Los Brasiles, un pueblo al que pocos regresaron

      
Los habitantes del caserío hoy no son los mismos que sufrieron los estragos de la violencia paramilitar y que se niegan a volver.

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Una de las actuales calles de Los Brasiles, en San Diego, Cesar. Foto: VerdadAbierta.com
   

Más de un centenar de casas abandonadas; el colegio sin techo, habitado por animales y lleno de basura; y el cementerio con las pocas tumbas tapadas por la maleza, son los rezagos que dejó la violencia en el corregimiento Los Brasiles, municipio de San Diego, norte del Cesar.

En este pueblo, a media hora de Valledupar, situado sobre la carretera principal que lleva a Codazzi, Becerril y La Jagua de Ibirico, y que conecta con la Troncal de Oriente, ocurrieron masacres, desapariciones forzadas y amenazas a las familias campesinas que allí residían. Los paramilitares, desde su llegada al Cesar, hicieron presencia en esta zona y, desde 1996 hasta su desmovilización, dejaron una estela de muerte.

El municipio de San Diego puso una alta cuota de muertos. Las cifras oficiales dan cuenta de 87 personas que perdieron la vida en diferentes masacres. Sólo entre 1996 y 1998 se registraron 59 homicidios en varios asesinatos masivos en la zona rural.

La parcelación de El Toco, con cerca de 1.600 hectáreas y a 25 minutos de Los Brasiles, padeció el rigor de la presencia paramilitar. Los colonos que allí habitaban y que comenzaban en 1997 a recibir los títulos de sus predios de manos del Incora, fueron las primeras víctimas. El desplazamiento no se hizo esperar y muchos se fueron a vivir a Los Brasiles, donde pensaron iban a estar seguros, pero de ahí también se fueron huyendo del Bloque Norte de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), que se consolidó en la región desde 1998 con el Frente Juan Andrés Álvarez, comandando por Jhon Jairo Esquivel Cuadrado, alias ‘El Tigre’, y a partir del 2000 por Óscar José Ospino Pacheco, ‘Tolemaida’.

Entre agosto y septiembre del año 2000 ocurrieron dos masacres que sumieron en el miedo y la desesperanza a la población de Los Brasiles. Después de los asesinatos colectivos, sus pobladores decidieron abandonar el lugar, tal como ya había ocurrido en El Toco. De esa manera, este pequeño poblado, que no pasaba de 100 familias, se convirtió en un pueblo fantasma. Allí sólo quedaron tres familias que se resistieron a salir de su tierra.

Juan* es un hombre de más de 70 años. Sentado en una mecedora, mirando pasar los vehículos por la carretera principal, recuerda que vive en Los Brasiles hace 40 años. Él es uno de los que resistió toda la época de la violencia. “No tenía porque irme, yo no había hecho nada. Aquí crié a mis 14 hijos y siete nietos, con nosotros no se metieron, pero vi el dolor de mis vecinos que perdían a sus hijos, a sus hermanos y parientes. Esto fue muy duro”.

Él es la viva voz de la resistencia. Todas las tardes se va a visitar a su vecina, que sí perdió a dos de sus hijos, una mujer morena que sólo atina a sonreír tímidamente, pero que no quiere hablar del pasado. “El pueblo quedó solo después de un día que mataron como a 10”, dice el anciano, quien advierte que no recuerda fechas, pues su memoria no retiene tantos detalles del pasado.

Eso ocurrió luego de una masacre perpetrada en tres puntos claves de la zona. Según información del Ejército Nacional, “el 7 de agosto del 2000 a la media noche un grupo de aproximadamente 50 hombres armados, algunos vistiendo prendas militares, con armas de corto y largo alcance, llegó a la parcelación de la hacienda El Toco, donde mataron a Carlos Miranda Vallejo, Natividad Linares de Bolaños, Luz Fabiola Molina, y esa misma noche arribaron al casco urbano de Los Brasiles y asesinaron a Filberto Martínez Maldonado, Dominga del Carmen Martínez Escobar, Enrique Guzmán Martínez, y al parecer hubo dos muertos más en Media Luna, también corregimiento de San Diego. Estas personas se dedicaban a labores de pesca y agricultura”.

Un mes después, los paramilitares del Frente Juan Andrés Álvarez de las Auc llegaron a las 7:30 de la noche a la vereda Las Ática, a 15 minutos de Los Brasiles y El Desastre, concretamente a la finca El Diamante, donde asesinaron a Emiro Antenor Araujo Arzuaga, Romelio Araujo Arzuaga, Jesús Enrique Fragoso Araujo, Luis Alejandro Araujo Navarro, Cesar Augusto Araujo Navarro y José Calixto Araujo Morales.

Esas muertes fueron suficientes para que los habitantes de Los Brasiles abandonaran sus casas y se fueran a otros municipios del Cesar y a otros departamentos de la Costa Atlántica. Muchos de ellos prefirieron no volver y hoy sus casas son el símbolo de la violencia y el desplazamiento (ver imágenes al final del artículo).

Un recorrido por el pueblo
Al pasar de la calle principal de Los Brasiles y adentrarse en sus callejones, VerdadAbierta.com pudo comprobar los estragos de la violencia. La entrada principal tiene más de seis casas, grandes y amplias, algunas todavía conservan la pintura que sus dueños le habían puesto a sus paredes, pero hoy son edificaciones derruidas, sin puertas ni ventanas ni techos, y llenas de maleza. A pesar de que sus propietarios nunca regresaron, nadie más se atrevió a habitarlas. En sus alrededores se observan nuevas construcciones de ladrillo, que evidencian una nueva generación de pobladores.

A mitad de recorrido, en una casa con terraza, está una familia reunida. Niños y adultos, cerca de 10 personas, jugaban a las cartas y otros tejían una atarraya. Tímidamente accedieron a hablar con VerdadAbierta.com y cuentan que las cosas están tranquilas en el pueblo. Ellos se dedican a la pesca en el río Cesar y su humilde vivienda es un museo de insumos de ese oficio. Más adelante se encuentra lo que un día fue el colegio de bachillerato, un verdadero monumento al olvido. Los tableros pegados en la pared sobreviven a la ruina, los más de diez salones están llenos de basura y maleza y de uno que otro animal rastrero.

Más adelante, a la salida del pueblo hacía la zona rural, hay dos caminos con una casa en la mitad. Allí vive uno de los campesinos despojados de El Toco, él fue uno de los que tuvo que irse en 1997 para no morir, igual que sus vecinos. Regresó en el 2008 cuando las cosas parecían estar más tranquilas y aunque no ha podido regresar a su tierra, espera que pronto le sea restituida su propiedad. “Hoy me gano la vida como jornalero en cualquier finca, donde haya trabajo y en verano si no hay trabajo en los cultivos, nos vamos a pescar”. Con mirada nostálgica señala hacia donde queda El Toco. “Eso está cerquita de aquí, pero apenas es que están haciendo las restituciones”.

En septiembre de 2012, la Unidad de Restitución de Tierras del Cesar presentó ante el Juez Civil Especializado de Valledupar las demandas de 30 familias que reclaman su derecho sobre terrenos de más de 500 hectáreas. La mayoría de los pobladores de las comunidades de El Toco y el corregimiento Los Brasiles fueron víctimas de continuas incursiones armadas perpetradas por grupos paramilitares que, posteriormente, fueron reconocidas en versiones libres ante la Fiscalía General de la Nación por John Jairo Esquivel, alias ‘El Tigre’, y Francisco Gaviria, alias ‘Mario’. A la fecha sólo tres parcelas han vuelto a manos de sus dueños originales, en otra se demostró compra de buena fe y se compensó al reclamante con una parcela en otra zona.

Los Brasiles hoy tiene un puesto de salud al que sólo van el médico y la enfermera cada jueves, así como el Inspector de Policía, que viene desde San Diego cada ocho días. Su colegio de primaria funciona con pocos niños y los que ya pasaron a bachillerato deben ir todos los días a recibir sus clases al corregimiento de Nueva Flores, a 10 minutos de camino. Aunque a menos de 20 minutos de este poblado se encuentra la Hacienda Las Flores, productora de palma africana con toda la línea de producción de aceite –propiedad del ex ministro de Agricultura, Carlos Murgas– ningún lugareño trabaja en ella. El desempleo los acosa y la pobreza los persigue.

Crónica de muertes
Verdadabierta.com hace un recuento de las muertes que, sistemáticamente, acabaron con la paz de la región de Los Brasiles, El Desastres –hoy Nuevas Flores- y Media Luna, todos ellos corregimientos de San Diego.

Ante las primeras muertes entre 1996 y 1998, los concejales sandieganos denunciaron las muertes de las siguientes víctimas: Manuel Enrique Santiago Caballero, Argemiro Araujo Murgas, Carlos Evangelista López Palomino, Huber Antonio Ascanio Abril, Jorge Eliécer Cardozo Puentes, Aurelio Lindarte Prado, Carlos Uriel Cárdenas Ardila, Rafael Ramos Amaya, Maribel Cecilia Álvarez Palacio, José Alfredo Calderón Palmezano, Daniel Quintero Pérez, Cristo del Carmen Quintero Pérez, Carlos Alberto Guerra Molina, Carlos A. Franco, Edgar Mejía Barona, Víctor Daniel Plata Belloso, Víctor Daniel Plata Álvarez, Hernán Pinedo Calderón, Alfonso Castro Fontalvo, Elver Antonio Ramírez Núñez, José del Carmen Rodríguez Jaimes, Nelson Enrique Ramírez Núñez, Fabio Enaldo Linares López, Gonzalo Moore López, José de Jesús Moreno Arcón, Eliecer Calixto García León y José Manuel Hernández Suarez.

En 1999 en el corregimiento de Nuevas Flores fueron asesinados Neil Eccehomo Rivero González, Argemiro Rivero Villaba y Karina Aguilarte Corona, mientras que en un retén de los paramilitares, el dos de febrero del año 2000, entre el corregimiento de Media Luna y San Diego, en un sitio conocido como ‘El Pereguetano’, mataron a Luis Antonio Fernández Murgas, William de Jesús Nieves Pacheco, Richard Baquero Quintero y Alexander Fragoso Araujo, hecho en el que además quemaron varios vehículos. Ese mismo año, el ocho de agosto de 2013, murieron Carlos  Miranda Vallejo, Natividad Linares de Bolaños, Luz Fabiola Molina, Filiberto Martínez Maldonado, Dominga del Carmen Martínez Escobar y Guzmán Martínez, y un mes después, el 9 de septiembre, asesinaron a Emiro Antenor Araujo Arzuaga, Romelio Araujo Arzuaga, Jesús Enrique Fragoso Araujo, Luis Alejandro Araujo Navarro, Cesar Augusto Araujo Navarro y José Calixto Araujo Morales.

Posteriormente, en el 2001 ocurrió una masacre en la que mataron a miembros de una sola familia entre ellos un niño de cinco años. Estas muertes fueron aceptadas por el paramilitar Luis Alberto Bermúdez Torres, alías ‘El Pato’. En estos hechos asesinaron a Deimer José Reyes Pérez, Dayanis Silellis Reyes Pérez, Dainer Antonio Reyes Pérez, Darlenis Zuliana Reyes Pérez, Gala Marcelina Camargo, Odis Elena Suarez Camargo. Por estos hechos también están sindicados Juan Carlos Becerra Amaya, alías ‘El Roly’; Mauro Enrique Torres Bolaños, alías ‘Maurito’ o ‘Cabello de Ángel’.

(*) Nombre cambiado por razones de seguridad

Imágenes de un pueblo arrasado por la guerra