#ResistiendoEnCuarentena. Abrimos este espacio para que víctimas y comunidades afectadas por el conflicto armado cuenten cuáles son sus necesidades y cómo lidian con la pandemia del nuevo coronavirus.

Por: Wilmer Camacho Viuche, líder campesino, vocero núcleo de Unión Peneya

Desde nuestra fundación como inspección de policía del municipio de La Montañita0, Caquetá, creada mediante la resolución 0560 del 25 de abril de 1972, nuestra población siempre ha estado entre la espada y la pared: por nuestro caserío y nuestras veredas hemos visto como pasa la maldita guerra y nos arrebata la vida y la esperanza.

Nuestra historia ha estado marcada por el abandono del Estado, las intensas confrontaciones armadas, los cultivos de uso ilícito y la constante estigmatización por parte de los integrantes de la Fuerza Pública y por funcionarios del Estado.

En el año 2009 recibimos el XI Premio Nacional de Paz por ser un ejemplo de paz y por lograr reconstruir lo que habíamos perdido en la noche del 3 de enero de 2004, cuando los habitantes de la Unión Peneya abandonamos nuestras casas por temor a las represalias y por la estigmatización sistemática de ser considerados como el “bastión de las Farc-Ep” y por los crecientes anuncios de la llegada de los paramilitares a nuestro caserío, sumado a la tortura y asesinatos de ‘Nachito’ el dueño de la droguería DROGAS NACHO y Édgar García ‘El Yulo’, habitantes reconocidos por nuestra comunidad ocho días antes del desembarco de tropas del Ejército Nacional.

Esa noche se escuchaban el sonido de los helicópteros retumbar por nuestro caserío y esto agitó el miedo e hizo que corriéramos, abandonando nuestros hogares para resguardar nuestras vidas.

Este desplazamiento, además de perder todas las cosas materiales que construimos con tanto esfuerzo durante tantos años, nos llevó a ser presas fáciles de los ‘falsos positivos’ que se incrementaron en nuestra región, puesto que los militares nos miraron siempre como auxiliadores o guerrilleros. Esta situación generó que en este lapso de tiempo se incrementaran aún más desplazamientos, esta vez no a las veredas de la inspección sino a otros municipios y departamentos.

Pese a que logramos retornar el 27 de enero de 2007 y a la firma del Acuerdo de Paz entre el gobierno colombiano y las Farc-Ep, nuestra vida cotidiana sigue marcada por la estigmatización y el olvido estatal. Ante esta cruel realidad, hemos tenido que organizarnos autónomamente para poder subsistir y resolver nuestros problemas de tipo económico y social. El organizarnos nos ha permitido mejorar en alguna medida nuestra infraestructura vial, nuestras escuelas y demás necesidades por cuenta propia.

Hoy, en el marco del aislamiento y la cuarentena decretada por el gobierno nacional para enfrentar el COVID-19, hemos decidido una vez más tomar medidas de autoprotección.  Entre ellas están el restringir el ingreso de personas provenientes de otros municipios, toda vez que contamos con un único centro de salud que no cuenta con la infraestructura, ni con una Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), ni con recursos para albergar nuestros posibles enfermos por el nuevo coronavirus.

Con gran esfuerzo recolectamos presupuesto, producto de las mingas de los pobladores de la región, quienes hemos instalado un puesto de control y desinfección a la entrada de nuestra localidad, como también adoptamos el protocolo designado por la Organización Mundial de la Salud para la contención del COVID-19, esto con la finalidad de evitar que nuestros pobladores resulten afectados por esta pandemia, toda vez que no ha sido posible que la institucionalidad nos haga un aporte que nos permita contar con herramientas o artículos de desinfección.

Sólo hemos encontrado por parte del gobierno municipal el rechazo a nuestras medidas y consigo la estigmatización y el señalamiento por parte del señor alcalde municipal contra los dirigentes sociales de estar aliados con “fuerzas oscuras”, que ponen en riesgo latente la vida de los dirigentes sociales de nuestra inspección.

Asimismo, vemos con total indignación como procede el gobierno nacional a través de tropas del Ejército en la erradicación manual de cultivos de uso ilícito en las veredas y desconociendo totalmente los acuerdos en cuanto a sustitución voluntaria de cultivos ilícitos realizada entre el gobierno nacional y nosotros los campesinos.

Hoy a nuestros pobladores que firmaron este acuerdo les adeudan dos pagos, los proyectos productivos no avanzan por ninguna parte; contrario a esto, gran parte del campesinado ya hizo la erradicación manual de forma voluntaria, y quienes aún no la realizan están dispuestos a hacerlo siempre y cuando el Estado cumpla con lo firmado.

Nuestra situación se torna insostenible porque los precios de los alimentos de la canasta familiar se incrementaron; contrario a esto, los productos que nuestros campesinos producen y cultivan, como el queso, la leche y el plátano, entre otros, son comercializados a precios ridículos que disminuyen el poder de compra del campesinado.

Además, nuestro sistema de comunicación vial interveredal colapsó. Este problema tiene sumido a nuestra población en el hambre, la desesperación y la miseria sumado a la crisis generada por el COVID-19 en el país.

Por otra parte, encontramos las empresas encargadas de suministrar los servicios públicos (agua y energía eléctrica) que, en tiempos de pandemia, suman en la desesperación a la población de La Unión Peneya: por un lado, la empresa de carácter mixta sigue facturando los metros cúbicos de agua, que serán todo menos potables, y que prestan un servicio discontinuo y por horas; por el otro, encontramos la Electrificadora del Caquetá que incrementó sustancialmente el costo de los recibos de energía eléctrica.

A pesar de las adversidades y situaciones vividas en nuestra inspección, hoy nuestros pobladores podemos ver al mundo sonreír y expresarles que somos territorio de paz, que siempre tendremos nuestra frente en alto y estaremos orgullosos por haber nacido y pertenecer a este lindo terruño. Sobreviviremos al olvido estatal como lo hemos hecho desde nuestra colonización. Nuestro espíritu solidario nos permitirá salir avante, en medio de la crisis.

Leer más textos del proyecto #ResistiendoEnCuarentena en:

“Las organizaciones campesinas protegemos la región”

El drama de los liderazgos del sur de Córdoba en tiempos de pandemia

En Florencia, mercado campesino le pone el pecho al Covid-19

“Queremos seguir produciendo comida”

“Hay que preocuparse por lo que pasa en nuestro entorno”

“Entre la razón y el olvido”

“Yo me encargo de informar de voz a voz todo lo relacionado con la pandemia”

La fuerza de la Guardia Indígena contra dos enfermedades: coronavirus y conflicto armado