Tras la captura de este integrante de la Oficina de Envigado, las preguntas que surge son qué tan debilitada queda esa empresa criminal y en quién recaerá su “dirección”.
¿Qué tan débil quedó la ‘Oficina de Envigado’ tras la captura de Ericson Vargas Cardona, alias ‘Sebastián’, uno de sus jefes según las autoridades y por quien el Gobierno Nacional ofrecía una recompensa de dos mil millones de pesos?
En el operativo policial realizado por miembros de la Dijín no solo cayó el hombre sindicado de manejar todo el negocio del microtráfico de estupefacientes en Medellín y municipios aledaños; de tener bajo su control por lo menos ocho organizaciones delincuenciales integradas al narcotráfico que, a su vez, agrupan a más de 70 combos de once comunas de las dieciséis que tiene la ciudad; y de tener fuerte injerencia en otras actividades ilegales como el envío de cargamentos de cocaína a Estados Unidos y Europa, y manejar las jugosas rentas que deja la extorsión en la capital antioqueña.
También cayó el que puede ser considerado el último representante de una generación delincuencial que intentó mostrar, a sangre y fuego, su poder criminal para hacerse al mando de la ‘Oficina de Envigado’.
Nacido y criado en el barrio La Milagrosa, centro-oriente de Medellín, Ericson Vargas Cardona incursionó en la criminalidad junto a su hermano mayor Franklin Andrés, conocido con el alias de ‘Frank’, en una banda de jaladores de carros llamada ‘La 36’. Para esos primeros años de la década del noventa, ‘Eric’ y ‘Frank’, como se les conocía en buena parte de la comuna 9, ya se habían ganado un nombre como temidos sicarios y comenzaba a evidenciarse su poder de mando sobre bandas armadas de barrios como El Salvador, La Milagrosa, Miraflores y Buenos Aires.
“En esos años había que trabajar con ellos, eran los que mandaban ‘la parada’, porque se movían con gente muy dura que había trabajado con Pablo Escobar”, le contó a Verdadabierta.com un residente del barrio Miraflores, en la comuna 9 de Medellín, que por esos años conoció a los hermanos Vargas Cardona.
El mito de sus andanzas con antiguos lugartenientes del extinto capo del narcotráfico no era del todo falso. Mejor: era impreciso. En realidad, se trataba de integrantes de los llamados ‘Pepes’ (Perseguidos por Pablo Escobar), quienes, en su guerra sin cuartel, primero contra Pablo Escobar, y luego contra sus testaferros y aliados, reclutaron a los más sanguinarios sicarios del Valle de Aburrá, entre ellos a ‘Sebastián’ y a ‘Frank’.
Uno de estos reclutadores era Diego Fernando Murillo Bejarano, el ‘Ñato Berna’ como se le conocía por aquel entonces. Fue gracias a él que hombres como Leonardo Muñoz, alias ‘Douglas’; Hernán Darío Giraldo, alias ‘Cesarín’; Mauricio López Cardona, alias ‘Yiyo’; Maximiliano Bonilla Orozco, alias ‘Valenciano’; y Ericson Vargas, alias ‘Sebastián’, terminaron convertidos, cada uno en un momento histórico diferente, en las cabezas visibles de la ‘Oficina de Envigado’, estructura que ha manejado los hilos de la criminalidad en el Valle de Aburrá en las últimas dos décadas.
La generación de ‘Berna’
Pero, ¿cómo llegó alias ‘Sebastián’ a ser uno de los hombres a quien se le atribuye el mando de la ‘Oficina’? Para responder ese interrogante es necesario repasar la historia de una “guerra de baja intensidad” como bien podría denominarse lo que ha vivido Medellín en los últimos 20 años.
Tras la muerte de Pablo Escobar, Diego Fernando Murillo Bejarano y el reconocido dirigente deportivo Gustavo Upegui López se erigieron como los máximos jefes de la ‘Oficina de Envigado’, estructura creada por Escobar como especie de bolsa donde los narcotraficantes aseguraban sus envíos de cocaína a los Estados Unidos y de paso se resolvían problemas internos.
Bajo el mando de Murillo Bejarano y Upegui López, la llamada ‘Oficina’ no solo continuó con esta actividad sino que, además, se convirtió en una empresa criminal que manejaba desde el sicariato hasta el lavado de activos.
Pero la ‘Oficina’ no se habría convertido en la más importante oficina de cobro sicarial sino hubiera tenido entre sus filas a la temida banda La Terraza, una banda armada de la comuna 3 de Medellín que llegó a contar con más de 200 hombres. A esta banda delincuencial la ‘Oficina de Envigado’ le encomendó crímenes de gran envergadura que a su vez, fueron encargados por importantes jefes del paramilitarismo. Ejemplo de ello lo constituyen los asesinatos de los investigadores del Cinep, Elsa Alvarado y Mario Calderón, del periodista Jaime Garzón y del activista de derechos humanos Jesús María Valle, entre otros, todos ellos ordenados y pagados por Carlos Castaño Gil, vocero de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).
Pero la historia ha mostrado que las lealtades enel bajo mundo son efímeras. El propio ‘Don Berna’ ordenó el exterminio de los miembros de La Terraza y delegó semejante tarea, entre otros, a José Leonardo Muñoz López, alias ‘Douglas’, un sicario surgido del barrio Aranjuez, comuna 4 de Medellín, quien, con el paso de los años, se ganó la confianza de Murillo Bejarano. Alias ‘Douglas’ también tenía su mano derecha y en este caso era alias ‘Sebastián’.
La Terraza no solo fue exterminada, sino que la ‘Oficina de Envigado’ terminó convertida en la máxima instancia criminal y narcotraficante de la capital antioqueña, cuya hegemonía nadie ponía en duda. Su máximo líder, alias ‘Don Berna’, afincó de tal forma su poder que aglutinó en torno suyo a las bandas más peligrosas de la ciudad con las cuales emprendió un proyecto paramilitar que inicialmente se denominó Bloque Cacique Nutibara y luego de su desmovilización el 25 de noviembre de 2003 se convirtió en el Bloque Héroes de Granada, estructura que dejó sus armas el 1 de agosto de 2005 en el corregimiento Cristales, de San Roque, en el nordeste antioqueño.
Murillo Bejarano dejaba así su ropaje de narcotraficante para presentarse ante la opinión pública como inspector de las Auc. No fue el único miembro de la ‘Oficina de Envigado’ que terminó vestido de camuflado paramilitar. Daniel Mejía, alias ‘Danielito’; Carlos Mario Aguilar Echeverri, alias ‘Rogelio’; Hernán Darío Giraldo, alias ‘Cesarín’; y Mauricio López Cardona, alias ‘Yiyo’, entre otros “gatilleros” de esta estructura criminal, ostentaron su calidad de desmovilizados de las Auc.
El desangre de la ‘Oficina’
El asesinato del dirigente deportivo Gustavo Upeguí, ocurrido el 3 de julio de 2006, marcaría el inicio de una serie de vendettas entre sectores de la ‘Oficina’ cuyos efectos aún se sienten con fuerza en la capital antioqueña.
A la muerte de Upeguí le siguió la extraña desaparición a comienzos de 2007 de Daniel Mejía, alias ‘Danielito’, considerado el heredero natural del poder de ‘Don Berna’. La fragmentación de la poderosa ‘Oficina’ se acentuaría con la extradición del exjefe paramilitar a los Estados Unidos, en mayo de 2008, donde fue condenado a 32 años de prisión por narcotráfico.
Las autoridades de Policía señalaron entonces a Carlos Mario Aguilar, alias ‘Rogelio’, como el máximo jefe de la ‘Oficina de Envigado’, pese a figurar como directivo de la Corporación Democracia, una organización no gubernamental creada por los desmovilizados de los bloques Cacique Nutibara y a la cual se acogerían, dos años después, los reinsertados del Héroes de Granada.
Las sindicaciones de altos miembros de la Fuerza Pública, entre ellos el entonces director general de la Policía, Óscar Naranjo, se confirmarían en 2009, cuando el país se enteró que alias ‘Rogelio’ negociaba su entrega con las autoridades norteamericanas. Así, siguiendo la línea de mando, era el turno de alias ‘Douglas’, pero este fue capturado el 14 de abril de 2009, meses después de que el expresidente Álvaro Uribe exigiera su captura en un consejo comunitario.
A partir de esa captura, la ‘Oficina’ se quedó acéfala y llegaron entonces a reclamar su derecho al mando dos reconocidos sicarios de la organización: Ericson Vargas Cardona, alias ‘Sebastián’, y Maximiliano Bonilla Orozco, alias ‘Valenciano’. Las ambiciones de poder del uno y del otro los llevaron a enfrascarse en una guerra a muerte que disparó las estadísticas de homicidios a niveles que ya se creían superados en Medellín. En el año 2009, cuando fue más dura de esa confrontación las muertes violentas llegaron a 2.189, cuando un año atrás se cometieron 1.045. Las autoridades le atribuyeron a esa guerra cerca del 75% de los homicidios.
Quienes conocieron y padecieron esa nueva guerra urbana no dudan en afirmar que ‘Sebastián’ logró imponerse, tras dos años largos de confrontación, al poder económicode ‘Valenciano’ gracias a su ascendencia entre los miembros de los combos.
“Recuerdo que cuando iniciamos los contactos con las dos facciones en conflicto, logramos establecer algún nivel de conversaciones con alias ‘Sebastián’ y siempre se mostró como una persona respetuosa, cordial, educada. Claro está que en estas circunstancias, el peor de los criminales se muestra así, pero lo que establecimos con gente del conflicto que trabajaba para él era que ‘Sebastián’ era una persona ‘cordial’, si se quiere, con los de su bando”, relató a Verdadabierta.com un hombre que participó en las negociaciones entre estos dos hombres de la ‘Oficina’ y que derivó en la famosa tregua que vivió Medellín durante la realización de los Juegos Suramericanos, en abril de 2010.
Alias ‘Valenciano’ sería capturado en Venezuela el 28 de noviembre de
2011 y posteriormente extraditado a los Estados Unidos. La misma suerte
correrá alias ‘Sebastián’.
La era ‘Sebastián’ y los ‘Urabeños’
Según el comandante de la Policía Metropolitana del Valle de Aburrá, brigadier general Yesid Vásquez, alias ‘Sebastián’ tenía bajo su control todo el negocio del microtráfico en Medellín, aunque también las autoridades tienen conocimiento de su participación en el envío de cargamentos de cocaína al extranjero.
Su estructura era la responsable de abastecer las más de 800 plazas de vicio que la Policía estima existen en la capital antioqueña. Cálculos no oficiales apuntan a que este negocio puede mover más de dos mil millones de pesos al mes. A esta cifra también hay que agregarle las rentas provenientes de la extorsión al transporte y al comercio. Bajo su mando podrían estar más de 1.200 integrantes de bandas y combos de Medellín, Itagüí y Bello.
Pero su ‘reinado’ criminal fue relativamente corto. Previo a su caída, las autoridades de Policía habían capturado, el 23 de julio pasado, a Dairon Alberto Muñoz Torres, alias ‘El Indio’, quien se inició como un sicario ‘a sangre fría’ que fue escalando posiciones en la estructura criminal hasta terminar convertido en el segundo hombre en importancia al interior de la ‘Oficina de Envigado’, con poder de mando sobre temidas bandas como ‘El Trianón’.
En mayo pasado, mientras se refugiaba en una finca del municipio de Rionegro, Oriente antioqueño, efectivos policiales dieron con el paradero de Alberto Isaza Sánchez, alias ‘Beto’, desmovilizado del bloque Cacique Nutibara de las Auc y mano derecha de alias ‘Sebastián’. Y en febrero de este año, miembros de la Policía capturaron a su hermano Franklin Andrés Vargas Cardona, ‘Frank’, con quien ‘Sebastián se inició en la criminalidad.
Lo anterior ha llevado a funcionarios de la Administración Municipal a declarar el principio del fin de la ‘Oficina de Envigado’. “La captura de alias ‘Sebastián’ incidirá aún más en la significativa reducción de los homicidios que venimos experimentando en la ciudad”, señaló el secretario de Seguridad de Medellín, Eduardo Rojas León. Pero otra opinión tiene el director de la Corporación Nuevo Arco Iris, León Valencia: “estas estructuras tienen una capacidad de reciclarse, de readaptarse, que es difícil pensar en el fin de la ‘Oficina’. Se trata de un golpe contundente, pero con esto no se va a acabar la estructura”.
La apreciación es compartida por el activista de derechos humanos, Fernando Quijano, quien dijo que si bien se trata de un golpe importante, este no significa el fin de las actividades criminales de ‘La Oficina’. “Sebastián’ ya venía debilitado, se podría decir que ya ‘estaba de salida’. Incluso me atrevería a decir que venían otras personas a pelearse el puesto de ‘Sebastián”, advirtió Quijano.
Este activista hace referencia a los alias de ‘Mateo’, ‘Luifer’, ‘Fredy Colas’, ‘Pichi’ y Barney’, estos dos últimos sindicados de ser los autores intelectuales del asesinato de dos policías adscritos a la Dirección Antinarcóticos de la Policía (Diran), ocurrido el 12 de julio de este año en Medellín.
Carlos Arcila, coordinador de la Mesa de Derechos Humanos de la Comuna 6, también advirtió sobre el poder que pueden adquirir ahora varios de los llamados lugartenientes de ‘Sebastián’ como son alias ‘Soto’ y alias ‘Ferney’: “El primero maneja todas las bandas, las vacunas y las plazas del sector del 12 de Octubre, Santander, Castilla. Mientras que el segundo está muy fuerte en la parte alta de la comuna 6 (Noroccidente de Medellín)”.
A estos nombres también, hay que agregar, de acuerdo con Valencia y Quijano, el de Henry de Jesús López, alias ‘Mi Sangre’, integrante de la banda criminal ‘Los Urabeños’ y señalado por las autoridades de manejar todo lo relacionado con el narcotráfico en Antioquia. “Los Urabeños vienen por Medellín, por lo estratégicos que resulta para ellos. Lo que hay que ver es si los miembros que quedan de la ‘Oficina’ negociarán o se enfrascarán en una guerra”, advirtió Quijano.
La historia de los últimos 20 años lleva a mirar dos escenarios más allá de la captura de alias ´Sebastián’: la repetición de un nuevo ciclo de reacomodamiento violento con nuevos nombres o, desde una perspectiva más optimista, el fin de un emporio criminal y su desarticulación total. Sólo el tiempo mostrará el escenario real.