La oleada de violencia en Medellín se debe en parte a una disputa por el control de los juegos de azar. Las autoridades van ganando la partida, pero la ciudadanía sigue temerosa.
Hernán Giraldo, alias ‘Cesarín’ , fue capturado hace una semana por un grupo especial de la Dijín |
La oleada de violencia que ha sacudido a Medellín desde hace meses, que este año ha disparado las cifras de homicidios tiene tres responsables directos: Maximiliano Bonilla, alias ‘Valenciano’; Ericson Cardona, alias ‘Sebastián’, y Hernán Giraldo, alias ‘Cesarín’. A la mayoría de los colombianos, e incluso a muchos paisas, esos nombres no les dicen mayor cosa. Sin embargo, estos tres ‘capos anónimos’ son los protagonistas de una guerra que se libra cuadra a cuadra en las calles de la capital paisa por quedarse con pedazos de lo que era la temida ‘Oficina de Envigado’, la estructura criminal que hasta hace dos años dominó el extraditado paramilitar Diego Murillo, alias ‘Don Berna’.
Con ‘Berna’ en un calabozo en Estados Unidos, y tras el sometimiento a la justicia de ese país de su ‘heredero natural’, Carlos Mario Aguilar, alias ‘Rogelio’, decenas de mandos medios han intentado consolidarse a sangre y fuego como los nuevos jefes en los últimos 18 meses. Ninguno lo ha conseguido. O son capturados por la Policía o caen en vendettas en cuestión de pocos meses. El caso más reciente que demuestra que la ‘vida útil’ de los capos es cada vez más corta es el de ‘Cesarín’, quien fue capturado hace una semana por un grupo especial de investigadores de la Dijín quienes estuvieron tras sus pasos durante los últimos ocho meses.
Aunque es un completo desconocido para la opinión pública, este hombre acudió a dos tácticas muy hábiles para sobrevivir en el mundo del crimen organizado de Medellín. Su principal estrategia consistió no sólo en tener un perfil extremadamente discreto, sino en copar y adueñarse de un negocio ilegal muy lucrativo: los juegos de azar, como el chance y las máquinas tragamonedas. De acuerdo con las estadísticas de Etesa, por cada cuatro máquinas legales que pagan impuesto, en la capital paisa hay una que es ilegal. La mayoría de estas están ubicadas en las comunas y representan ingresos que pueden llegar a 20.000 millones de pesos al año. “Con el chance ocurre algo similar, con la ventaja adicional de que ‘Cesarín’ no sólo tenía puestos de chances ilegales por los que recibía dinero y nunca pagaba impuestos, sino que también controlaba parte de los chanceros oficiales, los cuales eran muy útiles para lavar dinero del narcotráfico”, explicó a SEMANA uno de los investigadores del caso. Otra de las ventajas para el capo es que para controlar que nadie se metiera con sus ‘negocios’, contrató ‘combos’, como son conocidos los grupos sicariales en los barrios, quienes se encargaban de la seguridad. “Eso le permitió tener prácticamente un pequeño ejército que llegó a sumar 300 sicarios”, explica un oficial. Ese brazo armado le garantizaba una relativa tranquilidad. Hasta hace poco.
‘Valenciano’ y ‘Sebastián’, con quienes ‘Cesarín’ trabajó hace años cuando los tres hacían parte de las ‘divisiones inferiores’ de las bandas de sicarios de ‘Berna’, empezaron una guerra contra ‘Cesarín’ por quedarse con el negocio de las maquinitas y el chance. “‘Valenciano’ y ‘Sebastián’ estaban enfrentados entre sí por el manejo de rutas de narcotráfico en Antioquia. Cada uno por su lado emprendió la guerra contra ‘Cesarín’ y se desató una batalla entre tres bandos”, dice el oficial. En esa lucha para acabar con el rival como fuera posible ‘Valenciano’ acudió a una estrategia que no se veía desde los tiempos de Pablo Escobar: pagar por muerto. “Paga entre uno y dos millones de pesos a quien elimine a alguno de los integrantes de las bandas rivales. Eso desencadenó una oleada de asesinatos masivos. Los sicarios son muchachos jóvenes que van y matan a cualquiera que esté parado en una esquina”, cuenta un oficial. Dependiendo del muerto la tarifa puede subir sustancialmente. “El pasado 23 de noviembre pagaron 300 millones de pesos por asesinar a Alejandro Serna, alias el ‘Flaco’, segundo de ‘Cesarín’. Le dispararon 30 tiros de fusil al carro blindado enel que andaba hasta que lo asesinaron”, dice el investigador. ‘Cesarín’ acudió a la misma estrategia, lo que explica la espiral de violencia. Justamente eso es lo que hace valiosa la captura de este oscuro personaje. Si bien aún quedan dos capos en la ciudad, el arresto de ‘Cesarín’ posiblemente contribuya para disminuir en algo la guerra.
Publicado en Semana, edición 1440 – Fecha: 5/12/09