En medio del luto por la muerte de dos menores, los habitantes de esta vereda están indignados por el trato que recibieron las víctimas y las acusaciones de la Policía en contra los niños.
Chilví es una vereda a veinte minutos de Tumaco donde no viven más de trescientas familias y todos se conocen entre sí. Por eso el pueblo enteró enlutó cuando el pasado 15 de mayo explotó una granada en la cancha de futbol causando la muerte de dos niños, de 13 y 14 años, e hiriendo a ocho policías.
Sin embargo, la indignación creció cuando medios locales y nacionales difundieron un comunicado de la Policía Nacional (ver comunicado) en el que se responsabilizaba a la columna móvil Daniel Aldana de las Farc de haber cometido el ataque y acusaba a los menores de haber arrojado la granada, de la que ellos mismos fueron víctimas, contra los policías.
“Aparte del dolor por estos hechos atroces, es inconcebible que los familiares tengan que cargar con el estigma de comunicados irresponsables”, dijo un funcionario público que conoce de cerca la situación.
Familiares y amigos salieron a las calles de Tumaco para pedirle a los grupos armados que no atacaran más niños de Chilví y no los involucrara en la guerra. También en compañía de la Diócesis de Tumaco, le han pedido a la Fiscalía que investigue los hechos para que la Policía rectifique la información y no ponga en riesgo a los familiares de los menores. (Ver comunicado de la Diócesis)
La versión en Chílví
Ante el impacto que ha causado la noticia, pues incluso el tema ha sido mencionado en recientes debates entre los candidatos a la Presidencia de la República, los habitantes de esta vereda piden que su voz sea escuchada y que no se hablé a la ligera sobre los “niños bomba” de Tumaco.
Ese 15 de mayo antes de las cuatro de la tarde, según la versión de los pobladores, Andrés*, de 14 años, salió del entrenamiento del fútbol al que asistía todas las tardes y fue a recoger a su hermana menor al hogar del Bienestar Familiar, que queda a escasos diez metros de la estación de Policía de Chilví. Allí, en un cancha de fútbol contigua, vio a un grupo de policías jugando un partido y decidió quedarse a verlos junto a Pedro*, su amigo de 13 años quien pasaba por el lugar.
“Ellos conocían a los policías y a veces en la tardes jugaban partidos de fútbol, apostaban la gaseosa al que ganara”, contó una de las profesoras de los niños a VerdadAbierta. Ese mismo día Andrés les hizo un mandando a los uniformados.
Según versiones de testigos del ataque, recolectadas por funcionarios regionales de la Defensoría del Pueblo, la granada fue lanzada desde una moto. “De acuerdo a versiones de habitantes de Chilví que se encontraban en sectores aledaños, el ataque con granada se produjo por individuos que se trasladaban en una moto, quienes lanzaron el artefacto, estando en movimiento el vehículo en que se transportaban. Esta versión guarda relación en lo que tiene que ver con el modo en que se han producido otros atentados, es decir, se hace desde motocicletas en las que se huye inmediatamente”, consigna el informe del defensor comunitario.
Los policías fueron transportados inmediatamente hasta el hospital en carros de la institución, mientras la comunidad tuvo que conseguir una motocicleta para llevar a los menores al hospital, Pedro murió antes de llegar. Según cuenta la mamá de Andrés, aunque llegaron al hospital de San Andrés de Tumaco a las 5 de tarde y el menor tenía graves heridas por las esquirlas, sólo lo atendieron a las 9 de la noche y murió una hora después.
El comunicado de la Diócesis y el informe de la Defensoría señalan que un grupo de policías intentó, en cinco oportunidades, interrogar a Andrés mientras esperaba que lo atendieran en el hospital. “Ellos lo acosaban y lo acosaban para que hablara y que confesara y él les decía que no sabía nada”, dijo una de las personas que acompañó a Andrés en el hospital. La Defensoría pidió que se investigara la actuación de los uniformados y de los funcionarios del centro de salud.
El personero de Tumaco, Alex Castillo, dijo que el viernes 16 se convocó una reunión del Comité de Justicia Transicional con representantes de la Alcaldía de Nariño, del Instituto Colombiano de Bienestar Familiar y de la Fuerza Pública, en el que se concluyó que es apresurado hacer señalamientos sobre los menores hasta que no se hagan las investigaciones pertinentes, por lo que se pidió celeridad a la Fiscalía.
Desde hace más de diez años, Pedro y Andrés pertenecían a un grupo de danzas y música conocido en la zona como el Grupo Ternura. Esta fue una iniciativa de una profesora de Chilví para alejar a los niños de la guerra por medio de las artes. “La idea es que puedan tener una niñez en paz, que sepan lo que es jugar sin sentir miedo de pisar una mina o encontrarse con un granada”, dijo una de las profesoras.
Sus amigos y profesores aún recuerdan que hace un poco más de un mes, Andrés y Pedro se presentaron en la Semana de la Paz celebrada en el municipio cantando y bailando un currulao que decía “no queremos mas violencia, por dios pedimos la paz, que el mundo ya esta cansada tanta sangre derramada (…) hermano hay una noticia, espere yo le comento, que cambiamos las armas por todos los instrumentos”
Los peligros latentes
“Es un riesgo que compartan los mismos escenarios en los que se libra la guerra ”, dijo Camilo Salazar, defensor comunitario del pueblo de la Costa Nariño. Se refiere a las denuncias que en repetidas oportunidades han hecho los pobladores por la cercanía del jardín infantil del Bienestar Familiar y el Colegio Integrado de Chilví con la estación de Policía.
Hace dos años la guerrilla emboscó la estación de Policía y causó graves daños a la infraestructura del colegio. “Es un tema conocido desde hace varios años, los ataques son frecuentes y se ha pedido la reubicación del colegio, pero hasta el momento no se ha hecho nada”, dijo Castillo y agregó que en lo corrido del año se han presentado tres ataques contra la edificación policial.
Los habitantes de esta vereda quieren seguir denunciando lo que allí está pasando, pero tienen miedo. “Estamos indignadas, dolidas, pero también calladas, porque tenemos miedo de esto nos ponga en más peligro”.
El pasado lunes en el colegio, los amigos de Andrés y Pedro hicieron una presentación en la que se taparon la boca y se ataron las manos, expresando su sentimiento de impotencia. A medida que avanzaba el acto liberaron sus manos y se expresaron por medio de gestos para demostrar que el miedo no va a acallarlos.
(*) Nombres modificados siguiendo normas del Códigode Infancia y Adolescencia