Los paramilitares de los Montes de María mataron a doce jóvenes vendedores de las famosas chepacorinas de El Carmen de Bolívar y desplazaron a casi todos los demás y a sus familias. La venganza parece haber sido su móvil.
El 3 de enero de 2000, como todos los días desde hacía seis años, Manuel Antonio Santos salió a las 6 de la mañana de su casa a vender galletas en los buses intermunicipales de El Carmen de Bolívar. Los panes dulces y melcochudos de El Carmen llamados chepacorinas o galletas carmeras tienen fama regional. Las galletas de limón también son apetecidas por los pasajeros que viajan en buses y busetas por las vías que de Cartagena o Barranquilla conducen a Sincelejo. Y son muchos los jóvenes de esa población que derivan su sustento de venderlas. En inmediaciones del municipio de Calamar, la población vecina a la capital sucreña, el bus en que iba se detuvo y dos miembros del Bloque ‘Héroes de los Montes de María’ lo hicieron bajar, lo amarraron, lo subieron a una camioneta y desde entonces nadie lo volvió a ver.
Tenía 21 años, y como él, una docena de vendedores informales fueron asesinados o desaparecidos en sólo un mes. Según testimonios de ex paramilitares, esta masacre fue una retaliación por la supuesta complicidad de los galleteros con las Farc en el atentado en que murió Cástulo López Romero, hermano de la empresaria del chace, Enilse López, conocida como ‘La Gata’.
El desmovilizado Manuel Castellanos Morales, alias ‘El Chino’ dijo en una audiencia del proceso de Justicia y Paz que luego del atentado contra López, ocurrido el 14 de septiembre de 1999, un supuesto ex guerrillero de las Farc acusó a un vendedor de galletas de haber puesto la bomba. Según ‘El Chino’, Alfonso Terán, alias ‘Bollera’, un jefe paramilitar del Bloque Héroes de los Montes de María, dio la orden de asesinar indiscriminadamente a los vendedores que ofrecían sus productos en la carretera.
“Mañe”, como era conocido Manuel Santos, fue el primero en morir. Aleida Isabel Santos, madre del joven, no ha parado de buscar su cuerpo desde entonces. Cuenta que cuando vio que su hijo no regresaba a la casa, salió a buscarlo y pasó días enteros en compañía de ‘Capulina’, el “recogemuertos” de El Carmen, observando los cadáveres que iban río abajo a ver si reconocía a Manuel.
La señora Santos recuerda que su hijo era vendedor de galletas carmeras desde la adolescencia y que se había ganado una beca para estudiar economía en Sincelejo. “Llevaba año y medio ahorrando. Le faltaban 100 mil pesos para irse a estudiar, estaba trabajando para completar la plata y poder viajar a cumplir su sueño de volverse economista”, cuenta la madre de “Mañe”.
El Carmen de Bolívar queda sobre la vía y la mayoría de empresas de buses que cubren esa ruta paran en este sector para recoger o dejar pasajeros. A lado y lado de este punto de la vía creció una comunidad de vendedores que viven en humildes casas de madera y que corren a ofrecer chepacorinas y otros productos cada vez que para uno de los buses. Otros, como lo hacía Manuel, se suben a los vehículos para vender y se bajan en el pueblo vecino de Calamar.
La carretera en El Carmen siempre ha sido una zona concurrida con decenas de carros y buses que parquean a los dos lados de la vía o que hacen la fila en la estación de gasolina del pueblo. Según Jesús, un vendedor de galletas que tuvo que huir ante las amenazas de los paramilitares, para la época de los crímenes era normal ver camionetas lujosas sin placas desde las cuales grababan a los galleteros para identificarlos y asesinarlos.
Durante los primeros meses del año 2000 siguieron los asesinatos y desapariciones. Al igual que Manuel, varios vendedores fueron abordados en los buses mientras ofrecían sus productos y terminaron desaparecidos. La última víctima fue Teresa Contreras, una vendedora de aguacates. Le dispararon cuatro tiros en plena carretera, frente a decenas de personas.
Luego de los crímenes, 78 familias de vendedores se marcharon de El Carmen a Sucre y otros municipios. La mayoría volvió después de la desmovilización del Bloque Héroes de los Montes de María en 2005, algunos para recuperar su oficio vendiendo chepacorinas y otros comenzaron con un nuevo negocio: el mototaxismo.
La masacre de vendedores ocurrió en medio del momento más crudo de la guerra en los Montes de María. Los paramilitares cometieron decenas de masacres como la de El Salado y mataron a centenares de personas señalándolas de ser auxiliadoras de la guerrilla. En el año 2000 fueron asesinados 761 personas en El Carmen de Bolívar y fueron desplazadas cerca de 23 mil personas. Para la época este era el segundo municipio más violento del país.
La Unidad de Justicia y Paz de la Fiscalía acusó a Salvatore Mancuso de ser el responsable de estos crímenes. La Fiscalía ha registrado más de 10 mil víctimas de asesinato y desaparición forzada dentro de esto proceso, cometidos por varios bloques paramilitares bajo sus órdenes, como el Montes de María y el del Catatumbo.
Puntualmente en el caso de los vendedores de El Carmen, Manuel Castellanos, alias ‘El Chino’ y Luis Alfredo Argel, alias ‘Manoetrinche’ han aceptado la responsabilidad material de los hechos. Alfonso Terán, alias ‘Bollera’, quien supuestamente ordenó los asesinatos después del atentado contra el hermano de Enilce López, está desaparecido y se presume que fue asesinado antes de la desmovilización del bloque.
La señora Santos ya tiene la certeza de que su hijo fue asesinado, pero sigue en la búsqueda de su cuerpo. Guarda en una carpeta los documentos que ha podido recoger, relacionados con la muerte de Manuel, incluida la declaración de ‘El Chino’ Castellanos, pero ella y el resto de familiares de víctimas de esta masacre insisten en que tienen temor de seguir averiguando por otros posibles responsables de los crímenes. Aunque la situación de seguridad es mucho mejor que en 2000, el miedo volvió a la región por las amenazas a líderes de restitución y según las víctimas, quedan varios herederos de los paramilitares con poder.