Con una participación que se ubicó en el 34.58 por ciento, los colombianos decidieron no apoyar el Acuerdo para la Terminación del Conflicto y la Construcción de una Paz Estable y Duradera. Ahora, todas las preguntas giran en torno a qué pasará con el proceso de paz.
Triunfó el No. Con el 50.21 por ciento del total de los votos, los colombianos le negaron el respaldo al acuerdo que buscaba poner punto final al conflicto armado con la guerrilla de las Farc, firmado el pasado 26 de septiembre en la ciudad de Cartagena. Con este resultado, el proceso de paz entra en el terreno delo incierto. Y no solo eso. La estrecha victoria alcanzada por esta opción también profundiza la polarización política que vive el país desde que iniciaron las negociaciones, hace ya cuatro años.
Ahora, como en un reñido juego de cartas, habrá que barajar de nuevo. Y en este nuevo juego habrá que tener en cuenta un férreo apostador: el uribismo, único sector político que enarboló las banderas del No argumentando que el acuerdo alcanzado en La Habana entre el gobierno nacional y las Farc constituía un “salto al vacío” y una “grave violación a la Constitución”.
Colombia, más allá de la última firma
Y es, precisamente, el movimiento político liderado por el expresidente y senador por el Centro Democrático, Álvaro Uribe Vélez, uno de los triunfadores de esta jornada electoral. Aunque se trató de una victoria bastante ajustada, tan solo 54.681 votos de ventaja frente al SÍ, la oposición envía un contundente mensaje tanto al gobierno nacional como a los equipos negociadores de las Farc y el gobierno nacional: la necesidad de que sus dudas, reservas y temores sean escuchados y debatidos.
Y así lo señaló el propio Uribe Vélez en declaración pública dada a la prensa anoche desde su finca en el sector de Llanogrande, de Rionegro, Antioquia: “Queremos contribuir a un gran acuerdo nacional. Que nos escuchen las razones. Sabemos que nuestros compatriotas del Sí, al recibir nuestro mensaje de buena voluntad, nos escucharán y los escucharemos. Pedimos lo mismos al gobierno, a sus negociadores y a la comunidad internacional. Colombianos, corrijamos”.
La escaza ventaja alcanzada por el No, de tan solo 53.894 votos, también abre interrogantes sobre qué tanto margen de maniobra tendrá su figura en el pretendido escenario de reabrir nuevamente una negociación con las Farc que, jurídica y políticamente, se diseñó con filigrana.
Sobre este tema son más las incertidumbres que las certezas. Las preguntas sobre si podrá reabrirse el acuerdo ya firmado, qué puntos entrarían en discusión y si la oposición podrá participar activamente en la misma aún no son respondidas con contundencia. Tampoco es claro qué pasará con las unidades guerrilleras de las Farc, las cuales habían comenzado su avance hacia las zonas veredales seleccionadas para su concentración y posterior dejación de armas.
Tampoco es claro que sucederá en varios de los municipios donde se impuso el No y que fueron designados para concentrar a los miembros de las Farc. En Antioquia, por ejemplo, esta opción se impuso en Remedios, una de las localidades designadas para tal fin.
Además de enfatizar en la necesidad de convocar un gran pacto nacional para trabajar conjuntamente por la paz, las palabras de Uribe Vélez tampoco arrojaron mayores luces de entendimiento sobre el futuro del proceso de paz.
“Queremos aportar a un gran pacto nacional”, dijo luego de conocer el triunfo del No. Y luego agregó varios temas a su propuesta: “Nos parece fundamental que en nombre de la paz no se creen riesgos a los valores que la hacen posible: la libertad, la justicia institucional, el pluralismo, la confianza en el emprendimiento privado, acompañado de una educación universal, de calidad, como cabeza de la política social”.
Por ahora, la única certeza es que el cese al fuego bilateral y definitivo firmado con las Farc se mantendrá, según lo anunció el presidente Juan Manuel Santos en su alocución tras admitir la derrota en las urnas. Además, anunció dos decisiones: de un lado les ordenó a los voceros del equipo negociador con las Farc, Humberto De La Calle y Sergio Jaramillo, que viajaran este lunes a La Habana para reunirse con sus pares de la guerrilla para analizar los resultados y proyectar el trabajo que se viene.
De otro lado, Santos convocó a todas las fuerzas políticas del país para dialogar con ellas con el fin de buscarle una salida al galimatías en que ha entrado el Acuerdo Final con las Farc.
Por su parte, el máximo jefe de ese grupo alzado en armas, ‘Timoléon Jiménez’, anunció desde la isla del Caribe que mantendrán “su voluntad de paz y reiteran su disposición de usar solamente la palabra como arma de construcción hacia el futuro”.
Faltó conexión con el pueblo
Pero, ¿cómo logró imponerse el No contra todo pronóstico? Una de las principales explicaciones que surge desde diversos ámbitos políticos y académicos es que lo ocurrido en las urnas reflejó, una vez más, la baja popularidad que goza el presidente Juan Manuel Santos, quien no logró desligar su imagen al proceso de paz.
Y es que, más que los 6 millones 359 mil 643 colombianos que votaron por el Sí, el gran perdedor en este Plebiscito fue el gobierno nacional. La estrategia de dejar en manos de los partidos políticos y en personajes como el expresidente César Gaviria todo el peso de la campaña por la aprobación de los acuerdos, sin duda fue un craso error.
Eduardo Álvarez, coordinador del área de Dinámicas del Conflicto y Negociaciones de Paz de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), señaló que estos resultados también demuestran la poca conexión que lograron las 297 páginas que componen el Acuerdo para el fin del conflicto con una buena parte de la población colombiana.
“Este resultado es también reflejo de una muy mala pedagogía. Desafortunadamente los acuerdos no lograron conectarse con aquella sociedad más urbana y que es más crítica con las Farc. Basta revisar el mapa y ver cómo quedó la votación en los grandes centros urbanos. Queda la reflexión para el gobierno sobre cómo hacer llegar el proceso de paz a esos sectores”, explicó Álvarez.
A juicio de este investigador, otro de los puntos que inclinó la balanza en la votación fue el descontento de los sectores partidarios del No frente a lo acordado en los temas puntuales de justicia, tierras y participación política. “Son temas muy difíciles de tratar en este país. Llevamos casi dos siglos tratando de arreglar el problema de tierras y se dijo como argumento a favor del No que el acuerdo de tierras planteaba expropiaciones y cosas así”, precisó Álvarez.
Sin duda puntos neurálgicos sobre los cuales sigue sin existir consenso pleno. “Se pide que se aplique la justicia solo a las Farc y este acuerdo planteaba llevar a todos los responsables a los tribunales. Eso levantó mucha ampolla y pudo despertar muchos miedos. Y con la participación política pasa igual”, agregó el investigador.
Por su parte otros analistas, que prefirieron no ser identificados, aseguraron que la decisión revela que un amplio sector de los colombianos no tiene empatía con el bien común ni compasión con las víctimas; además, “votaron desde la comodidad, así es buena parte de la clase media de este país”, dijo una experta en temas de memoria y añadió que “este país no está preparado para vivir con mayor justicia social”.
Otro de los asuntos que resaltó esta investigadora es el efecto que tiene la imagen del “comunismo” en la conciencia de amplios sectores de los colombianos, imagen que fue protagonista en los discursos de quienes promovieron el No. “Se infundió con fuerza y eso es bastante preocupante”, dijo.
Otro analista se mostró afectado por los resultados al considerar que a los votantes por el No les faltó mayor compromiso con la equidad y la justicia social. “Se está impidiendo el avance de reformas fundamentales que necesita el país como la rural”, precisó y se lamentó que al final se haya impuesto el voto de sectores de la derecha y la Iglesia Católica, así como de las élites económicas: “todos ellos votaron contra las víctimas, contra los pobres, contra los más afectados por la guerra”.
¿Qué viene?
Con todo y ello, la jornada de este domingo es una lección democrática que, si bien para una mitad del país es dolorosa, no deja de ser ejemplar. Todo porque, contrario a la tradición que ha reinado en el país, la violencia brilló por su ausencia y los colombianos lograron manifestarse pacíficamente.
De igual forma, el resultado del Plebiscito también constituye un fuerte llamado de atención a todas las fuerzas vivas del país a trabajar intensamente en la unidad y así, superar la polarización política para que esta no mute a formas violentas de expresión. Así lo entendieron los principales protagonistas de la jornada, Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos, quienes utilizaron, en el mismo contexto, la frase, “convocar un gran pacto nacional”.
Lo que aún está por verse es si este resultado abre cada vez más la puerta de una Asamblea Nacional Constituyente como ese “gran pacto de unidad nacional”. Álvarez, de la FIP, así lo advierte: “Uribistas y Farc la piden. En ese punto coinciden ambos y creo que cada vez se está despejando este camino”.