Alba Glen, la viuda del profesor universitario Alfredo Correa de Andreis, habla sobre el miedo y el dolor que ha vivido después de la muerte de su esposo.
La viuda de Alfredo Correa de Andreis contó en 2005 cómo fue su vida después de que su esposo fue asesinado por alias ‘Don Antonio’. |
“Cuando detuvieron a Alfredo me convertí en una presa más, me metí en la cárcel con él. Todo fue angustia y desconcierto. Ese 17 de junio (de 2004) empezó un montaje horroroso. Un informante lo señaló como guerrillero, pero 13 días después se descubrió que los testimonios eran clonados, con errores ortográficos y verbales.
Entonces recuperó la libertad pero empezó a morir.
Desde entonces lo único que hizo fue temblar. A pesar de que había sido ateo toda su vida, después de la detención orábamos cada día. Pensábamos que la dimensión divina podría corregir la injusticiahumana. Durante semanas vivimos una persecución insoportable que no ha cesado. Ansiábamos la libertad, queríamos que la justicia dijera que él no era responsable de ninguno de los delitos que se le atribuían. Pero cuando lo logramos, cuando lo liberaron, no terminó la pesadilla.”
Alfredo Correa de Andreis era un respetado investigador social que se dedicaba también a la docencia en las Universidades del Norte y Simón Bolívar de Barranquilla. Había sido rector de la Universidad del Magdalena y funcionario de la alcaldía de Barranquilla. En el momento de su asesinato estaba adelantando una investigación sobre desplazados y sus derechos en las zonas marginales de la capital del Atlántico.
“Las amenazas contra su vida eran claras. El dilema diario era pensar si nos debíamos ir del país, pero no teníamos plata. No teníamos a dónde ir. Él tenía miedo pero trataba de ocultarlo porque veía cómo sufríamos todos. Pero también confiaba demasiado. Decía: ‘Si no la debo, cómo me voy a ir, no tengo nada oscuro detrás de mí’. Tocó todas las puertas, le envió dos cartas al Presidente para que lo escuchara y no lo atendieron. Lo que pretendía era que le resolvieran su situación jurídica. Hoy pienso que él era una piedra en el zapato para alguien. No sé para quién.
“Durante el tiempo que estuvo libre le cambiaron todo, lo dejó todo, su proyecto de vida como investigador, su forma de pensar; por sus principios y sus ideas, él volaba por encima de lo normal, por eso pensamos que a él lo querían encarcelar o matar.
“El día de su muerte estaba preocupado: me dijo antes de salir que lo único que le dolía era no despedirse de su hija. Recuerdo que me comentó: ‘Me siento barro’. Arrugó la cara, me besó y se fue. A los pocos minutos lo acribillaron en una acera, a él y su guardaespaldas.
“Tres meses después apenas estamos reaccionando. Tratando de entender qué pasó. Vivimos una guerra y no puedo gritar. No puedo salir a la luz pública porque me matan o me toca irme del país como a muchos que estaban a su alrededor.
“Toda mi vida cambió. La forma de dormir, mi trabajo. Yo tenía una vida con un hombre de hogar, tranquilo, tierno, dedicado a su casa, a la academia. De pronto, en dos minutos, me la cambiaron. Y no puedo hablar. Todavía me siento perturbada moral y sicológicamente. He tenido que seguir adelante por mis hijos. ¿Alguien sabe cómo es de duro esto?”.
Alfredo Correa fue asesinado el 17 de junio de 2004.
El estado de la investigación: Édgar Ignacio Fierro, alias ‘Don Antonio’ fue condenado a 40 años por el crimen, también Juan Carlos Rodríguez de Léon, alias ‘El Gato’, ex integrante de las Auc, fue condenado a 40 años de cárcel y una multa de 3.500 salarios mínimos por los asesinatos del sociólogo Alfredo Rafael Francisco Correa de Andreis y su escolta.