduría, la Defensoría del Pueblo y la Fiscalía. Lo repitieron más de 300 campesinos que a mediados de 2007 se desplazaron hacia la vereda Puerto Nuevo Ité, en el municipio de Remedios (Antioquia) para salvar sus vidas. E insisten en lo mismo 180 que desde comienzos de este año buscaron refugio en Barrancabermeja.
De acuerdo con las denuncias de los campesinos ante los diferentes organismos, miembros del Ejército los amedrentan con las Águilas Negras, metiéndoles mucho miedo. Según diversos testimonios conocidos por SEMANA.COM, los soldados intentan obtener información sobre grupos guerrilleros con este tipo de presiones a los campesinos. Les dicen a los habitantes de la región que tienen que hablar porque “hoy somos nosotros, pero detrás vienen las Águilas Negras”.
Después de una década de masacres, descuartizamientos y desapariciones, los campesinos saben de qué son capaces los paramilitares y lo que significaría que ellos volvieran. Eso los llena de pánico.
De ser cierto lo que denuncian los campesinos, se trataría de una gravísima violación de los derechos humanos. Uno de los sacerdotes que se desplazaron este martes le dijo a SEMANA.COM que cuando los militares tienen este tipo de comportamientos, la región queda huérfana de organismos del Estado que ayuden a defender los derechos de los campesinos. Entonces esa labor recae principalmente sobre la parroquia.
Por eso, los religiosos que trabajan en el Magdalena Medio conformaron junto con organizaciones campesinas el Programa de Desarrollo y Paz. Es un programa financiado con dineros de la Unión Europea que lleva varios años contribuyendo al desarrollo social, económico y democrático de la región. A través del programa los campesinos se han capacitado en muchos temas, incluyendo derechos humanos. Les enseñan cómo deben interponer sus denuncias en casos en que los agentes del Estado violan sus derechos, según le explicó un párroco de la región a SEMANA.COM.
Algunos de los casos denunciados por los campesinos son graves. Aseguran que 14 labriegos han sido ejecutados extrajudicialmente por personas que, según los campesinos, pertenecen al Ejército. Las víctimas –denuncian— son sacadas de sus casas o detenidas en los caminos de las veredas y, de repente, aparecen muertas, con camuflado y son presentadas ante los medios de comunicación como guerrilleros abatidos en combate.
Tales denuncias no pueden más que alarmar, sobre todo cuando el Ministerio de Defensa ha lanzado este año una ambiciosa política de respeto a los derechos humanos por parte de la Fuerza Pública. SEMANA.COM buscó un pronunciamiento oficial al respecto pero aún no ha tenido respuesta. Así mismo presentó derechos de petición por escrito, para solicitar información sobre quién es el personal militar responsable en esa zona donde han surgido las denuncias, y sobre el prontuario anterior de los 14 presuntos guerrilleros abatidos en combate, pero el Ejército se negó a darla aduciendo que se trataba de un tema “de seguridad nacional”.
El anuncio que dicen los campesinos que les hicieron miembros del Ejército, eso de que ya venían las Águilas Negras, ya se empezó a cumplir. Un comandante paramilitar que se hace llamar ‘Camilo’ anunció un rearme nacional el pasado marzo y apenas un mes después, los sacerdotes del Sur de Bolívar y algunas organizaciones no gubernamentales (ONG) recibieron correos electrónicos donde les notificaban que eran objetivos militares.
El pasado 16 de abril, 50 sacerdotes de la región acompañados por unas 2.000 personas hicieron una marcha pacífica en el municipio de Morales, en Bolívar, para protestar por las amenazas a 52 líderesy tres sacerdotes, y para solicitar al gobierno que les diera protección. Ahora, los sacerdotes decidieron desplazarse porque no ven garantías para seguir haciendo su trabajo. Sobre todo cuando las autoridades que deberían protegerlos a ellos y a los campesinos no ha respondido a su clamor.
Publicado en www.semana.com 07/05/2008