{youtube}H9hf3bBmiro|250|25|true{/youtube}Muchos de los colonos del Naya habían llegado a la región huyéndole a la violencia de mediados del siglo XX. En está crónica de Radio Súper, los sobrevivientes de la masacre cuentan la manera cómo, en el segundo día de la incursión, los paramilitares quemaron las casas, asesinaban a los que encontraban a su paso y arrasaban con lo que encontraban a su paso. (II parte) |
El 11 de abril otro grupo de paramilitares al mando de alias ‘Bocanegra’ llegó a un caserío conocido como Río Mina, a inmediaciones de la finca de Saúl Dagua, un comunero de la zona que tenía una pequeña propiedad en la que cultivaba pasto. Saúl no había huido como los otros pobladores de El Naya, por eso los paramilitares lo encontraron en su finca y lo capturaron de inmediato. Lo interrogaron y le dieron la orden que les arreglara unas monturas para caballo. (Escuchar audio Crónicas del Cauca II Parte)
Lo llevaron con ellos, a la plaza del pueblo en donde reunieron a los habitantes que aún quedaban, a quienes requisaron y les pidieron sus documentos de identidad.
Ómar Aponza era otro agricultor de la zona que estaba en el pueblo cuando llegaron los ‘paras’, para desgracia suya no llevaba consigo ningún documento que lo identificara. Por eso fue interrogado, lo chuzaron con cuchillos en los testículos y el estómago, y al final le asesinaron con dos tiros, uno en la cabeza y otro en el pecho.
‘Bocanegra’ se dirigió a los habitantes y les advirtió que iban a asesinar a todo aquel que colaborara con la guerrilla, y les dio cinco horas para que se fueran del sitio.
No todos pudieron escapar, momentos después de disolver la reunión, los paras agarraron a Esteban Delgado, otro trabajador del campo, quien había estado momentos antes en la plaza del pueblo y se disponía a escapar con su esposa. Le dieron un tiro en la cabeza y los animales de rapiña despedazaron su cuerpo. “Solo encontramos los huesos más largos”, dice Enrique Guetio quien acompañó a la comisión judicial que hizo los levantamientos de los cadáveres.
Luego de que la gente se fue del lugar los paramilitares incendiaron el pueblo.
Los ‘paras’ siguieron su camino. Ese 11 de abril, en el sitio Palo Solo otro grupo de paras al mando de ‘El Cura’ y ‘Chilapo’ capturó a tres miembros de la familia Ipia: Jesús, Gladis y Jorge Valencia, también jornaleros de la región. A esta familia, los paramilitares los torturaron durante varias horas, antes de asesinarlos.
{youtube}UdtAMqWRYCg|250|187|true{/youtube}Luego de la masacre, una comisión judicial ingresó a la región de El Naya para hacer el levantamiento de los cadáveres. Enrique Guetio, quien para ese entonces era gobernador indígena de uno de los cabildos, acompañó la comitiva y vio cuerpos con crueles muestras de tortura. Por el camino se encontró con compañeros que fueron asesinados con sevicia, y mujeres con muestras de haber sido violadas antes de matarlas. (II parte entrevista Enrique Guetio) |
A Jorge Valencia le cortaron las manos, incluso tenían orificios en las narices y varios impactos de bala.
Mientras que el grupo que llevaba a alias ‘Peligro’ como guía buscaba a comerciantes o transportadores, quienes según los paramilitares, eran los que les daban víveres a los subversivos.
Ese día llegaron a la tienda de Guillermo Trujillo Gómez, quién además alquilaba mulas para entrar víveres a la zona desde hacía 10 años. Allí también se encontraban Rolando Castañeda Ambuila y Wilson Caso Guetio, dos jornaleros de la zona. Las tres personas fueron trasladadas a un lugar identificado como Alto Sereno, en donde los hicieron arrodillar, poner la cabeza contra el suelo y les dispararon en la cabeza. A Guillermo se le encontraron señales de tortura y orificios en la nariz como si le hubieran metido una estaca. (Ver II parte entrevista Enrique Guetio)
Muchos de los pobladores desplazados llegaron a un sitio conocido como Aguapanela. Allí amanecieron para luego seguir hasta la vereda La Silvia y de allí a Timba. Durante un recorrido de dos días los desplazados tuvieron que aguantar hambre y vieron el mismo panorama de muerte y desolación a su paso.
Al llegar a Timba muchas personas denunciaron ante el Batallón Pichincha, según dijeron algunos, lo que estaba ocurriendo en sus veredas. Sin embargo, los militares no respondieron a su clamor. Además de ‘Peligro’ los paramilitares llevaban como guías a Weiman Ambuila Caracas, conocido como alias ‘Sambumbe’, y José Jaime Pillimue Pillimue, alias ‘JJ’. El primero era un habitante de la región, y el otro fue reconocido durante la investigación del Juzgado Penal de Popayán como un antiguo combatiente de las Farc. Estas tres personas eran los que señalaban a los presuntos guerrilleros.