La Fiscalía reconstruyó la historia del ex jefe paramilitar del Frente William Rivas y de un ex patrullero. Las víctimas pidieron una pronta reparación.
Carlos Mangonez Lugo alias ‘Carlos Tijeras’ fue el jefe del Frente William Rivas de las Auc. Foto archivo Semana -‘Carlos Tijeras’, a las puertas de la extradición -Condenan a ‘Carlos Tijeras’ por asesinato de joven colombo-francés |
En Magdalena, principalmente en el municipio de Zona Bananera, delinquió José Gregorio Mangonez Lugo alias ‘Carlos Tijeras’, un paramilitar que comenzó a delinquir en el Bloque Norte como patrullero a finales de la década de 1990 y que en 2001 se convirtió en jefe de grupo y luego en el designado por Rodrigo Tovar Pupo alias ‘Jorge 40’ para delinquir en todo el departamento.
La Fiscalía documentó los delitos cometidos por este paramilitar, así como por Omar Enrique Martínez Ossías alias ‘Maicol’, ex patrullero del mismo Frente. Los magistrados de Justicia y Paz legalizaron los cargos con que el organismo investigador acuso a los ex paramilitares y está próximo a emitir sentencia. En la decisión, los magistrados a partir de lo documentado por la Fiscalía reconstruyeron la historia de ambos ex paramilitares mientras las víctimas y ong hicieron peticiones de reparación durante la audiencia. (Lea la decisión aquí)
‘Carlos Tijeras’
José Gregorio Mangonez Lugo nació el 17 de noviembre de 1967 en Lorica, en Córdoba, donde hizo la primaria y estudios técnicos agropecuarios. En 1987 prestó servicio militar en el Batallón Córdoba de Santa Marta, siendo premiado como uno de los mejores soldados y enviado a la península del Sinaí, en Egipto, donde recibió entrenamiento por seis meses.
A su regreso a Córdoba empezó a trabajar como locutor comercial, heredando de su padre sus habilidades en el periodismo. Luego fue vendedor y distribuidor por varios municipios de la Costa Atlántica, incluyendo una panadería, hasta que laguerrilla robó y quemó varios vehículos y mercancía de ese negocio. En una versión libre, alias ‘Carlos Tijeras’ dijo que ingresó a las Auc después de ser víctima de la guerrilla.
Esto ocurrió en octubre de 1999 cuando fue reclutado por Carlos Alberto Sossa Castro alias ‘Rodrigo’ en Ciénaga. Por su experiencia en el Sinaí y por cumplir con las ‘misiones’ encargadas por las Auc, ‘Carlos Tijeras’ se convirtió en el principal cómplice de ‘Rodrigo’ y de William Rivas alias ‘4.4’ hasta que en 2001 fue encargado como jefe en Zona Bananera. Tras la muerte de alias ‘4.4’, ocurrida en el corregimiento de Tucurinca, el grupo asumió el nombre del ex jefe paramilitar.
En 2002 alias ‘Carlos Tijeras’ fue ascendido como jefe del Frente William Rivas y en junio de 2003 se retiró de forma temporal del cargo por problemas de salud. En octubre de 2004 viajó a Santa Fe de Ralito, en Córdoba, donde el gobierno adelantaba el proceso de negociación con las Auc, donde luego fue capturado por los delitos de asesinato, lavado de activos y falsedad en documento tras una orden emitida por la Unidad de Derechos Humanos.
En la justicia ordinaria, ya fue condenado por varios homicidios y desapariciones ocurridas en Ciénaga, Fundación y Zona Bananera, entre ellos, el asesinato del joven colombo-francés Simón Efraín González, ocurrido el 21 de mayo de 2002.
‘Maicol’
Aunque nació en una familia económicamente estable, Omar Enrique Martínez Ossías decidió vivir en la ilegalidad. Nació el 18 de julio de 1975 en Guacamayal, en Magdalena, donde estudió primaria y parte del bachillerato, que dejó cuando iba en séptimo grado. El mismo año en que abandonó los estudios, en 1993, ingresó a la Policía Nacional donde fue auxiliar durante 18 meses.
En 1995 Martínez Ossías empezó a trabajar primero en una empresa de vigilancia y luego, entre 1997 y 1998, como taxista hasta que decidió vivir en Apartó, Antioquia, en la región del Urabá. Según le confesó a la Fiscalía, ingresó a las Auc durante el primer semestre de 2001 como parte del Bloque Central Sur Bolívar como subalterno de alias ‘Amauri’ o ‘07’ y alias ‘01’.
Así Martínez Ossías, quien fue ‘bautizado’ con el alias de ‘Maicol’ en las Auc, comenzó a delinquir en Tacamocho, Tacamochito, San Andrés, El Platón o Playoncito en el municipio de Córdoba, Bolívar, así como en Chimila, una población del Copey considerada clave para los paramilitares por el corredor de movilidad que ofrece hacia el Cesar.
Alias ‘Maicol’ se retiró de forma temporal durante el segundo semestre de 2001 y en julio de 2002 volvió a las Auc para delinquir esta vez en Fundación, Magdalena, hasta el 11 de noviembre de 2003 cuando fue trasladado a Santa Marta para delinquir con el Frente Resistencia Tayrona, otro de las extensiones del Bloque Norte en la Costa Atlántica.
En febrero de 2004, alias ‘Maicol’ fue designado al Frente William Rivas a cargo de alias ‘Codazzi’ o ‘24’, delinquiendo principalmente en los municipios de Aracataca y El Retén. Entre agosto y noviembre de 2004 pasó al grupo que delinquía en Zona Bananeray en noviembre del mismo año fue enviado al Frente Guerreros de Baltazar.
Aunque las Auc autorizaron su retiro el 6 de diciembre de 2004, a finales de 2005, en medio del proceso de paz con el gobierno, alias ‘Maicol’ solicitó su reintegro al grupo y fue enviado a La Trocha, ubicado en Algarrobo, Magdalena, a cargo de alias ‘7.1’ y ‘Tomás’ como parte del Frente Bernardo Escobar. En este grupo estuvo hasta el 4 de marzo de 2006 cuando se desmovilizó.
En la justicia ordinaria, alias ‘Maicol’ fue condenado a 16 años de prisión por el asesinato de un hombre, pero fue dejado en libertad. Tras una orden de captura el 22 de mayo de 2006 fue recapturado en Santa Marta.
Durante las audiencias previas al control de legalidad, la Unidad de Justicia y Paz documentó por lo menos 564 delitos cometidos por alias ‘Carlos Tijeras’ y 55 crímenes cometidos por alias ‘Maicol’, la mayoría de ellos asesinatos, desapariciones y desplazamientos forzados en el Magdalena.
Antes de que Sala Penal de Justicia y Paz emita una sentencia que condene a los ex paramilitares y repare a las víctimas, organizaciones y profesionales defensores de derechos humanos hicieron un llamado a los magistrados para que el fallo sea integral.
“Los procesos que se alargan provocan frustración y desesperanza en las víctimas y esto genera efectos negativos en las familias, que sienten que el Estado ni nadie se preocupan por lo que sufrieron. En la psicología esto se conoce como desesperanza aprendida y lleva a muchos a la resignación”, dijo Sofía Vinasco, una de las psicólogas que atendió a las víctimas.