En Quibdó la ‘limpieza social’ se volvió plaga

      
Pocos se atreven a hablar, pero, según lo denunció la Iglesia, en las calles capital chocoana están matando cada vez más prostitutas, drogadictos e indigentes. 

En Chocó hay incertidumbre sobre quién está detrás de estos asesinatos. Foto Semana.

Al Chocó van a parar todos los males de este país. La pobreza, la violencia, las tragedias naturales, la corrupción, el aislamiento, la insalubridad y la falta de educación han hecho parte de la vida diaria de los chocoanos, desde hace muchos años.

Esta vez, lo que tiene atemorizada a Quibdó, su capital, es el asesinato selectivo de trabajadoras sexuales, personas de la calle y consumidores de drogas. Aunque ni la Policía, ni la Alcaldía, ni ninguna autoridad tiene cifras oficiales, la denuncia la presentó la Arquidiócesis de esta ciudad que ha visto cómo sucede uno y otro homicidio semanalmente sin que nadie hay podido controlar la situación.

“En el pasado mes de abril del año en curso, un panfleto rodó por toda la ciudad amenazando a quienes han estigmatizado y categorizado como prostitutas, consumidores de alucinógenos, viciosos, mal vivientes y mil nombres más. Esa amenaza está siendo cumplida, sin que hasta el momento las autoridades competentes hayan hecho un esfuerzo a fondo por investigar, por proteger, por cumplir con los procedimientos legales para esclarecer los hechos en los cuales nuestros jóvenes han sido violentados”, denunció la Arquidiócesis de Chocó a través de un comunicado.

Según dijo a Semana.com el padre Luis Carlos Hinojosa, cada semana los quibdoseños se enteran de los homicidios por las noticias. “En un fin de semana matan dos, tres, cuatro”, dijo el prelado, a quien le preocupa que, por ejemplo, semanas atrás fue asesinado un joven dentro delcolegio Pedro Grau y Arola, y nadie sabe por qué. “¡Nos hemos acostumbrado tanto a esto!, a la gente le da lo mismo, nadie se ha atrevido a denunciar abiertamente los casos”. 

Según el Sistema de Alertas Tempranas de la Defensoría del Pueblo, hay mucho silencio y poca denuncia, porque por lo general las víctimas son personas sin familia. Por eso no hay una política clara para combatir estos crímenes. Los cadáveres aparecen degollados, o los echan al río. Según la Policía, hay una variable constante y es la pelea entre Los Rastrojos y las Águilas Negras por el control de economías legales e ilegales.

“A la modalidad del sicariato, mayormente utilizada y que reproduce los modos de las AUC, se adicionan los casos de personas asesinadas en forma brutal, cuyos cuerpos son mutilados y lacerados con sevicia, conducta definida como la causa del daño mas allá del necesario para matar, con la que el perpetrador busca garantizar la eficacia simbólica del mensaje enviado al colectivo: la alteración del cuerpo del enemigo, en función del sometimiento de la población civil al control y a la subordinación, a través del miedo como principio operatorio”, señala una nota de seguimiento a Quibdó hecha a comienzos de este año por la Defensoría del Pueblo.

El padre Hinojosa dice que estos episodios están ocurriendo, en su mayoría, en barrios marginales. “A los sicarios no se les da nada pagarle a cualquier matón para que le ‘limpie’ el barrio. Entonces todos miramos, volteamos la cara y seguimos andando. Esto no puede seguir sucediendo”, señaló.

Ante la alerta de la Arquidiócesis, durante los últimos días las autoridades se han reunido para identificar los puntos más neurálgicos de Quibdó y crear un plan de choque para evitar que más asesinatos de estos ocurran.