Los campesinos de lo que otrora fue la despensa del Caribe colombiano esperan que este grupo insurgente asuma su responsabilidad en la comisión de homicidios selectivos, desplazamientos forzados, reclutamiento de menores de edad y, sobre todo, en el empobrecimiento de la región.
Los pobladores de la región de Montes de María, empotrada entre los departamentos de Sucre y Bolívar, esperan muchas verdades de la guerrilla de las Farc, que los azotó desde finales de la década del ochenta, cuando aparecieron los primeros insurgentes que salieron del Magdalena Medio y del Urabá antioqueño en busca de áreas donde asentarse y promover su proyecto político armado.
La expectativa la generan las conversaciones de paz que desde hace dos años adelanta este grupo subversivo con el gobierno nacional en La Habana, Cuba, en busca de un acuerdo que le ponga fin a la confrontación armada. Con ese escenario de telón de fondo, VerdadAbierta.com viajó a Sincelejo y conversó sobre aquellas acciones armadas que padecieron y de las que quieren que se haga verdad con varios líderes campesinos provenientes de los Montes de María, quienes asistieron al Encuentro Regional para la Paz, promovido por Redprodepaz, la Ruta Pacífica de las Mujeres y la Red de Iniciativas por la Paz desde la Base.
Recuerdan algunos de ellos que los subversivos no llegaron de manera pacífica a esta esta región, compuesta por 15 municipios, 8 de ellos de Sucre (Morroa, Los Palmitos, San Antonio de Palmito, Chalán, Ovejas, San Onofre, Colosó y Toluviejo) y 7 de Bolívar (El Carmen de Bolívar, Zambrano, El Guamo, María La Baja, Córdoba Tetón, San Jacinto y San Juan Nepomuceno).
A comienzos de la década del noventa, las Farc constituyó en Montes de María los frentes 35 y 37, que surgieron de la expansión de la organización guerrillera que se venía dando desde el Bajo Cauca y el Magdalena medio antioqueños. Para consolidar su presencia, acudió a la violencia, no solo contra la población civil y sus organizaciones sociales, sino contra facciones insurgentes del Eln, la Corriente de Renovación Socialista, el Partido Revolucionario de los Trabajadores (Prt) y el EPl, que llevaban varios años operando en aquellas montañas.
Según Manuel Oñate*, un líder campesino de Ovejas, Sucre, “peleaban por el control del territorio y los corredores estratégicos que conducían al sur del Bolívar”, y agrega que las Farc “no practicaban masacres, eso era cosa de paramilitares, pero sí hicieron muchas muertes selectivas dentro del territorio”.
Además de esos homicidios selectivos, generaron desplazamientos masivos, se valieron del reclutamiento de menores de edad, acudieron al secuestro de ganaderos y comerciantes para financiar su guerra contra el Estado y ejercieron un estricto control social sobre las comunidades.
Oñate recuerda que los pueblos que más sufrieron el asedio de las Farc fueron Los Palmitos, Ovejas, El Carmen, San Juan Nepomuceno y San Jacinto. A su juicio, esta guerrilla “buscaba un posicionamiento político e ideológico, hubo zonas que fueron controladas totalmente por ellos, estaban en los caseríos las 24 horas del día, impusieron una disciplina militar entre la población”.
La violencia aplicada fue indiscriminada. Amparo Zarate*, una líder del municipio de Zambrano, no olvida el dolor que le causó el ataque con explosivos que perpetraron las Farc en Carmen de Bolívar contra la Ferretería Núñez el 17 de agosto de 2000 en el que murieron tres jovencitas. “Ellas iban pasando en una moto cuando detonaron la bomba y ahí murieron. Eran niñas inocentes”, detalla la mujer.
Esta líder destaca también las muertes de conductores que se dieron en la vía Zambrano-El Carmen y en diversas carreteras de la región de los Montes de María, varias de ellas atribuibles a las Farc, y el confinamiento al que este grupo subversivo sometió a las comunidades cuando instalaban retenes en las entradas y salidas de los caseríos.
En Morroa, Sucre, sus líderes no han echado al olvido el ataque contra el palacio municipal en el 2000, una histórica construcción del municipio que fue destruida por un ataque dinamitero perpetrado por las Farc. “¿Por qué hicieron eso?”, se pregunta Patricia Pérez*, quien fue testigo de ese hecho. “Tumbaron un patrimonio, tenía su historia”.
Las Farc lograron tanta presencia en la zona que los campesinos aún recuerdan los campeonatos de fútbol que se jugaban en la región en los que se obligaba a sus organizadores a aceptar un equipo conformado por guerrilleros. “Su uniforme era camuflado y colgaban los fusiles en las porterías. Era como una forma de relacionarse con la comunidad, de mostrar su parte social, cultural”, evoca Oñate.
Contra líderes y jóvenes
En la región tampoco olvidan uno de los principios que las Farc aplicaron: “o estás conmigo o estás contra mí”, y de acuerdo con el líder de Ovejas, “ese principio siempre lo impusieron en Montes de María”, particularmente contra aquellos líderes sociales que no se identificaban con su ideología. “Por esa razón persiguieron muchos líderes, a unos los desterraron y a otros los asesinaron. Los líderes de esa época de pronto tenían otra visión de paz, de armonía, en el territorio, y eso no lo aceptaban las Farc”.
En esa visión coincide Jorge Miranda*, quien lidera procesos sociales en Ovejas con personas afectadas por la violencia. “La guerrilla (refiriéndose a las Farc)no admitían otro liderazgo que no fuera el de ellos”, dice y destaca que muchos de los asesinados se habían enfocado en la defensa de los derechos humanos y en el trabajo con las comunidades.
La líder de Zambrano se lamenta de la ruptura del tejido social que generaron las Farc en la región, una vez se consolidó su presencia, tras la desmovilización de la CRS, el 9 de abril de 1994, en Flor del Monte, Sucre. “La gente era como escondida, no se atrevía a hablar en público, tenían temor de la guerrilla”, dice.
Uno de los impactos más fuertes lo sintieron las juntas de acción comunal. Según esta mujer, “con el dominio de las Farc, las juntas se fueron perdiendo, se fueron quedando quietas, por el temor. La zona sufrió mucho temor”.
Otra de las organizaciones que sintió con rigor el acoso de las Farc fue la Asociación Nacional de Usuarios Campesinos (Anuc), que tuvo una sólida presencia en los Montes de María, liderando procesos organizativos. Amparo asegura que sus líderes tuvieron que bajar su perfil porque muchos de ellos fueron amenazados y otros asesinados.
Al respecto, Jesús María Pérez, en su libro Luchas campesinas y reforma agraria: memorias de un dirigente de la ANUC en la Costa Caribe (2010), recuerda que cuando las Farc llegaron a la región, buscaron a los líderes de la Anuc “porque sabían muy bien de nuestra trayectoria, a pesar de que nos habíamos negado a seguirlos. Sin embargo, para este momento ellos estaban tan asentados que por el simple hecho de no atenderlos nos amenazaban”.
Después de una serie de asesinatos contra sus integrantes, relata Pérez, “el poder de la guerrilla se consolidó, por lo que empezaron a copar el papel de los dirigentes (de la Anuc), aunque no lo hicieron bien. Los dirigentes siempre fueron personas con mucha claridad, mientras que ellos empezaron a ejercer sus directrices a partir del miedo y la fragmentación de las comunicaciones, pues había veredas a las que no se podía entrar sin su permiso”.
José Teherán*, un activista de Zambrano, tiene su propia explicación sobre el tema: “a los líderes los mataron porque las Farc vieron que esos liderazgos se estaban fortaleciendo en Montes de María, entrelazando las regiones y sus comunidades, sin ningún tipo de influencia armada. Ante ello, la guerrilla estaba perdiendo terreno y decidió actuar en contra para que las comunidades cogieran miedo y no siguieran apostándole al cambio que estábamos impulsando”.
Otro de los asuntos sobre los cuales reclaman verdad en Montes de María es el reclutamiento forzado de jóvenes. Documentos judiciales indican que una vez en la región, las Farc “comenzaron a reclutar jóvenes, buscaban que hombres y mujeres mayores de 15 años ingresaran a sus filas. Asimismo, que ofrecieron incentivos a los jóvenes para lograr lo anterior. Esta situación generó un miedo generalizado a todas las familias, que arrojó como resultado su posterior desplazamiento”.
“¿Por qué actuaron de esa manera en contra de la población civil si, supuestamente, estaban luchando por reivindicaciones del pueblo?”, se pregunta Antonio López*, un poblador de Morroa, a quien las Farc le asesinaron un hijo de 18 años a comienzos de la década del noventa que se resistió al reclutamiento. “Ellos tienen que aclaran por qué hicieron eso, no actuaron en beneficio de la gente, sino en su contra”.
Oñate, el líder de Ovejas, también insiste en el tema: “que las Farc nos digan la verdad también sobre muchas muertes que no se han aclarado. Y por qué, sobre todo por qué asesinaron a mucha gente buena que le prestaba un servicio a la comunidad. Que nos digan por qué tanta persecución en contra de nuestras comunidades, qué buscaban con eso”.
Empobrecieron la región
Cifras del Instituto Geográfico Agustín Codazzi indican que la región de Montes de María abarca cerca de 600 mil hectáreas de tierra rural, de las cuales el 19,5 por ciento tiene aptitud para uso agrícola (117 mil hectáreas); 29,7 por ciento tiene potencial agroforestal (172 mil hectáreas); 46 por ciento vocación forestal; y el restante 5,6 por ciento se estima para la conservación de la vida silvestre y paisaje.
En términos concretos, toda esa tierra significaba para sus pobladores trabajo y calidad de vida. Juan Bula*, un joven líder de El Carmen de Bolívar, quien ha estudiado por varios años la región, asegura que en Montes de María se producía arroz, tabaco, algodón, yuca y maíz, y, además, era una zona ganadera muy productiva. “Éramos muy ricos en producción agrícola y ganadera”, afirma. “Anteriormente se gozaba de los beneficios de la tierra”.
La confrontación armada que se dio después de la llegada de las Farc y la irrupción en la región de distintas facciones de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) comenzó a socavar la economía campesina que tuvo que abandonar los predios para salvar sus vidas. Informes del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (Pnud) estiman que entre 1998 y 2008 se desplazaron 15.951 personas anualmente en la región. (Para mayor ilustración ver Especial Un pulso a las verdades en los Montes de María)
Los líderes consultados tienen claro que si las guerrillas no hubiesen aparecido en la región, particularmente las Farc, los grupos paramilitares no habrían llegado a Montes de María y su vida no se hubiera alterado de esa manera. “Si la guerrilla no hubiera entrado a nuestro territorio tendríamos mejor calidad de vida, trabajo, ganancias”, apunta uno de ellos, quien llama la atención sobre los nuevos desarrollos agroindustriales en la región, centrados en la siembra extensiva de palma y madera, que surgieron luego de los grandes desplazamientos campesinos. “Si las Farc no hubiese actuado como actuaron, esas empresas no aparecen por aquí”, apunta.
Armado González*, un vocero de las comunidades de San Jacinto, llama la atención sobre el declive de la producción de artesanías, sector productivo que se afectó por la presencia de las Farc a mediados de la década del noventa. “Allá llegaba mucho turismo internacional, gente de todas partes del mundo y como se creó una zona roja por ellos (la guerrilla), la gente dejó de ir. En San Jacinto la artesanía movía la economía, había más de 5 mil mujeres trabajando, pero todo eso se afectó”.
Lo que quieren estos líderes es que las Farc se responsabilicen de las afectaciones económicas que causaron en Montes de María. “Es que no entendemos por qué perjudicaron a todo un pueblo, los pechos nutricios del Caribe. Éramos una región productiva, pero hoy estamos empobrecidos, y ellos son los responsables”, señala González.
Esta visión es complementada por el líder juvenil de Carmen de Bolívar: “¿por qué se ensañaron con el pueblo, con la gente, cuando supuestamente ellos (los guerrilleros) lo que hacían era proteger y garantizar una vida tranquila de las personas del abuso de otros grupos? Las Farc se dedicaron a torturar al pueblo, a menospreciarlo, y más que todo a minimizarle la economía a los campesinos. ¿Por qué hicieron que esa despensa desapareciera si ese era nuestro sustento?”.
De acuerdo con las apreciaciones de estos líderes, las Farc comenzaron a desaparecer de los Montes de María en el 2008, con la muerte de uno de los hombres que más azotó esta región, Gustavo Rueda Díaz, alias ‘Martín Caballero’, quien murió en enfrentamiento con el Ejército el 24 de octubre de 2007 en el Carmen de Bolívar. Tras de sí dejó un rastro de crueldad sobre el que sus víctimas reclaman hoy muchas verdades y, sobre todo, reconocimiento de los daños ocasionados.
(*) Los nombres fueron modificados a solicitud de las fuentes y por razones de seguridad