Los ex paramilitares al mando de Ramón Isaza violaron, acosaron y esclavizaron sexualmente a varias mujeres en Antioquia, Caldas y Tolima. Sus víctimas ya se atreven a hablar y narran el horror que padecieron
Uno de los principales problemas que afrontaron investigadores de la Fiscalía adscritos a la Unidad de Justicia y Paz que documentan hechos de violencia sexual perpetrados por las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio (Acmm) fue el silencio de las mujeres. La mayoría de ellas declararon sobre otros delitos, como el desplazamiento o el homicidio de un familiar, pero no querían hablar de los abusos sexuales por miedo a enfrentar a su victimario o por el temor a ser juzgadas por sus familiares. Finalmente, después de cinco años de persistencia, trece de ellas se atrevieron a hablar.
Sus testimonios permitieron que en septiembre de 2013, la Fiscalía le imputara 13 delitos de género a Ramón Isaza, alias ‘El Viejo’, ex jefe paramilitar de las Autodefensas Campesinas del Magdalena Medio (Acmm). En esos hechos también fueron responsabilizados los ex comandantes paramilitares Walter Ochoa Guisao, alias ‘El Gurre’; Luis Eduardo Zuluaga, alias ‘Macguiver’; Jhon Fredy Gallo Bedoya, alias ‘El Pajaro’; y Oliverio Isaza Gómez, alias ‘Terror’.
Aunque aseguró que no participó en ninguno de los hechos, Isaza aceptó los cargos por línea de mando a la vez que aseguró que los delitos sexuales no eran parte de las políticas del grupo y que los hombres bajo su mando que abusaran de las mujeres podían ser castigados, incluso, con la pena de muerte.
Sin embargo, esta supuesta medida no evitó que se presentaran decenas de casos de violencia contra las mujeres. Según la Fiscalía, los delitos de género fueron una práctica sistemática y de carácter reiterado en los municipios donde delinquieron las Acmm. En algunos casos se castigó a los patrulleros, pero estas represalias nunca tocaron a jefes paramilitares.
La magistrada Teresa Ruíz del Tribunal de Justicia y Paz de Bogotá resaltó la tarea de la Fiscalía para documentar estos delitos, pero dijo que “son irrisorios los casos de violencia de género si se tiene en cuenta la dimensiones del conflicto armado”. En la mayoría de los 13 casos presentados por la Fiscalía, los victimarios directos ya están muertos, no hicieron parte del proceso de desmovilización o no se encuentran postulados a la Ley de Justicia y Paz.
Aunque los hechos documentados por el ente investigador están relacionados con delitos sexuales, éste no fue el único tipo de violencia que los paramilitares ejercieron sobre las mujeres. De esto da cuenta un informe presentado por la Procuraduría General de la Nación que recoge testimonios de habitantes de Falán, Fresno y Mariquita, en Tolima, y La Dorada, en Caldas, municipios donde hizo presencia el Frente Omar Isaza de las Acmm.
Por ejemplo, los paramilitares no permitían que las mujeres hablaran entre ellas sobre lo que estaba pasando porque lo consideraban “chimoseo” y a aquellas que se atrevían a hacerlo y eran descubiertas las obligaban a barrer las calles durante varios días. En Mariquita recuerdan el caso de una señora que fue testigo del robo de un camión que transportaba licores, la mujer alertó a los demás vecinos del hecho y fue amenazada de muerte por los ‘paras’.
“Unas señoras por allá en la vereda Piedecuesta en Falan, que se robaron una gallina también les pusieron un letrero y las obligaron a barrer toda la carretera con el letrero de ‘roba gallinas’”, recuerda otro de los testimonios.
Además, las jóvenes de estos pueblos evitaban usar escotes o faldas muy cortas para no llamar la atención de los paramilitares, porque era común que estos hombres las forzaran a prostituirse desde muy pequeñas. En cambio, a las trabajadoras sexuales con más edad las amenazaron y varias de ellas fueron asesinadas. VerdadAbierta.com reconstruyó algunos de los casos documentados.
Secuestrada y esclavizada
María* vivía en el municipio de Caracolí, Antioquia. Su viacrucis comenzó cuando el paramilitar Roger William Lesmes Henao, alias ‘Edwin’, puso sus ojos en ella. Un día en la casa de una amiga empezó a hablarle y al mismo tiempo le mostró su pistola diciéndole “que si quería las cosas por las buenas o por las malas”, y abusó sexualmente de ella.
Luego la obligó a irse con él a una finca cercana y, aunque ella lloraba y le rogaba que la dejara ir, la presentó ante los demás paramilitares como “su nueva mujer”. Pasaron ocho días de abusos sexuales y físicos en los que María no pudo comunicarse con su familia. Cuando pudo hablar con su madre, ‘Edwin’ le dijo que no podía abandonar la finca o mataría a su hermano y obligaría a su cuñada a desplazarse.
En una oportunidad, María intentó fallidamente un escape, cuando ‘Edwin’ se dio cuenta la pateó y la llevó a un lago cercano donde la tomó del cabello e intentó ahogarla. También la obligó a desnudarse y pasar varias horas a la orilla del lago para que la picaran los sancudos y las hormigas. Luego de casi cinco meses en los que esta mujer fue secuestrada y esclavizada sexualmente, consiguió que otro grupo de paramilitares la ayudaran a escapar a Bogotá.
Menores reclutadas y abusadas
Luis Fernando Herrera Gil, alias ‘Memo Chiquito’, jefe militar del Frente Omar Isaza, reclutó decenas de menores de edad para incorporarlas a las filas de su organización armada ilegal y abusar sexualmente de ellas. Este es el caso de Lina*, quien fue reclutada con tan solo 14 años en febrero de 2004 en el municipio de Marquetalia, Caldas.
Como era costumbre con las menores que ingresaban al grupo, ‘Memo Chiquito’ incluyó a Lina en su escolta personal donde tomaba apuntes de las reunionesy hacía guardia. Durante los dos meses que la joven estuvo en este frente, Herrera abusó sexualmente de ella diariamente, según le contó la víctima a los psicólogos de la Fiscalía. Un día, Lina logró escaparse del campamento y se entregó ante las autoridades. Este jefe paramilitar fue asesinado por miembros de las Acmm.
Mujeres como táctica de guerra
En cuatro de los 13 casos imputados, las víctimas eran familiares o personas cercanas a miembros de grupos de la subversión o a ex paramilitares que desertaron. Las mujeres se convirtieron en un objeto de guerra y abusar de ellas suponía un ataque contra el enemigo o desertores de las Acmm.
Así le sucedió a Gloria*, una ama de casa de 35 años, quien fue secuestrada por miembros del Frente Celestino Mantilla y se le acusaba de ser una supuesta ideóloga de las Farc, pues uno de sus hermanos había sido parte del grupo guerrillero. Los paramilitares la retuvieron durante 15 días en un campamento, donde la interrogaron y torturaron.
Todas las mañanas, cuando Gloria se iba a bañar, era custodiada por Samael Samir Rubio, alias ‘Alfonso’, quien la intimidaba colocándole un cuchillo en el cuello mientras la tocaba y en más de una oportunidad intentó violarla. Luego de 15 días y tras comprobarse que no tenía ningún vínculo con las Farc, fue liberada, pero desaparecieron a uno de sus hermanos.
La historia de Ester* es muy similar. En 2004, cinco paramilitares encapuchados llegaron a su finca en la vereda Buenos Aires, en el municipio de Palocabildo, Tolima, preguntando por su hermano, quien perteneció por cuatro meses al grupo paramilitar y desertó, pero éste no se encontraba en la casa.
Wilson Garzón Hernández, alias ‘Pantera’, golpeó a Ester y le dijo que ella pagaría las consecuencias de lo que hizo su hermano. El paramilitar amarró a la mujer a la cama y abusó sexualmente de ella. Luego grito: “Patrón, siga que ya se la tengo lista”, haciendo referencia a Camilo de Jesús Zuluaga, alias ‘Napo’, quien entró a la habitación y también la violó.
Otros dos paramilitares, José Iván Ospina, alias ‘El Flaco’, y Andrés Cazallas Ruiz, alias ‘El Rolo’, también abusaron de Ester. Esto sucedió en presencia de sus dos hijos menores edad. Los hombres amenazaron a la mujer y le dieron una hora para desplazarse de la región. Desde esa fecha se encuentra medicada y en tratamiento psicológico.
En las audiencias de versión libre Camilo de Jesús Zuluaga, alias ‘Napo’, negó los hechos. Walter Ochoa Guisao, alias ‘Gurre’, ex jefe paramilitar del Frente Omar Isaza, aceptó los delitos de acceso carnal violento y desplazamiento por línea de mando.
Violencia en las calles
Uno de los casos que más recuerdan los pobladores de Falán es el de Amparo*, una mujer con problemas mentales que merodeaba las calles del pueblo y era conocida por todos. Los paramilitares abusaron sexualmente de ella a comienzos de 2006 y fue asesinada con golpes de machete.
También era común encontrar los cuerpos de las trabajadoras sexuales que eran continuamente amenazadas por los ‘paras’ del Tolima. Un día de agosto de 2006, estos hombres raptaron a Luz*, una trabajadora sexual que salía de su casa en el municipio de Honda para asistir al funeral de una de sus compañeras asesinada por los paramilitares. Dos días después el cuerpo de esta mujer fue hallado en la zona rural del pueblo.
Poco a poco a las mujeres afectadas por las Acmm han venido narrando sus tragedias con el fin de que los delitos cometidos en su contra no queden en la impunidad. No es una decisión fácil, pero ya 13 de ellas han empezado a develar la crueldad que tuvieron que afrontar durante un estado de guerra que hizo de sus cuerpos un campo de batalla.
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