El propio origen de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia está atado al departamento del Caquetá. Campesinos resistentes de la violencia partidista se habían refugiado al sur del país y habían creado sus organizaciones de autodefensa campesina que no quisieron acogerse a las amnistías que les ofrecieron el gobierno militar de Rojas Pinilla en los años cincuenta y el de Lleras Camargo en los sesenta.
La amnistía se firmó entre el gobierno militar de Rojas con Guadalupe Salcedo y otros jefes insurgentes, quienes entregan el 8 de septiembre de 1953 sus armas y las de al menos 10 mil hombres de las guerrillas liberales. Sin embargo, las autodefensas campesinas al mando de Isauro Yosa, Jacobo Prías Alape más conocido como ‘Charro Negro’ y Manuel Marulanda ‘Tirofijo’ se negaron a entregarse y se replegaron a otras zonas.
Se fueron al oriente, a la Serranía de la Macarena, a Guayabero, Meta; al nororiente del Parque Nacional Serranía de Los Picachos, a El Pato, Caquetá; al occidente de allí, en la zona Páez de Riochiquito (Cauca); en Sumpaz y el Ariari al oriente de Bogotá.
Manuel Marulanda y los marquetalianos, los fundadores de las Farc. Foto Semana |
En 1961 el entonces senador conservador Álvaro Gómez Hurtado denunció estas organizaciones campesinas de resistencia como “repúblicas independientes” del comunismo en Colombia. Esto y la filosofía militar de la época, cuando las potencias mundiales se enfrentaban en plena Guerra Fría, llevó al gobierno del presidente conservador Guillermo León Valencia a lanzar desde enero de 1964 una gran ofensiva militar para desbaratar estos enclaves rojos.
La última gran ofensiva de esa cruzada fue la Operación Marquetalia, que comenzó el 27 de mayo de 1964, por la que tropas del Ejército bombardearon y recuperaron esa pequeña población al sur del Tolima con el objetivo de acabar con el grupo de resistentes que comandaba ‘Tirofijo’”. Éste era Pedro Antonio Marín, quien llevó el nombre de guerra de Manuel Marulanda Vélez casi toda su vida, y con él un puñado de cincuenta campesinos. Esa fecha, según cuenta la misma guerrilla en el libro Esbozo Histórico, se toma como el día de la fundación de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc.
Marulanda y su grupo se las arreglaron para evadir el desproporcionado ataque y huyeron abriendo trocha hasta Riochiquito, la región Páez del Cauca, enclavada entre los municipios caucanos de Silvia, Inzá y Belalcázar.
Según unos militares, los salvó refugiarse en Cauca, pues por ser de allí, el Presidente no autorizó a la tropa que los persiguieran para no extender la guerra a sus tierras. Al poco tiempo, el 20 de julio de 1964 los guerrilleros proclaman el Programa Agrario y en septiembre de ese año, Marín en alianza con los otros rebeldes de Caquetá, Meta y Cundinamarca radicalizaron sus posiciones comunistas y anunciaron la creación del Bloque Sur, en lo que historiadores han llamado la Primera Conferencia Guerrillera de Riochiquito.
Poco a poco, esos campesinos armados con changones y machetes empezaron a organizarse. A los dos años, en una segunda reunión del 25 de abril al 5 de mayo de 1966, le cambiaron el nombre y bautizaron esta fuerza armada ilegal como Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, Farc. Eran 350 guerrilleros al mando de Ciro Trujillo, Manuel Marulanda y Jacobo Arenas, quien había sido enviado en abril de 1964 por el Partido Comunista a fortalecer la dirección de la guerrilla y a establecer un puente entre ambas causas, la armada y la política.
En 1970, ya convertidos en las Farc, la dirección envió al sur del Huila a un grupo dirigido por alias ‘Balín’, con la misión de armar el Frente 2 que abriera uncorredor del El Pato (Caquetá)y El Guayabero (Meta) hacia los límites de la colonización campesina en los llanos del Yarí, una región emblemática entre Caquetá y Meta.
En 1965, los franceses Jean Pierre Serget y Bruno Muel realizaron este documental sobre el origen de la guerrilla y su conferencia en Riochiquito. |
Sucesivamente y siguiendo esta idea de acompañar la colonización campesina, en 1972 las Farc crearon el Frente 3 en la parte montañosa entre Huila y Caquetá. Al mando estaba un campesino de la región llamado Luis Ángel, quien era conocido con el alias de ‘El Paisa’. Para ayudarle a formar a los guerrilleros en política, el Secretariado, que era el nombre de la junta directiva de las Farc, envió al joven Braulio Herrera.
En ese momento, según le dijo a este medio un habitante de la zona que vivió de cerca el crecimiento de ese Frente, la guerrilla “no estaba a la ofensiva porque el armamento que tenía era muy precario, pistolas y carabinas. Tampoco conocían el manejo de explosivos”, dice. Otro caqueteño hoy residente en San Vicente del Caguán (Caquetá) recuerda que “no había Estado” y que él mismo presenció las primeras marchas campesinas apoyadas por la guerrilla. Pedían entonces lo que siguen pidiendo hoy muchos campesinos, que les titularan predios, que les construyeran carreteras, bienes públicos indispensables para prosperar en el sector agrícola.
Aún con esas dificultades, los miles de colonos que llegaron a esa región caqueteña empezaron a consolidar una economía de considerable tamaño. “En solo este pueblo (San Vicente del Caguán) había 6 mil fincas y 100 mil cabezas de ganado”, dijo un poblador al reportero de VerdadAbierta.com.
La llegada de la guerrilla a la zona se dio, precisamente de la mano de la colonización, explicó un dirigente de la región, que aún hoy, cuando las Farc están en un nuevo proceso de paz, no se atreve a dar su nombre. “Había gente organizada políticamente –dijo—. Llegaban por grupos, familias enteras, de 10 a 25 personas. En la Unión Peneya (en el norte del piedemonte caqueteño) había un asentamiento de campesinos guerrilleros, pero no llegaroncomo columna guerrillera, sino como comunidades organizadas, a hacer fincas, a colonizar”.
“En los campamentos vivían con sus mujeres e hijos, no era la guerrilla que se conoce hoy”, dijo otra persona de la región. Producto de ese primer crecimiento, en 1974 el naciente Frente 14 realizó su primer ataque, tomándose la población de Puerto Rico, al norte de Caquetá. Así, durante la década de los setenta, las Farc extendieron su presencia a Guacamayas, San Vicente del Caguán, Puerto Rico y Cartagena del Chairá, zonas que políticamente estaban bajo influencia liberal.
El historiador Alberto Valencia, en el capítulo “Caquetá, violencia y conflicto social” del libro Conflictos Regionales (IEPRI-1998), asegura que a la par de la expansión de las Farc se desarrolló un proceso de colonización de “amplios sectores de campesinos y grupos de colonizadores, que permanentemente habían tenido que movilizarse presionados por medidas de seguridad y violencia oficial, siguiendo el curso del río Caguán hacia la llanura amazónica”. Según Valencia, estos colonos conformaron –con la ayuda de las Farc– uno de los frentes de colonización más dinámicos. “Dicho frente floreció en el Caquetá, a finales de 1978, hasta casi 10 años después”.
El Partido Comunista y la guerrilla
El partido Comunista al principio estuvo muy ligado a las Farc, pero rompieron cuando la guerrilla decidió impulsar su propio movimiento clandestino, el PC3. Foto Semana |
La colonización, entonces, fue orientada por la guerrilla, que en paralelo con cada frente que creaba empezó a establecer bases de apoyo, alineadas políticamente con el ideario comunista, que después el mismo partido integraba a sus bases. Les llamaban células, que no estaban armadas y sus miembros vivían fundamentalmente en el campo y le servían a la guerrilla porque trabajaban en la compra de logística y el suministro de información.
Donde más se consolidaron fue en la llamada “zona roja”, es decir en el norte de Caquetá, en especial en su capital, Florencia, pero también en Doncello, La Montañita, Puerto Rico, San Vicente del Caguán y Cartagena del Chairá.
Otras bases sociales que también apoyaron las Farc fueron algunas asociaciones de usuarios campesinos que se crearon a partir de la colonización Caquetá Fase 3 y Fase 4, dos programas impulsados por el Instituto de Reforma Agraria que tituló baldíos a los colonos, sobre las que también intentaron tener influencia reductos del Eln y Epl, que estuvieron transitoriamente en la región sin éxito.
En lo político, en la década de los setenta, las FARC estuvo supeditada al partido Comunista. Luego surgió el Frente Democrático, que integró a estos sectores pero que no tenía comunicación con las Farc.
Pero a la par del crecimiento de la guerrilla en la región, allí también se estaban dando expresiones políticas de la izquierda que si bien tenían coincidencias con la lucha armada no estaban alineadas con la subversión como la UNO, Unión Nacional de Oposición, creada en 1974 y de la que hicieron parte la Anapo, el PC, sindicatos e incluso algunos sectores del partido Liberal.
Octavio Collazos, veterano dirigente del Partido Comunista en Caquetá, reconoce que en esa época pudo haber una ambigüedad que provocó que varios sectores políticos estigmatizara a la izquierda que los tildaba de ser aliados de la guerrilla, porque sentían que amenazaban su poder. “Esto le daba elementos a los militares para que nos persiguieran”.
Las Farc dejaban que el PC hiciera el trabajo político, “no había doble militancia”, recuerda un dirigente del Frente Democrático que pidió el anonimato refiriéndose a la conexión entre el PC y la guerrilla, a lo que agregó que en esas épocas “la persona que se quería ir simplemente dejaba el partido y era aceptado por las Farc”.
Para ingresar a la guerrilla la recomendación del PC pesaba mucho y también la historia política en algún partido de izquierdas o sindicato. En ese entonces fueron varios los dirigentes de izquierdas que, acosados por amenazas o por los asesinatos a sus colegas, decidieron irse a las filas de las Farc. Un ejemplo es el caso de Luis Édgar Devia, a quien se conocería como ‘Raúl Reyes’, quien dejó su vida como sindicalista de Nestlé a finales de los setenta. Lo mismo hizo a comienzos de los ochenta Luciano Marín, después conocido como Iván Márquez, quien había sido concejal de Florencia por el Frente Democrático.
Todas las formas de lucha
Fue después de su Séptima Conferencia, en mayo de 1982, que las Farc empezaron a tener un verdadero despliegue en el Caquetá. Según un guerrillero desmovilizado, mientras la guerrilla fortalecía su aparato político-militar con la aspiración de atacar zonas claves del Estado, necesitaba una zona de retaguardia para fundar las bases de lo que Jacobo Arenas llamaba el “poder real”, y esas áreas de retaguardia fueron los departamentos de Caquetá, Putumayo y Guaviare.
A la par con este plan, la Unión Patriótica comenzó a formarse en Caquetá alrededor de un movimiento llamado el Frente Amplio, que no era más que una coalición de fuerzas de izquierda que integró a otros partidos políticos, concejales, diputados, juntas de acción comunal, profesores, mujeres, sindicalistas, campesinos y estudiantes, y que después sirvió como plataforma para la creación de la Unión Patriótica.
El papel del Partido Comunista fue seleccionar algunos de sus cuadros –jefes políticos– para ambientar el nuevo movimiento político. Fue entonces cuando se crearon las llamadas ‘Juntas Patrióticas’ en las que participaron jefes guerrilleros como Iván Márquez, Joaquín Gómez, Ernesto Suárez alias ‘El Abuelo’ y Braulio Herrera, entre otros, a los que el gobierno de Belisario Betancur les entregó salvoconductos para que pudieran hacer política.
Sin embargo, mientras se consolidaba el proyecto político de la UP en Caquetá y todo el país, las Farc aprovecharon la tregua producto de los acuerdos de La Uribe para fortalecerse militarmente. Algunos de sus dirigentes, entre los que se contaba Manuel Marulanda y Jorge Briceño alias ‘El Mono Jojoy’, no creían en la vía política para llegar al poder.
“A medida en que las Farc agarraron fuerza y se plantearon que podían tomarse el poder por la vía militar, su relación con el Partido Comunista se fue debilitando”, explica un dirigente de la UP, a lo que agrega que esto ocurrió cuando la guerrilla empezó a mostrarse ya no como una autodefensa campesina sino como un grupo de hombres armados que podían desestabilizar al Estado.
Algunas personas que hicieron parte de este proceso político en Caquetá creen que la guerrilla nunca supo hacer el tránsito de la lucha armada a la contienda política y que prefirieron seguir en la combinación de todas las formas de lucha porque no tenían confianza en llegar al poder por la vía electoral. “Al interior de la UP empezó a darse ese debate liderado por Bernardo Jaramillo, quien encabezaba un grupo que comenzó a deslindarse de la guerra armada”, comenta el dirigente de la UP que pidió el anonimato.
Sin embargo, la política resultó una salida provisional yaque una vez comenzó el exterminio de los partidarios de la UP, el Secretariado de las Farc ordenó a los hombres de la guerrilla que salieron a hacer política volver al monte en donde retomaron las armas.
El ‘ejército del pueblo’
Ese fue el momento del salto para las Farc. Pasaron de ser una guerrilla casi clandestina, sin mayor impacto en el acontecer nacional, a mojar titulares de prensa. A partir de ahí, creyeron contar con la fuerza militar suficiente para constituirse en el “Ejército del Pueblo” que habían planeado por lo que cambiaron su nombre oficial al de Farc-EP.
También aprobaron un ambicioso plan estratégico que bautizaron con el nombre de Campaña Bolivariana por la Nueva Colombia. Consistió en ampliarse a 28.000 hombres y mujeres armados y crear 48 nuevas cuadrillas militares, lo que implicaba reclutar personas que estuvieran entre los 15 y los 30 años de edad. Además se propusieron realizar al menos cuatro ataques armados por cada cuadrilla al año y poner en marcha cursos de manejo de explosivos.
Después de la muerte de Jacobo Arenas en 1990, quien fue el ideólogo de la UP, Marulanda y el estado mayor de las Farc rompieron con el Partido Comunista y decidieron concentrar sus esfuerzos en construir el Partido Comunista Clandestino mejor conocido como PC3.
El exterminio de la UP cerró el primer capítulo de la participación de la guerrilla en política, que dejó en el Caquetá cientos de muertos de todos los bandos.
Más de 40 años después, hoy las Farc intentar de nuevo entrar a la política con el temor aún vivo que no se repita la historia de persecución en la que cayeron sus líderes y la sociedad, por su parte, espera que este movimiento guerrillero deje de una vez por todas las armas y se convenza que la única forma de imponer sus ideas sea por la vía democrática.