A él lo mató Castaño con ayuda del Ejército reveló el exjefe paramilitar alias ‘Don Berna’, tras ser consultado por la hermana de la víctima, quien busca conocer la verdad desde hace poco menos de 29 años.
La mujer de 72 años, blanca, de contextura gruesa, cabello corto y canoso, está sentada en la primera banca de la sala de audiencias. Con sus ojos grandes de cejas despobladas mira ansiosa al estrado. Cuando la invitan a pasar, toma el micrófono y dice: “Buenos días. Soy María Eugenia Vélez, hermana de Luis Fernando Vélez, asesinado en 1987. Llevo años acudiendo a todas las autoridades. Y estamos hablando de casi 29 años que se cumplen del asesinato de un ser humano”.
La escena ocurrió el pasado 22 de junio en la Sala de Justicia y Paz del Tribunal Superior de Medellín, durante una audiencia de imputación y legalización de cargos al exjefe paramilitar Diego Fernando Murillo Bejarano, alias ‘Don Berna’, a quien se responsabiliza, entre otros crímenes, del asesinato sistemático de defensores de derechos humanos.
La muerte del abogado, teólogo, antropólogo, defensor de derechos humanos y docente de la Universidad de Antioquia, Luis Fernando Vélez Vélez, ocurrió el 17 de diciembre de 1987. Seis días después de que asumiera la presidencia del Comité Permanente para la Defensa de los Derechos Humanos en Antioquia, cargo que ya le había costado la vida al médico Héctor Abad Gómez, quien fue asesinado en agosto de ese mismo año, y la del abogado Jesús María Valle, acribillado en su oficina en febrero de 1998.
¿Ejército estuvo detrás del crimen de Héctor Abad Gómez y sus colegas?
Sin embargo, el homicidio de Luis Fernando Vélez no hace parte del proceso contra alias ‘Don Berna’ en Justicia y Paz, dado que se cometió en los años ochenta, cuando aún no se consolidaban las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (ACCU) ni las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC); estructura a la cual perteneció Murillo Bejarano, quien comandó los bloques Cacique Nutibara, Héroes de Granada y Héroes de Tolová.
Aun así, María Eugenia suplicó a la Sala la oportunidad de intervenir. Lo pensó desde el día anterior, cuando se enteró del desarrollo de estas audiencias y escuchó en las noticias la intervención de la exsenadora Piedad Córdoba, quien pidió verdad sobre los autores intelectuales de su secuestro perpetrado por paramilitares el 21 de mayo de 1999, caso en el que también se presume la participación de agentes de seguridad del Estado.
Dando prioridad al derecho que tienen las víctimas a la verdad, y considerando que en la audiencia se abordaban las agresiones a defensores de derechos humanos, los magistrados de la Sala decidieron otorgarle la palabra a María Eugenia.
La mujer habló con voz fuerte, a ratos temblorosa y cargada de sufrimiento, el mismo que dejan décadas de impunidad, de impotencia, de la zozobra que genera no saber por qué mataron a su hermano. En su intervención, contó que en enero pasado le envió un correo a alias ‘Don Berna’, solicitando información sobre la muerte de Luis Fernando.
“Le escribí al señor Diego Fernando Murillo, y este señor me respondió mediante un correo electrónico que a mi hermano lo había asesinado Carlos Castaño, que actuaba con fuerzas del B2 —de inteligencia militar—”, relató.
Al ser indagado por la Sala sobre este asunto, el postulado Diego Fernando Murillo confirmó que “efectivamente la señora le envió un correo electrónico a una abogada que me visita acá. Yo le respondí puntualmente que lamentaba la muerte de su hermano. Le dije que escuché una vez al comandante Carlos Castaño decir que él personalmente participó en la muerte de este señor. Y ya las otras conclusiones que le entregué a la señora era que en esa época Carlos estaba en la ciudad y él andaba, o se identificaba, con un carné del B2, por ende tenía algún vínculo con autoridades militares, y él era muy cercano al general Rito Alejo del Río”.
Por su parte, la Fiscalía 15 de la Unidad Nacional de Justicia y Paz, al ser consultada por la magistratura, explicó que el caso de Luis Fernando Vélez está siendo investigado por el órgano judicial, pero advirtió que en dos ocasiones se interrogó a alias ‘Don Berna’ por este asunto, sin que respondiera algo al respecto.
“La primera vez fue en la versión del 14 de febrero de 2012, y él dice que no conoce, que no tiene conocimiento del hecho. Nuevamente, por insistencia de las víctimas, en la versión libre que rendía el 19 de marzo de 2015, desde Miami, se le pregunta por el tema y Diego Fernando nuevamente señala que desconoce este hecho, que no sabe”, explicó la Fiscalía.
Buscando contribuir a la verdad sobre este crimen, la magistratura dela sala solicitó a la Fiscalía incluir este homicidio en el contexto que se viene realizando dentro del macro caso por agresiones a defensores de derechos humanos.
El sufrimiento no cesa
Cuando terminó de hablar, María Eugenia se dirigió a la última banca de la sala de audiencias y se sentó junto a un investigador de la Fiscalía, a quien le recriminó que esa institución no ha hecho nada en este caso. Estaba temblando y le resultaba difícil sostener el sobre de papel en el que lleva todas las cartas que ha escrito durante años, a distintas autoridades, indagando por la muerte de su hermano. Allí también guarda la copia del correo que le respondió alias ‘Don Berna’.
Me acerqué a ella. Respiraba agitada, parecía estar cargada de rabia, pero también liberada con lo que acababa de decir. De una bolsa sacó una botella de agua, trató de destaparla, pero sus manos temblorosas se lo impidieron. Me pidió que le ayudara. Abrí la botella y se la entregué nuevamente. Al cogerla, regó un poco de agua y empezó a beber de forma apresurada, tomó tragos grandes. Luego de unos minutos se fue serenando. Entonces, me dijo que podíamos hablar.
En la conversación relató que asistió al levantamiento del cadáver de su hermano. Desde ahí quedó convencida de que en el asesinato participaron fuerzas del Estado. A Luis Fernando lo asesinaron en la vía que de San Pedro, Norte de Antioquia, conduce a Medellín. “Lo hicieron parquear —dice María Eugenia—, porque su carro quedó muy bien parqueado a un costado de la carretera y la ventanilla del conductor estaba abierta. Allí lo mataron a quema ropa. Eso me confirmó que una autoridad, o alguien vestido de autoridad, lo mató”.
El día que lo asesinaron, agrega la mujer, “a mi hermano lo había parado una patrulla del Ejército y lo había hecho identificar, según nos dijeron dos compañeros que iban con él cuando salió de la universidad. Más claro me quedó a mí que ellos le habían hecho un seguimiento y que posiblemente, como ya sabían que iba para San Pedro, lo esperaron a la bajada”.
Para la familia, la muerte de Luis Fernando fue como el fin del mundo, revela María Eugenia. “A mi madre que era una anciana la acabó, la agotó. Él veía económicamente por ella. Y mi madre, Clementina Vélez Ochoa,murió soñando que se iba a saber quién habían matado a Luis Fernando. Por esa razón hemos seguido, por eso hemos persistido”.
María Eugenia y sus hermanas Nora Victoria y Gloria Inés, aún siguen buscando verdad y justicia, para ellas esa sería la mayor reparación, pues no buscan una compensación económica. Pero la mujer cree que falta muchísimo para que se conozcan los autores intelectuales de estos asesinatos a defensores de derechos humanos. Autores intelectuales que, según ella, siguen gozando del prestigio de la sociedad: “Y va a ser muy difícil que salga a la luz quiénes son, pero de todas maneras uno mientras vive tiene la esperanza de que haya justicia y de que en un momento dado se conozca la verdad. Yo aspiro a conocerla antes de morirme”.
Por eso esta mujer y sus hermanas han tocado todas las puertas posibles. Han acudido al expresidente Álvaro Uribe Vélez, quien es primo de la familia; al excomisionado de Paz, Luis Carlos Restrepo; y al exdirector del CTI de la Fiscalía, Luis González León, entre otros. En la mayoría de respuestas han obtenido evasivas, dice María Eugenia, quien visita la Fiscalía cada semana para preguntar cómo va la investigación, sin que hasta ahora haya avances significativos.
Después de mucho conversar, María Eugenia concluye que a su hermano “lo mataron porque fuerzas oscuras, que se estaban formando en la sociedad, querían acallar las voces de quienes estaban denunciando lo que iba a suceder”.