Hombres de camuflado y encapuchados mataron a 12 personas, entre ellos cinco niños menores de 10 años. Por ahora, las autoridades descartan que hayan sido las Farc.
Por ahora, las hipótesis conducen a descartar que las Farc fueron las responsables de la masacre de 12 indígenas awá en Nariño. Foto: Unidad Indígena del Pueblo Awá (Unipa) |
Los indígenas Awá de Nariño vivieron en la mañana de este miércoles un nuevo episodio de terror. A las cinco de la mañana, un grupo de hombres armados, encapuchados y vestidos con prendas militares llegó caminando al resguardo Gran Rosario, ubicado en la vía que comunica a Pasto y Tumaco.
Los encapuchados ingresaron a una casa y comenzaron a disparar. En el suelo quedaron muertas 12 personas, entre las que se encuentran cinco niños indígenas, uno de ocho meses y los otros, menores de 10 años. Entre los adultos, está Tulia García, otra mujer y cinco hombres. Todos eran parientes y estaban alojados en aquella vivienda.
Tulia había presenciado la muerte de su esposo, Gonzalo Rodríguez, el pasado 23 de mayo. Ella denunció que ese día, a las 8 de la mañana, iba con su marido por un camino de trocha cuando se les atravesaron varios hombres uniformados, armados, portando brazaletes amarillos y pañoletas negras que les cubrían la cara y sólo les dejaban descubiertos los ojos.
Tulia denunció que esos hombres detuvieron a Gonzalo y se lo llevaron y que luego ella escuchó unos disparos. Cuando quiso ir a buscar a su esposo, según contó, los hombres se lo impidieron y uno de ellos le dijo que estuviera tranquila, que no habían disparado contra Gonzalo, y que más bien tomara el camino hacia la vía Pasto-Tumaco que por ahí encontraría a su marido.
En efecto, lo encontró sentado, pero con su cuerpo encorvado. Estaba muerto, con varios disparos que le dejaron la cabeza destruida. Los uniformados sacaron el cadáver en una camilla. El gobernador del resguardo les pidió que entregaran el cuerpo, pero los hombres se negaron y lo trasladaron a Tumaco. Allá, la viuda debió reclamarlo en la Fiscalía.
Tulia denunció que tenía la impresión de que esos hombres de camuflado que mataron a su esposo eran del Ejército. Entonces empezó a insistir en que la muerte de su esposo fue un falso positivo, según le dijo a Semana.com una fuente que conoció su testimonio.
Ahora, los violentos fueron por ella y varios integrantes de su familia. Del sitio donde ocurrió la masacre alcanzaron a huir tres indígenas. Dos son menores de edad que están heridos. Uno de ellos es el hijo del gobernador del resguardo, Luis Rodríguez. El muchacho había sufrido un atentado hace poco y había salido de la zona, pero volvió recientemente.
El gobernador de Nariño, Antonio Navarro, le dijo a Semana.com que el gobierno nacional ofreció una recompensa de 100 millones de pesos para quien dé información que permita encontrar a los responsables de esta masacre. La gobernación ofreció otros 30 millones y suspendió un baile que se tenía programado para este sábado “porque estamos de luto”, dijo Navarro.
En febrero de este año, las Farc habían masacrado en el resguardo Tortugaña-Telembí a 11 indígenas, entre los que había dos mujeres en embarazo. Los awá, asumiendo riesgos y armados sólo con sus bastones y su dignidad, ingresaron a la zona minada para buscar los cadáveres.
Las autoridades están manejando dos grandes hipótesis sobre las causas de la nueva masacre. Una apunta hacia la denuncia del supuesto falso positivo en que venía insistiendo Tulia. La otra es que algunos indígenas masacrados este miércoles vieron cómo encapuchados de un grupo armado mataron a otras dos personas en esa misma zona y posiblemente mataron a los testigos para eliminar evidencias. Sin embargo, las investigaciones apenas están empezando.
“En esta zona opera la columna móvil Daniel Aldana de las Farc y bandas criminales al servicio del narcotráfico”, dijo a Semana.com el coronel José David Vásquez, oficial de enlace para asuntos indígenas en Nariño minutos después de que se diera a conocer el hecho. En ese momento las autoridades no habían llegado aún al sitio de la masacre.
Por lo pronto, las autoridades indígenas de la zona descartan que los responsables hayan sido guerrilleros de las Farc y sospechan más de otros ejércitos que también rondan por allí.
Este tipo de historias se han vuelto frecuentes en Nariño, que se ha convertido en un verdadero escenario de guerra donde disparan a toda hora guerrillas, paramilitares y bandas al servicio del narcotráfico que se disputan el control de los cultivos de coca y la salida al Pacífico.
“El Ejército y la Policía deben velar que éstos grupos no tengan éxito, pero a veces sus miembros también caen en la corrupción y terminan trabajando para un lado u otro, o apelan a la violencia contra la población civil como método desesperado de combate”, dijo Semana.com en el artículo ‘Nariño se desangra’, donde hizo un panorama del conflicto que vive este departamento.
Tumaco, particularmente, viene sufriendo a montones como consecuencia del narcotráfico. Así lo relató Semana.com en ‘El ‘tsunami’ de Tumaco’.
Publicado en Semana.com