Con el humor, Blas Corena enfrentó el conflicto armado en Los Montes de María.
“Antes la guerra se veía sólo por televisión, hasta el momento que nos tocó vivirla en carne propia”, dice este payaso que vive en Morroa, Sucre. Foto: Semana. |
“Antes la guerra se veía sólo por televisión, hasta Blas Corena, el payaso, se inició como la mayoría de humoristas en estos ámbitos de ruina y miedo: reír y hacer reír para sobrevivir. Despide cada atardecer rodeadode niños, bajo las gruesas capas de maquillaje, y su legendaria boina roja sentado en un taburete recostado en el marco de la puerta de su casa de la calle El Medio, de Morroa, Sucre.
Enfundado en su traje de payaso, se hace llamar ‘Chipilín’. Su rostro siempre refleja una sonrisa Le da poca importancia a su estrechez económica, que considera proporcionalmente igual a la devaluación de las grandes ideas de este país.
En el entierro de su padre no hubo llanto, pero sí mucha música de pito atravesao que tocaron los mejores conjuntos de la zona. El payaso nació el día en que, para alegrar a un grupo de niños, se pintó la cara y fue abucheado por algunos adultos. Esa tarde no supo si reír o llorar. Se decidió por lo primero y se hizo payaso de profesión.
Luego vendrían los días de éxitos, cuando en Morroa apagaron las linternas y se encendieron las bujías eléctricas. Blas tenía 18 años, estaba forjado a la intemperie y, de tanto dar ‘quimbes’, le salió un contrato para amenizar un cumpleaños en Corozal. A cambio, recibió su primer traje de payaso, que le fabricó la señora María Olmos. Hoy ‘Chipilín’ tiene 45 años de carcajadas y casi siete décadas de vida. Después de que una bomba destruyó el Palacio Municipal de Morroa y la guerrilla sacó del recinto del Concejo a su presidenta, el miedo se apoderó de todos los habitantes. Pero Blas se ingenió la manera más efectiva para recobrar el estado de ánimo: por las noches salía casa por casa vestido de payaso, con el pretexto de hacer reír a los niños, pero en realidad el mensaje de alegría era para todos. SEMANA habló con él.
Semana: ¿Cómo nació ‘Chipilín’?
Blas Corena: Lo trajo una burra mocha por Los Montes de María, en la época en que la guerra sólo era conocida por televisión y antes de que la violencia cegara la vida de hombres y mujeres, porque en esta región la gente se moría de vieja y algunas veces en medio de la alegría, como le sucedió a mi padre, que cayó en plena cumbiamba de diciembre, víctima de la euforia que le produjo el pito atravesao.No había guerra.
Semana: ¿Qué hace Blas cuando no es ‘Chipilín’?
B.C.: Soy gestor cultural, miembro fundador del Festival Nacional de Pito Atravesao. Emprendo campañas para recolectar dulces y ropas para los niños pobres, mis amigos. Los niños me identifican como OChipilin¹ y cuando no actúo, van a la casa a buscarme para que los haga reír.
Semana: ¿Y ‘Chipilín’ no se siente viejo?
B.C.: ¡Viejo yo! Pongo de jueces a los niños para que digan si ‘Chipilín’ debe salir del oficio de hacer reír.
Y entonces lanza una carcajada intensa que se prolonga por varios segundos y luego se levanta de su taburete para bailar porros, fandangos y hasta ritmos modernos.
Publicado en el especial Poder Caribe de la revista Semana.