Las víctimas de la masacre que marcó la historia del país se reunieron de nuevo en la iglesia para escuchar a uno de sus victimarios. El ‘Alemán’ les contó que vio la matazón con binoculares desde una avioneta que le prestó ‘Mancuso’.
El rumor corrió como el polvo en las calles de Bojayá. Freddy Rendón, el ‘Alemán’, el comandante paramilitar desmovilizado, les iba a contar cómo planeó y ejecutó la masacre que hace seis años dejó 119 muertos en ese pueblo de Chocó.
La iglesia se llenó desde antes de las 8 de la mañana del miércoles. Todos estaban expectantes. Los investigadores de la Fiscalía a las 8:20 de la mañana le dieron play al equipo para presentar el video que habían grabado. A partir de ese momento, el Cristo mutilado que adorna el altar -recuerdo del bombazo de mayo de 2002- pasó a un segundo plano, todos los ojos se dirigieron hacia una de las paredes superiores de la iglesia donde apareció la imágen de el ‘Alemán’.
Freddy Rendón habló de manera desabrochada y su tono era recio. A pesar de que sabía que se dirigía a personas que perdieron a sus seres queridos por culpa suya, cada una de sus frases parecía una orden. Utilizó un mapa de Chocó y de Antioquia como ayuda; a cada río, caño, vereda o montaña señalada la llamó por su nombre. Recordó los nombres de sus hombres, las órdenes impartidas y hasta las horas exactas en las que se comunicó por radio. El ‘Alemán’ parecía convencer a un auditorio que lo escuchaba en silencio.
“Mis amigos invisibles -dijo el ex paramilitar, al referirse a las víctimas- esas cosas se presienten en el cuerpo”. Se refería a la matazón de ese jueves negro. Al principio no aceptó la responsabilidad. Insistió en que todo fue por culpa de las Farc que lanzaron la pipeta sobre la iglesia. Recalcó cinco o seis veces que sus hombres ayudaron a las víctimas después de la explosión. Incluso, que fue él, personalmente, quien organizó los preparativos con las entidades del gobierno para sacar a los heridos y darles sepultura a los muertos.
El fiscal delegado le preguntó si él estuvo en el pueblo durante la balacera, a lo que él respondió que no, que todo lo vio con binoculares desde una avioneta que Salvatore Mancuso le había proporcionado días antes. Hasta ese momento las palabras no habían provocado más que susurros y risas irónicas entre los chocoanos. Y aunque se notaba un aire de desconcierto, nadie, hasta el medio día, había interrumpido la sesión. El secreteo comenzó a subir de tono cuando el ‘Alemán’ se refirió al padre Antún, quien era el párroco del pueblo en la época de la masacre. Según él, el sacerdote fue quien cerró las puertas de la iglesia con candado para que nadie saliera aun después de que dos paramilitares le habían advertido que se llevara a la gente para un extremo del pueblo.
De repente, y mientras continuaba la retrasmisión, un hombre se puso de pie y preguntó indignado al grupo de fiscales: “¿Para qué nos trajeron a este señor?… el es un monstruo. Mi papá fue uno de los que murieron allí y yo no voy a permitir que una persona de esta calaña venga y nos diga estas mentiras”. Gerardo Vega, miembro de la Comisión de Reparación, cogió el micrófono y trató de calmarlo. Le explicó la necesidad de que ellos conocieran ese relato y que también dieran el suyo: “La verdad del país -dijo Vega- es como un vidrio quebrado: hay que reconstruirla pedacito a pedacito, y ustedes tienen uno de esos pedazos”.
A partir de ese momento, más hombres y mujeres solicitaron el micrófono para contar sus verdades. “El ‘Alemán’ es un falso, es inhumano y embustero -dijo una joven-. Él debería estar aquí presente para decirle que por su culpa aún tengo pesadillas con muertos o que estoy corriendo por el pueblo como una loca… “.
Así transcurrió toda la tarde: muchos se decidieron a hablar en público con lágrimas, otros lo hacían en privado y llenaban los formatos de la Fiscalía. Hasta antes de este encuentro, sólo tres personas de Bojayá se habían inscrito como víctimas del bloque Élmer Cárdenas, el del ‘Alemán’. Hoy ya son casi 300.
En ese momento, la comunidad no se había enterado de una noticia que ocurría cerca de allí: un juzgado de Quibdó determinó que el Ministerio de Defensa tendrá que pagar más de 1.552 millones de pesos a los familiares de dos de las víctimas de la masacre. Es la primera condena a la Nación por este hecho y una campanada de alerta por lo que se pueda venir con las 117 víctimas restantes.
Muy al final de la tarde, Freddy Rendón aceptó su responsabilidad por la masacre y antes de salir de la iglesia, Froilán Mena, un niño de 13 años y quien permaneció dos días bajo los escombros porque lo daban por muerto, se acercó a uno de los delegados con chaleco para preguntarle: “Yo quiero saber si el ‘Alemán’ dijo por qué la guerra fue en mi pueblo”.
Publicado en SEMANA, Fecha: 2/06/2008 – Edición 1361