Cuando gozaba de los beneficios de la casa por cárcel, murió baleado en zona semirrural de La Estrella, al sur de Medellín. Las autoridades nada saben de los responsables de este crimen que dejará, en parte, inconclusa la verdadera historia de la masacre de El Aro.
Francisco Enrique Villalba Hernández, alias Cristian Barreto, un mando medio de las autodefensas que participó en la masacre de El Aro, murió baleado en una zona semirrural, zona a la que había llegado, en silencio, luego de que un juez de Ejecución de Penas le concediera el beneficio de la casa por cárcel.
Villalba Hernández, un hombre, de 37 años, de pocas palabras, de origen campesino y con un extenso prontuario por su participación durante varios años como miembro de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), fue el primero que empezó a develar los excesos cometidos por los paramilitares en la incursión a este corregimiento de Ituango, Norte antioqueño.
Su muerte que, hoy es un misterio para las autoridades en el Valle de Aburrá, pues apenas iniciaron las primeras investigaciones, dejará inconclusa parte de la labor de esclarecimiento de ese y otros hechos delictivos atribuidos a los bloques que comandó Salvatore Mancuso, extraditado a Estados Unidos.
Villalba Hernández, quien se ganó la confianzade Mancuso y lo siguió en su periplo criminal por varias regiones del país, entre ellas Antioquia, confesó que agobiado por las pesadillas y por los gritos de las víctimas que le retumbaban en la cabeza cada vez que cerraba los ojos decidió entregarse a las autoridades en febrero de 1998; es decir, tres meses después ocurrida la masacre de El Aro.
Durante cinco ocho, del 22 al 30 de octubre de 1997, hombres de las autodefensas iniciaron un recorrido de muerte por una de las pendientes que sube al nudo de Paramillo, ordenados por Mancuso y Carlos Castaño Gil y con la misión de erradicar a las Farc de esa zona, un estratégico corredor natural estratégico, infestado de cultivos de hoja de coca.
Alias Cristian Barreto confesó ante el juez que cuando arribaron al Aro, luego de varios días de camino sobre el cual ya habían dejado varios cadáveres regados en el camino, degolló a una guerrillera que se le enfrentó, pero en el expediente judicial este crimen nunca se pudo comprobar de forma oficial.
En ese recorrido, las autodefensas mataron a 17 personas, quemaron 42 de las 60 viviendas, se robaron 1.200 reses y forzaron a 702 habitantes a desplazarse al casco urbano del corregimiento Puerto Valdivia, de Valdivia, también en el norte de Antioquia.
Villalba Hernández, condenado a 37 años de prisión por un juez especializado de Antioquia, pagó casi nueve años de esa pena, la cual estaba en suspenso debido a su vinculación a la ley de Justicia y Paz, con la que empezó a colaborar revelando la ubicación de varias fosas comunes, donde estaban enterradas víctimas de las Auc y aclarando lo sucedido con masacres como la de El Aro.
Por esta matanza la justicia colombiana también condenó en ausencia a 40 años de prisión a Carlos Castaño y Salvatore Mancuso, como los determinadores o autores materiales, toda vez que planearon la masacre en una finca ubicada en zona rural del municipio de Tarazá, Bajo Cauca antioqueño.
El año pasado, Villalba, aseguró que el presidente Álvaro Uribe Vélez había tenido que ver con la Masacre del Aro, semanas después, se retractó: “Quiero pedirle perdón a usted, por haber mancillado su nombre y ponerlo en la palestra pública”, dijo Francisco Villalba Hernández en una carta que llegó a la Casa de Nariño desde el patio de Alta Seguridad de la cárcel Modelo de Bogotá, donde estaba recluido hace 10 años.
En esa oportunidad, Villalba acudió a la Fiscalía para contar lo que sabía de El Aro. Pero los datos y fechas que aportó no concordaban, al punto que cuando la Fiscalía le remitió su versión a la Corte, esta la desechó por considerar, primero, que no tenía competencia y, sobre todo, por dudas de credibilidad.
Aunque admitió después que había intentado salpicar al Gobierno, Villalba no explicó claramente cuáles fueron las razones de esa jugada ni las que lo llevaron a retractarse después. Sus afirmaciones en el caso de El Aro y del asesinato del periodista Jaime Garzón fueron enviados a varios expedientes e incluso estuvo en la Comisión de Acusación de la Cámara declarando sobre el presidente Uribe.