Reclutamiento de menores en La Macarena

Raspar hoja de coca o sumarse a las filas de las disidencias de las Farc son las únicas opciones de futuro para muchas niñas, niños y adolescentes del Parque Nacional Natural Sierra de La Macarena.

Muchas de estas comunidades están asentadas en lo que se conoce como “región del Guayabero”, las incursiones militares y el estruendo de las bombas en departamentos cercanos son el único rastro de la presencia del Estado allí.

Uno de los episodios que reveló la gravedad de lo que pasa en la región del río Guayabero fue el bombardeo en el que murió Danna Liseth Montilla Marmolejo, de 16 años de edad, a comienzos de 2021.

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El límite natural entre los departamentos de Meta y Guaviare es el río Guayabero. Las comunidades de esta región, durante décadas, han sido marginadas por el Estado. Años en los que la guerrilla de las Farc fue el Estado. Una de estas comunidades es Nueva Colombia.

Desde la década de los 60, hasta esa región del sur del Meta habían llegado centenares de familias desplazadas por la violencia y el desamparo estatal, y que soñaban, por encima de cualquier cosa, con tener un pedazo de tierra para trabajar.

El 1 de septiembre de 1989, el Ministerio de Agricultura expidió el Decreto 1989 mediante el cual se constituyó el Parque Nacional Natural Sierra de la Macarena. Decisión que se tomó sin tener en cuenta a las familias que vivían allí de tiempo atrás.

Pocas semanas después de que Farc y Gobierno firmaran el Acuerdo de Paz en el Teatro Colón de Bogotá en noviembre de 2016, ‘Gentil Duarte’ dio un paso al costado y siguió en armas. Las disidencias mantuvieron el reclutamiento forzado de menores para la guerra.

Esas son las palabras con las que comúnmente empieza la historia de un menor de edad en las filas de un grupo armado ilegal en la región del Guayabero.

“Yo me voy a trabajar para otra vereda”

—Ronnal Echeverry, expresidente de la Junta de Acción Comunal de la vereda Nueva Colombia.

“Nosotros como padres en realidad no sabemos para dónde se van nuestros hijos”

Por las pocas oportunidades, muchos menores, desde temprana edad, se vinculan a la siembra y recolección de hoja de coca. Otros, continúan sus anhelos de mejorar su situación vinculándose a las disidencias de las FARC.

dice Martín*, de 12 años de edad. Al día logra hacer 24 mil pesos recolectando cuatro arrobas de hoja de coca.

“En este mes de diciembre me estoy yendo a raspar para ganarme unos pesitos e irme pa’ fuera (de Nueva Colombia)”

Una frase que suelen repetir varios de los padres de familia de esta comunidad. 

“Yo nunca en la región del río Guayabero —dice Ronnal Echeverry, representante legal de Ascatragua— he escuchado que se lleven a alguien a las malas, quiero ser muy claro en ese tema”

“La vinculación de un niño o una niña a un grupo armado por reclutamiento o por uso, es un delito. Voluntario o no, es un delito”.

—Julia Castellanos, encargada del Observatorio de Niñez y Conflicto Armado de la Coalición contra la vinculación de niños, niñas y jóvenes al conflicto armado en Colombia (COALICO).

 “No solamente son las balas las que solucionan las cosas”

En este parque nacional, las comunidades sienten que viven en una Colombia sin derechos y por eso piden que el gobierno no solo mande tropas, sino educación.

—labriego de Puerto Cachicamo (Guayabero).

Mientras tanto, los niños de Nueva Colombia siguen enseñando el cementerio a quien llega a esa comunidad y se preguntan si deben o no cambiar los vasos de agua amarillenta que reposan sobre las tumbas de los jóvenes que se llevó la guerra.