Es una sobreviviente del exterminio de la Unión Patriótica. Regresó al país después de 25 años de exilio y está compitiendo por la gobernación de un departamento que aún vive con los fantasmas de las Autodefensas.
Por: Jesús Fragozo Caro
En una de las paredes de la casa de Imelda Daza (67 años) en Valledupar hay varias imágenes de algunos de los monumentos más emblemáticos de Europa, como la torre Eiffel o la catedral de Notre-Dame. Son pistas sobre su exilio para quien desconoce que ella, su esposo y sus tres hijos, se fueron del país hace 25 años, tras las amenazas y la muerte de varios líderes de la Unión Patriótica (UP), partido al que pertenece. Imelda está en la sala, cerca de las fotos, reunida con dos integrantes de su equipo de trabajo; están coordinando los detalles del lanzamiento de su campaña a la Gobernación del Cesar (región de más de un millón de habitantes). Hablan sobre la sede y los afiches que aparecerán en varios municipios. Imelda se encarga personalmente de coordinar cada detalle. No tiene asistente y afirma que su campaña cuenta con pocos recursos.
La economista y educadora que vivió hasta principios de este año en la ciudad de Jönköping, al sur de Suecia, regresó al país para seguir con el proyecto político que abandonó en 1987, después de que mataran a dos campesinos, un abogado y tres concejales de la UP; y que dejaran en la terraza de su casa una corona de flores con una invitación a su funeral. (Ver: El saldo rojo de la Unión Patriótica).
“Habrá justicia cuando se conozca todo sobre el genocidio de la UP: por qué, cómo y quiénes estaban detrás del exterminio. Pero no hay voluntad política para que se esclarezca qué ocurrió. Todo indica que hubo participación de algunos organismos del Estado. (Ver: Los crímenes contra la UP no fueron aislados). También es indispensable conocer los crímenes que han dejado más de seis millones de víctimas en Colombia, porque la Ley de Justicia y Paz solo ha servido para banalizar las masacres que cometieron las Autodefensas”, dice Daza, que está ahora sentada en una mecedora. Imelda es la única sobreviviente de siete concejales y un diputado que ganaron las elecciones de 1986 con 6.900 votos en el Cesar.
Daza cuenta que cuando Aida Avella (presidenta de la UP) le propuso a finales de 2014 ser candidata a la Gobernación por el partido de izquierda, ella se negó porque su familia no estaba de acuerdo con volver a Colombia y no había condiciones para asumir “una labor tan temeraria como esa”. Sin embargo, en enero pasado, después de que asistiera a un acto de desagravio a los miembros de la Unión Patriótica en Bogotá, se encontró con viejos amigos de la UP y con los hijos de las víctimas y, entre todos, la convencieron de que participara en la contienda electoral.
Imelda es contundente en cada una de sus respuestas. La militante del partido de izquierda viajó luego a Becerril y a otros municipios del Cesar para conocer qué tanto había cambiado la situación en el departamento. “Pero ahí me encontré con la misma inmoralidad, las mismas prácticas políticas. Esa élite que nos ha gobernado por siempre, que se ha entronizado en el poder. Gobiernan para ellos y para sus intereses. Ese es el origen del conflicto bélico en el que se embarcó el país hace muchas décadas, que ha causado tanto dolor y que parece que no conmueve a quienes han gobernado. Por eso, quizá, me convencí de que debía participar en la contienda”, dice.
Un investigador consultado por VerdadAbierta.com, que pidió la reserva de su nombre, asegura que en el Cesar hay mafias políticas que ostentan el poder, y que antes de la incursión paramilitar se dedicaban al contrabando. “Con los hombres de ‘Jorge 40’, esas familias conquistaron a sangre y fuego sectores sociales, políticos y económicos del departamento, acabaron con la oposición y despojaron tierras”, asegura. Por otro lado, el diputado del partido Conservador, Carlos Daniel Rocha, dice que en Valledupar es peligroso tocar esos temas: “aquí hay mafias políticas que ostentan el poder con recursos de dudosa procedencia”, dice.
Imelda Daza cuenta con un esquema de seguridad propio de una persona amenazada: carro blindado y tres escoltas de la UP. La política sigue siendo una profesión peligrosa. “Esas medidas, sin embargo, no son suficientes”, dice Dairo Bayona, presidente de la Unión Patriótica en el Cesar. Él, que junto con su familia es víctima del conflicto, dice que la campaña de Daza está en desventaja frente a los otros candidatos a la Gobernación. “Mientras ellos se gastan miles de millones, Imelda casi que no tiene un peso y por seguridad, tampoco puede ir a varios municipios”.
El hecho de que la Unión Patriótica esté vigente en el panorama político de Valledupar es un buen síntoma para la sociedad. Incluso, Sergio Araujo, candidato del Centro Democrático a la Alcaldía de Valledupar, y quien actuó como facilitador de las negociaciones entre el gobierno del expresidente Álvaro Uribe y el Bloque Norte de las AUC, se mostró “feliz” por el regreso de Imelda a la política: “ella ve de otra forma los problemas del departamento”, le dijo a VerdadAbierta.com.
Sin embargo, esta buena noticia no está exenta de sospechas y temores. “Los herederos de ‘Jorge 40’ siguen impunes en el Cesar y los juzgados especializados no compulsan copias para que se investigue a los funcionarios que tuvieron nexos con las Autodefensas”, dice un analista político de la región que pidió reserva de su nombre.
Aún faltan dos meses y medio para las elecciones y la candidata por la Unión Patriótica está en el corre-corre de su campaña. En medio de las llamadas, las entrevistas y las reuniones, deja tiempo para rememorar la época (mediados de los 80) en la que creó el Movimiento Cívico Popular Causa Común, en el que estudiantes y profesores de la Universidad Popular del Cesar, y otros líderes de Valledupar, discutían sobre educación, salud y equidad social. Sueña con la tranquilidad de esos años pero reconoce como un logro el hecho de que la izquierda vuelva a las tarimas del Cesar para manifestar sus posturas políticas.