Unos noventa hombres de los hermanos Carlos y Vicente Castaño, coordinados con paramilitares de los Llanos Orientales irrumpieron en la población de Mapiripán, en límites entre los departamentos de Meta y Guaviare. En la incursión, coordinada con miembros del Ejército, los paramilitares asesinaron a por lo menos 60 personas, pero además fue el anuncio de que se tomarían a sangre y fuego de los Llanos Orientales.
Pocos días antes 90 hombres uniformados y armados atravesaron medio país en dos aviones, entre Urabá y San José del Guaviare, donde funcionaba una de las bases antinarcóticos más grandes de Colombia. Con la ayuda de autodefensas locales, entre el 15 y el 20 de julio, torturaron, asesinaron y desaparecieron a decenas de campesinos. El Ejército, a pesar de los llamados de auxilio, nunca llegó.
En pocos sitios del país como los Llanos Orientales se hizo tan claro el proyecto de Carlos y Vicente Castaño para invadir regiones donde no tenían presencia. El grupo de ‘paras’ de Urabá fue la columna vertebral del bloque Centauros, que delinquió en Meta, Casanare y Guaviare y que es responsable de miles de crímenes.
Por la obvia complicidad del Ejército y de la Policía con los ‘paras’ la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Cidh) condenó el Estado colombiano. El general Uscátegui, a cargo de los Llanos Orientales, también fue sentenciado a 40 años de cárcel por el crimen.
– ¿Por qué Mapiripán?
– CIDH: Caso de la masacre de Mapiripán Vs Colombia (sentencia de 15 de septiembre de 2005)