Alfonso Cano se había convertido en una verdadera obsesión para las Fuerzas Militares, que llevaban más de tres años pisándole los talones con cerca de 7.000 hombres, en las inhóspitas alturas de la cordillera Central.
Cerca de mil hombres de las Fuerzas Especiales se le metieron a los escondites más profundos de Alfonso Cano, en el suroccidente del país. Durante más de tres años fue el principal “objetivo de alto valor” para las Fuerzas Armadas. Foto Semana. – “Ayudará a la paz yes el momento de una gran desmovilización” |
Nadie como Alfonso Cano, el jefe de las Farc, tenía más obsesionado al presidente Álvaro Uribe Vélez, con su idea de “cortarle la cabeza a la culebra”. Le heredó esa fijación a su ministro de Defensa, el hoy presidente Juan Manuel Santos, quien tenía claro que capturar o dar muerte a Cano sería un golpe irreversible para las Farc. Por eso ni el uno ni el otro escatimaron esfuerzos, artillería, pie de fuerza y costos para encontrarlo a como diera lugar. Y la operación que se montó para hacerlo no tiene paralelo en la historia del país.
La cacería de Alfonso Cano comenzó en 2008, cuando hombres de la Sexta Brigada y Quinta División del Ejército comenzaron a perseguirlo en el suroccidente del país, en el páramo de Barragán, no lejos del Cañón de Las Hermosas, en el sur del Tolima, a 3.600 metros de altura. Desde luego, las condiciones del terreno eran muy difíciles: temperaturas bajo cero, montañas impenetrables, cuchillas donde era imposible aterrizar, nubosidad máxima y desconocimiento del terreno. Por eso, Cano andaba con pocos hombres y, según los militares, desarmado.
Durante todo ese año casi una veintena de acciones militares lo persiguieron. Una de las más importantes fue la Operación Fuerte, liderada por el general Freddy Padilla de León, en la cual los militares intentaron cerrarles el paso a los hombres de Cano. El resultado más importante de esta acción fue la captura del Negro Antonio.
La otra gran operación a finales de 2008 y comienzos de 2009 fue Atenea, de la Quinta División del Ejército. Por esos dias, ya se había conocido la muerte de Manuel Marulanda Vélez, alias Tirofijo, y también las Farc, a través de un comunicado, dieron a conocer que su sucesor era Cano. Así las cosas, el dirigente guerrillero se convirtió, para las Fuerzas Armadas, en lo que ellos llaman “objetivo de alto valor”.
Apoyados por la Fuerza Aérea, unos 5.000 soldados desembarcaron en seis puntos estratégicos de Las Hermosas, donde campeaba el frente 21 de las Farc, pero no lo encontraron. Ese fue un punto de quiebre clave, pues Las Hermosas (con salida al Valle, Tolima, Cauca y hacia el norte del país) era un sitio de retaguardia de las Farc. De hecho, lograron neutralizar unos 71 hombres, entre mandos medios y rasos, del Bloque Central.
En febrero de 2010 comenzaron a caer hombres emblemáticos y muy cercanos a Cano. En el remoto sector de La Aurora, también cerca de Las Hermosas, llovieron bombas sobre el campamento donde estaban unos 80 guerrilleros del frente 21 de las Farc, que hacían parte del anillo de seguridad de Cano. Allí murió alias Yaritza o la Mona, compañera sentimental de Pablo Catatumbo, del Secretariado de las Farc.
Luego, el 20 de marzo de ese mismo año, murió también en las mismas circunstancias Arquímedes Muñoz Villamil, alias Jerónimo Galeano, un emblemático guerrillero cercano a Cano, quien se encargaba de “proveer anillos de seguridad” a su jefe máximo. Tres meses después, también murió en un operativo militar otro hombre clave en la seguridad de Cano, Alirio Rojas Bocanegra, alias el Abuelo. Rojas estaba a cargo de coordinar la seguridad del líder guerrillero. Su misión, según dijo el presidente Santos, era defender “una zona vital” para esa guerrilla “que tiene un gran símbolo,en Rioblanco”, en el sur del Tolima.
De ahí en adelante, los militares comenzaron a sentirse cada vez más cerca de Alfonso Cano. Unos 6.000 miembros del Ejército, la Policía y la Fuerza Aérea comenzaron, por enésima vez, la persecución. Cerca de 1.000 hombres de las Fuerzas Especiales, de lo más granado del Ejército, apoyados por helicópteros artillados, empezaron la tarea más dura: metérseles a los escondites.
Con el almirante Édgar Cely al frente del Comando General de las Fuerzas Militares, se intensificaron los bombardeos en Las Hermosas, y los cercos con operaciones en tierra que partían desde Chaparral y Planadas, en el sur del Tolima, para cerrar las salidas hacia el Cauca y Huila. Pero los guerrilleros también respondieron con una estrategia: ubicar francotiradores y hombres en las zonas montañosas de Baraya (en el Huila), para asegurar los caminos de Cano desde y hacia el Tolima. Una circunstancia jugaba a favor del Ejército: ellos sabían que quienes caminaban al lado de Cano tenían pocas provisiones y estaban escondidos cerca de una base conocida como Filo Letras, en la vereda Versalles, en límites entre Huila y Tolima.
El pasado jueves 30 de junio estuvieron muy cerca del cabecilla: ese día, los militares se concentraron en una extensa y hostil área de la cordillera Central en la que confluyen el Tolima, el Cauca y el Huila, en límites entre Páez y Nátaga. Según dijo el presidente Santos, los propios hombres de Cano estaban dando la información que tenía a las autoridades tras su pista. “Las Farc están cada vez más desesperadas y por ello acuden al terrorismo”, dijo y agregó: “Llevamos nueve cabecillas del comando central de las Farc neutralizados. Vamos por el número uno”.
Según contó el propio Santos, la noche anterior, la del miércoles, Cano había dormido en el lugar. “Encontramos su ropa, dejó la mitad de lo que tenía y salió corriendo”, dijo al reconocer que este año era la tercera vez que el jefe insurgente se les escapaba. En realidad, dicen que estuvieron a diez minutos de atraparlo. Los militares que llegaron al lugar creyeron que les iba a tomar meses volver a encontrarlos.
El hoy comandante de las Fuerzas Militares, general Alejandro Navas, había afirmado meses atrás a SEMANA, hablando de Cano: “Ese es un oso polar. Casi se nos han muerto más hombres por el frío que por la misma pelea. Anda con dos perros; por ahí los han oído los muchachos. Eso va a estar muy difícil”. Pero, como se supo el viernes en la noche, la suerte de Cano estaba echada.
Publicado en Semana. Sábado 5 Noviembre 2011