Campesinos contra la deforestación

Foto: Maximilian Wegele.

Los dilemas entre la necesidad campesina y el medio ambiente abundan por montón y lo que piden centenares de familias del Cartagena del Chairá es que no las señalen de deforestadores sin antes conocer sus carencias.

“Uno siembra un cultivo, por ejemplo plátano o yuca, pero es para el consumo de uno porque no hay empresas o algo así que compren los artículos. El transporte es carísimo y la comida, como plátano, llega en mal estado a la cabecera municipal”.

—Leoncio Montaña, campesino de la vereda Las Quillas

La comunidad de Las Quillas, formada por 18 familias pobres, la mayoría no posee títulos del suelo en el que habita, deforestan entre una o dos hectáreas al año para mantener vacas y sostenerse de la ganadería.

Vídeo: Alexander Fritz.

Haciéndole frente al difícil suelo amazónico, al conflicto armado, al lugar que se ha hecho la ganadería extensiva en la región y a los cultivos de uso ilícito, algunas familias campesinas han emprendido acciones para frenar la deforestación. 

Video: Karolina Grabowska.

Como lo pretendió a finales de la década de los años ochenta Giacinto Franzoi, “el padre Jacinto”. En Remolino del Caguán, le propuso a los campesinos sustituir la hoja de coca por siembra de cacao y exportar chocolates bajo el nombre de ‘Chocaguán’. 

Baudilio Endo, de 58 años, hace 38 años llegó al Bajo Caguán tras la coca. Dejó los cultivos ilícitos por la ganadería. Hoy, al tener títulos sobre su tierra y contar con proyectos de conservación forestal, hace casi 10 años que no deforesta.

Más campesinos tienen esa intención. Desde 2020, la organización campesina ACAICONUCACHA le apuesta a trabajar con el Instituto Sinchi en 16 veredas y por lo menos 600 asociados que quieren apostarle a la idea de la “finca modelo”.

Se trata de terrenos tecnificados que se trabajen bajo una producción sostenible, en donde se cultive pancoger y algunos productos para comercializar, se tenga unas cuantas vacas y otros animales y se reforeste sembrando árboles nativos.

Dentro de ese proyecto se iba a crear una planta procesadora del fruto de la palma de Canangucha o Moriche, una especie amazónica cultivada en la región caqueteña. Aunque se terminó de construir, no está funcionando. La maquinaria está cubierta de polvo.

La comunidad explica que el Instituto SINCHI nunca entregó las instalaciones con los ajustes finales y no hubo un acompañamiento para continuar con el proyecto en la fase productiva.

Según Emilio Rodríguez, investigador de la FCDS, para que este tipo de proyectos funcione deben ser concebidos de manera diferenciada para un mercado específico.

“Quien produce una miel de abejas hecha en el Bajo Caguán, asociada a la protección del bosque que colinda y protege al Chiribiquete, es algo que tiene un mercado diferente y que debe venderse de una forma diferente y a un público objetivo diferente.

Varios aros azules
Hojas amarillas
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La Fundación para la Conservación y el Desarrollo Sostenible (FCDS) le muestra a las comunidades cómo la forestería comunitaria les ayudaría a desarrollar, en parte, lo que ellos establecieron como la “finca modelo”. A esa propuesta se han sumado 90 familias.

Al respecto, Rafael Rodríguez, desde su finca en la profundidad del Bajo Caguán, considera que este tipo de propuestas son una buena alternativa para campesinos como él, que tienen deforestadas entre 30 o 40 hectáreas, parar la tumba de árboles y reforestar.