Hoy, hace 19 años, encontraron el cuerpo de este político caqueteño luego de que fuera secuestrado por las Farc. VerdadAbierta.com reproduce la carta que envió desde su sitio de cautiverio.
La única vez que se supo algo de Rodrigo Turbay durante su cautiverio de casi dos años fue cuando su mamá, Inés Cote de Turbay, recibió una carta de puño y letra del líder político caqueteño, en diciembre de 1995.
En la misiva a su madre, Turbay aseguraba que esperaba “madurar” un acuerdo político para que lo liberaran. Lo siguiente que se conoció fue el 3 de mayo de 1997, cuando lo encontraron muerto.
El drama de la familia Turbay comenzó el 16 de junio de 1995 cuando un comando de las Farc secuestró a Rodrigo en Paujil, Caquetá. Él era el segundo de los tres hijos que tuvieron Hernando Turbay e Inés Cote pero el primero en seguir los pasos políticos de sus padres.
Esta víctima de las Farc fue concejal, diputado, presidente de la Cámara de Representantes y director nacional del Partido Liberal. Incluso, durante la presidencia de Belisario Betancur (1982-1986), fue y miembro de la Comisión de Paz en los diálogos con el grupo subversivo responsable de su plagio y asesinato Farc. En esa época de conversaciones, se comenzó a hablar de la creación del movimiento Unión Patriótica.
Hoy, 19 años después de su muerte, Caquetá continúa esperando la verdad plena de qué le sucedió a Rodrigo, como asegura William Wilches, director del Museo Caquetá, un espacio dedicado a compilar la historia del conflicto armado en ese departamento.
En su momento, las Farc sostuvieron que el político murió ahogado durante un viaje por el río Caguán cuando estaba secuestrado. “Eso decía el comunicado que dejaron en una emisora en Cartagena del Chairá y yo estaba con la mamá de Rodrigo cuando la llamaron a avisarle, ese 3 de mayo de 1997”, recuerda Wilches.
El directo del Museo explica que cuando encontraron el cuerpo de Rodrigo Turbay “tenía llagas en los pies de tanto caminar, huellas en las muñecas de haber estado amarrado y estaba muy flaco”. Y es que cuando se conoció que el cuerpo de Turbay estaba en una escuela en el caserío Cristales de Cartagena del Chairá, unos amigos fueron a reclamarlo.
En aquella comitiva iban Wilches, John William Lozano (quien después fue nombrado alcalde encargado de Puerto Rico y asesinado por las Farc), Napoleón Quintero y la docente Rosa Delia Gómez. Ellos viajaron desde Florencia hasta Cartagena del Chairá, tramo en el cual tuvieron que superar varios retenes ilegales de la guerrilla. Luego, partieron en lancha hacia el caserío, con la compañía del entonces concejal del Partido Liberal Aníbal Núñez, y en los pasillos de la escuela ColChairá le hicieron la primera velación.
El cuerpo de Turbay Cote lo trasladaron en helicóptero hasta Florencia y, posteriormente, a Bogotá para los análisis de Medicina Legal. Tras varios análisis, se dictaminó que el líder político murió ahogado.
Después de este hecho, su hermano menor, Diego, se lanzó a la arena política como candidato a la Alcaldía de Florencia. Luego de perder estas elecciones, en 1998 intentó en la Cámara de Representantes, ganó una curul y llegó a ser presidente de la Comisión de Paz de esa corporación. Dos años después, las Farc lo mataron a él, a su mamá y a siete personas más que se dirigían en varios carros desde Florencia hasta el municipio de Puerto Rico.
La única sobreviviente de la familia y la mayor de los hermanos, Constanza Turbay, viajó a La Habana en 2014 como parte de las delegaciones de víctimas en el proceso de paz. La mujer asegura que ‘Iván Márquez’, jefe de la delegación de las Farc en los diálogos con el gobierno nacional, le hizo una “solicitud auténtica” de perdón.
Este martes, a propósito del aniversario de la muerte de Rodrigo Turbay, el Museo Caquetá publicó la que fue la única prueba de supervivencia de este político. VerdadAbierta.com la reproduce en su totalidad,tras considerar que es un documento valioso de memoria histórica.
La carta
“Mami: Te escribo esta carta estando muy bien de salud espiritual, mental y física. Siempre he considerado este cautiverio como el más provechoso retiro espiritual, pues he tenido tres compañeros inseparables: el Espíritu de Dios, la Biblia y la oración y he tenido tiempo superabundante para orar por Constanza, por Ti, por Diego y por tantos amigos y familiares que con su solidaridad han estado con nosotros.
Por loque nos suceda hay que darle gracias a Dios y habrá ocasiones de departir con Ustedes sobre su misericordia y amor para conmigo. Dice un proverbio que “lo que el justo desea, eso le llega y lo que el impío teme, eso le sucede”, yo deseo ahora verlos pronto para darles mi amor, mi afecto con la novedad de que ahora he aprendido mejor las enseñanzas del Evangelio y los amo en las entrañas de nuestro Señor Jesucristo.
Quisiera en esta carta enviar un saludo de afecto y de grata recordación a tanto familiar y amigo de los que sin verlos he sentido sus oraciones y su calor humano, pero me temo que el espacio y el tiempo no den para tanto, presentándoles excusas entonces, por su conducto, por no mencionarlos por sus nombres, pongo a Dios de testigo de mis permanentes oraciones por todos ellos, deseándoles siempre que su paz, su gracia y su misericordia los acompañe siempre.
El bienestar que he sentido lo puedo resumir en una frase de mi diario “no me siento rehén de las FARC sino cautivo de Cristo y prisionero de la selva más hermosa del mundo” y no hay hipérbole en ello, porque mi tiempo lo he repartido entre el estudio de la Biblia, la oración, la contemplación y disfrute de esta exuberante naturaleza, todo acompañado de un permanente y muy buen trato por parte de quienes me han acompañado; hoy se avizora un acuerdo y estoy pendiente de madurarlo con los muchachos que me rodean, he planteado una salida política que al parecer tiene acogida pero están por definirse los términos de éste.
No ha habido día en que deje de orar por lo menos cinco horas y el tema recurrente en mis diálogos con Dios ha sido éste, siempre procediendo con el espíritu de amor que El nos ha dado, tanto a detractores como amigos pues tenemos por posesión y por herencia en esta vida, la bendición de tal suerte que a Dios gracias mi alma está libre de todo resquemor y guardo siempre sentimientos de amor, de respeto y de sometimiento hacia mis jueces y procedo con idéntica liberalidad de amor por mis detractores. He venido a entender mejor la sabiduría popular cuando afirmé que “no hay mal que por bien no venga” al cotejarla con las epístolas de los Apóstoles en una de ellas cuando Pablo se refiere en medio de sus aflicciones, que es necesario que en su carne se manifieste la muerte de Cristo para que después aflore también su gloriosa vida; Pedro en similares términos nos refiere que por haber sido testigo de los padecimientos de Cristo, se ha habilitado para participar de las glorias de su vida; este filósofo me ha confirmado en mi convicción, de que después de las tinieblas presentes, aflorará la vida abundante de nuestra existencia.
En el transcurso de este cautiverio vivo una efemérides más de la muerte de mi padre y pensé cómo con el transcurrir de los días, su memoria se hace más bendita, pues he encontrado sus lecciones refrendadas en mil hechos y concluyo que si su enseñanza fue la de haber sido hombre de verdad en medio de la fama y la infamia, de la honra y la deshonra propias de la vida pública, a mí me correspondería sucesos semejantes pero sin deslucir su ejemplo de vida. Te prometo Mami que el Rodrigo que saldrá de este episodio será sustancialmente mejor al anterior, pues no han sido en vano mis ayunos, mis oraciones y mi permanente instrucción en el más perfecto manual de vida, el Evangelio de Nuestro Señor Jesucristo el que he venido a comprender cabalmente como la ley de mi perfecta libertad y paz.
En estos días en que te he visto con los ojos del alma, te he amado muchísimo más y sé que mi Dios no te ha faltado en su paz y en su fortaleza, reza la carta del Apóstol Juan. Yo he querido en la soledad y el silencio de esta selva, adentrarme con la vivencia del amor para enviar esta carta cargada de sentimientos de amor fraternal por ti, por mi familia, por mis amigos y en general por la gente del Caquetá, pues en la soledad he sentido en mis entrañas su solidaridad y afecto. Los quiere a todos,
RODRIGO TURBAY COTE Diciembre de 1995”