Las comunidades sostienen que para que gane el Sí en el plebiscito, el gobierno tendrá que hacer una campaña más fuerte de la que ha hecho hasta ahora.
Ahora que la Corte Constitucional le dio luz verde al plebiscito como mecanismo de refrendación de los acuerdos de paz, empieza formalmente la carrera por el ‘sí’, el ‘no’ y la abstención, pero los tiempos son cortos y en las comunidades están seguros que si el gobierno nacional quiere ganar la partida le tendrá que apostar con mayor fuerza a la pedagogía.
Un punto a favor es que ya la mayoría de los acuerdos están pactados, incluyendo el de hace un mes sobre la dejación de armas por parte de las Farc y el cese al fuego y de hostilidades bilateral. Además, hechos de guerra como las acciones ofensivas de la guerrilla y los combates con la Fuerza Pública se han reducido drásticamente debido a la tregua unilateral decretada por la insurgencia.
De acuerdo con los análisis realizados por el Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), las acciones ofensivas de las Farc cayeron en un 98%; los combates con la Fuerza Pública disminuyeron en un 91%; la muerte de civiles en un 98% y la de combatientes en un 94%. “El conflicto armado entre las Farc y el Estado colombiano ha caído a sus niveles mínimos en 52 años”, aseveró este centro de estudios.
Mientras en este último año se afianzaba en el país el desescalamiento del conflicto, en La Habana, gobierno y guerrilla pactaron dos de los seis acuerdos totales: el de víctimas y gran parte del de fin de conflicto; sin embargo, todavía quedan temas pendientes y el tiempo para aplicar el mecanismo de refrendación es apremiante.
La Corte sentenció que cuando el presidente Juan Manuel Santos le informe al Congreso su intención de hacer el plebiscito, también se debe publicar el acuerdo final, que todavía no está listo. A partir de ese momento, empiezan a contarse los cuatro meses en los que como máximo se realizarán las votaciones. (Lea el comunicado)
Algunas cuentas son optimistas, como las de Rafael Pardo, ministro consejero para el Posconflicto. Él considera que el acuerdo final de paz se debería firmar el próximo mes para que se vote el plebiscito en septiembre, como lo explicó desde el centro estadounidense de pensamiento Wilson Center.
Pero si bien muchos de los puntos que generaron más discordia ya se superaron en La Habana, todavía queda tela por cortar. En el punto agrario, por ejemplo, aún no se ha definido la cantidad de hectáreas que entrarán al Fondo de Tierras para repartir entre las víctimas; tampoco se ha pactado cómo las Farc entregarán la información que tengan sobre minas antipersonales o qué pasará con la injerencia de algunos frentes insurgentes en narcotráfico y minería ilegal.
Fondo de Tierras, un pendiente fundamental en La Habana
Además, las partes todavía están discutiendo el plan general para financiar todo lo acordado y el cronograma de las decenas de actividades que se realizarán durante la implementación.
Mientras esto sucede, en Colombia se incrementará la puja por el ‘sí’ y el ‘no’ con el escollo de que el común de la gente no conoce los acuerdos que refrendarán.
Campaña agresiva
El plebiscito será para que los colombianos aprueben o no los acuerdos de paz a través de una sola pregunta, con una sola respuesta: ‘sí’ o ‘no’. Pero, ¿qué pasa si no los conocen?
Desde diferentes territorios coinciden que hasta ahora lo más diseminado son los mitos. “Los medios de comunicación masiva despistan a la gente con eso de que el país se lo vendieron a las Farc y la gente lo cree porque casi no se ha hecho propagando a favor del proceso”, aseguró José Luis Foncillas, miembro de la Diócesis de Tumaco y de la Casa de la Memoria.
Adriana Valderrama, directora de la Casa Museo de Memoria de Medellín, coincidió con Foncillas e insistió en que se deben desmitificar las ideas sembradas en el país. En este centro hicieron un ejercicio de comparación que buscaba establecer qué tanto ha cedido el gobierno y las Farc en las negociaciones y encontraron que la insurgencia es la que más veces lo ha hecho.
Pero ese tipo de información todavía no es generalizada, a pesar de que en los últimos dos años ha habido intentos para enseñar lo que se ha pactado en La Habana. En esa línea ha trabajado la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, desde donde se han apoyado trabajos con cerca de 300 radios comunitarias para difundir los acuerdos, los Territorios de Paz en diferentes universidades del país y la Red Nacional de Jóvenes por la Paz; además, se ha conversado con diferentes Cámaras de Comercio del país sobre el papel de los empresarios
Además, esta dependencia se alió con la Red Prodepaz y la Ruta Pacífica de Mujeres, y realizaron 17 foros en los que convocaron a casi 3.000 organizaciones sociales, entre 2014 y 2015 en los que se debatieron lo que se había pactado hasta el momento y también hablaron de las necesidades de cada región.
En el último año, el Gobierno ha impulsado proyectos como Mitos y Realidades en el que precisamente comparan los rumores con datos verídicos, y La Conversación Más Grande del Mundo para que sectores que nunca hubiesen dialogado, lo hagan virtualmente.
En las regiones, diferentes organizaciones de víctimas se han echado la tarea al hombro y desde antes de que se conocieran tantos acuerdos como hoy, empezaron la pedagogía en loslugares más recónditos del país y muchas veces en medio de otros grupos armados ilegales además de las Farc.
Pero no ha sido suficiente. El Consejo Nacional de Paz identificó a “una sociedad desconectada del proceso de negociación en La Habana; a pesar de los esfuerzos por informar a la sociedad sobre el proceso de paz”, como registró en la propuesta que hizo de pedagogía en marzo de este año.
Foncillas explica que, en términos reales, esto se traduce en que el desconocimiento es tan grande que muchas personas ni siquiera saben cuáles son los seis puntos que se discuten en el proceso de paz, como lo evidenciaron en una encuesta que está realizando en Tumaco.
Incluso, a algunos académicos que trabajan en el tema de conflicto se les dificulta.
“Dimos una clase de preparación en el Museo porque, aunque trabajamos en temas de memoria, con víctimas, hay gente que no tiene claro qué es justicia transicional, cuáles son los acuerdos y por qué se dieron. Al interior de la gente metida en el tema, también es difícil comprender lo ‘carnudo’ de lo pactado”, mencionó Valderrama.
Antes de estar en la Casa Museo, Valderrama trabajó en el proyecto ‘Preparémonos para la Paz’, impulsado por la Gobernación de Antioquia en el mandato de Sergio Fajardo (2012-2015). En esa experiencia, evidenció que a las comunidades les hace falta entender qué significa en sus territorios los pactos de La Habana, pues acuerdos están publicados en diferentes páginas web del gobierno, “no se ha hecho una buena difusión desde Bogotá en los territorios”.
Es por eso que Foncillas opinó que ahora la esperanza está en que se haga “una campaña muy agresiva” en la que el Estado haga realmente una pedagogía y entienda cómo funcionan las cosas en cada región del país.
Myriam Méndez, coordinadora de la Dirección de difusión y movilización de la Oficina del Alto Comisionado para la Paz, aseguró que es estratégico aliarse con las organizaciones en las regiones, pues ellas conocen muy bien las realidades y es una manera de llegar a más cantidad de personas; además, aseguró que desde esta dependencia se ha trabajado de esta manera y afirmó que, en tiempos de plebiscito, la pedagogía no empieza de cero.
“Al inicio era difícil el esfuerzo de pedagogía porque el proceso de paz tenía que generar resultados y confianza entre las partes. Eso limitó las posibilidades de la Oficina del Alto Comisionado”, explicó y aclaró que eso ha cambiado poco a poco, especialmente desde que se conocen más acuerdos, entre 2014 y 2015.
El reto de educar para la paz es aún mayor cuando la gente ni siquiera es consciente de los padecimientos provocados por el conflicto. Valderrama aseguró que la gente del común tampoco sabe muy bien qué pasó antes de los diálogos actuales de La Habana, cuántas desmovilizaciones ha habido o qué lecciones dejan otros procesos de paz al país.
En este sentido, el Centro Nacional de Memoria Histórica ha trabajado en la comprensión del conflicto con estudiantes de décimo y once, alumnos universitarios, funcionarios y miembros de la Fuerza Pública. “Hemos encontrado jóvenes que tienen un revoltillo de todos actores y no distinguen entre guerrilla, paramilitares, Fuerzas Militares, porque básicamente en educación no se trabaja el tema de conflicto armado”, precisó María Emma Wills, quien dirige el grupo de pedagogía del conflicto del Centro.
A su jucio, los estudiantes universitarios se enteran del tema a través de medios de comunicación o telenovelas con “miradas muy en blanco y negro sobre conflicto armado y poco acceso a escuchar testimonios de víctimas”.
Asimismo, Wills consideró que el andamiaje institucional que se ha puesto en marcha para visibilizar a las víctimas ya está haciendo efecto y se refleja, por ejemplo, en la preocupación de muchos alcaldes por cómo incluirán programas de atención en su gestión, que comenzó el 1 de enero de 2016, más allá de que sea su obligación legal.
Y sobre la Fuerza Pública, la investigadora del Centro de Memoria Histórica detalló que hay una corriente comprometida con el proceso de paz que, incluso, empezó a cambiar el lenguaje: “Vemos el esfuerzo de militares por nombrar a la guerrilla como opositor o adversario y ya no como un terrorista inhumano que tienen que arrasar. No se puede generalizar para toda la Fuerza Pública, pero en cierto sector hay un cambio de lenguaje y eso es el preámbulo de un cambio de mentalidad frente a la guerrilla”.
Sin embargo, Wills precisó que uno de los retos es que todos los ciudadanos entiendan que el conflicto sí tiene que ver con ellos y que sí los impactó, por ejemplo, a través de los índices de agresividad en ciudades como Bogotá. Y agregó que la gente también deberá asumir sus responsabilidades en la pedagogía, como lo aclara el Consejo Nacional: “la paz es imposible sin el concurso de una sociedad civil activa y organizada”.
La Oficina del Alto Comisionado lo sabe y es por eso que Méndez acepta que, aunque la tarea le corresponde al gobierno nacional, también está en las manos de la sociedad. Pero la funcionaria advierte que el trabajo de pedagogía no se termina ni se hace en cuatro meses únicamente por cuanto se trata de cambiar un “chip de construcción social” que se erigió durante más de 50 años de guerra.
Claro que lo que se haga de aquí a las votaciones debe hacerse contra el reloj y será definitivo para que la balanza se incline por la opción a la que apuntan tanto el gobierno nacional como diferentes sectores de la sociedad: el Sí.