Deserción y reincidencia, los dos riesgos que afrontan excombatientes de las Farc en Dabeiba

      

Cerca de 240 exguerrilleros del Bloque Efraín Guzmán se encuentran en el Espacio Territorial de Capacitación y Reincorporación de la vereda Llanogrande de este municipio del occidente antioqueño. VerdadAbierta.com visitó la zona y corroboró el precario estado de implementación de lo acordado en La Habana. La zozobra ronda también a los campesinos vecinos del lugar.

dadeiba 1A escasos kilómetros de la llegada al ETCR emerge en lo alto de un cerro la silueta de Manuel Marulanda, quien fuera el máximo comandante del grupo subversivo. Foto: Andrés Celis.

Tan sólo 40 minutos en motocicleta separan la cabecera municipal de este Espacio Territorial. A lo largo de la vía terciaria que conduce a la zona, varias vallas anuncian la construcción de este sitio de concentración; otras, firmadas con el nombre del nuevo partido, Fuerza Alternativa Revolucionaria de Colombia (Farc), piden respeto por la naturaleza y el cuidado del campo. A su entrada, un CAI instalado hace un poco más de una semana da la bienvenida.

Durante el recorrido se observa el Cañón de la Llorona y se atraviesan los ríos Sucio y Antadó, tres accidentes geográficos que hace más de 10 años fueron teatros de la guerra entre paramilitares del Bloque Elmer Cárdenas de las Autodefensas Unidas de Colombia y el Bloque Efraín Guzmán, de las Farc. La montaña no olvida ese pasado: a lado y lado de la carretera se observan cruces grabadas con NN.

“Aquí hay muertos de hace 20 años y de ahora, que ni se saben quiénes son. Le digo que de hoy día hay porque de acá la violencia no se ha ido, al menos de esta región del Urabá”, dice Rodrigo*, un transportador informal que lleva y trae gente del sitio donde se concentran los excombatientes de las Farc.

A la distancia, un imponente croquis de la silueta del jefe guerrillero ‘Manuel Marulanda’ anuncia la llegada al Espacio Territorial ‘Jacobo Arango’, bautizado así en homenaje a quien fuera el último comandante del Frente 5, quien murió tras un bombardeo del Ejército en 2013.

La ciudadela está habitada por exintegrantes de los frentes 5, 37 y 54, tres de las facciones históricas del grupo. Allí también viven los excomandantes ‘Isaías Trujillo’ y ‘Fabián Ramírez’, así como algunos familiares y subversivos excarcelados beneficiados por las nuevas normas de la justicia transicional.

En este Espacio Territorial, donde como en los restantes 25 diseminados por todo el país, un puñado de exguerrilleros trabajan para volver a la legalidad, hay marraneras y un pequeño cultivo de frijol, yuca y pepino. Al igual que en otros lugares de concentración, las zonas comunes, dormitorios y aulas de estudio están sin terminar, y la reincorporación no ve luces claras.

“A nosotros se nos prometió, desde nuestra comandancia, que los proyectos iban a empezar una vez se dejaran las armas. Las dejamos y acá todo sigue igual o peor. Los cursos que se dieron del Sena poco y nada sirven porque no hay en qué practicarlos, no fueron tampoco para todos”, cuenta ‘Pacho’, de 43 años de edad. “Ahora, ¿qué nos ponemos hacer si no hay qué hacer más allá de preparar la zona para algún evento?”.

A juicio de algunos de ellos, la condición que mantuvieron en la guerra es la que no ha permitido que se les brinden todas las garantías. Creen que sólo los que fueron a capacitarse en cursos de escoltas son los que están metidos dentro del proceso y que mientras no haya tierras para trabajar será complicado el panorama para la reincorporación de los guerrilleros rasos.

Así lo reconoció en una entrevista para este portal el veterano exjefe guerrillero ‘Isaías Trujillo’, quién en su calidad de líder de la ciudadela develó los temores de la tropa que lo acompañó por años: “los proyectos no han avanzado en lo absoluto porque para que esos proyectos avancen o se hagan realidad tiene que haber tierras y acá no contamos con tierras. La mayoría de combatientes son campesinos que están acostumbrados a trabajar el campo y eso es lo que se necesita para mantener la unidad”. (Leer más: “Falta lo principal que son las tierras”: ‘Isaías Trujillo’)

A ello se suma que el proceso de cedulación no ha terminado, lo cual impide que los excombatientes se puedan inscribir formalmente a la capacitación de los cursos dictados por el Servicio Nacional de Aprendizaje (SENA), a los de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD) y para integrar el sistema financiero, hecho que ha retrasado los pagos correspondientes al 90 por ciento del salario mínimo, según lo acordado en La Habana y que empezaron a realizarse desde el pasado mes de julio.

Sin bancarización ni tierras

dadeiba 2Las reuniones a diario se siguen manteniendo para comunicarse con la comunidad sobre los sucesos nacionales del partido, las tareas diarias en el ETCR y la organización de eventos especiales en el territorio. Foto: Andrés Celis.Sin quererlo, no todos están en el mismo momento de la reincorporación. Hay quienes no han recibido los primeros 664 mil pesos como primer pago; otros han sido notificados de que se encuentran en un reporte de 90 guerrilleros que están en la llamada Lista Clinton, una clasificación que hace el Departamento del Tesoro de Estados Unidos en la que incluye personas que presuntamente están vinculadas a actividades del tráfico de drogas. Por tal razón, no podrán recibir salario hasta que sean desvinculados de ese listado, entre ellos varios comandantes, lo que complica aún más la situación, dado que eso depende de las autoridades norteamericanas.

A otros, la lentitud en el inicio de la ejecución de los proyectos trazados en Ecomún los desesperó y admiten haberse gastado el dinero. “Esa primera plata se fue en cosas para la familia y para adecuar este cuarto, al menos para enterarse de las noticias tocó comprar ese televisor y la radio que carga mi hija. ¿En qué meto la plata si no se ve lo que se va a hacer? El aire no se trabaja, la tierra si da la papa”, expresó, exaltado, ‘Duván’, un exintegrante del Frente 5.

De igual manera, un pequeño grupo de ellos, a quienes no les han suspendido las órdenes de captura, no pueden salir del Espacio Territorial, pues temen caer en el algún retén policial o militar, como ya ha ocurrido en otras zonas del país.

“Ahora nosotros somos como políticos, prometemos y prometemos pero poco podemos cumplir. No por nosotros, sino por el gobierno. En las reuniones de la mañana digo que ya vienen los proyectos, desde hace tiempo, y nada llega acá. La tropa se aburre de falsas promesas”, reconoció ‘Trujillo’ luego de terminar la reunión de las seis de la mañana para distribuir las actividades del día.

En este Espacio Territorial, los exguerrilleros concibieron tres proyectos a mediano plazo que pretenden desarrollar para devengar dinero y generar trabajo dentro de la comunidad. El primero de ellos es la adecuación de un sendero eco-turístico que tendrá unas “caletas” para que los visitantes recreen lo que fue la vida de los guerrilleros en la selva, en ellas encontrarán una leyenda con el uso de cada uno de los elementos del equipo que acompañó a cada excombatiente y una guía ecológica de la fauna y flora del territorio.

El segundo está orientado a la piscicultura, del cual sólo se tiene una excavación profunda que quedó suspendida por falta de recursos. Con el proyecto pretenden generar abastecimientos para quienes se queden en el territorio y vender algunos como complemento del sendero y para habitantes de las veredas aledañas.

El último, y quizá el que primero surja es la construcción de tres marraneras. Aunque ya hay una en funcionamiento, su adecuación no cumple con los requisitos de sanidad exigidos por ley y, según el plan del proyecto, es que cumpla con toda la normativa para poder constituirse como distribuidora de carne de cerdo.

No obstante, todo está en el papel. Lo paradójico es que este es uno de los pocos Espacios donde menos excombatientes han reincidido; por el momento, tres se escaparon con armas y otros tres fueron expulsados por problemas de convivencia.

La guerra, para algunos, es opción de vida

dadeiba 3A nueve meses de estar constituido este territorio las construcciones no se han terminado de realizar, quedan aulas, casas y áreas comunes por adecuar. Foto: Andrés Celis.A la hora de los refrigerios, uno a las 10 de la mañana y otro a las 3 de la tarde, es posible ver el aburrimiento de aquellos excombatientes que en el transcurso de la guerra no llegaron a ser reemplazantes de escuadra, guerrilla o frente. “Quienes tenemos 10 o menos años en la guerra, que no jugamos un papel determinante, somos quienes menos tenemos oportunidad. Los comandantes lo saben y el gobierno lo ignoró, la reincorporación debió arrancar por nosotros, quienes tenemos mayor opción de desertar”, aseguró ‘Diego’.

Esa grave situación la conoce la comandancia y por eso, en las charlas matutinas, dedican más de una hora para dar a conocer y discutir los estatutos del partido, a socializar las discusiones del Consejo Político Nacional y a insistir en que es bajo la unidad que podrán salir adelante los planes proyectados para a la reincorporación.

Pese a ello, el tiempo corre y sin el régimen vertical que caracterizaba a la organización, es por voluntad que se ejerce ahora el trabajo. Todos, de primera mano, están inscritos en el nuevo partido, pero en la práctica no todos militan. Muchos están a la espera de ver llegar los proyectos y luego sí hacer política.

“Antes la comida era lo primero que estaba garantizado, ya no. En noviembre el gobierno dejará de darnos mercado, ¿de qué vamos a vivir? Primero debemos garantizar nuestra comida, que ya no es sólo nuestra boca sino la de las familias y luego sí militar”, enfatizó ‘Hugo’, un campesino de 42 años de edad.

Aunque unos hablan de dos o tres meses de espera, las noticias de las deserciones en otras zonas del país aumentan la incertidumbre. A ello se suma la salida de decenas de hombres del Espacio Territorial de Ituango, al no encontrar garantías para implementar los proyectos productivos en la en el territorio, y también de la de Tierralta, en Córdoba, que se replegaron a zonas rurales del Urabá antioqueño.

En diálogo con este portal, varios excombatientes, que sólo usan sus nombres de guerra, explicaron las razones por las cuales se irían si a final de año si no ven el desarrollo de la implementación de los acuerdos. Y no escatimaron descripciones para referirse a un futuro nada halagador. A juicio de ellos, cada combatiente que haya estado más de cinco años en la guerra es capaz de dirigir una tropa de hombres, manejar armamento y sobrevivir a las diferentes condiciones climáticas del Urabá antioqueño y el Chochó, regiones donde pasaron los últimos años.

“Acá entre nosotros se sabe que tener un contacto con quienes fueron nuestros enemigos no es difícil, los tres que desertaron ya están allá, delinquiendo. La plata llama más que estar perdiendo el tiempo, o a la espera que vaya haber cumplimiento. Vea el sur del país, dijeron que no iban a cumplir y está pasando eso”, afirmó ‘Fabián’.

Pese a que están seguros que no se unirían a las bandas criminales, si reconocen que a varios los han contactado ofreciéndoles más de un millón de pesos mensuales para que deserten. “No es secreto que en las filas se tiene contactos hacia fuera, incluso el Ejército antes estaba jodiendo por las redes sociales para que entregáramos armas y gente. Esa es la guerra”, continuó ‘Fabián’.

Al preguntar si la organización los formó políticamente, hubo silencio, pronto la repuesta fue que el trabajo era con la gente que los ha cuidado y con los que no querían que dejaran las armas. Aún así, manifiestan que dentro del bloque guerrillero pocos fueron los que se dedicaron a formarse políticamente. “Acá la guerra era a diario, la formación nos la dio fue la misma guerra”, agregó ‘Rodrigo’.

Respecto al total del grupo es una minoría quienes han considerado irse de la zona; no obstante, es otro campanazo más para el gobierno nacional y para el nuevo partido Farc, pues mientras unos se capacitan y estudian, a otros el ocio y el desinterés por el trabajo organizativo los puede hacer reincidir.

Algunos encontraron solución trabajando en fincas aledañas, recolectando café o trabajando la tierra. Más de un mes fue el trabajo, hasta que a los dueños de las parcelas aledañas al Espacio Territorial llegaron amenazas de las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc) para que no dejaran trabajar a los guerrilleros.

La zozobra que ronda

dadeiba 4A diario una patrulla del Ejército y varios policías custodian el ETCR. La zona, aunque ha recibido amenazas por parte de las AGC, se mantiene en calma. Foto: Andrés Celis.VerdadAbierta.com recorrió cinco fincas ubicadas en la vereda Llanogrande y constató que las amenazas, en efecto llegaron allí. Hoy algunas de ellas tienen avisos de venta y permuta y en otras, los dueños decidieron contratar un administrador reconocido en la región.

A pesar de que en el departamento se impuso el No en el Plebiscito, en este municipio el Sí ganó con un 64,68 por ciento, aún luego de haber sido golpeado en varias oportunidades por las tomas guerrilleras y los combates entre los grupos armados. Aun así, a juicio de algunos labriegos y administradores de las fincas, tanto el Estado como la guerrilla erraron al instaurar la zona veredal en municipios donde hace años el grupo armado no tenía presencia y donde los grupos armados ilegales posdesmovilización hacen presencia.

“Nosotros sí le hemos dado trabajo a algunos de ellos en la finca, en tareas como recoger cosechas, arar el campo o ayudar en cosas generales. No lo veíamos como problema, ahora sí porque acá tenemos encima a los ‘gaitanistas’ que al saber eso no demoraron en mandar la amenaza que llegó a la zona donde ellos están y a las demás veredas”, afirmó José María, un campesino de 67 años.

Relata el campesino que varios vivieron con él, trabajaron por un salario no superior a los 20 mil pesos diarios y luego se regresaron: “Acá se quejaron de que no tenían mucho que hacer, que no había tierra para trabajar más allá de lo sembrado, entonces que necesitan dinero. Yo me ofrecí, ahora quedé en peligro. Pero de la finca no me iré”.

La zozobra se extiende a varios municipios. Durante el recorrido que conduce de Medellín hasta Dabeiba, luego del municipio de Giraldo, en algunas fachadas de las casas colindantes con la carretera se observan grafitis de las Agc, unos con consignas, otros con horarios y normas de convivencia, normal en la región desde hace tres años, según relataron algunos habitantes del territorio.

“En Dabeiba el control los tienen ellos. Acá la vaina se calmó un poco cuando se murió ‘Gavilán’, se fueron todos al entierre, más de una semana el pueblo duró sin esa ley. Ahora, nuevamente, están acá, hace una semana en hechos confusos asesinaron al loquito del pueblo, decían que era vendedor de vicio. Este viernes asesinaron de tres tiros al mecánico del pueblo”, comentó Misael, un campesino de la región.

El temor también está en el Espacio Territorial, tanto por las amenazas recibidas como por la incertidumbre; y un posible brote de nuevas violencias si el Acuerdo Final no se materializa, que ha calado entre los excombatientes. A la espera que los planes de reincorporación tengan curso del tiempo que estos tomen dependerá, en buena medida, que se eviten repetir ciclos de desmovilizaciones fallidas.