En el arranque de la imputación de cargos a ‘Martín Sombra’ y otros nueve guerrilleros del Bloque Oriental, la Fiscalía destapó cómo las Farc diseñaron un plan para tomarse el poder.
La guerrilla de las Farc diseñó una estrategia de crecimiento que debía ejecutarse en ocho años y en la que se puso como meta final, tomarse el poder. Los pasos para lograrlo salieron de una reunión que realizó el Pleno del Estado Mayor de esa guerrilla, del 10 al 17 de mayo de 1989, en el que definieron una serie de estrategias que desarrollarían lo que se habían planteado en su Séptima Conferencia en 1982.
A partir deese momento, bloques como el Oriental establecieron tres políticas: una social, otra territorial y una para conseguir recursos. Fue con base en estas ‘políticas’ que las Farc crecieron durante la década de los noventa, periodo de consolidación en el que Jorge Briceño, alias ‘El Mono Jojoy’, y el Bloque Oriental jugaron un papel trascendental.
La Unidad de Justicia y Paz, área Subversión, de la Fiscalía, quiere demostrar que las órdenes que se emitieron en esos “plenos” (un evento de decisión intermedia compuesto por el Estado Mayor Central y el Secretariado Nacional) , Elí Mendoza, alias ‘Martín Sombra’, y otros diez guerrilleros que se sometieron a la justicia, ocasionaron crímenes como homicidios, desplazamientos, tomas a poblaciones, secuestros, reclutamientos de menores, entre otros delitos, que dejaron más de 2000 víctimas.
La primera fase de ese plan, entre 1990 y 1992, buscaba crear 60 cuadrillas con más de 18 mil hombres, obtener 56 millones de dólares como soporte y adquirir armamento, medios de comunicación y aeronaves. En la segunda, entre 1992 y 1994, la guerrilla se planteó tener 80 cuadrillas con 32.000 hombres y recaudar 200 millones de dólares. Y finalmente, en la tercera, que iría entre 1994 y 1996, enfatizarían sus operaciones en el llamado Centro de Despliegue Estratégico (CDE) en la cordillera Oriental, que contaría con 16 mil de los 32 mil hombres que aspiraban tener.
Pero si algo fallaba, las Farc tenía un plan ‘b’, que consistía en replegarse para preparar una segunda ofensiva que involucraría las llamadas bases sociales “para que sean éstas las que se levanten y asuman la insurrección general y posterior toma del poder”, según está consignado en una investigación de la Fiscalía conocida por Verdadabierta.com.
La guerrilla también decidió ubicar sus frentes de acuerdo con la distribución de las divisiones, batallones y guarniciones militares, y a cada uno de estos grupos les dio la orden de atacar los destacamentos con el objetivo de “desplazarlos, desgastarlos y desmoralizarlos”.
Fue en ese momento en el que este grupo alzado en armas, según el documento de la Fiscalía presentado al Tribunal de Justicia y Paz de Bogotá, dio la orden de pasar del asedio a la toma de poblaciones, empleando una nueva forma de operar: asalto, asedio y copamiento.
La idea de las Farc era paralizar la vida económica del país: “Y cuando la fase de lucha esté en pleno desarrollo, las columnas y compañías móviles despegarán a la toma de posiciones en el centro de despliegue que debe coincidir con la insurrección de la población”.
Estas frases salen de documentos confiscados a las Farc por las autoridades y de las confesiones que han hecho guerrilleros como Elí Mendoza, alias ‘Martín Sombra’; Carlos Giovanny Sierra Romero, alias ‘Andrés Paramuno’; Dumar Yépez Hurtado, alias ‘Samuel’; Gustavo Lasso Cespedes, alias ‘Gato’ o ‘Ismael’; Jhon Jairo Gonzalez Nieto, alias ‘Euclides’ o ‘Maicol’; Jorge Eliécer Jiménez Martínez, alias ‘Jerónimo Aljure’; Yolman Ferney Soza Arango, alias ‘Orlando Rayo’; Yenny Rodriguez Villanueva, alias ‘Tania’; Críspulo Efraín Quiñónez Barreiro, alias ‘Argelio Guzmán’; y Nolberto Caballero Valderrama, alias ‘Rafael’.
La última parte del plan consistía en que una vez los frentes tuvieran bajo acecho la cordillera Oriental, es decir los departamentos de Cundinamarca, Boyacá y los que se encuentran en el piedemonte, como Arauca, Casanare y Meta, entre otros, llamarían a una huelga generalizada.
Se suma, que fue a partir de la Séptima Conferencia, la guerrilla ideó la conformación de 650 compañías móviles para el desarrollo de su plan estratégico. Según la Fiscalía, 18 corresponderían al Bloque Oriental con el fin de distraer al Ejército y actuar en esa cordillera.
El Bloque Oriental fue creado luego de celebrada la Séptima Conferencia Guerrillera, en septiembre de 1987, cuando el Estado Mayor Conjunto designó al ‘Mono Jojoy’, para conformar columnas móviles. De acuerdo con lo documentado por el Ente acusador, en el momento de su creación estaba conformado por 15 frentes que fueron destinados a los departamentos de Cundinamarca, parte de Boyacá, Arauca, Casanare, Meta, Vichada, Guaviare, Guainía, Vaupés. A partir del momento en el que se decide su expansión, esta unidad subversiva sería la que más crecería en todo el país, alcanzando a tener casi el 40 por ciento de los hombres de las Farc. Según las autoridades, en el 2002 llegó a tener 7 mil hombres armados con 36 frentes, 3 columnas móviles y 18 compañías móviles, lo que suma 57 estructuras. Hoy, este bloque está al mando de hombres clave del grupo subversivo como ‘Mauricio Jaramillo’, ‘Carlos Losada’ y ‘Romaña’.
Según el testimonio de ‘Martín Sombra’, una forma de preparar a los ‘mandos’ era a través de los llamados “cursos interfrente”. “Por ejemplo, está la escuela Hernando González Acosta en el Sumapaz que se llama ‘El hueco’. Allí se enseñaba inteligencia de combate, cartografía, explosivos, economía, filosofía, mineralogía, balística y conducción de tropas, donde se formaron los cuadros para comandar los frentes que iban a tener a cargo el plan estratégico”, dijo el guerrillero, conocido como el ‘carcelero de las Farc’.
Según este insurgente, el Bloque Oriental tuvo varias escuelas con diversas especialidades: “El Oriental se convierte en el limbo de todos los frentes, porque ahí estaba el reemplazante de escuadra, o sea ‘Tirofijo’. Los instructores éramos nosotros mismos, también se le daba a la vaina de ingeniería, hacer puentes, carreteras, casas, refugios para la guerras de posiciones y para la vaina de armamento pesado (…)”.
La Fiscalía documentó 15 acciones relevantes del Bloque Oriental entre 1990 y 2001, que incluyen toma a bases militares, asaltos a puestos de policía y secuestros. La investigación de las autoridades también recogió lo que reveló el informe “Basta Ya” de Memoria Histórica, en el que reconoce que “las Farc hicieron la apuesta políticamente más arriesgada en la segunda mitad de la década del 90, cuando decidieron retener a militares y secuestrar a políticos para forzar al gobierno a un canje por los guerrilleros presos en las cárceles”. Según este documento, en el caso de los secuestros por militancia política dejó un saldo de 912 víctimas.
Instrucciones para tomarse poblaciones
En esta imputación, la Fiscalía buscará demostrar que las tomas a El Billar, Caquetá (5 de mayo de 1998); Miraflores, Guaviare (3 de agosto de 1998); La Uribe (4 de agosto de 1998) y Puerto Rico (10 de julio de 1999) en el Meta; y La Arada, Tolima (7 de noviembre de 1998), hicieron parte de ese plan del Bloque Oriental para tomarse el poder.
Una de las pruebas es una cartilla titulada: ‘Orden abierto, Farc-EP’, donde hay un capítulo dedicado exclusivamente a la toma de pueblos y cerros. Con ella instruyeron detalladamente a sus hombres sobre el trabajo que debían hacer en materia de inteligencia e información sobre el ‘enemigo’. Además, dibujan croquis sobre los pueblos en donde ubican los cuarteles de policía y la distribución de la población civil.
Uno de los apartes citados en la cartilla y que fue mostrado en la audiencia de imputación a ‘Martín Sombra’ y sus hombres se lee: “Cuando un frente guerrillero se dispone a planear la toma de una cabecera municipal de gran importancia, lo primero y fundamental a tener en cuenta es la fuerza disponible”, y a renglón seguido recomienda que para el trabajo de inteligencia debe recopilarse información sobre “el terreno, el enemigo, la población civil, el tiempo y el clima”.
Llegan a tal punto de sugerir que este trabajo previo a las tomas deben hacerlo para “no caer en el aventurismo (que lleva a la acción ciega, negando a la investigación – la inteligencia – o los resultados de ella), ni en la pasividad (que niega la acción apoyándose en eltemor a lo desconocido)”.
En la inteligencia que hacían regularmente los milicianos había planos hasta de las casas de aquellos que manejaban el dinero del banco y de los que pretendían ajusticiar una vez se tomaran la población. Además, se tenía información detallada de los miembros de la Fuerza Pública como “costumbres, aficiones, rutinas, novias, roce social con la comunidad, grado de entrenamiento, armamento y transporte”.
Era tal el nivel de seguimiento, que la inteligencia que hacían no se remitía solamente a los miembros de la policía y el ejército, sino a la población civil, de la que averiguaban su filiación política y si colaboraban con las autoridades y los forasteros que llegaban, entre otros datos.
A la hora de tomarse un pueblo, el objetivo de los guerrilleros no sólo se centró en atacar a las Fuerzas Militares, sino que también las justificaban para “capturar a un millonario, para dar un golpe a un banco, para obtener drogas o vestuarios, para ajusticiar a ciertos elementos, para provocar un movimiento de tropas, para liberar presos nuestros, para un acto de propaganda, etc.”.
Manual para fabricar cilindros-bomba
Las Farc también empezaron a instruir a sus combatientes en la fabricación de armas no convencionales, como los famosos cilindros bombas y minas antipersonal, que serían utilizados de manera masiva en sus ataques a las poblaciones y cuarteles causando víctimas civiles y militares, y convirtiéndose en el medio más eficaz para hacer la guerra.
La columna Jacobo Arenas del Bloque Oriental elaboró un manual “para la fabricación de material de guerra”, como una forma económica de afrontar la guerra. Este incluía cómo se debían unir las piezas, el diámetro para el lanzamiento y su acondicionamiento. Estos explosivos, según el informe de la Fiscalía, eran de fabricación ecuatoriana, hechos en su mayoría con productos como el nitrato de amonio que se encontraba con facilidad en cualquier mercado.
Otro factor que influyó en la proliferación del uso de este material de guerra, fue que por su gran poder podían ser consideradas como armas de destrucción masiva. “Desde el punto de vista táctico subversivo, representa para estos un arma de gran importancia estratégica, dado que causan gran número de bajas en el enemigo, sin necesidad de exponer a los subversivos a una confrontación directa con la fuerza pública. Además, en caso de tener que hacerlo, les representa de entrada, una clara ventaja frente al poder de fuego de la tropa, la cual, al ser emboscada, generalmente es sorprendida, aturdida, disminuida y puesta en clara desventaja frente a los ataques subversivos”, dice el informe de la Fiscalía.
El Ente acusador también aseguró que el uso de estas armas no convencionales le permitió a la guerrilla atacar, con pocos hombres, las finanzas del Estado, con el objeto de debilitar su economía. Era una forma para presionar a la población civil a pagar extorsiones so pena de que estos atentaran contra sus bienes, con lo que lograron fortalecer sus finanzas. La Fiscalía citó como ejemplo los atentados contra la desaparecida tienda de videos Blockbuster y empresas de transporte urbano en Bogotá.
Toda esta estrategia de la guerrilla, liderada por el Bloque Oriental, se tradujo en 68 tomas a poblaciones documentadas por la Fiscalía, ocurridas entre 1991 y 2002. Sin embargo, faltan 60 más por documentar. De las cinco tomas en las que hoy se centran las autoridades, ‘Martín Sombra’ y los nueve guerrilleros de ese bloque que hoy están postulados a Justicia y Paz serán imputados por 321 homicidios y el desplazamiento de 134 familias. Además, de 100 desaparecidos y 336 secuestrados.