Grupos armados sembraron el terror y destruyeron el medio ambiente por cuenta de la minería informal. SEMANA investigó.
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Chocó, tierra de dragones
Las dragas arrasan la inmensa riqueza natural de las selvas y cambian el curso de los ríos chocoanos, y en medio de la guerra enriquecida por el oro, el Estado no consigue detenerlas. Lea más…
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‘El Dorado’ de la guerrilla en Timbiquí
Hace dos años llegó la fiebre del oro a esta aislada población caucana. Las FARC regulan el negocio. Lea más…
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El minero que va contra la corriente
La historia de un minero en esta turbulenta zona antioqueña, quien por tratar de trabajar en lo que sabe ha sido víctima de todos los grupos armados, y el Estado lo declara ilegal. Lea más…
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La plata en las minas de oro
La historia de Zabala, a quien las Farc le encargaron exprimir la minería de oro en Zaragoza y El Bagre, desnuda cómo los grupos armados hacen fortunas extorsionando a toda la cadena de producción del metal. Lea más…
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La selva herida por la minería
Colombianos y extranjeros están afectando la frágil geografía de la Orinoquia y la Amazonia, afiebrados por la ambición del oro y del coltán. Lea más…
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Oro sano en Santa Cruz
Contar con un título colectivo puede haber hecho toda la diferencia para que en esta aldea del sur de Bolívar, literalmente asentada sobre los socavones, la violencia que pasó no se haya instalado. Lea más…
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A cada rato, la Policía captura a algún delincuente metido hasta la cintura en la explotación ilegal de oro. Pantera cayó herido y preso en 2011; a Don Leo, miembro de los Urabeños, terror de los mineros del Bajo Cauca, lo pescaron en Perú hace un mes; y hace tres semanas mataron a Zabala de las Farc, quien estaba asesinando mineros en Zaragoza. Como pocos se animan a denunciarlos, cada golpe es una hazaña. Así, la mancha de la criminalidad sigue avanzando sobre el mapa minero del país.
Nadie tiene cifras exactas de cuántas de las 9.044 unidades de producción minera sin títulos ni licencias que cuenta el Ministerio de Minas, están tomadas por grupos armados. Ni cuántos de los 15.000 mineros informales están bajo su yugo. La Policía, en una separata de julio de 2011, reveló que en 151 municipios de 25 departamentos convergen la minería ilegal y los grupos armados. Un reciente estudio de la Fundación Ideas para la Paz denuncia que en más de la mitad de los municipios productores de oro hay presencia de bandas criminales.
En algunos lugares los grupos armados explotan directamente el negocio. Controlan las dragas y venden el mineral. Por ejemplo, Carlos Mario Jiménez, alias Macaco, exjefe paramilitar, consiguió que el Estado le diera títulos mineros a una empresa de su esposa según un estudio de 2012 del Centro Internacional de Toledo para la Paz en Colombia (CITPax) y Observatorio Internacional de DDR.
En otras minas, los violentos no tienen títulos, pero derivan millones con la extorsión. En Segovia, varios de los 200 mineros que operan en el territorio de la concesión de la Gran Colombia Gold, pagan vacunas a bandas criminales antes asociadas a Macaco. Y en el sur del Chocó los mineros tradicionales son chantajeados. “Cada retén de la guerrilla es un peaje a pagar y cada decreto que sacan es un salvoconducto para que las autoridades nos pidan plata”, denuncia un líder minero.
Según la información que recogió SEMANA en cinco minas del país con presencia de guerrillas o de bandas criminales, los mineros deben pagarles entre el 5 y el 20 por ciento del oro que saquen; los dueños de las dragas les pagan alrededor de 5 millones de pesos mensuales; los comerciantes que compran, otro 10 por ciento, y los que venden gasolina para operar las retroexcavadoras, otro tanto. (Ver notas siguientes).
Pocos tienen cálculos ciertos de cuánto dinero puede dejarles a los grupos armados ilegales la minería de oro. Son en todo caso sumas gruesas porque de las 51toneladas que exportó Colombia hasta septiembre de 2012 por 2.331 millones de dólares, más de la mitad provenía de la minería informal, y principalmente de esta varios grupos armados sacan tajada. (Ver mapa).
Así, entre los municipios, Nóvita –al sur del Chocó– reportó la mayor producción de oro del país en 2011: 9,8 toneladas. También es el municipio que concentra el 45 por ciento de los cultivos ilícitos del departamento y ha sido epicentro de confrontaciones violentas de la Rondas Campesinas Populares conformadas por los Rastrojos contra el Eln y las Farc. Sipí, en la misma cuenca chocoana, vive una situación similar y es el segundo productor nacional de oro. Tarazá, en Antioquia, ocupa el tercer lugar y está asfixiado por la banda de los Urabeños.
En una investigación reciente, la Universidad de Eafit se aproximó a un cálculo estudiado del negocio criminal en Antioquia. Según sus hallazgos, las 450 retroexcavadoras que sacan oro en el departamento les dejan a los grupos armados una suma que oscila entre los 650 y los 3.450 millones de pesos; es decir, entre un 20 y un 70 por ciento del PIB minero antioqueño. El porcentaje puede ser mayor en Chocó, el otro gran productor de oro del país.
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