Edwin Dagua Ipia, el guardián del resguardo Huellas






18 de abril 2020



Las balas le arrebataron a una comunidad indígena en las montañas del municipio caucano de Caloto un hombre sabio, autoridad tradicional que se la jugó a fondo para construir armonía de su territorio ancestral y formar a jóvenes para el liderazgo de su pueblo.


“Aquí el mensaje claro y contundente es: vamos a arreciar contra los que vengan a hacernos daño en el territorio”, dijo Edwin Dagua Ipia, uno de los seis newexs, consejo de gobierno del pueblo indígena Nasa en el resguardo Huellas, en el municipio de Caloto, Cauca, en un documental realizado en 2018. “Ese es el llamado y que no nos dé miedo, siempre ha sido así nuestro lema: 'Nos matarán a uno, pero nacerán miles'. Sin ningún interés, podemos dar la vida por el territorio”.

El video fue publicado el 4 de diciembre de 2018 y, tres días después, fue asesinado. Tenía 28 años. A plena luz del día dos hombres vestidos de negro y protegidos con cascos le dispararon cuatro balazos desde su potente moto. El líder étnico Dagua Ipia cayó fulminado sobre la carretera. Su bastón de mando, que empuñó con orgullo por año y medio quedó a menos de medio metro de su mano derecha. Cayó en la vereda Los Chorros, mientras regresaba en moto de la vereda El Credo, por la carretera que conduce al municipio de Toribío.

Semanas atrás estuvo allá para participar en la asamblea del resguardo Huellas del 16 y de 17 de noviembre. Con los otros newexs, los consejos que reemplazaron desde 2017 a la figura de gobernador indígena, conversaron sobre cómo enfrentar a las bandas armadas y a los narcotraficantes que asediaban su territorio.

“Edwin planteó con fuerza que había que aumentar la actividad de la Guardia Indígena y reactivar puntos de control territorial”, cuenta Alejandro Casamachín, newexs de Huellas. Dijo además, que los actores armados que estuvieran en el territorio debían salir e insistió en seguir con la sustitución voluntaria de cultivos ilícitos.

“Ese posicionamiento que hizo de la autonomía y del control territorial, le cuesta la vida 20 días después”, dice convencido Casamachín. Sus familiares, amigos y comuneros de Huellas repiten una historia similar. Dagua Ipia se oponía con firmeza al narcotráfico y a la violencia y los empezaron a amenazar desde comienzos del 2018. Él no se calló. Lo mataron al final de año.

El día anterior al ataque sicarial, Edwin había ido a la ceremonia de grado de bachillerato de los alumnos de la escuela de El Credo con las otras autoridades. Pero todos se devolvieron a sus casas ese día. Dagua Ipia no. Él se quedó la noche para seguir compartiendo con la comunidad y emprendió camino hacia el casco urbano en la fatídica tarde siguiente.

Como estaba amenazado de muerte por los criminales, la Unidad Nacional de Protección (UNP) le había asignado un escolta que lo acompañara. Pero Edwin no permitió que lo acompañara hasta El Credo. Las armas producen desarmonía en el territorio ancestral y por eso están prohibidas. Había solicitado un vehículo blindado, pues iba siempre en un carro común o en una moto.

“Él tenía escolta -dice otro de sus colegas de la autoridad del resguardo Huellas,que prefiere no dar su nombre- pero no podía andar con el escolta armado en la zona rural porque es más peligroso y lo compromete a uno. Nosotros no somos armados, somos civiles, somos una autoridad desde la lógica civil”, cuenta otra autoridad ancestral que pidió mantener la reserva de su identidad.

Por eso ese día, explica, él subió a la vereda y el escolta se quedó en otro sitio. Y por eso había solicitado un carro blindado en octubre pasado, que sentía lo protegería mejor.

VerdadAbierta.com se comunicó con la Unidad de Protección -creada hace dos décadas para proteger a defensores de derechos humanos, periodistas y políticos bajo amenaza- para conocer su versión de los hechos. También preguntamos si estaban considerando poner en marcha esquemas de prevención y de protección colectiva como lo han solicitado las propias comunidades étnicas y organismos de la comunidad internacional. Estos esquemas irían más acordes con su cosmovisión y ellos están convencidos que serían más efectivos para protegerlos. Hasta el cierre de este reportaje no hemos recibido respuesta. Seguimos prestos a publicar sus respuestas.



¿Quién mató a Dagua Ipia?



marcha-satwexs ejemplo de lucha y resistencia

Una revisión del caso le permitió a VerdadAbierta.com descubrir que, a juzgar por este caso, las cuentas de la Fiscalía General de la Nación cuando dice que ha resuelto el 58 por ciento de los casos reportados como asesinatos a líderes sociales, son bastante alegres.

El 3 de febrero pasado, el la Fiscalía General informó que el proceso de Dagua Ipia ya tenía sentencia. No dijo, sin embargo, a quién habían sentenciado, ni por qué delito exactamente, ni cuándo ni en qué juzgado. La carta fue firmada por Claudia Victoria Carrasquilla Minami, quien para esa fecha se desempeñaba como Delegada para la Seguridad Ciudadana. (Ver respuesta)

Habíamos hecho una pregunta similar, sobre el estado de la investigación del asesinato de Dagua Ipia, a la Procuraduría General de la Nación, ente que vigila la actuación de los funcionarios públicos y el debido proceso judicial. El 10 de febrero respondió que no conoce “pormenores de los hechos por cuanto el asunto fue remitido a la Jurisdicción Especial Indígena (…) estando en etapa de indagación el asunto fue remitido, por solicitud de la autoridad tradicional, a la Jurisdicción Especial Indígena (Resguardo Huellas, de Caloto), en fecha 21 de octubre de 2019”. (Ver respuesta)

Como las respuestas eran tan inconsistentes, volvimos a preguntar a la Fiscalía el 13 de febrero, solicitando que se detallara: fecha de la sentencia, juzgado que emitió la sentencia y situación jurídica de los sentenciados. El 21 de ese mes respondió de nuevo que se habían trasladado nuestras preguntas a la Dirección Seccional de Fiscalía en Cauca. (Ver remisión)

El 6 de abril pasado, esa Dirección de la Fiscalía nos respondió que el caso lo tiene la Jurisdicción Especial Indígena, tal como lo había informado la Procuraduría en su momento, y que desde su despacho les habían prestado apoyo técnico y logístico para la investigación que adelantaban en el resguardo Huellas.

Las respuestas contradictorias de la Fiscalía ponen en duda sus reportes sobre asesinatos de líderes sociales resueltos. Evidentemente, su segunda respuesta, que el caso lo está investigando la autoridad indígena, era la verdadera y el crimen no cuenta aún con sentencia en firme ni está esclarecido.

Autoridades indígenas le confirmaron a VerdadAbierta.com que el caso está en sus manos y que su investigación ha avanzado notablemente. Capturaron a dos presuntos responsables del asesinato, quienes en el transcurso de este año serán llevados a juicio ante la asamblea general de la comunidad. (Para conocer cómo funciona la Jurisdicción Especial Indígena, leer: Crónica de un juicio en las entrañas de Cauca)



Defensor del espíritu colectivo



guardia indígena

Una bandera de Dagua Ipia fue hacer cumplir las normas de la comunidad de Huellas. “Decía Edwin: 'Ya está el mandato, es algo que la comunidad ha dicho: ¡hagámoslo!'”, recuerda Jimmy Alexander Ul, quien acompañó a los newexs como coordinador del Programa de Jóvenes del resguardo entre junio de 2017 y junio de 2019. “Lo que él hacía era tratar de que se cumpliera y que muchas personas lo asimilaran. Y había ordenado que no se quería a los grupos armados ni al narcotráfico en nuestro territorio”.

Ul cuenta además que él líder caído siempre respaldó a la Guardia Indígena: “El coordinador de la Guardia decía a dónde había que ir, y Edwin respondía: 'Listo, yo apoyo; los acompaño como autoridad. ¡Vamos!'. Se iba con la Guardia Indígena y los jóvenes, porque acá decimos que todos somos Guardia Indígena y a la hora de hacer el control nos movilizamos todos”.

No estaba de acuerdo con compartir el control del territorio con los grupos armados, y por eso, coinciden sus colegas en que insistía en que no se aceptaran los cultivos de uso ilícito y pedía que las personas cercanas a los grupos armados se tenían que ir del territorio: “Fue muy crítico y muy fuerte en esa parte del control territorial”, dice Ul.

Un joven guardia indígena, pupilo de Edwin y quien pide mantener la reserva de su identidad por seguridad, sostiene que de las autoridades de ese entonces, Edwin era una de las personas más claras en el tema político, centrada en el control territorial y que animaba mucho la Guardia Indígena.

“La Guardia iba a hacer alguna acción en el tema operativo o de control territorial, y él iba por delante. 'Yo me voy con ustedes', decía, y se metía a caminar como uno más”, evoca el joven con nostalgia . Esa situación es poco común porque “las autoridades son más de nivel político que operativo, pero Edwin era una persona política-operativa con la Guardia. Nos acogía mucho”.

Los Nasa están pagando un costo alto por defender la autonomía de la comunidad, la Guardia Indígena y a sus autoridades tradicionales. “Por primera vez en el norte de Cauca, Huellas se convierte en uno de los resguardos más señalados por grupos armados: hasta la fecha tenemos 16 panfletos amenazantes al resguardo, y dentro de ellos, en diez aparecen los coordinadores de la Guardia Indígena por seguir el legado de Edwin”, alerta el joven kiwe thegna (guardia indígena en nasa yuwe, lengua nativa de los Nasa).

Para ese joven, Dagua Ipia les dejó dos lecciones que los siguen guiando hoy: “el control territorial hay que hacerlo entre todos y la Guardia Indígena somos todos”; y la segunda que dijo en el documental que grabó el año que murió, “sin ningún interés, podemos dar la vida por el territorio”.

“Eso fue en un encuentro en la vereda Huellas y, cuando la dijo, nos abrazamos entre todos y recochamos. A los ocho días, viernes en la tarde, lo asesinaron”, dice el joven.



Formar jóvenes auténticos Nasa



Edwin apoyado contra una moto

Edwin fue elegido como autoridad tradicional en representación de la Zona Cinco de Huellas cuando tenía 26 años. Luego hizo carrera en la estructura organizativa del cabildo, con una visión diferente sobre el papel de los jóvenes en la comunidad. Era además, carismático y tenía empatía con ellos, y sus mensajes les calaban fácilmente.

De hecho, se valía de su experiencia de vida para acercar a los más jóvenes a los objetivos del resguardo. “Inicialmente a él no le gustaba o no compartía mucho con la organización indígena; decía que hasta cierto momento de su juventud lo veía como una pérdida de tiempo, pero que en determinado momento quiso explorar y participar”, cuenta Ul. “Empezó a vincularse en diferentes espacios y se dio cuenta de que la situación no era como pensaba, y que era acá donde quería estar”.

“Nos decía a muchos jóvenes que él antes no creía, que no entendía el porqué de la organización y el para qué orientar a la comunidad, pero que ahora lo estaba haciendo con gusto”, dice otro pupilo suyo. “Eso nos servía porque, quizá muchos de nosotros, que ahora hacemos parte, nos identificamos y nos vinculamos por lo que nos decía”.

Cuando Dagua Ipia se volvió autoridad tradicional, abrieron junto con Ul un espacio de formación política para los jóvenes del resguardo que se llamó Escuela-Taller de Animadores Juveniles. Recorrieron las 40 veredas del resguardo y conocieron a sus jóvenes para que se vincularan con el movimiento indígena. Tenían un plan de formación inspirado en la cosmovisión indígena, que incluía estudiar su historia, conocer la Constitución de Colombia y las normas de la Jurisdicción Especial Indígena, para formar a los jóvenes en liderazgo personal, familiar y comunitario.

“Queríamos que los jóvenes comprendieran la importancia de conocernos, de afrontar y no perder nuestra cultura”, explicó Ul. “Nos enfocamos mucho en eso porque hay jóvenes que actualmente no quieren ser indígenas o les da ese temor; les dijimos que estuviéramos en dónde estuviéramos, siempre íbamos a ser indígenas, desde la base y desde el conocimiento que tenemos”.

La idea era que después de completar los 18 meses de formación de la Escuela-Taller, obtuvieran un título de “animadores juveniles con proceso comunitario”, para que animaran a otros jóvenes del territorio y fueran replicadores.

Un jóven conoció a Dagua Ipia, ya de grande, después que había cumplido 20 años. Dice que le aprendió mucho porque les sabía llegar: “Nos preguntaba qué nos disgustaba de la organización, que por qué nuestra participación en los temas del resguardo era poca y hablábamos de nuestras diferentes visiones. Luego, les contaba a las otras autoridades nuestras posiciones y se fue trabajando el tema”.

A su juicio, esa labor fue exitosa y para ello recita datos de memoria. “Esas conversas lograron que desde la Guardia Indígena se fortaleciera mucho el proceso organizativo. En 2017, en el resguardo teníamos 60 guardias de todas las veredas de Huellas; pero cuando inicia todo ese trabajo, desde 2018 a la fecha, no hemos bajado de 300 guardias. Todos esos jóvenes comenzaron a vincularse, a organizarse y a defender el territorio junto con Edwin”, destaca con orgullo, al contar que él aún sigue vinculado.

Dice este joven que Edwin fue una autoridad especial. “Él nunca asumió la autoridad estando en las oficinas esperando a que le llevaran problemas para resolver, sino que directamente se fue a caminar con la gente y se metió de lleno en el tema de la Guardia Indígena”, dice.

No todo era trabajo con Edwin. Hacía deporte y recocha con los jóvenes. Hacían paseos en chivas y se juntaban con jóvenes de otros municipios.



“Tenía un futuro enorme”



Edwin en la plaza de Bolívar

Edwin Dagua Ipia nació en una familia evangélica el 9 de octubre de 1990 y creció en la vereda El Poblado, Zona Cinco del resguardo de Huellas, cerca de los límites entre Caloto y Santander de Quilichao en Cauca. Fue el sexto de siete hijos, y le ayudaba a la familia a cultivar café.

Desde chico tenía mucho carácter, pero alegre y bromista, dice su hermana Sirley. Hijo de padres amorosos, era buen dibujante, buen lector y le gustaba el fútbol y montar bicicleta y “se destacaba en la escuela por ser un líder”, dice. Veían películas con su primo Nelson, su gran amigo con el que creció más cerca.

Le gustaba estar solo con sus libros. “Se encerraba a leer, libros de leyes, historia, política y de resistencia; libros de liderazgo y de personas que lucharon por los derechos y nunca se daban por vencidos”, recuerda su hermana. Cuando realizó sus últimos dos años de bachillerato en un colegio del resguardo Tóez, de Caloto, fue cuando empezó a interesarse por participar en el movimiento indígena.

Su primer cargo en la estructura de gobierno lo obtuvo en 2013, a los 23 años, cuando, según registros de la Asociación de Cabildos Indígenas del Norte del Cauca (Acin), los habitantes de El Poblado lo escogieron para ser autoridad veredal y durante este año se desempeñó como Secretario Principal del cabildo.

Cuatro años después, la Zona Cinco, conformada por siete veredas, lo eligió como autoridad y se desempeñó como fiscal del cabildo de Huellas. El 22 de diciembre de 2017, de acuerdo con la Acin, “la comunidad en asamblea decidió cambiar de estructura, pasando de cabildos a autoridades sat wesx, de esta manera Edwin, se convirtió en uno de los 6 sat wesx que hoy ejercen la autoridad ancestral del resguardo indígena de Huellas”.

Es muy difícil encontrar jóvenes con sus cualidades, dice Edwin Mauricio Capaz, coordinador del Tejido de Defensa de la Vida de la Acin. “Su nivel de reflexión, de autocrítica, de búsqueda de libertad de su comunidad frente algo que los tiene ahogados, le costó su vida”, dice Capaz. “Por esas claridades le asignaron la chonta (bastón de mando) y estaba orientando a su comunidad de manera muy positiva. Tenía un gran nivel de análisis y de corrección, también una gran habilidad de orientación. Su futuro en lo organizativo era tremendo”.

Se vinculó al cabildo por un impulso, cuenta una de sus muchas primas que prefiere no dar su nombre. Con ella se desahogaba y le contaba lo que sentía: “El resguardo tiene que estar limpio de todo esto y no debe haber tantas de estas matas (de coca) que nos están haciendo daño, sólo tener lo necesario para lo ancestral y medicinal. Sabemos que todo en exceso es malo”.

El Consejo Regional Indígena de Cauca (Cric), que agrupa a todas las comunidades indígenas del departamento, le habían ofrecido un cargo para cuando terminara su periodo como newexs, en el segundo semestre de 2019. “Tenía claro hacia dónde iba su pensamiento en los principios y en la plataforma de lucha del Cric”, dice Jhoe Nilson Sauca, coordinador de Derechos Humanos del Cric,. “Desde allí hubiera sido fundamental para el tema de gobernabilidad”.

Para Sauca, “Edwin refleja esa templanza de las nuevas generaciones; no quedarnos en un sistema burocrático sino en generar acciones que permitan cambios reales en la sociedad y en nuestros pueblos, que históricamente han sido estigmatizados, marginados y discriminados. Representa a esa juventud que hoy ve una esperanza en la danza, en el arte, en la música y en una forma de gobernar diferente que permitiera afianzar procesos para fortalecer las comunidades”.

Otra bandera que asumió Dagua Ipia fue la de la Minga de Liberación de la Madre Tierra, con la que los Nasa buscan recuperar varios predios del norte de Cauca que consideran que son parte de sus territorios ancestrales que les fueron despojados antaño y que actualmente son explotados por la industria azucarera. Acompañó las movilizaciones que se realizaron en La Emperatriz, López Adentro, Corinto y Santander de Quilichao en 2017. (Leer más en: "El Nasa que no tenga tierra deja de ser Nasa")



Efectos y legado de su muerte





Capaz, de la Acin, explica que el asesinato de una autoridad tradicional en ejercicio es un golpe demasiado grave para cualquier pueblo indígena porque se ataca el mandato que delega y se rompen procesos iniciados.

Su muerte afectó directamente la Escuela-Taller Taller de Animadores Juveniles, pues de 120 integrantes, quedaron 40 y sólo 25 terminaron el ciclo de capacitaciones. A pesar de ello, Jimmy Alexander Ul, quien trabajó codo a codo con Dagua por los jóvenes de Huellas, destaca que continúan avanzando “porque creemos que precisamente en ese proceso de despertar a la comunidad, formar a los jóvenes y quitarle gente a la guerra”.

Carlos García, sucesor de Ul para el liderazgo juvenil del resguardo, indica que el nombre y la memoria de Edwin los guía como un faro: “Nos dejó un vacío al principio, pero también nos llenó de fuerza; como jóvenes, paramos un momento para coger más fuerza y seguir en el proceso que llevábamos”.

Pero no sólo los jóvenes sintieron el impacto de las cuatro balas que silenciaron a Edwin. “La comunidad no lo dice, pero la actitud expresa mucho, y la gente se quedó quieta”, dice Casamachín, autoridad de Huellas. “Uno llama a una asamblea para ver qué hacemos con los actores armados y la gente ya no dice nada. Va, pero no opina al respecto, lo hacen en otros como salud, educación, economía, pero de acentuar la autonomía y la Jurisdicción Especial Indígena, la gente lo duda”.

Y esa situación quedó manifiesta a finales del pasado mes de enero, cuando los newexs se reunieron con presidentes de las Juntas de Acción Comunal y miembros de la comunidad, y plantearon retomar el ejercicio de control territorial en las veredas, carreteras y senderos del resguardo. “La respuesta y la actitud fue nula, no dijeron nada”, dice acongojado Casamachín. “Eso pasa después de la muerte de Edwin y de los otros guardias que fueron asesinados en El Palo y Toribío, además del asesinato de la newexs Cristina Bautista Taquinás”. Leer más en: (La fatal deuda con las Guardias Indígena y Cimarrona del norte de Cauca)

La comunidad, a pesar del miedo, no ha dejado solas a sus autoridades. Por ejemplo, el 10 de febrero pasado, marchó con ellas hasta el Cerro Muchacho e hicieron varias actividades de control y medioambientales. Había circulado un panfleto amenazante firmado de una superta disidencia guerrillera que se firma “Segunda Marquetalia”. Aún así salieron.



panfleto

En la Zona Cinco, donde nació Dagua Ipia su muerte también amedrentó a la gente: “Las comunidades no querían mandar representante (newexs) por la situación y dijeron que hasta que no se resolviera el caso no mandarían representante de zona”, dijo una autoridad del cabildo. “Al tener a la gente con esa zozobra, es complicado para nosotros seguir avanzando en este sistema de gobierno, porque no tenemos el apoyo de la comunidad por temor”. Finalmente, alguien fue elegido en representación de la zona de Edwin.

A la familia Dagua Ipia le tocó salir de su finca por los ataques y amenazas. En la madrugada del 29 de diciembre de 2019, desconocidos intentaron ingresar a la casa de su madre y al día siguiente un hermano encontró un grafiti de una calavera con las “FDA”. Otros dos parientes habían tenido que irse una semana antes. Los cafetales se quedaron solos, sin quién los cuide, hasta que los Dagua Ipia puedan regresar.



Región en llamas

s

paisaje

Las comunidades indígenas del norte de Cauca disfrutaron por corto tiempo cierta tranquilidad tras la dejación de armas de las Farc en 2017. Ya no tenían que lidiar con los dos grupos de farianos, el Sexto Frente y la Columna Móvil Jacobo Arenas, que los atacaban constantemente.

Sin embargo, desde entonces la violencia ha venido creciendo, a medida en que, bandas armadas, impunemente van intentando reconstruir el poder regulatorio sobre los negocios ilegales y el tránsito en el territorio que se abrogaban las Farc en la región.

Según el último informe anual de derechos humanos de la Acin, en 2019 fueron asesinadas 82 personas dentro sus territorios. De ellas, 49 eran indígenas. La barbarie contra los Nasa ha ido en aumento. En 2016 habían sido ocho los asesinados; en 2017, 19: y en 2018, 26. Registros preliminares indican que en los dos primeros meses de este año fueron asesinados 20 de ellos, en diferentes municipios del norte de Cauca. (Leer más en: La zozobra sin fin de los Nasa)

Desde Miranda y Florida, hasta Toribío y parte Jambaló, están sembrados los campos de marihuana y coca. El control de esos cultivos y el mando sobre la distribución de la producción de narcóticos se los disputan un grupo que se hace llamar Epl; otro, la Columna Dagoberto Ramos, disidente de las Farc que firmaron el Acuerdo de Paz; otro que se presenta con Eln; y otro más, como Cartel de Sinaloa.

El 23 de junio de 2013, el Sistema de Alerta Temprana de la Defensoría del Pueblo identificaba a las Farc como el único actor armado de Caloto. En contraste, una Alerta Temprana el 21 de agosto de 2018, dice que son cuatro los grupos distintos en la zona: Epl, Eln, disidencias de las guerrillas y las denominadas Águilas Negras, como se hace llamar una banda que se armó luego de que las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), se desabandaran en 2006, pero cuya existencia niegan las autoridades.

“Por tanto y pese a haberse cumplido el proceso de dejación de armas por parte de las FARC-EP, la situación de riesgo continúa para líderes y lideresas de las organizaciones sociales, quienes continúan siendo señalados por su manifestación y acciones colectivas para mantener los procesos de “liberación de la madre tierra” en el caso de los indígenas, por la oposición al asentamiento de la minería ilegal en el caso de las afrodescendientes, y así también para las organizaciones campesinas, cuando reivindican el respeto de sus derechos fundamentales”, alertó el Sistema de Alertas Tempranas (SAT) de la Defensoría del Pueblo.

Y cuatro meses antes del asesinato de Dagua Ipia, había advertido que “en especial situación de riesgo se encuentran los líderes y lideresas, autoridades indígenas y guardia indígena”, otras comunidades étnicas y desmovilizados de las Farc. (Leer más en: Cuatro años de advertencias)

Para el SAT es claro que el escenario de riesgo actual en el norte de Cauca se ha transformado paulatinamente tras la firma del Acuerdo de Paz. “Las zonas que fueron de dominio histórico de las FARC-EP, han sido ocupadas por grupos armados ilegales, aprovechando que dichas zonas coinciden con territorios que han sido utilizadas no sólo para el desarrollo de diversas economías ilegales como el narcotráfico y la minería ilegal, sino como corredores de movilidad, en función de las estrategias táctico militares como repliegues, ofensivas, expansión, etc.”, indica la Alerta Temprana 067-18.

En Caloto, varias de las personas que entrevistamos se preguntan por qué, si en la región hay hasta siete bases militares, ¿el narcotráfico sigue saliendo por las únicas vías que hay el territorio por donde están las Fuerzas Militares haciendo retenes? ¿Por qué siguen actuando estos grupos armados impunemente, cuando el gobierno aumenta a cada rato su pie de fuerza?

“Salen como si no hubiera ninguna Fuerza Pública haciendo control”, dice una fuente que conoce la seguridad de la zona. “Eso lo hace pensar a uno que puede haber un tema de encubrimiento y de un trabajo conjunto entre algunos uniformados y actores ilegales”.

Con el Plan Social Cauca, el gobierno nacional se propuso atender las necesidades del Cauca no sólo con pie de fuerza, tras el asesinato de la newexs Cristina Bautista, del resguardo de Tacueyó, en octubre de 2019. Pero los entrevistados coinciden en que la atención idel Estado es ineficaz y no se ha visto el aumento de la inversión social en el departamento. (Leer más en: Masacre de Tacueyó: el alto costo de ejercer la autoridad propia)

Para uno de los líderes Nasa, las comunidades recibieron un mínimo apoyo con el programa Plan Social de Cauca, coordinado por Miguel Ceballos, alto comisionado para la Paz. “Él vino a decir que hay presupuesto para atender el tema social, pero no es tan cierto. Diría que son pañitos de agua tibia, porque no hay una atención que lleve a superar los vacíos que hay en los territorios. No permiten resolver la problemática social, sino mitigarla por unos días”, explicó.

VerdadAbierta.com consultó a la Oficina del Alto Comisionado para la Paz (OACP) y señaló que, ante el establecimiento del Plan Social, el presupuesto de inversión social asignado por el gobierno nacional para Cauca, aumentó 32% para la vigencia 2020, lo cual “significa que los recursos para esta zona del país pasaron de $982 mil millones en 2019 a $1,3 billones para 2020, incluyendo 100 mil millones que serán destinados para vías terciarias”.

La OACP también dijo que han estado concertando la inversión con las comunidades y las entidades locales, y que el Plan hasta el “momento se encuentra en fase de formulación y concreción de estas iniciativas, las cuales al momento se agregan en 183 proyectos en diferentes campos para cada una de las cinco regiones del departamento. Por ejemplo, desde la perspectiva productiva se ha identificado la necesidad del fortalecimiento de la cadena productiva del café, así como del aguacate hass, del cannabis medicinal, del fique, de la cadena agroforestal, del coco (en el Pacífico), de la caña, entre otros”.

A juzgar por lo que dicen los diversos entrevistados en Caloto, estos planes aún no se ven, y al menos con las autoridades indígenas de la región no los han concertado. Al respecto, desde la entidad responden que el Plan “inició hace menos de 5 meses, a la fecha se encuentran apropiados los recursos, se ha realizado un proceso muy importante de dialogo social para que esta inversión sea concertada y coordinada con las comunidades, pero también, se han realizado reuniones de articulación con entidades a nivel local y nacional, en el departamento, para la implementación de acción integral del Estado en el territorio”. (Consulte aquí las respuestas de la OACP)

Mientras las comunidades de Huellas y del norte del Cauca intentan sacar adelante el legado de Edwin Dagua Ipia, comuneros, guardias indígenas y autoridades ancestrales siguen en riesgo. La magnitud de su tragedia es tal, que Michel Forst, relator especial de la ONU sobre la Situación de los Defensores de los Derechos Humanos, dedicó un aparte en su informe más reciente para denunciar la violencia que persigue a los Nasa. (Leer más en: Estado colombiano enfrenta diagnósticos críticos en materia de derechos humanos)











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