VerdadAbierta.com entrevistó al firmante del Acuerdo de Paz contra quien iba dirigido el atentado que se registró el 19 de julio en la capital de la República. Cree que las disidencias de las Farc están detrás del hecho y alerta por la posibilidad de más acciones terroristas en la ciudad.
Hace poco más de un mes, el céntrico barrio La Soledad de Bogotá vivió horas de angustia tras una alerta de bomba. En plena Calle 37 con Carrera 26, un hombre arrojó una maleta debajo de una camioneta de la Unidad Nacional de Protección (UNP) que transitaba por las calles de la ciudad. El artefacto no explotó y horas después las autoridades neutralizaron la amenaza.
#AEstaHora junto con @CarlosFGalan confirmamos la presencia de un artefacto al parecer explosivo en el barrio la Soledad, avanzamos en los protocolos de seguridad para detonarlo controladamente. pic.twitter.com/VSjtg9zm8k
— Policía Metropolitana de Bogotá (@PoliciaBogota) July 20, 2024
En la calle quedó el cráter de la explosión controlada, que afectó a una decena de viviendas del barrio y dejó sin luz a la comunidad por unas horas. Aunque la vía fue pavimentada en tiempo récord, el recuerdo de ese acto terrorista lo lleva la persona contra quien iba dirigido: el firmante del Acuerdo de Paz con las Farc, Germán Gómez Camacho.
#ACTUALIZACIÓN | Reportan estallido de mayor poder en Teusaquillo. El fluido eléctrico se interrumpió en la zona. Se trató de una contracarga para asegurar la detonación controlada por las autoridades.
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— Red+ Noticias (@RedMasNoticias) July 20, 2024
Conocido en la guerra como ‘Gabriel Ángel’, es actual director del Centro de Pensamiento y Diálogo Político (Cepdipo), una organización creada por excombatientes, que nació a partir del Acuerdo de Paz para realizar investigación sobre el conflicto, la verdad histórica y la implementación de lo pactado. Durante sus años en la guerra, ‘Gabriel’, como prefiere que lo llamen, jugó un papel de instructor y propagandista de las Farc. “Yo no fui propiamente un hombre de combate, de primera línea”, cuenta.
El Partido Comunes alertó que ese mismo día no fue el único hecho de riesgo que se presentó contra miembros de la organización: uno de los escoltas del abogado Camilo Fagua, coordinador de la defensa jurídica de los excombatientes, fue herido en un atentado.
En febrero de este año la Defensoría del Pueblo advirtió posibles riesgos por la presencia de diversos actores armados en la capital, entre ellos, las disidencias de ‘Iván Mordisco’. Esa institución llama la atención por la aparición de videos en redes sociales, pancartas y comunicados en donde se manifiestan diferentes actividades de “legitimación social”, por parte de integrantes del Frente 33. “Según la información, en diciembre de 2023 este grupo armado entregó regalos a los niños y niñas, además de anchetas a sus familias en localidades como Los Mártires y Barrios Unidos”, precisa la Alerta Temprana 004-24.
El 13 de agosto se volvieron a prender las alarmas en la capital por la posible existencia de un plan para atentar con explosivos contra el Palacio de Justicia. Esa conclusión mantienen las autoridades tras la incautación de 60 cartuchos de fusil, 16 paquetes de explosivos y un chaleco tipo arnés de uso militar, junto a una maqueta del edificio en donde se encuentran las altas cortes.
Para ‘Gabriel’, las críticas que él ha realizado a los que continuaron o retornaron a la guerra lo han vuelto incómodo para las disidencias de las Farc. Este portal conversó con él para conocer detalles sobre su situación de riesgo.
VerdadAbierta.com (VA): ¿Qué pasó el día del atentado? ¿Ocurrió algo fuera de lo normal ese día?
Gabriel Ángel (GA): Yo siempre en la guerrilla dije que si a uno lo matan, lo matan por confiado. Pero yo no voy a vivir paranoico y enfermo.
Desde hace dos años que estoy trabajando acá y uno coge un horario. Ese 19 de julio salí de aquí como a las cuatro de la tarde, me monté en la camioneta y tomamos el recorrido habitual. En la Calle 39, recorriendo a coger las Américas y en una esquina antes de un semáforo, en el trancón apareció un sujeto con un maletín y lo mete debajo del carro y sale corriendo.
Nosotros oímos un golpecito leve, pero es que aquí en Bogotá uno se imagina de todo, que le quieren robar algo al carro, que aprovechan de un semáforo para hacerlo. La conductora vio al hombre correr y dijo: ‘Ese hombre le hizo (algo) al carro o se robó algo’. Cuando timbró el teléfono, era la camioneta del esquema que iba atrás con otros escoltas y dijo: ‘Un hombre metió algo debajo del carro’. ¡Una bomba!, pensamos.
Movimos el carro unos metros adelante y la camioneta le sacó el cuerpo e hizo lo mismo.
Después de revisar videos, fueron unos investigadores de la Policía a hablar conmigo y me hicieron el relato de los hechos: ‘Detrás del tipo que corrió, al momentico pasa una moto y se fueron’. Los investigadores también supieron que esa moto estuvo aquí (al frente de Cepdipo), como desde las dos de la tarde, dando vueltas, pero como esto es un parque, pues no lo advertimos.
Entonces la conclusión es que a mí me estuvieron haciendo inteligencia desde tiempo antes: a qué hora llegaba, a qué hora salía, qué ruta tomaba. Y sobre esa base montaron un plan: ‘Vamos a volarlo’.
VA: ¿Le explicaron por qué no explotó?
GA: Los de antiexplosivos tienen una consideración primaria, que es evitar que vaya a haber una tragedia. Entiendo yo que el protocolo indica que lo que hay que hacer es destruir ese explosivo antes de que haga cualquier daño. Entonces, al destruirlo, pues, se pierden muchas cosas.
VA: ¿Qué supo del artefacto explosivo?
GA: El investigador que estuvo hablando conmigo y que estuvo ahí con los explosivistas, me dice que por el daño que hizo en el piso y todo lo que afectó a su alrededor, el cálculo es 30 kilos de pentonita, o sea, que era una bomba supremamente poderosa. No se sabe exactamente qué le hubiera podido hacer a un carro blindado.
La conclusión que se llega con todo es que efectivamente me iban a matar, con un plan que hace pensar en una organización armada.
VA: ¿Desde cuándo se agravó su situación de seguridad?
GA: Las disidencias comandadas por ‘Iván Mordisco’ empezaron a tratar a los firmantes de traidores y supimos también que ellos elaboraban unas listas de objetivos militares a los que había que cobrarles la traición. Y, claro, comenzaron con el Secretariado: Rodrigo Londoño, Carlos Antonio Lozada, Pastor; y tuve el ‘honor’ de ser incluido con ellos.
Además, yo tuve unas contradicciones muy fuertes con ‘Iván Marquez’, con Santrich y en general ese grupo que desertó. Fue el partido el que me dijo: ‘Usted, por el papel que jugó en La Habana, por las contradicciones que tuvo en la guerrilla, debe cambiar su situación’. Hicieron los trámites y me dieron un esquema de protección.
La verdad, yo no había sentido nunca un hostigamiento. Como unos dos años después de la UNP me llamaron y me informaron que tenían conocimiento de que las disidencias habían ido a distintos espacios de reincorporación buscando gente que había sido francotirador para ofrecerles que trabajaran con ellos y pedirles formalmente un trabajo: estaban buscando un francotirador para matar a ‘Gabriel Ángel’.
Entonces, más o menos en 2020, la UNP me reforzó el esquema, me dieron una camioneta con un blindaje más fuerte, tipo cuatro.
VA: ¿Cuáles fueron esas fricciones políticas que tuvo con quienes conformaron las extintas Farc?
GA: Yo publico una columna semanalmente en Las2Orillas y, por ejemplo, cuando se presentó el caso de Santrich, escribí una pidiéndole explicaciones a Santrich. Él nos viene a decir que hubo un montaje, se lo acepto; pero ¿por qué le pusieron ese entrampamiento? ¿En qué andaban metidos ustedes? ¿Por qué aparecer reunidos con gente mafiosa y otros enredos?
Dentro del Partido Comunes eso generó una división, porque unos decían ‘nos van a poner a todo el partido a poner la cara y a pelear por ‘Ivan Márquez’, cuando algunos tenemos una serie de dudas’, que tampoco podíamos salir a expresarlas públicamente… bueno, de pronto yo sí lo hice y eso me valió una animadversión terrible, a mi mucha gente dejó de hablarme.
Yo no descartaría por un lado a ‘los mordiscos’, pero tampoco descarto a ‘los marquetalianos’.
VA: ¿Por qué considera que es incómodo para ambas facciones de las disidencias?
GA: Yo creo que aquí lo que lo que debe jugar con cualquiera de esas dos disidencias son pasiones políticas, odios, porque yo los he contradicho abiertamente. Yo he criticado a la disidencia de ‘Mordisco’ y a la disidencia de ‘Márquez’. Seguramente eso les molesta, dirán ‘ese tipo tiene que estar siempre hablando mal de nosotros’, supongo yo.
Por ejemplo en el año 2022, había unos payasos, digo yo: uno que se hacía llamar ‘Arturo’ y otro ‘Ernesto’ y que eran los comandantes de la disidencia del Décimo Frente de las Farc. Yo los conocí a los dos en la guerrilla y los conocí como desertores de las Farc; se llevaron un poco de plata e hicieron un poco de ‘bandideces’, es gente que de revolucionario no tiene nada. Entonces he escrito varias columnas haciendo estas críticas.
VA: ¿Después de estos hechos, qué ha pasado? ¿Ha pensado en bajar su nivel de confrontación pública con las disidencias o bajar su perfil?
GA: No, yo digo que uno es lo que es. ¿Qué hago? Yo hablo como pienso, escribo como pienso.
Yo, cuando tenía 28 años, me fui para las Farc porque me iban a matar por ser de la Unión Patriótica, por pensar así. Y preferí irme para el monte, que dejar de pensar como yo pensaba. Igual ahora: yo no voy a dejar de pensar en lo que pienso porque me van a matar. Al fin y al cabo uno de algo se tiene que morir.
Ahora, me recomendaron que debía tener mayores medidas de seguridad, nunca tener rutinas y más indicaciones de autoprotección. La UNP me llamó a hacer un estudio de emergencia de medidas de seguridad con el objetivo de ver si me refuerzan las medidas, si me las rebajan y si me las quitan. Ya hace un mes que siguen haciendo ese estudio y todo sigue igual.
VA: ¿Cree que es suficiente las medidas que tiene? ¿Cree que funcionan?
GA: Quién sabe qué sea suficiente. Yo voy con unos escoltas, pueden ir una o dos camionetas, pero está visto con el atentado: si hubiera estallado esa bomba esos esquemas de seguridad no hubieran podido hacer nada porque lo matan a uno de un bombazo.
A mí me parece que igual conocen mis rutinas y eso me pone en riesgo. Para mí la seguridad debería prestarse de otra manera, que uno pudiera irse automáticamente a otra parte donde nadie lo conozca a uno o incluso dormir en diferentes lugares.
VA: ¿El atentado que sufrió qué mensaje cree que deja para la seguridad de Bogotá?
GA: A mí me dijo el investigador de la Policía con que estuve hablando que había una decisión de parte de las disidencias de meterse en Bogotá.
El atentado contra mí es un indicio gravísimo de que la situación se puede complicar seriamente y de que hay grupos, bandas y decisiones criminales de empezar a operar aquí. Quién sabe qué otra gente tengan en la mira.
¿Quién es Gabriel Ángel?
‘Gabriel’ se graduó como abogado de la Universidad Nacional de Colombia en 1983 y unos meses después, tras enamorarse de una vallenata, se mudó a la capital de Cesar, en donde inició su activismo de izquierda. Empezó haciendo parte del movimiento Causa Común, un proceso social creado a mediados de 1985 por docentes, profesionales, así como obreros y campesinos, para trabajar por las comunidades marginales de Valledupar y municipios aledaños del departamento.
Para la época, simultáneamente venía tomando fuerza la Unión Patriótica (UP), como una apuesta política de las extintas Farc tras el Acuerdo de La Uribe con el gobierno de Belisario Betancur. En 1986, la UP ya tenía presencia en 990 municipios del país y contaba con 190.269 ciudadanos carnetizados.
Muchos movimientos regionales que estaban buscando la participación política a nivel nacional se vincularon a la Unión Patriótica y uno de los casos más emblemáticos fue el de Causa Común. Al igual que la suerte de muchos miembros de la UP, contra los voceros de Causa Común se fraguó un plan de exterminio por parte de paramilitares y miembros de la Fuerza Pública. ‘Gabriel Ángel’ no fue la excepción y tras los primeros perfilamientos contra él y las amenazas contra su familia, optó por ingresar a las filas de la guerrilla en agosto de 1987.
Así cambió su nombre a ‘Gabriel’, en honor a Túpac Amaru II —caudillo de descendencia Inca que abanderó la movilización peruana en la época de la Colonia—, e ingresó al Frente 19, José Prudencio Padilla, comandado por alias ‘Adán Izquierdo’. Esta unidad por algunos años fue reconocida por tener varios intelectuales y profesionales en diferentes disciplinas. ‘Gabriel’ era uno de esos que llevaba el título de ilustrado.
Luego estuvo ocho años en el Bloque Magdalena Medio, en donde conoció a Pastor Alape. Durante los diálogos del Caguán hizo parte del Comité Temático de las Farc, que se encargó de realizar audiencias públicas para garantizar la participación ciudadana de ese proceso.
Continuó en las filas del Bloque Oriental hasta el año 2010, cuando fue asesinado Jorge Briceño, comandante de ese bloque. Un año después retornó al Bloque Magdalena Medio a trabajar con Rodrigo Londoño, entonces segundo al mando de la guerrilla. Cuando Londoño asumió la dirección de las Farc, tras la muerte de Alfonso Cano, ‘Gabriel’ se convirtió en el secretario personal del último comandante de la guerrilla, hasta su desmovilización con el Acuerdo Final de Paz.
Hizo la dejación de armas en el ETCR Juan Carlos Castañeda, en el municipio de Remedios, Antioquia, en junio del 2017. Desde hace dos años, es director académico del Centro de Pensamiento y Diálogo Político.