“Hay que tener el suficiente temple para rodear el proceso de paz”

      
La directora de la Fundación Ideas para la Paz, María Victoria Llorente, habló con VerdadAbierta sobre lo que se viene en el proceso de paz con las Farc, los riesgos y lo que debe esperar el país de este nuevo intento por ponerle fin al conflicto.
Marìa Victoria Llorente de la Fundaciòn Ideas para la Paz. Foto Semana

¿Cuál será el mayor riesgo durante el proceso?
Sin duda, que se rompa esta negociación. Al ser un proceso que se dará en medio del conflicto, los colombianos deben entender que seguirán habiendo actos de guerra. Precisamente para eso son estas negociaciones, para acabar con la guerra. Es esperable que las Farc sigan actuando militarmente pues ese es su principal músculo para negociar. El Presidente ha sido claro en que las Fuerzas Armadas no bajarán la guardia y no cambió al Ministro de Defensa en el reciente remezón de su gabinete. Es importante que tengamos el suficiente temple para rodear y apoyar este proceso, sabiendo que su meta es el fin del conflicto. Si no es ahora, probablemente nunca volverá a haber otro escenario propicio para negociar la paz.

¿Entonces el gobierno no debe ceder a las presiones internas?
Efectivamente y creo que es un gran avance que tanto el gobierno como las Farc en sus declaraciones públicas hayan enfatizado en que no se levantarán de la mesa hasta llegar a un acuerdo. Ojalá se de en cuestión de meses para minimizar los riesgos.

¿Son propicias las actuales condiciones de seguridad que vive el país para un proceso de paz?
Claro que si. El Estado colombiano ha hecho un esfuerzo enorme en los últimos quince años por fortalecer a las fuerzas militares y de policía y controlar el territorio nacional con resultados inobjetables como la reducción de los índices de violencia en el país y el debilitamiento de los grupos insurgentes.  Para calificar la situación actual de seguridad hay que tener en cuenta de dónde venimos: mientras en el 2000 había casi 3 mil secuestros al año, hoy no son más de 200; en ese mismo año la tasa de homicidios era de 70 por 100 mil habitantes, más del doble que la del 2011 que fue de 32 homicidios. Las FARC contaban con cerca de 20 mil combatientes y hoy son menos de 10 mil; tenían presencia activa en más de la mitad del territorio nacional y hoy están circunscritos a menos de 40 municipios. Es cierto que persisten problemas que afectan la seguridad asociados al narcotráfico y que las guerrillas mantienen capacidades para hacer terrorismo, pero nunca en los niveles de hace quince años.  Si esta no es una situación de seguridad propicia, entonces, no se cuál podría ser. ¿Cuándo se gana la guerra? Creo que la frase del presidente Juan Manuel Santos de que “la paz es la victoria” es la correcta.

¿La negociación debe ser sólo entre las Farc y el Gobierno, o deben participar otros actores?
Lo ideal es que haya la menor cantidad posible de actores para evitar cualquier show mediático e interferencias de terceros que puedan dilatar los acuerdos. Sin embargo es esperable y deseable que en algún momento se abra el diálogo de cara a la sociedad. Esta debe participar, pero hay que saber cuál es el momento indicado, posiblemente hacia el final de la segunda fase del proceso. También es clave tener unos mecanismos y procedimientos definidos para canalizar la participación y aportes de los diversos sectores sociales.  

¿Cuál cree que va ser la postura de la extrema derecha?
Ya lo sabemos. El ex presidentes Uribe y sus áulicos han sido prolíficos en sus expresiones de oposición al proceso pues creen que sin la derrota absoluta y definitiva de las Farc, éste será una farsa. Algo similar han alegado algunos militares en retiro representados por la Asociación Colombiana de Oficiales en Retiro (Acore), aun cuando frente a la inminencia del proceso pidieron y lograron tener un asiento para uno de sus representantes en la mesa de negociación. Creo que este proceso es el camino para terminar el conflicto con la insurgencia y que en la medida en que avance, estas posturas y sus protagonistas terminarán aislados.

¿Tendrán que ir a la cárcel Timochenko y otros jefes guerrilleros?
Este es un escenario muy posible pues las amnistías e indultos en casos de genocidio, crímenes de guerra y lesa humanidad están condicionados en el marco legal nacional e internacional. Todo depende de cómo el Congreso de la República reglamente, mediante una ley estatutaria, el Marco Jurídico para la Paz. Esto sin duda implicará un debate que puede ser aún más difícil que el que se dio alrededor de la Ley de Justicia y Paz.  

¿Éste será un proceso distinto al de Justicia y Paz?
Si, es mucho más complejo. Justicia y Paz terminó siendo, en esencia, un proceso de sometimiento a la justicia con algo de verdad y las Farc han sido enfáticas en decir que ese marco no es para ellos. En este caso se conjugarían en tiempo real mecanismos penales, una Comisión de Verdad, dispositivos de memoria histórica y la reparación a las víctimas. A esto hay que sumarle que en paralelo continua el proceso de justicia ypaz con sus propios mecanismos.

El ex comandante del Ejército Harold Bedoya ha defendido a Rito Alejo del Río (general condenado por el asesinato de un campesino)  y de otros militares procesados y se ha referido a la guerra jurídica.
Yo no sé si haya o no “guerra jurídica”, lo que si sé es que en este proceso tendremos que considerar algún mecanismo judicial y/o de verdad, que incluya a los militares. Este es otro espinoso asunto que espero se defina dentro de la ley estatutaria que reglamentaría el Marco Jurídico para la Paz.  Es difícil para los colombianos entender el doble estándar con el que se han venido tratando excombatientes de grupos ilegales y miembros de la Fuerza Pública.

No se trata solamente de sellar un acuerdo de paz. ¿Qué sigue?
Construir paz es muy difícil y toma tiempo. Está, por un lado, la reintegración de excombatientes, donde la experiencia reciente con los paramilitares ha mostrado dificultades desde el ámbito psicosocial hasta el de generación de ingresos de estos individuos. Por el otro, está la cuestión de la construcción y consolidación del Estado de Derecho en todo el territorio nacional, particularmente en aquellas zonas donde los cultivos ilícitos han sido el principal medio de subsistencia y la cultura de ilegalidad, la norma por décadas. Esto último se cruza además con la restitución de tierras y el desarrollo rural.

¿Si la paz se firma, se acaba la violencia en Colombia?
Los colombianos tienen que saber que después de este proceso no habrá paz absoluta. Las Farc son solo uno de los actores ilegales y como en los procesos similares en el mundo, no todos sus integrantes dejarán efectivamente las armas. La violencia continuará a manos de bandas criminales y narcotraficantes que seguirán reclutando jóvenes en campos y ciudades hasta tanto no se avance en el debate mundial frente a la política antidrogas y en políticas serias y de largo aliento de prevención social.

¿Qué tan alto será alto el gasto para la construir paz?
Por todo lo que le he dicho en las dos últimas preguntas el gasto para construir la paz debe ser gigante y ya lo está siendo.