La Jurisdicción Especial para la Paz (JEP) y la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad (CEV) propiciaron espacios en los que familiares de víctimas y perpetradores hablaron sin barreras de lo sucedido en la guerra y reconocieron su responsabilidad en esos hechos.
Uno de los encuentros más emotivos ocurrió en la plaza principal de municipio de Soacha, en Cundinamarca. Allí, tres exintegrantes del Ejército explicaron las razones por las que asesinaron a civiles inermes que hicieron pasar por guerrilleros.
En la presentación previa, Ariel Sánchez Meertens, antropólogo analista de la JEP, dijo que “el reconocimiento es también, entonces, la verdad hecha memoria”. A la cita acudieron voceros de 13 familias víctimas.
La selección del sitio del encuentro fue simbólica. En 2008, por lo menos 19 jóvenes fueron llevados con engaños a la ciudad de Ocaña, Norte de Santander, bajo la promesa de trabajo, pero fueron asesinados por miembros del Ejército.
También asistieron representantes de organizaciones defensoras de derechos humanos para escuchar las versiones de quienes perpetraron esos homicidios con el fin de satisfacer las exigencias de resultados de sus superiores y acceder a bonificaciones salariales y permisos.
"Yo no fui un asesino toda mi vida. Y téngalo por seguro que es lo más doloroso sentarse al frente de un par de viejos —las madres y padres de los jóvenes ejecutados extrajudicialmente— que uno los mata en vida”—Militar autor de ejecuciones extrajudiciales.
Las familias resaltaron el valor de este encuentro, pues los exmiembros de la Fuerza Pública “limpiaron la memoria de nuestros familiares, con nombre propio, leyendo a cada uno de ellos, y aclarando que no eran guerrilleros”.
Una experta en el tema explicó: “Tiene un sentido de que las dos partes puedan escucharse. Que los responsables escuchando a las víctimas y la expresión de su dolor puedan dar respuesta a esa demanda de reconocer el daño causado, reconocer el dolor provocado”.
Si bien la esperanza de las familias era ver a los altos mandos del Ejército que tuvieron responsabilidad en la comisión de los crímenes, destacaron que “escuchar y reconocer de ellos que sí existía un aparato criminal en el Ejército es bastante positivo”.