Esta célula insurgente ha sido una de las más fuertes en el campo militar, pero sus acciones se han reducido drásticamente y su comandante, alias ‘El Paisa’, lleva una semana en La Habana. ¿Qué impacto tiene todo eso en el ajedrez de la guerra y la paz?
La columna móvil Teófilo Forero es un cuerpo élite dentro del Bloque Oriental de las Farc. Es responsable en las últimas dos décadas de fuertes ataques contra la población civil, líderes políticos y la Fuerza Pública en diversas regiones, especialmente en el suroriente del país. Sus hombres han estado bajo la comandancia de Hernán Darío Velásquez, alias ‘El Paisa’, un experimentado guerrillero que hace una semana llegó a La Habana, Cuba, para sumarse al equipo negociador del grupo insurgente.
Desde que comenzaron los diálogos con el gobierno nacional, en octubre de 2012, en Oslo, Noruega, se sospechaba que este jefe guerrillero no se alinearía al Secretariado de las Farc, máxima instancia de dirección de los alzados en armas, pero su reciente traslado a la isla del Caribe permite pensar, según algunos analistas, que se avanza por buen camino en el proceso de negociación y que sus hombres más beligerantes estarían en sintonía con los diálogos.
Pero más allá de su comandante, la Teófilo Forero representa para las Fuerzas Militares una de las columnas móviles más sanguinarias en la historia reciente del país. Y de acuerdo con Teófilo Vásquez, investigador del Cinep y del Centro Nacional de Memoria Histórica, esa columna móvil es la precursora de todas las columnas móviles que se crearon en la década del noventa como cuerpos élites de la guerrilla para combatir de manera más eficaz y eficiente al Ejército. “Representa una de las transformaciones estratégicas más importantes de las Farc”, sostiene este estudioso del tema.
Fuentes del mapa: Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac), Fiscalía, Fundación Ideas para la Paz (FIP), Universidad Nacional y Ejército.
El investigador Carlos Medina en su libro “Farc-EP Flujos y reflujos: La guerra en las regiones” (Universidad Nacional, 2011), asegura que la tarea inicial de la Teófilo Forero, cuando se creó en 1993, fue proteger a los miembros del Secretariado, pero debido a cambios en la estrategia de seguridad de los jefes guerrilleros, esta columna móvil gana “una importante capacidad operativa, en tácticas de inteligencia, secuestros de importantes dignatarios entre personal administrativo del Estado, militares de alto rango, entre otros y, a su vez, generar una dinámica de crecimiento de esta fuerza; que la convierte en la estructura de las Farc más activa y contundente por la resonancia de sus acciones”.
Una vez consolidada, la Teófilo concentró sus operaciones en amplias zonas de los departamentos de Caquetá, Huila, Nariño y Putumayo; aunque, por su efectividad, realizó acciones en varias regiones del país. En la actualidad, esta columna móvil está conformada por las compañías Ayíber González y Wilfrido Castañeda, así como una red de apoyo, tanto urbana como rural, conformada por integrantes del llamado Partido Comunista Clandestino de Colombia (PC3). Su nombre es un homenaje al dirigente campesino Teófilo Forero, fundador de la Unión Patriótica, quien fue asesinado en Bogotá el 27 de febrero de 1989.
Según documentos de la Fiscalía, hasta el año 2002, la Teófilo Forero apoyó las incursiones armadas adelantadas por los bloques Sur y Oriental contra diferentes objetivos militares; luego alcanzó autonomía y se concentró en incrementar las finanzas de las Farc recurriendo al secuestro, robo de ganado y control a la producción de clorhidrato de cocaína. Para ese año, 500 hombres integraban esta columna móvil, la mayoría de ellos entrenados en los campamentos de las fuerzas especiales.
Sus acciones son consideradas osadas y milimétricamente planeadas. Muestra de ello es la toma del edificio Torres de Miraflores, en Neiva, el 26 de julio de 2001, de donde secuestraron por lo menos a 15 personas, entre ellas a Gloria Polanco, esposa del exgobernador del Huila, Jaime Lozada.
El país también se escandalizó con el asesinato del líder político Diego Turbay Cote, su madre y cinco personas más perpetrado el 29 de diciembre de 2000 en la carretera que de Puerto Rico, Meta, conduce a Florencia, Caquetá. Los cuerpos quedaron esparcidos en la vía.
La Teófilo también sorprendió al país con el secuestro del entonces congresista Jorge Géchem, ocurrido el 20 de febrero de 2002. Para lograrlo, obligaron a aterrizar el avión en el que viajaba, de la aerolínea Aires, en una carretera del Huila, previamente preparada para esa operación. Esta acción puso punto final a los diálogos con las Farc que adelantaba el gobierno del entonces presidente Andrés Pastrana (1998-2002).
A todo ello se suma el ataque con carrobomba contra el Club El Nogal, de Bogotá; los dos atentados contra el expresidente, y ahora senador, Álvaro Uribe Vélez; y el perpetrado contra el exministro Fernando Londoño en plena vía pública de la capital de la República.
Alejada de las comunidades
De acuerdo con Vásquez, una de las características de la columna móvil Teófilo Forero es que, dada la envergadura de sus tareas militares, no tuvo estrategias sociales para acercarse a las comunidades en aquellas zonas donde hacía presencia, como sí lo hicieron otros frentes guerrilleros, que ejercen control social y político en sus áreas de operaciones.
“No querían hacer un trabajo de masas y no lo necesitaban más allá de las relaciones con la gente para moverse con seguridad”, como explica una fuente que pidió la reserva de su nombre.
Dado que sus acciones eran netamente militares, éstas comenzaron a reducirse notoriamente una vez comenzaron los diálogos entre las Farc y el gobierno nacional, hace ya más de tres años, por dos razones fundamentales: de un lado, por las treguas unilaterales decretadas por las Farc, la última de ellas desde el 20 de julio de 2015, que aún está en vigencia.
De otro lado, a los golpes que le ha dado la Fuerza Pública, particularmente en desarrollo del llamado Plan Patriota, que unió al Ejército, la Armada, la Fuerza Aérea y la Policía en la Fuerza de Tarea Omega con un objetivo común: debilitar a las Farc en los departamentos de Meta, Caquetá, Guaviare y Putumayo.
Muy pronto las Farc, especialmente el Bloque Sur, tuvieron “fuertes reveses militares que obligó a la organización a replegarse y a redefinir sus formas organizativas y operativas para ajustarse a la nueva dinámica de la guerra”, explica Medina en su investigación.
De acuerdo con investigaciones de la Fiscalía, en 2002 el Bloque Sur tenía por lo menos 2.000 hombres armados; para el 2005, solo un año después del Plan Patriota, esta cifra había descendido a 1.600.
Las Fuerzas Militares pusieron en marcha el plan de guerra conocido como Espada de Honor, que creó la Fuerza de Tarea Conjunta Júpiter, compuesta por más de 9.500 hombres encargados de dar de baja a los comandantes de las guerrillas y las bandas criminales. Desde entonces, alias ‘El Paisa’ se convirtió en el objetivo principal de esta unidad militar.
Un estudio de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), sobre el conflicto armado en Caquetá y Putumayo, divulgado en junio de 2014, registra que las acciones de la Fuerza de Tarea Júpiter, creada en noviembre de 2013, obligaron a ‘El Paisa’ “a replegarse desde el sector Balsillas en San Vicente del Caguán hacia los municipios de Puerto Rico, El Doncello, El Paujil y La Montañita; algunas versiones incluso aseguran que hacia abril de 2014 habría pasado por el departamento de Putumayo para refugiarse en Ecuador”, dejando la dirección de la Teófilo bajo la responsabilidad de alias ‘Camilo el Argentino’, de quién se desconoce su ubicación actual.
Las acciones de la Fuerza Pública también ocasionaron la muerte en combate de Marly Yurley Capera, alias ‘La Pilosa’, compañera sentimental de ‘El Paisa’; y la captura de Carlos Andrés Bustos, alias ‘Richard’, segundo al mando de la compañía ‘Ayíber Gonzales’.
Cifras del Ministerio de Defensa indican que, en 2015, cada tres días se presentó una acción contra la columna móvil Teófilo Forero. A diciembre de ese año, las operaciones militares arrojaron un balance de 21 capturados y más de 25 desmovilizados.
Más allá de esas muertes en combate, de las capturas y de las desmovilizaciones, otra señal del aparente ocaso militar de la Teófilo es su presencia territorial. Si bien nunca estuvo arraigada en algún municipio en especial, en los 90 y principios del 2000, los hombres bajo el mando de ‘El Paisa’ ocupaban el casco urbano de Puerto Rico, Caquetá, y volaban con regularidad el puente de la vía que lleva de ese municipio a San Vicente del Caguán y a la Florencia.
Además, constantemente asestaban golpes en el pie de monte como lo hicieron en los municipios huilenses de Rivera y Algeciras. “Ahora están replegados en la alta y medio Cordillera Central y desde Uribe no han podido hacer lo mismo. En esos momentos por los golpes militares y ahora, con Santos, por las expectativas de paz”, explica Vásquez.
En efecto, las acciones de esta estructura subversiva se redujeron en un 90% desde que se decretó el primer cese unilateral por parte de las Farc en noviembre de 2012, según datos del Centro de Recursos para el Análisis de Conflictos (Cerac).
¿Qué esperan las víctimas?
Las acciones militares de la ‘Teófilo’ ha dejado cientos de víctimas en diversas regiones del país. Ahora, con el proceso de paz en marcha, y la llegada de ‘El Paisa’ a La Habana, todas ellas exigen conocer la verdad de lo ocurrido, pues aseguran que detrás de esas operaciones hay autores intelectuales que no han sido develados.
“Así como hay fotos de las tragedias, debe haber fotos del perdón y de la reconciliación, hecho que servirá al proceso y será educativo para el país, para lo historia y las generaciones que vienen”, afirma Marta Amorocho, víctima del atentado contra el club El Nogal.
Al respecto, Berta Lucia Fries, quien duró ocho años en recuperación tras el carrobomba que sacudió el exclusivo club, asegura que se debe generar un diálogo con las Farc para ver los valores y comportamientos que van a tener luego de dejar las armas: “No nos van a devolver a los hijos o familiares, pero nos merecemos, tanto los hijos o nietos de ellos como nosotros, vivir en un aire diferente”.
Frente a ‘El paisa’, las víctimas señalan que su llegada a La Habana podría contribuir a destrabar el proceso en lo que respecta a la dejación de armas y las garantías de seguridad y, asimismo, “debe ayudar a destrabar el proceso judicial que se inició en contra del Estado tras el atentado, hubo información por parte de desmovilizados y testigos que se había alertado a la Fiscalía de la acción y no se hizo nada”, puntualiza Fries.
El camino violento hasta la masacre de concejales en Puerto Rico
A ellas se suman, las víctimas de las masacres de los concejales de Puerto Rico, Caquetá, perpetrada el 21 de mayo de 2005, y de Rivera, Huila, ocurrida el 27 de febrero de 2006, quienes han pedido un acto de perdón público no solo para ellos sino para las cerca de 8 mil víctimas que ha dejado esta columna móvil.
Detrás, ‘El Paisa’
Hernán Darío Velásquez, alias ‘El Paisa’, ha estado en la mayoría de las acciones militares de la Teófilo desde su creación en 1993. La efectividad de sus estrategias de guerra, le hicieron ganar respeto en la guerrilla y fuera de ella. Por todo ello, según Vásquez, su llegada a La Habana “es un mensaje a las tropas que un hombre que ha ganado en lo militar también tiene voluntad de desmovilización”.
Asimismo, integrarse al equipo negociador parece que derrumba el mito de que ‘El Paisa’ sería uno de los disidentes en una eventual desmovilización de las Farc. “Al contrario. Con todo lo militar que es, más su bajo compromiso en el narcotráfico, en los cultivos de coca o la producción de pasta básica de coca, era uno de los candidatos a la asistencia del acuerdo”, sostiene el investigador.
Así lo ratifica el informe de la FIP ya citado, que señala ‘El Paisa’ manifestó su voluntad de participar en los diálogos de paz ante las constantes presiones por parte de la Fuerza Pública. “Según interpretaciones de actores en la zona, su salida hacia a Ecuador tendría que ver con una eventual posibilidad de movilizarse desde este país hacia La Habana”, asevera el documento de este centro de investigación.
Poner a ‘El Paisa’ en el ajedrez de la guerra y la paz demuestra la cohesión de las Farc. Y, pese a las críticas, refleja las decisiones que el gobierno está dispuesto a tomar al permitir su presencia en la mesa de negociaciones, donde se verá, cara a cara, con el general Javier Flórez, quien lo persiguió durante varios años por las selvas del suroriente del país.