El portal Rutas del Conflicto, que se especializa en investigar sobre conflicto armado y buscar nuevas formas de narración periodística, está celebrando su décimo año de existencia. Hablamos con su director sobre la trayectoria y el devenir de este proyecto independiente.
Rutas del Conflicto ha sido una fuente de consulta obligada sobre datos e investigaciones a profundidad del conflicto armado colombiano. La innovación es uno de sus sellos distintivos y también es un gran semillero de formación de nuevos periodistas. Al cumplir una década en línea, hablamos con Óscar Parra, uno de sus fundadores y su director.
VerdadAbierta.com: ¿Qué motivó la creación de Rutas del Conflicto?
Óscar Parra: Esto fue un experimento que surgió dentro de Verdad Abierta. En ese momento yo era periodista de Verdad Abierta y hacía periodismo tradicional, cubriendo las audiencias de Justicia y Paz (sistema de justicia transicional para procesar a los desmovilizados de las Auc).
Desde años atrás venía trabajando temas de periodismo de datos y al escuchar repetidamente las confesiones de los postulados a Justicia y Paz, especialmente de masacres, le propuse a María Teresa Ronderos (entonces directora de VerdadAbierta.com) la creación de una herramienta de base de datos que tratara de poner toda la información en un sólo mapa, tratando de ver el bosque, para ubicar donde habían ocurrido, zonas de reincidencia, autores y demás.
Eso fue en 2012 y para la fecha no existía ninguna base de datos pública relacionada con masacres. El Centro Nacional de Memoria Histórica apenas estaba construyendo su base de datos. La idea le sonó bastante a María Teresa y ayudó a la gestión de sus recursos, que fue a través del Centro Nacional de Memoria Histórica. Así empezó el proceso de recolección de información que duró más de un año.
VA: ¿Cuándo se puso en línea Rutas del Conflicto?
OP: La página web se publicó en marzo de 2014. Fue el inicio del medio periodístico y allí surgieron varias situaciones: mucha gente empezó a escribirnos solicitando información o compartiendo datos. Vimos la oportunidad para que la gente escribiera y ayudara a contrastar la información que se había publicado, que venía de informes judiciales y ONG.
Muchas personas empezaron a escribirnos a través de la herramienta contando su propia historia, haciendo corrección de datos y dando su versión de lo que había pasado. Ahí surgió un segundo proyecto que se llamó Yo Sobreviví, ligado directamente a Rutas del Conflicto, que buscaba que la gente que sobrevivió a esas masacres contara su versión de la historia.
Ya para 2015, en un acuerdo con Verdad Abierta y el Centro Nacional de Memoria Histórica, el proyecto termina separándose y creándose un medio independiente que sigue trabajando en temas de datos y tratando de construir experimentos narrativos.
VA: ¿Cómo es el ritmo de trabajo en Rutas del Conflicto?
OP: Es un poco antiperiodístico: se publica cuando se tiene lista una investigación. También tratamos de movernos dentro de la coyuntura para tratar de utilizar la información que ya tenemos para contarle a la gente, en redes sociales, el contexto de las cosas que están pasando, pero nuestra producción como tal no está amarrada a la coyuntura.
No buscamos tener una periodicidad, sino publicar una historia cuando consideremos que está lista. Creo que estamos teniendo entre 20 y 25 investigaciones de largo aliento al año. Esas publicaciones van acompañadas con otro tipo de formas, como el teatro, caminatas para contar historias y visualizaciones físicas.
Tratamos de hacer esa clase de experimentos para que además de lo que se publica en Internet, haya otro tipo de formato que complemente la investigación.
VA: Ustedes han pasado de ser un medio digital a uno que interactúa con sus audiencias cara a cara, rompiendo esquemas tradicionales. ¿Cómo tomaron la decisión de transgredir esas formas entre medio y lectores?
OP: Creo que el proyecto nació de esa manera: como una especie de experimento digital para construir bases de datos desde el periodismo y contar una historia más grande a partir de los datos y su visualización. Después, tratando de moverse hacia la voz de las personas que fueron protagonistas, para que contaran sus relatos.
Y en los últimos años hemos sentido una especie de cansancio del afán a nivel de redes sociales. Nosotros somos un medio de nicho que no tiene el afán de tener un montón de audiencia, pero ve que una investigación no se mueve tanto ni tiene el efecto que se esperaba, entonces se nos ocurrió otras maneras de contar estas historias por fuera del entorno digital. Eso nos permite generar una interacción diferente y, de paso, también es una forma de financiarnos.
Lo primero que se nos ocurrió fue como hace unos tres o cuatro años, pensando en una manera de contar situaciones que están muy amarradas a lo que hacemos en el día a día del periodismo y que no contamos en los textos. La anécdota del periodista normalmente no aparece porque la escuela periodística dice que lo que le ocurre no es noticia; pero hay un montón de cosas que nos pasan como periodistas que son relevantes y ayudan a contar las historias.
Entonces así hicimos Rutas en Vivo, haciendo un formato que llamamos stand up periodístico, donde, a partir de nuestra vivencia como periodistas, contamos un tema complejo de una investigación. Luego surgió la idea de contar una historia en un escenario natural, en donde la geografía de alrededor le permite a la gente entender más la historia que se está contando. También arrancamos con recorridos en bosques para contar historias relacionadas con medio ambiente y visualizaciones físicas: donde sacamos visualizaciones de datos para llevarlas a espacios públicos.
VA: ¿Cómo han logrado mantenerse en línea sin recibir recursos del Estado ni del sector privado?
OP: No es fácil. Se trata de construir una credibilidad fuerte sobre lo que se hace y ser innovador en los formatos, para que del otro lado haya unos financiadores, que normalmente son cooperantes internacionales, que apoyen proyectos o iniciativas de periodismo. Muchos ayudan a financiar el medio a través de capacitaciones a periodista locales, eventos que me gusta más llamarlos encuentros, porque aprendemos entre ambos y hay un trabajo conjunto con comunicadores campesinos, indígenas y afrodescendientes.
Tratamos de construir una buena reputación sobre el periodismo que se hace. Ahí ha surgido una buena relación con algunos de nuestros financiadores, que la mayoría son cooperación internacional, pero también tenemos financiación por medio de crowdfunding por nuestra audiencia; y las actividades externas que hacemos.
VA: Rutas del Conflicto fue víctima de seguimientos y perfilamiento por parte del Ejército Nacional a raíz de sus investigaciones. ¿En qué van las investigaciones judiciales? ¿Qué ha pasado en ese proceso?
OP: Está en una impunidad total. Ya han pasado cerca de cuatro años y todavía no hay respuestas desde la Fiscalía ni desde la justicia. No se sabe nada. Tenemos algunas certezas por documentos que se han filtrado por otros colegas periodistas, pero todavía no sabemos cuál es el alcance de ese seguimiento.
Sabemos que hay muchísima información recolectada de periodistas y de líderes sociales dentro de ese perfilamiento. Nos hablan de más de 600 terabytes de información, pero no se sabe el por qué ni el alcance. Nos preocupa mucho la manera cómo nos veían las Fuerzas Militares y las razones por las cuales asumían que teníamos que ser objeto de ese tipo de perfilamiento.
VA: ¿Cuáles son las investigaciones de las que están más orgullosos?
OP: Hay varios casos. Uno es la base de datos que hicimos de ríos en los que se encontraron personas desaparecidas: Ríos de Vida y Muerte, que lo hicimos en conjunto con Consejo de Redacción. Parte del material que recogimos sirvió para que la JEP declarara al sector entre Cauca y el Eje Cafetero como víctima. La JEP nos contactó y nos dijo que se logró gracias a ese trabajo.
Otro es el de las colonias menonitas que, a partir de la investigación que publicamos, la Agencia Nacional de Tierras inició un proceso de recuperación de baldíos de cerca de 7 mil hectáreas, que además son solicitadas por comunidades indígenas. Esos predios estaban fueron adquiridos de manera irregular porque son baldíos de la Nación.
Hay otros casos relacionados con búsqueda de personas dadas por desparecidas y familiares a quienes les hemos ayudado a construir casos, que son utilizados por la Unidad de Búsqueda. Luego de nuestra investigación sobre Cuerpos sin Nombre y la relación con casos de falsos positivos en Antioquia, hubo una intervención de la Unidad en Cocorná. Ese tipo de cosas nos deja muy satisfechos.
VA: Ustedes han sido un semillero de formación de periodistas. ¿Siguen vinculando estudiantes de que están terminando sus carreras de periodismo?
OP: Sí. De hecho, Rutas del Conflicto nació dentro de una universidad, la del Rosario. Cuando le presenté el proyecto a María Teresa Ronderos, había hecho un piloto de mi bolsillo con cuatro o cinco estudiantes del Rosario. Hay un montón de gente que se ha sumado a Rutas del Conflicto desde muy joven; hay gente que comenzó a los 18 años y ya casi tiene los 30, y ha pasado más de 10 años en este proceso.
Ahora no sólo es gente del Rosario, también hay de la Universidad de la Sabana, de la Universidad Tadeo Lozano, de la Universidad de Manizales, de la Universidad Autónoma de Occidente de Cali y de la Universidad Pontificia Bolivariana de Bucaramanga, que se han ido sumando y aportando ideas.
VA: ¿Qué les ha dejado el trabajar durante tantos años con personas jóvenes y en formación? ¿Y recientemente de otras regiones?
OP: Ha sido enriquecedor en varias medidas porque aportan desde su juventud y desde la mirada de su entorno local. Y el espíritu de innovación que ha tenido Rutas del Conflicto ha sido por la gente que ha estado ahí, y siempre ha sido joven.
VA: ¿Cuál es la proyección de Rutas del Conflicto? ¿Qué podemos esperar para los próximos años?
OP: El medio tuvo que cambiar en la medida que fue cambiando la realidad colombiana, que tristemente sigue marcada por la violencia y la modificación de otros conflictos sociales.
Se ha abierto mucho más el foco para trabajar en temas ambientales, de conflictos de comunidades étnicas con empresa y otros más. Hemos construido maneras para trabajar con comunidades y crear espacios de aprendizaje mutuo, para crear entre todos investigaciones que aporten.