Aunque a nivel local los paramilitares ya habían logrado el control político de algunas regiones, las elecciones para Senado y Cámara de Representantes fueron la verdadera prueba de fuego de las Auc para “refundar la patria”. Con pactos en gran parte de la costa Caribe, en el Magdalena Medio, la Zona Cafetera y Urabá los paramilitares apoyaron financieramente, electoralmente y con violencia a decenas de candidatos para el Congreso. La estrategia fue un éxito, pues poco después de las elecciones Salvatore Mancuso dijo que 35 por ciento de los congresistas eran aliados de las Auc. A octubre de 2011, 23 parlamentarios elegidos en 2002 habían sido procesados por haber sido elegidos con la ayuda de los paramilitares.