Estudio de la Fundación Ideas para la Paz revela que esta guerrilla está concentrada en detonar artefactos explosivos y atentar contra la infraestructura, mientras que las tomas a poblaciones y los enfrentamientos tienden a disminuir.
Los años en que las Farc protagonizaban grandes acciones que demandaban un alto esfuerzo armado, como las tomas de pueblos y ataques a guarniciones militares, quedaron atrás. Hoy, por el contrario, se han concentrado en activar artefactos explosivos y en volar tubos de oleoductos, torres de energía y vías férreas.
Esa es la estrategia que ha seguido la guerrilla en los últimos años, según se desprende del informe La guerra en las coyunturas de negociación: Tlaxcala – El Caguán – La Habana, realizado por la Fundación Ideas para la Paz (FIP).
En el documento se analizaron las acciones armadas de las Farc durante el preámbulo de las tres últimas negociaciones con el gobierno nacional para determinar qué tan fortalecidas llegaron a La Habana, Cuba. Y la gran conclusión es que esta guerrilla ha perdido el poder ofensivo que tuvo en el pasado.
Este análisis coincide con otro elaborado en marzo de este año por la Corporación Nuevo Arco Iris, que también pone en evidencia la disminución de las tomas a las cabeceras municipales, el cambio de accionar, enfocado a hostigamientos y ataques a la infraestructura, y el repliegue a las fronteras.
Sin embargo, entre uno y otro estudio hay diferencias. La FIP considera que hoy, militarmente, las acciones de la guerrilla no demuestran el poderío que tuvo cuando iniciaron las conversaciones del Caguán y Tlaxcala. Por su parte, Nuevo Arco Iris asevera que desde 2008 las Farc han venido incrementando sus acciones armadas y hoy dan la pelea en los departamentos periféricos.
Aun así, para la FIP hay una gran diferencia entre las acciones actuales y las del pasado: “El aumento de las acciones de menor esfuerzo militar y el repliegue hacia zonas de frontera alejadas de los principales centros administrativos y políticos del país, en vez de indicar un fortalecimiento de las Farc,revelan una significativa pérdida de las posiciones estratégicas y del poder ofensivo que tuvieron en el pasado”.
Según el informe de la Fundación, la capacidad militar que este grupo subversivo demostró tener durante los tres años anteriores a los procesos de paz que adelantaron los gobiernos de César Gaviria y Andrés Pastrana, es muy diferente a la que empleó en la antesala de las negociaciones actuales.
Los investigadores de la FIP utilizaron una metodología elaborada por la Dirección de Justicia y Seguridad del Departamento Nacional de Planeación, que plantea que los actos violentos cometidos por los grupos armados exigen diferentes grados de esfuerzo militar. Según esto, cuando el conflicto es de baja intensidad, se presentan hechos que comprometen al mínimo las capacidades armadas de estos grupos; mientras que, cuando el conflicto se agudiza, realizan acciones que requieren mayor cantidad de recursos militares.
Por ejemplo, al cruzar las cifras de las acciones militares que fueron iniciativa de las Farc con los combates que se dieron por decisión de las Fuerzas Armadas entre 1988 y 2012, solo en 1991 y 1998 el accionar guerrillero superó la iniciativa estatal, circunstancia que coincide con el inicio de las negociaciones de paz con los gobiernos de Gaviria y Pastrana.
En 1991, por ejemplo, las Farc protagonizaron 24 acciones de necesitaron de una masiva movilización de hombres y armas. Muchas de ellas fueron una retaliación al ataque a Casa Verde, sede del Secretariado, adelantado por tropas del Ejército el 9 de diciembre de 1990.
En 1998 ocurrió algo parecido. Se perpetraron más de 15 acciones de alto impacto, entre ellas los ataques a las bases militares de Puerres en Nariño y Las Delicias en Putumayo, seguidas por el asalto a la base militar de La Carpa, en Guaviare, y la ofensiva contra la base de Patascoy, en Nariño. En ese año, “los ataques se intensificaron a partir de marzo con la incursión a las instalaciones militares de El Billar en Caquetá, a las estaciones de policía en los municipios de Miraflores (Guaviare) y Uribe (Meta), y la toma de Mitú, capital de Vaupés”.
Todo empezó a cambiar en 2007. El informe muestra que aunque entre 2008 y 2012 se incrementaron las acciones de las Farc, estas se ciñen a una nueva táctica de guerra de esa guerrilla que consiste en “golpear en pequeños grupos, realizar sabotajes y/o ataques contra infraestructura económica, y volver a la retaguardia”.
Es por eso que los ataques que requieren un esfuerzo medio –como los hostigamientos y las emboscadas–, y aquellos de bajo esfuerzo militar –como ataques contra la infraestructura y la activación de artefactos explosivos–, cobran todo el protagonismo, mientras que los de gran envergadura disminuyen. Según la FIP, estose debe a los golpes que recibió la guerrilla por parte de la Fuerza Pública desde 2002 hasta 2010.
Las acciones que requerían un alto esfuerzo militar, como ataques a instalaciones de la Fuerza Pública y a poblaciones (las cuales constituían el 40% en 1988), desde 2007 y hasta 2012 no representaron más del 10% anual, siendo casi inexistentes en 2012, cuando empiezan los diálogos de paz con el gobierno de Juan Manuel Santos. Por el contrario, las acciones calificadas como de bajo esfuerzo militar son hoy las más frecuentes y representan el 60% de las acciones.
Según los cálculos de la FIP, se pasó de 39 de estas acciones en 2010 a más de 100 en 2012: “Esto demostraría que el aumento reciente del accionar de las Farc en vez de indicar un fortalecimiento, revela lo contrario: la perdida del poder ofensivo que tuvo esa agrupación guerrillera en los momentos en que inician los anteriores diálogos de paz (Tlaxcala y El Caguán)”.
Otro de los hallazgos del estudio de la Fundación es que en los años que anteceden a las negociaciones de paz en La Habana, se presentó una disminución en la geografía del conflicto con respecto a lo que ocurrió en el Caguán. Se pasó de 454 municipios afectados entre 1996-1998, que fue la época de mayor crecimiento de las Farc, a 330 entre 2010 y 2012, que es donde actualmente se concentra el conflicto. Se suma, que en el 53% de los municipios que hoy son blancos de ataques, los combates por iniciativa de la Fuerza Pública (943) superaron a los de las Farc (551).
La FIP también concluye en su informe que la confrontación se ha ido desplazando hacia las zonas marginales y de frontera, “lejos de los centros regionales, capitales de departamento y ciudades intermedias, reduciendo el riesgo que estas representaban en términos de proximidad a los centros político-administrativos más importantes del país”. Sin embargo, la FIP insiste en que no hay que desestimar el valor de las fronteras ya que permiten el refugio, la movilidad y el tráfico de insumos, armas y narcotráfico.
Para la Fundación, aunque la actividad armada de las Farc persiste, no se puede hablar de que están fortalecidas militarmente. El empleo de acciones de poco peso militar, sumado al repliegue a zonas de frontera y el distanciamiento de los principales centros de poder, muestra su debilitamiento.