Guerrilleros y paramilitares se disputaron a principios de 2000 los cultivos de amapola y hoja de coca, situación que dejó en medio de dos fuegos a decenas de campesinos. Posteriormente, abandonaron sus tierras cuando fuerzas militares sostuvieron combates con las Farc.
La Semana Santa de 2003 fue una pesadilla para los pobladores del municipio de El Tablón de Gómez, en el suroriente de Nariño. En esos días, el miedo acumulado durante una década terminó por desplazar a por lo menos mil campesinos cuando integrantes del Ejército y la Policía cercaron el pueblo para combatir al Frente 2 de las Farc.
“Quedamos en medio de un fuego cruzado. Por un lado estaba la guerrilla y por el otro el Ejército… Había explosiones. Nos fuimos por miedo. Cuando volvimos habíamos perdido los cultivos y los animales”, dijo Mario Pérez*, campesino que ahora reclama su tierra ante la Unidad de Restitución de Tierras.
Como Pérez, por lo menos 740 familias le solicitaron a esta institución del gobierno que los reconociera como víctimas de desplazamiento, pero, sobre todo, que les titulara las tierras en las que habían vivido por años y les diera garantías para poder vivir allí. A la fecha, los Jueces Especializados en Restitución de Tierras de Pasto y Tumaco han fallado a favor de 36 familias que abandonaron sus terruños.
En sus decisiones, los jueces ordenaron a distintas instituciones como el Instituto Colombiano de Desarrollo Rural (Incoder) la titulación de los predios y al Banco Agrario que les otorgara créditos para acceder a vivienda. A la Secretaria de Hacienda municipal le pidió que exonerara a estas familias del pago de impuestos durante el período en que tuvieron que abandonar las fincas por el conflicto, y al Sena que les diera prioridad para estudiar. En junio de 2014, cuando el gobierno realizó una ceremonia con las primeras veinte familias restituidas les entregó a cada una 24 millones de pesos para que desarrollaran un proyecto productivo.
Aunque según datos de la Unidad de Víctimas, el desplazamiento en El Tablón de Gómez se redujo después de 2003, durante los últimos diez años 4 mil tabloneros fueron expulsados de distintas veredas por causa del conflicto armado. Cada año, en promedio, por lo menos cien familias salen huyendo de este territorio. (Ver tabla de desplazamiento)
La chispa del conflicto: cultivos ilícitos
Las tierras del Tablón de Gómez fueron colonizadas por campesinos venidos de distintas regiones del país quienes encontraron allí suelos aptos para cultivar alverja, maíz, fríjol y en especial aguacate, fruto que se convirtió en el eje de la economía del pueblo.
Sin embargo, ese panorama cambiaría en 2000 cuando se puso en marcha el Plan Colombia, una estrategia integral para erradicar los cultivos de hoja de coca y recuperar los territorios donde había una alta presencia de guerrilla. Nariño estaba en esa lista. En ese año, los cultivos de aguacate, así como los de pancoger, se fueron a pique porque fueron fumigados con glifosato.
Según el relato que hicieron varios campesinos a la Unidad de Restitución, las tierras de este municipio estuvieron en la mira primero de guerrilleros y luego de paramilitares no por su riqueza sino por su valor estratégico para la guerra: está a 62 kilómetros de Pasto, la capital del departamento; hace parte del macizo colombiano, zona montañosa usada por los grupos armados ilegales como escondite y desarrollo de cultivos ilícitos, y está en el eje de movilidad de los subversivos entre los departamentos de Cauca y Putumayo.
Investigadores de la Unidad documentaron que el conflicto comenzó en los años ochenta cuando aparecieron las guerrillas. Primero llegó el Ejército de Liberación Nacional (Eln); luego hizo presencia el Ejército de Liberación Popular (Epl), y más tarde las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (Farc). Este último grupo guerrillero es el que más presencia ha tenido en la región con los frentes 2, 8 y 29.
La guerrilla llegó imponiéndole a los habitantes que en las partes altas tenían que sembrar amapola y en el resto del territorio hoja de coca para uso ilícito. Las dos plantas son la base para la producción de heroína y cocaína, respectivamente, dos sustancias que terminaron convirtiéndose en la principal fuente de financiación de los grupos armados ilegales. Nariño es en la actualidad el departamento con más hectáreas de hoja de coca cultivadas en el país: según el último censo del Monitoreo de Cultivos de Coca de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito, este departamento tiene 13 mil hectáreas sembradas. (Lea el estudio aquí)
Para finales de los años noventa, y mientras negociaban un acuerdo de paz con el gobierno de Andrés Pastrana, las Farc buscaban tener un mayor control del sur del país y para lograrlo atacaban los poblados. Varios medios de comunicación de la época informaron que el 29 de agosto de 2000, el Frente 2 arremetió contra la estación de policía de El Tablón de Gómez.
El sometimiento contra la población de este caserío fue cada vez mayor. A partir de testimonios y documentos, la Unidad de Restitución documentó que las Farc comenzaron a construir una carretera para conectar a El Tablón, en Nariño, con el municipio de Colón, en Putumayo; además, intentaron hacer lo mismo con un camino que los llevara hasta San Vicente del Caguán, zona en la que se concentraron los diálogos de paz.
En una de las veredas de El Tablón instalaron una base de operaciones, desde donde coordinaron incursiones a otros municipios y utilizaron el puesto de salud para atender a sus heridos. Guerrilleros como alias ‘Eladio’ y ‘Vallenato’ eran el terror en la región.
La situación empeoró en 2002 cuando tras el fallido proceso de paz, guerrilleros venidos de Caquetá, Huila y Putumayo llegaron a Nariño huyendo de la ofensiva militar que se diseñó para recuperar los 42 mil kilómetros despejados para adelantar los diálogos con el gobierno nacional y que por varios años estuvieron solo los insurgentes.
A la par de ese arribo masivo de subversivos, comenzaron a crecer los cultivos de hoja de coca como consecuencia de las fumigaciones masivas en Putumayo y diez años después el fenómeno parece no ceder. Nariño está entre los siete departamentos donde los cultivos ilícitos todavía siguen aumento según el informe de Naciones Unidas: de 10 mil hectáreas en 2012 pasó a 13 mil en 2013.
La disputa por el negocio
Los habitantes de El Tablón no solo sufrieron el asedio de la guerrilla. Con la financiación del narcotraficante Carlos Mario Jiménez, alias ‘Macaco’, el Bloque Central Bolívar de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) también extendió sus tentáculos hasta Nariño a través del Bloque Libertadores del Sur, comandado por Guillermo Pérez Alzate alias ‘Pablo Sevillano’. Ambos jefes terminaron extraditados en mayo del 2008 a Estados Unidos para que respondieran por delitos asociados al tráfico de drogas, donde purgan largas condenas.
Al suroriente del departamento, el grupo paramilitar llegó en 2002 de la mano de algunos militares adscritos al Batallón Batalla de Boyacá, con sede en Pasto. Así lo confesaron varios desmovilizados de ese grupo armado ilegal ante fiscales de la Unidad de Justicia y Paz. Uno de los paramilitares que se refirió a tema es Rigoberto Urrea, quien explicó que hicieron pactos con sectores de la Fuerza Pública para tomarse pueblos con alta presencia de la guerrilla (Lea: Los nexos militares del Bloque Libertadores del Sur).
Mientras los militares les daban vía libre para tomarse poblaciones, los paramilitares les entregaban integrantes de las Auc muertos en combate con la guerrilla o sus propias víctimas para que el Ejército los presentara como “positivos” en su supuesta tarea de combatir la ilegalidad. La Fiscalía 4 de Justicia y Paz documentó varias de estas ejecuciones extrajudiciales producto de esta alianza entre sectores de Fuerza Pública y Auc. Algunos de estas víctimas provenían de El Tablón de Gómez (Lea: Paramilitares y autoridades delinquieron de la mano en Nariño).
Pero el trasfondo de la llegada de los paramilitares era disputarles el negocio de la droga a las guerrillas, representado no solo en los cultivos de hoja de coca, sino toda la cadena de producción y exportación, dado que también tuvieron el control del puerto de Tumaco, sobre el océano Pacífico. Las acciones armadas de 2002 se centraron en esa puja.
En 2003, cuando los paramilitares se consolidaron en la región nariñense, el Ejército entró con una ofensiva para atacar posiciones de las facciones guerrilleras. Por tercera vez, los habitantes de El Tablón quedaban expuestos a un conflicto ajeno. El Batallón Macheteros del Cauca, con sede en Popayán, dirigió una operación militar entre el 14 y el 26 de abril de 2003 contra el Frente 2 de las Farc, lo que no solo trajo zozobra a la comunidad sino que los posteriores combates a lo largo de ese año generó el desplazamiento de por lo menos 1.400 tabloneros, según datos de la Unidad Nacional de Víctimas, la cifra más alta de personas expulsadas en ese municipio desde 1985.
Desde que entró en vigencia la Ley de Víctimas y Restitución de Tierras en enero de 2012, los habitantesde El Tablón denunciaron el abandono de 764hectáreas, pero esta cifra puede ser mucho más alta teniendo en cuenta que el gobierno sigue verificando la extensión de los predios reclamados y aún no todas las víctimas del conflicto han contado su historia.
Aunque una gran parte de los tabloneros retornó meses después de los combates, su preocupación ha sido la de tener garantías para vivir en la tierra y progresar. Las nubes de glifosato acabaron con la prosperidad que les daba el aguacate y ahora muchos han tratado de levantarse con cultivos de café. Tras soportar tres décadas de conflicto, en el pueblo hay once organizaciones sociales que trabajan por mejorar su calidad de vida e intentan superar los males que los aquejaron en el pasado.