Su esposo Adolfo Escobar cuidadaba con ella la finca bananera Santa Helena, cuando los paramilitares se lo llevaron, y a ella la violaron y la intentaron matar quemándola vivar en Magdalena en 1997.
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Lilibeth Villarreal nació en Tucurinca, Magdalena, hace 37 años. Su esposo Adolfo, era un campesino de los Llanos Orientales, que nació en 1971. La pareja, que tuvo tres hijos, siempre se dedicó a cultivar parcelas, cuidar fincas y vivir de la tierra.
Una noche tranquila del último día de abril de 1997 Lilibeth Villarreal, que entonces tenía 24 años y su marido Adolfo Escobar, de 25, dormían en su casa. Ellos administraban una finca bananera en la vereda de Río Frío de Tucurinca, un pueblo en la zona bananera de Magdalena. A las 11 de la noche unos hombres en camuflado tiraron la puerta de la casa, que era de bahareque y palma, los cegaron con la luz de sus linternas.
Ella le contó a Verdad Abierta lo que recuerda:
“No preguntaron nada. Sacaron a mi marido, en ropa interior, lo amarraron. A mí me apartaron y abusaron de mí. Solamente me decían perra, esa era la palabra que más escuchaba. Yo les suplicaba que vieran mi estado, estaba embarazada. Se reían a carcajadas. Después me tiraron un mechón de gasolina, me encerraron en la casa. Quedé con quemaduras de tercer grado en mi cara, mi brazo, todo mi cuerpo”.
Además de perder a su marido, Lilibeth tuvo que abandonar la región. Su cuerpo desfigurado le recuerda todos los días el martirio que tuvo que sufrir. Aún no sabe donde está Adolfo ni quiénes fueron los responsables del crimen. “No volví a saber de mi compañero, se lo llevaron y no tengo rastro de él. En más de diez años no he sabido nada de él”.
Justicia
En la región actuaba el Bloque Resistencia Tayrona al mando de Hernán Giraldo, de Rigoberto Rojas Ospino, alias ‘El Negro Rojas’ y Virgilio Rodríguez, alias ‘57’. El jefe de los paramilitares de la zona en ese momento era ‘El Guajiro’. No se sabe dónde está porque no es uno de los desmovilizados que está rindiendo versiones libres ante la Fiscalía. En ese proceso no hay ninguno de esa época.
Lilibeth le pregunta al gobierno: ¿Dónde están los primeros jefes, que pasó con ellos? Es muy probable que su caso quede en la impunidad.
Verdad
La víctima afirma que nadie del Bloque Resistencia Tayrona de Hernán Giraldo ha confesado en crimen en Justicia y Paz, pero que de todos modos ella tampoco ha preguntado nada en las versiones libres.
La gente de Tucurinca cuenta que en la zona las autodefensas y la Policía colaboraban. Hubo muchos muertos. Los paramilitares no le preguntaban a la gente cómo se llamaba, ni quién era. Buscaban personas en listas, las sacaban de la casa y las mataban. ¿Por qué ellos aparecían en esa lista? ¿Tuvo algo que ver la policía? Preguntas que seguramente se quedarán sin respuestas.
Reparación
Lilibeth puso una denuncia en 2000, tres años después de los hechos y le pidió atención del Estado. Gracias a que le puso tutelas al Estado con la ayuda de la Defensoría del Pueblo le han dado dinero para el arriendo y la alimentación de sus tres hijos. Pero todavía está a la espera de la reparación administrativa de la CNRR.
En julio 2009 el CTI de Ciénaga divulgó en un periódico de la región el sitió donde se encontraba refugiada. A raíz de la publicación Lilibeth fue amenazada nuevamente por desmovilizados del Bloque de Giraldo y por un familiar de uno de sus violadores. Asustada por su integridad y la de sus hijos tuvo que salir de Tucurinca y ahora vive en otra región del país protegida por las autoridades.