El presidente de la Corte Suprema, Augusto Ibáñez, revela que ya hay contactos con siete figuras mundiales para que reconstruyan la memoria de la guerra en Colombia.
Augusto Ibáñez, presidente de la Corte Suprema de Justicia. Foto: Semana. |
Se acuesta a la 1 de la mañana y está despierto a las 4. Lee prensa, escucha radio, ve noticieros. Está empeñado en que los colombianos entendamos cuál fue el verdadero proyecto paramilitar y en que quienes lo gestaron respondan en escenarios más allá de los locales. Augusto Ibáñez, presidente de la Corte Suprema de Justicia, antes de viajar a España con la sala penal a participar en un foro sobre para-política y extradición pasó por La Guillotina.
GUSTAVO GÓMEZ: ¿La Corte, por la manera como la reelección ha alterado el equilibrio de poderes, ha ido asumiendo un papel de oposición?
AUGUSTO IBÁÑEZ: Cero oposición. Como jueces, interpretamos la prueba, aplicamos la norma y decidimos. No es mi propósito entrar a calificar asuntos de carácter político, pero puedo decirle que la Corte está muy comprometida en la aplicación de los instrumentos internacionales que tiene la justicia a su disposición.
G.G.: ¿Por qué tanto acento en el escenario internacional?
A.I.: Porque es la primera vez que existe una ley transicional, como respuesta a violaciones sistemáticas de los derechos humanos. Antiguamente se daban procesos de amnistía e indulto y se resolvía el problema. Hoy se impone la tesis de cambiar pena por verdad.
G.G.: Todo amarrado a la idea de la Corte de que haya una comisión de la verdad. ¿Al gobierno no lo contagia el ánimo de la Corte en ese sentido?
A.I.: Como es una idea novedosa, genera prevenciones. La comisión, que será de carácter interdisciplinario, es necesaria para conocer la verdad de lo que pasó aquí desde un ámbito más amplio que el meramente procesal.
G.G.: ¿La Corte elegirá a los comisionados?
A.I.: No se ha resuelto pero, en principio, la propuesta partiría de nosotros. Ya se han hecho contactos con siete personajes de primer orden.
G.G.: ¿Personajes como Jimmy Carter y Óscar Arias?
A.I.: Estamos pensando en figuras muy de la línea de los que menciona, pero me comprometí a no revelar nombres hasta tener a todos confirmados.
G.G.: Vamos a un tema ineludible: ¿qué tiene que hacer el Presidente para que sea viable la terna de fiscal?
A.I.: Reflexionar sobre los elementos fundantes de lo que debe ser una fiscalía. No soy quién para darle consejos al Presidente, pero hay dos documentos clave de Naciones Unidas: uno de 1985 sobre independencia judicial, donde se plantea la exigencia a los jueces de idoneidad y ciertas destrezas profesionales sobre los asuntos que van a manejar, y otro de 1990 sobre los requisitos que debe reunir un fiscal.
G.G.: ¿Le gusta leer más los documentos de Naciones Unidas que la Constitución?
A.I.: Leo la Constitución a través de los documentos internacionales.
G.G.: ¿Por qué la Corte ni siquiera vota la terna?
A.I.: Porque encontró que los documentos que le menciono no habían sido tenidos en cuenta. Ya veremos qué pasa en la próxima Sala Plena, el 10 de diciembre.
G.G.: ¿Habrá fiscal este año?
A.I.: La Corte aspira a nombrar fiscal urgentemente, pero no ejerzo futurología.
G.G.: ¿El hoy fiscal Guillermo Mendoza Diago puede ir poniéndose cómodo?
A.I.: No he hablado con él, pero después de tantos años de ejercicio profesional, debe sentirse sumamente cómodo.
G.G.: Y si no se encuentra cómodo, deja el puesto y lo reemplaza el vicefiscal, Fernando Pareja, de quien se dice es muy cercano a la Corte…
A.I.: Cercana a la Corte es toda persona que ejerce la función judicial.
G.G.: Entrados en lo de las cercanías, ¿qué necesidad había de sentar al embajador de Estados Unidos, durante la cumbre de Paipa, entre usted y el presidente de la Corte Constitucional?
A.I.: No sé por qué -usted, que es periodista, lo sabrá mejor- en este último encuentro de la jurisdicción ordinaria hubo un cubrimiento de medios tan generoso. Lo cierto es que estas reuniones siempre han tenido invitados especiales, esta vez el embajador Brownfield y la embajadora de la Unión Europea.
G.G.: No la vi. ¿En qué foto salió ella?
A.I.: En ninguna: estaba en Cartagena y mandó sus palabras en video.
G.G.: ¿La invitación habrá animado al embajador a dar las sensibles declaraciones sobre el caso del almirante Arango Bacci?
A.I.: Sobre declaraciones de embajadores, el presidente de la Corte no tiene ninguna opinión.
G.G.: Dicen que usted y otros magistrados no estuvieron muy sintonizados con la queja del magistrado Alfredo Gómez por esa declaración…
A.I.: Por el contrario: el respeto por la opinión de cada magistrado es, en la Corte, sublime.
G.G.: Hablando del magistrado Gómez, ¿la Corte le pidió claridad sobre la manera como su hijo llegó a la dirección de Agro Ingreso Seguro?
A.I.: La Corte no está para pedirles a los magistrados explicaciones sobre asuntos privados.
G.G.: Déjeme llevarlo al episodio de la reunión de algunos magistrados conel director de ‘El Tiempo’. ¿Al fin quién invitó a quién?
A.I.: La Corte invita a sus dependencias a periodistas, académicos y otros personajes…
G.G.: ¿Por qué no vino entonces Roberto Pombo, el director de ‘El Tiempo’, a la sede de la Corte?
A.I.: La Corte acepta invitaciones; no pide audiencias con nadie. Evaluamos que era oportuno, importante y necesario aceptar la invitación del periódico.
G.G.: ¿Cuál fue el reparo puntual que ustedes hicieron sobre el cubrimiento de ‘El Tiempo’ al viaje a Washington suyo y de otros magistrados?
A.I.: El cubrimiento fue muy discreto y errático. Afirmar que no nos había recibido ni un subsecretario de Estado es erróneo, porque era una visita entre homólogos, entre jueces. Además, no se tuvo en cuenta que hubo un almuerzo de honor en el Departamento de Estado para la Corte.
G.G.: ‘Los excesos de la Corte Suprema’, así tituló Saúl Hernández una reciente columna en ‘El Tiempo’. ¿Suele leer la columna de él?
A.I.: De vez en cuando leo es a Salud Hernández.
G.G.: ¿La de hoy es una Corte excesivamente mediática?
A.I.: En el mundo moderno todo se transmite por televisión, incluido lo que hacen tribunales como la Corte Penal Internacional. El juez clásico se expresaba a través de providencias, pero la generación del mañana no va a leer providencias, sino a escuchar y a ver decisiones.
G.G.: Ya una vez intentó usted llegar al Congreso, pero no tuvo mucha votación… ¿volverá a probar suerte?
A.I.: Fue una aventura extraviada, por invitación de Germán Vargas, que quería que la academia participara en el Congreso. Como existe una vieja amistad con él, acepté. Me divertí mucho y fui exitosamente derrotado.
G.G.: ¿Vargas Lleras sería buen presidente?
A.I.: Toca primero que el pueblo así lo diga.
G.G.: ¿Uribe es un buen presidente?
A.I.: La gente dice que sí, y hay que aceptar que la gente tiene razón.
Publicado en Semana, edición 1438 – Fecha: 22/11/09