El Secretariado de las Farc ordenó en 1998 crear el Frente 22, con el que esa guerrilla desató una ola de secuestros y extorsiones. Esta es la reconstrucción de las acciones que este Frente cometió en Cundinamarca
En 1982, luego de transcurrida en séptima conferencia de las Farc en el departamento del Meta, los miembros del Secretariado de esta guerrilla dieron la orden de crear el Frente 22. Este se ubicó en los municipios de Cundinamarca cercanos a Bogotá y su principal función sería suministrar recursos a las Farc.
Antes del nacimiento del frente 22, la guerrilla ya tenía un primer acercamiento en la zona desde 1970 con el frente XI, ubicado en Yacopí. Éste fue reemplazado por el frente 22, que inició originalmente con 40 miembros y con el trascurso de los años logró tener control total de municipios como La Palma, La Peña, Villeta, Guayabal de Síquima, Guaduas, Caparrapí y Topaipí, al occidente de Cundinamarca.
En 1998, las Farc decidieron que uno de sus objetivos principales era controlar la Cordillera Oriental, y así acercarse a la ciudad de Bogotá. Fue así que se conformó el Comando Conjunto Occidental de las Farc, comandado por el guerrillero Carlos Osorio Velásquez, alias ‘Marco Aurelio Buendía’.
Para entrar a la región las Farc optaron por enviar pequeños grupos de cinco o seis guerrilleros, para no ser detectados los milicianos llegaban vestidos de civil y conseguían un trabajo en la región. Una vez conocían el terreno y convencían a algunos jóvenes campesinos de hacer parte de la guerrilla, daban la orden para que llegaran el resto de los miembros del frente y asaltaban las estaciones de policía.
En 2000 las Farc tenían en Cundinamarca cerca de mil guerrilleros: el Frente 42 estaba desde San Juan de Río Seco, Girardot y La Mesa hasta Facatativá, Madrid y Mosquera. Los frentes 25, 52 y 55 se encontraban en Sumapaz; 53 y 54 delinquían en el suroriente del departamento; y en el norte se encontraban las compañías móviles Policarpa Salavarrieta, Vladimir Stivel y Manuel Beltrán.
El Frente 22 era de vital importancia para la estructura central de las Farc, porque fue el que más dinero aportó a este guerrilla. Según han revelado guerrilleros desmovilizados, al mes entregaba cerca de 500 millones de pesos, que obtenían producto del secuestro extorsivo, el robo de ganado y dinero.
Este frente se expandió y creó la columna Reynaldo Cuellar y la Esteban Ramírez. Según declaró ante Justicia y Paz Gustavo Lasso Céspedes alias ‘El Gato’, jefe de finanzas y orden público de la columna Esteban Ramírez, la zona de distensión que creó el gobierno de Andrés Pastrana en 1998 sirvió de escenario para entrenar jefes de frentes de las Farc. Además desde allí enviaron grupos de guerrilleros que subieron por el piedemonte hacia San Juanito y El Calvario.
Las víctimas del Frente 22
Según el testimonio de alias ‘el Gato’, quien luego de su captura en 2003 está postulado a la ley de Justicia y Paz, para financiar el Comando Conjunto de Cundinamarca ‘Marco Aurelio Buendía’ autorizó aumentar el número de secuestros, extorsiones, boleteos y ‘pescas milagrosas’ en el departamento. Esto coincide con estadísticas de la Fundación País Libre, que registró que sólo en 2003 al frente 22 de las Farc se le atribuyeron 21 secuestros en Cundinamarca y al menos un centenar de casos de extorsiones permanentes.
‘El Gato’ relató que en más de una oportunidad secuestraron a directivos e ingenieros de las empresas que llegaban a la zona. También retenían el ganado de los campesinos que no querían pagar la extorsión, como ocurrió en septiembre del 2002, cuando el frente 22 le exigió al dueño de una finca en La Palma el pago de 15 millones de pesos. Como no recibieron el dinero, hurtaron las 70 cabezas de ganado que tenía en su finca. Luego de recibir los 15 millones, no devolvieron las reses.
La compañía Esteban Ramírez, que pertenecía al Frente 22, robó en dos oportunidades la Caja Agraria del municipio. La primera vez en 1999 contrataron una banda de criminales que entró al banco a plena luz del día y hurtaran los 70 millones que tenían en caja. Según ‘el Gato’ en los dos robos contaron con ayuda del personal relacionado con la empresa.
Otras de las víctimas de La Palma fueron los políticos electos. “Recibimos la orden de Buendía de enviar un panfleto a todos los políticos diciéndoles que se tenían que ir del pueblo, si se quedaban los matábamos”, aseguró Lasso.
Así murió el 24 de diciembre de 2002 el concejal José Alirio Macías, quien se negó a marcharse de su pueblo. En un retén instalado en Paime, Cundinamarca, el jefe guerrillero de la zona, alias ‘Diego Tucán’, tenía una lista en su mano de las personas que según ‘Marco Aurelio Buendía’ debía matar. Entre ellos estaba el concejal que esa noche transitaba por la zona. Luego de asesinarlo, pegaron un letrero a su cuerpo que decía “por sapo y por ser funcionario público”.
La población de los municipios de Cundinamarca vivía temerosa de tener un contacto con la fuerza pública, pues podían ser clasificados como informantes del Ejército por las Farc, y eso significaba inmediatamente su muerte. Así sucedió en repetidas oportunidades, según ‘el Gato’, simples sospechas o rumores convertían a los campesinos en objetivo de la guerrilla.
Hoy en día la guerrilla no tiene la presencia que antes tuvo en Cundinamarca. En 2003 se puso en marcha la operación militar llamada Libertad Uno, en la que participaron cerca de 15 mil soldados de la Brigada 13, de las Brigadas Móviles 1, 2 y 3 y de la Fuerza de Despliegue Rápido (Fudra). En esta operación mataron a alias ‘Marco Aurelio Buendía’, a Luis Alexis Castellanos, alias ‘Manguera’, el hermano de ‘Romaña’ que dirigía la columna Manuela Beltrán por el oriente del departamento, a alias ‘Rumba’, que dirigía la Reynaldo Cuéllar. Y a ‘Javier JJ’, jefe del frente Esteban Ramírez.
La guerra con los ‘paras’
Desde inició de los años ochenta, aparecieron en Cundinamarca los primeros grupos de autodefensas, auspiciados por el narcotraficante Gonzalo Rodríguez Gacha, alias ‘el Mexicano’. En algunas de las fincas más reconocidas del Gacha como Cuernavaca, Chihuahua y Mazatlán los ‘paras’ planearon numerosos asesinatos.
Al tiempo,el frente 22 intensificaba lo secuestros, las extorsiones a ganaderos y lo que fue conocido como ‘pescas milagrosas’ en las carreteras de Cundinamarca.
Al final de los ochenta, las Autodefensas de Cundinamarca se asentaron en Yacopí y las Farc hacían presencia en La Palma. Pero la guerra entre los ‘paras’ y la guerrilla se inició en los años noventa cuando el Frente 22 asesinó a doce paramilitares en Caparrapí. A partir de allí se intensificaron las hostilidades por cerca de dos años dejando varias muertes y desplazamientos de campesinos.
Según el Observatorio del Programa Presidencia de Derechos Humanos, en los 90 hubo cuatro masacres en la zona: en Topaipi con cinco víctimas en 1994; en La Palma 14 personas asesinadas en el 1995; Yacopi 5 muertos y 4 víctimas de las Farc en la Peña en 1998. En las tres primeras masacres no fue posible identificar el autor de los hechos.
En 2002, la guerra entre la guerrilla y los ‘paras’, para ese entonces dirigidos por Luis Eduardo Cifuentes alias ‘El Águila’, se intensificó. La mayoría de las víctimas fueron campesinos de La Palma, donde desaparecieron más de 30 habitantes y fueron desplazadas más de 680 personas.
Es año aumentó la tasa de homicidios en el departamento, pues pasó de 40 a 45 asesinatos por cada cien mil habitantes a 50. En los municipios donde delinquían las Autodefensas de Cundinamarca las tasas fueron mucho más altas: En Rionegro fue de 100 en 2002 y 130 en 2003; en el Gualiva, la tasa fue 86 en 2002 y 63 en 2003.