contrabando Archives | VerdadAbierta.com https://verdadabierta.com/tag/contrabando/ Periodismo a profundidad sobre conflicto armado en Colombia. Tue, 30 Apr 2024 13:15:53 +0000 es-CO hourly 1 https://wordpress.org/?v=6.8.2 Capurganá, un paraíso en donde reinan ‘Los Demonios’ https://verdadabierta.com/capurgana-un-paraiso-en-donde-reinan-los-demonios/ https://verdadabierta.com/capurgana-un-paraiso-en-donde-reinan-los-demonios/#comments Thu, 16 Apr 2020 12:29:47 +0000 https://verdadabierta.com/?p=24321 En esa región del Urabá chocoano, migrantes venidos de diversas regiones del mundo, viven todo tipo de dramas en su camino hacia Estados Unidos y Canadá. Ante sí tienen el Darién, una zona donde las Autodefensas Gaitanistas de Colombia hacen de las suyas, sin mayores controles.

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En esa región del Urabá chocoano, migrantes venidos de diversas regiones del mundo, viven todo tipo de dramas en su camino hacia Estados Unidos y Canadá. Ante sí tienen el Darién, una zona donde las Autodefensas Gaitanistas de Colombia hacen de las suyas, sin mayores controles.

Por Gian Torres (@oreja.rota) – CrossmediaLab, especial para VerdadAbierta.com

Ahmad, Samir y Khaled aguardan los primeros destellos del alba en la habitación de una casa que se ubica en Capurganá, corregimiento de Acandí, Chocó, a 11.601 kilómetros de distancia de Damasco, Siria, su ciudad natal. Ahmad devela sus pensamientos ante Issac y Juan, dos colombianos desconocidos para él, con palabras españolas que distan mucho de su lengua natal. Mientras, Riaz, de Bangladesh, un país ubicado a 16.181 kilómetros de Capurganá, nota el cariz curioso de la conversación entre extraños y se acerca hacia la habitación.

Al poco tiempo, como si fuese la escena atípica de un chiste tonto, tres sirios, dos colombianos y un bangladesí sostienen una conversación en tosco español donde se obvian todo tipo de detalles respecto al motivo de sus viajes. El único tema que embelesa la conversación es el Darién.

—¿Tú por qué ir por allá? No, tú ser venezolano —refuta Ahmad entre sonrisas a Juan.

—No, soy colombiano. Pero nosotros no podemos ir por allá. Hoy me enteré—sostiene Juan mientras descarga una de sus maletas.

—¡¿Policía?! ¡¿Tú ser policía?!— esgrime Ahmad ante las miradas expectantes de Samir, Khaled y Riaz.

—No. Quería la experiencia, pero ¡Shhhh! No diga eso porque ¡Cruggg!— entre tanto, Juan pasa su pulgar por el cuello intentado simular un degollamiento —Me matan—afirma con una serenidad ajena al caso—.

Capurganá, hispanismo de la palabra Caburgana, derivada del nombre de un antiguo asentamiento kuna y cuya traducción significa «Tierra de Ají», es el penúltimo corregimiento colombiano en la frontera con Panamá, y su acceso es exclusivo por lancha. Se ubica al noroccidente del golfo de Urabá, en el departamento de Chocó, y está bajo la jurisdicción del municipio de Acandí, uno de los 17 municipios —once del departamento de Antioquía, cuatro de Chocó y dos de Córdoba— que conforman la subregión de 11.664 kilómetros cuadrados del Urabá.

Con el primer destello del alba, Ahmad, Samir, Khaled y Riaz desaparecen de la casa, como fantasmas que deambulan entre dimensiones ajenas a la humana, pues es la instrucción dada por los «chilingueros», quienes son capurganaleros que trafican a los migrantes en su paso a Panamá por 70 o hasta 200 dólares y, a sí mismos, se ven como gestores de una labor humanitaria.

Ante su veto, Juan e Issac se dirigen temprano al muelle de Capurganá. Allí, mar adentro, donde en el horizonte el alba se enreda entre las nubes, se divisa al barco pesquero Don Danielo y en la bahía serpenteante se ven las «pangas» La Peluza, El Icy, Yuranis, Niño Keyler y La Coquerita, las cuales los pescadores artesanales alistan para otro día de faena en algún punto onírico del archipélago de San Blas.

Issac —22 años, moreno, plácido y corpulento— piensa en las opciones que le quedan para llegar hasta Panamá y luego a México, su destino. Cuando aún estaba en su tierra, Valencia, Córdoba, a medida que estudiaba las posibles rutas, a punta de post y publicaciones en Facebook e Internet, el Darién resultaba ser la mejor opción tanto para su intrepidez como para su bolsillo. Cualquier cosa resultaba mejor para él, porque ya no soportaba el menosprecio de su padre y la zozobra de noches nigrománticas conjuradas a su lecho, según él, por la mismísima envidia que generaba su éxito en el negocio de compra y venta de carne.

20 de enero de 2020. Muelle de Necoclí. Un migrante haitiano muestra los dólares que va a cambiar por pesos colombianos. En el momento de la transacción con el cambiario, al migrante le pagan cada uno de sus dólares 800 pesos por debajo de la tasa de cambio que rige en Colombia.

No obstante, ninguno de esos post y publicaciones mencionaban que la ruta del Darién es ahora exclusiva para migrantes extranjeros y «chilingueros», pues el migrante colombiano y los turistas tienen la opción, sólo si tienen pasaporte y 500 dólares en efectivo, de ir en «pangas» hasta Puerto Obaldía, provincia de Guna Yala, Panamá, donde el ingreso se hace de manera lícita por las oficinas de Migración. Por este hecho, al migrante colombiano se le veda la ruta del Darién, pues al tener una mejor ruta frente a los migrantes extranjeros, es sospechoso de ser un «raya» —es decir, un policía encubierto—. Sospecha que significa la muerte, pues en el Darién rondan ‘Demonios’ que matan policías, militares y hasta los mismos «chilingueros» si estos, según se murmura, no le rinden tributo con los dólares de los migrantes.

Así, el adagio «Cuando entres al Darién encomiéndate a María, en tu mano está la entrada, en la de Dios la salida» grabado en un fortín exánime del Urabá y citado por Severino Santa Teresa de Jesús en algún volumen de su obras, es una adagio fuera de su tiempo, pues ahora se rumora que «Cuando entres al Darién encomiéndate al “chilinguero”, en tu dólar está la entrada, en la de ‘Los Demonios’ la salida».

—No, amigo. Yo no sabía que uno viaja con esa vaina del pasaporte. Mejor me voy para Bogotá, adonde una tía con la que hablé, y trabajo allá. Así me consigo lo que perdí y me voy mejor en avión a México—sopesa Issac mientras cuenta con celo los dólares de su viaje—.

Horas después, la decisión es un hecho cuando Issac se despide de Juan, y con tiquete en mano, se adentra en el muelle, paga la tasa portuaria de 2.000 pesos del municipio, obligatoria para cada pasajero, y camina hacia la última lancha que sale ese día de Capurganá rumbo a Necoclí. Entre tanto, Juan, desde el malecón, sigue con la mirada a Issac. Ve cómo pasa al lado de turistas alemanes, ingleses, franceses, argentinos, antioqueños y bogotanos que recién desembarcan de alguna lancha proveniente de los municipios de Turbo o Necoclí. Sin embargo, luego de un parpadeo que le parece como el cambio de escena en una película, pierde de vista a Issac cuando un enjambre de migrantes que avanza tras los turistas lo eclipsa.

De súbito, la pequeña plaza que procede al muelle se colma de hombres, mujeres, niños y nonatos, cuya lengua es inaudible y traen consigo carpas, linternas, galones de agua y táperes con comida. La mayoría de los adultos, hombres y mujeres cuyo tono de piel es como el ébano, portan una funda impermeable para celulares que pende de su cuello y cae hasta la altura del abdomen, pero en ellas no hay celulares sino una libreta azul oscura en la que se lee: RPUBLIQUE D’HAITI PASSEPORT.

La migración ilegal, según informes de la Policía Nacional, inicia en la frontera con Ecuador. Desde allí, los traficantes pasan a los migrantes por las ciudades de Pasto, Popayán, Cali y Medellín. El SENAFRONT reportó 11.605 migrantes que cruzaron el Darién hacia Panamá sólo desde enero hasta mayo de 2019.

En Capurganá convergen el turismo y la migración ilegal. Por un lado, sus senderos en las estribaciones de la Serranía del Darién hacia Sapzurro, El Cielo, El Aguacate y Piscina de los Dioses son ideales para el turismo de naturaleza, dado que entre sus marañas se ven 98 especies de aves de las que resalta el Chau Chau por su abundancia; 17 especies de mamíferos, entre los que sobresalen el Tigrillo  y el Mono Aullador como íconos del lugar; 24 especies de anfibios, de la que se distingue la Rana Cristal por su singularidad; y 10 especies de reptiles, entre los que despunta el Pasarroyos por su grácil forma de correr sobre el agua.

Además, otro atractivo dentro del turismo de naturaleza es el buceo y la pesca con arpón del pez León que se practica en los arrecifes someros, los cuales entre sus pequeñas colinas aúnan Coral Estrella Redonda, Corales Dedo, Coral Cerebro, Coral Lechuga, Coral Lechuga Delgada y Coral de Fuego. Aunque, en este momento, mueren a causa del aumento en las descargas de sedimentos y contaminantes en los drenajes que se vierten en los ríos Acandí, Capurganá y Tolo.

Por el otro, las trochas ignotas en las veredas El Cielo y Astí, que conducen, tras seis u ocho días de caminata, a los corregimientos de Metetí y Yaviza, Provincia del Darién, Panamá, son de paso obligatorio para los miles de migrantes arubeños, afganos, bangladesíes, burkineses, caboverdianos, cameruneses, congoleños, croatas, cubanos, esrilanqueses, eritreos, egipcios, ecuatorianos, ghaneses, guineos, haitianos, indios, kazajos, sirios, saudíes, senegaleses, sierraleoneses, somalíes, sudafricanos, malienses, nepalíes, paquistanos y venezolanos en su fuga hacia Estados Unidos o Canadá.

Estas trochas se adentran y surcan la Serranía del Darién donde la maraña oculta a la Mosca de Tierra que transmite la Leishmaniasis; al jaguar, que es el mayor de los félidos americanos y un cazador oportunista; a la serpiente Mapaná o Equis, cuyo veneno bothrópico mata en horas; y al Saíno, que desde hace años come la carne de cuanto migrante cae muerto en la Serranía del Darién, según registran los videos que se envían por WhatsApp los capurganaleros. Dado esto, según murmuran las voces de los «chilingueros», como si fuese un mito, ahora caza humano.

Al mediodía, Juan y los migrantes ya no están en la plaza contigua al muelle. Se abocaron, ante la mirada de todos y la sorpresa de nadie, a las calles destapadas y senderos barrosos que albergan los cerca de 4 mil habitantes de Capurganá.  Juan es escéptico y decide prolongar su estancia, pues, según él, la verdad no está en lo que se dice sino en lo que se ve. A partir de ahí, se vuelve homogéneo y desaparece.

6 de febrero de 2020. Esquina de Capurganá. El único servicio de transporte es el moto-taxi, el cual surca las trochas que se adentran en el bosque húmedo tropical y conectan a la cabecera municipal con las invasiones y las veredas.

Bajo estrellas desnudas y el artificio de la noche, suena la música en la empedrada y única cancha de Capurganá. Mesas y capurganaleros se aglomeran en una de las esquinas de la cancha que está próxima a un bar. Unos a otros reparten tragos de tequila Reservado 1800, ron El Abuelo, whisky Old Parr y Buchahan’s, los cuales son parte del contrabando que se trae de Panamá.

Entre la algarabía de la cancha, camina resuelto Palindo—20 años, rostro serio, esbelto y afable—, saluda a su paso a todo aquel que cruza mirada con él, pues su rostro lo distinguen muy bien. Es probable que el padre de Palindo deambule en las tierras de Capurganá desde cuando las flores del Tambolero y la Ceiba salpicaban con amarillo y rosa su serranía, lo cual hace décadas es solo el recuerdo de una memoria colectiva debido a la tala ilegal que pulula en toda la serranía. Lo cierto es que Palindo desde su infancia trabaja junto con su padre en cuanto quehacer haya en el muelle o en las «pangas», donde la mayoría de los capurganaleros lo han visto crecer.

Esta noche sus pasos y saludos por lo bares de la cancha son fugases, pues su destino es la discoteca Carambolo, adonde arriba después de caminar por los senderos que trasfigura la insondable oscuridad, porque en Capurganá hay poco y nada de alumbrado público. Allí lo esperan amigos y socios. Palindo, en las noches de algarabía, se rebusca unos pesos de más, junto a adolescentes y jóvenes adultos, gestionando los deseos no dichos de los turistas. Tras algunos brindis de ron El Abuelo y el cruce de palabras banas, a la mesita de madera donde departen Palindo y compañía, sentados en tronquitos, se acerca una turista.

—¿Vos sos el peluche?— espeta con acento paisa la turista a Palindo y él asiente con una mirada incisiva como intentando leer algo escrito en sus ojos—.

—¡Ahh, Mor! Es que allá dentro me dijeron que hable con vos. Mirá, voy a ser muy directa: es que estamos buscando un ‘perico’ (cocaína)—repone al instante la turista con temple mientras las miradas curiosas de quienes están en la mesita la enfocan—.

—Aquí no se consigue perico, mujer, sino coca pura. Calidad— sentencia a la turista Palindo antes de pasar con disimulo pícaro lo que parece un pitillo transparente lleno de cocaína para que esnife.

Desde 1939, en documentos confidenciales del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, se señalaba al municipio de Acandí como punto de arribo para la cocaína que procesaban en Soplaviento, Bolívar, habitantes alemanes para su exportación en vapores costaneros hacia Panamá bajo la marca fraudulenta «MAYER, Made in Germany». Ahora, investigaciones del Estado colombiano junto con varias ONG, denuncian no solo la exportación de cocaína sino también la expansión de cultivos de coca en dicho municipio desde el 2013, lo cuales, para 2018, abarcaban 2.155 hectáreas en todo el departamento de Chocó.

Dado esto, no es raro que en Acandí, entre 2010 y 2018, se hayan incautado 25 toneladas de cocaína. Tampoco, que en la maraña circundante de la vereda Astí, una operación conjunta entre las Fuerzas Armadas de Colombia y Panamá, hayan incautado un helicóptero Robinson R44 con 330 kilos de cocaína en octubre de 2018, o que en aguas de Capurganá, en el área de Pino Roa, la Armada Nacional haya perseguido e incautado una lancha Go Fast con más de dos toneladas de cocaína en diciembre del 2019. Al parecer ninguno de estos hechos perturba a ‘Los Demonios’, pero son ellos quienes controlan todo lo ilícito en el golfo de Urabá.

3 de febrero de 2020. Mulas bajan desde la serranía por el sendero que va desde El Cielo a Capurganá. El Ideam estima que al año se deforestan 5.813 hectáreas de bosques en Chocó al año.

Unas sonrisas lascivas y 15 mil pesos son suficientes para que la turista se lleve consigo dos «pitillos».  Al rato, Palindo ya siente el alcohol en la sangre, mira la hora en el celular y constata que son las diez y media. No se preocupa y se zampa otro litro de ron, pues para el apagón matutino, que inicia a las cuatro de la mañana y dura hasta casi mediodía en Capurganá, aún falta tiempo. Mañana debe estar, como siempre, a las seis en punto de la mañana en el muelle con su papá.

A la misma hora, pero cuatro días después, Antoni —joven, abierto, delgado y prudente— va en cicla por el sendero barroso aledaño a la pista del Aeropuerto Narcisa Navas que conduce el basurero de Capurganá y las invasiones 15 de Mayo y Las Marías. No pedalea rumbo a su casa, en donde nadie lo espera, pues él no tiene papá ni mamá debido a una desgracia que no se menciona por respeto. Pedalea a un lugar incierto donde no lo encuentre ninguna mirada, pues su instinto le incita a un acto que es un pecado ante la mirada de ‘Los Demonios’, y él sabe que, desde la bahía hasta la cancha, rondan sus varios ojos y sus distintas apariencias.

Tras los saludos con los conocidos que están en el lugar, Antoni gesta el pecado cuando lía y enciende un cigarrillo de marihuana. Entre el humo espeso conversan sobre por qué a ‘Los Demonios’ no le gusta que los capurganaleros consuman cocaína o marihuana en público, ya que le levanta sospechas  de un posible pique a su mercancía en las bodegas que hay en Capurganá y porque da una mala imagen ante los turistas. También, hablan sobre ‘Las Leyes del Demonio, que imperan en las cabeceras municipales dentro del golfo de Urabá, pero no en Capurganá, ya que la misma comunidad hizo un pacto con él a cambio del silencio.

—Yo te voy explicar cuál es el problema, Pa’. Es que comprar esto es un «chirretada»—asegura Antoni mientras saca y muestra unos cogollos de marihuana de su bolsillo— En el sentido de que aquí estamos en una frontera. Aquí tendríamos que comprar 10, 12, 400, 500 o 900 libras para moverlas— de una calada al cigarrillo y prosigue su explicación.

—Tú tienes que ser un traficante en sí para poder tener esta droga— comenta Antoni cuando con sus ojos señala la marihuana que acaba de meter de nuevo al bolsillo —Una persona que esté trabajando con ella y esté pagando un impuesto— exhala el humo, da otra calada y prosigue.

—Es por eso que si allí arriba no llegan lo kilos completos, de una ¡Pamm!— replica Antoni a medida que hace el ademán de disparo con sus dedos —Matan al bodeguero, el que «encaleta» los kilos. ¡Pamm! Usted los está distribuyendo en el pueblo y eso es para exportarlo— da otra calada y prosigue.

—Y ahí van a buscar al civil— augura Antoni antes comenzar a hablar en segunda persona del singular, como intentando replicar un diálogo —¿Quién es el que les está vendiendo? Averigüen de dónde lo sacó. Y si no da la información, mátenlo, y, si la da, échenlo del pueblo que esa es la ley que se estableció aquí—.

30 de enero de 2020. Es usual que a los migrantes los escolten “chilingueros” en su paso por las calles destapadas de Capurganá. Es mejor no tomar fotos a los migrantes, pues los “chilingueros” lo prohíben y, si ven que se fotografían, están dispuestos a carear al fotógrafo.

‘Los Demonios’ tienen varios nombres: ‘Clan Úsuga’, ‘Los Urabeños’ o ‘Clan del Golfo’, como los han llamado a lo largo del tiempo las autoridades nacionales, pero su nombre original es Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc), desde el 2008, cuando Daniel Rendón Herrera, alias ‘Don Mario’,—exjefe financiero del Bloque Centauros de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc) y hermano de Freddy Rendón Herrera, alias ‘El Alemán’, exjefe del Bloque Élmer Cárdenas de las Auc—, autoproclamaba con panfletos en los municipios del Urabá antioqueño la continuación de la «lucha antisubversiva en defensa de los intereses de la comunidades más vulnerables». De acuerdo con la investigación Urabeños o Clan Úsusga: Contexto, escrita por Martha Jacqueline Moyano Vera.

En esa «lucha», señala Monyano, a la que la Policía Nacional denotaba como una cortina de humo de ‘Don Mario’ para ocultar actividades de narcotráfico y delincuencia, lo acompañaban en la cúpula de las Agc Juan de Dios Úsuga David, alias ‘Giovanni’ —exgerrillero del Ejecito Popular de Liberación (Epl), exparamilitar del Bloque Bananeros y partícipe en la muerte de Carlos Castaño—, junto con su hermano Dairo Antonio Úsuga David, alias ‘Otoniel’ —exguerrillero del Epl, exparamilitar del Bloque Centauros  y partícipe en la masacre de Mapiripán—.

Sin embargo, expone Moyano, en 2009 a ‘Don Mario’ lo capturan en el municipio de Necoclí, lo cual hace que el mando recaiga de manera exclusiva en los hermanos Úsuga, pero tras la muerte, en 2012, de ‘Giovanni’ a manos de la Policía Nacional en Acandí, ‘Otoniel’ se erige como máximo cabecilla de las Agc desde entonces.

Ahora, los ‘gaitanistas’, como también se les conoce, controlan toda la subregión del Urabá con su brazo armado y tienen presencia en 148 municipios de Colombia con subcontratación, cual franquicia, de otras bandas delictivas. Por un lado, gracias al informe Crimen organizado y saboteadores armados en tiempos de transición, de la Fundación Ideas para la Paz (FIP), se sabe que sus ingresos devienen del cultivo, procesamiento y tráfico nacional e internacional de cocaína, así como de rentas de minería ilegal, tala ilegal e impuestos a narcotraficantes.

Por el otro, se especula que cobran peaje por el paso de migrantes. Tras el paro del 16 de marzo de 2019 en Capurganá, a causa del asesinato del joven Álvaro Javier Hernández —a quién las Agc señalaban de «chilenguear» migrantes por sus rutas de narcotráfico—, se habría propiciado una de negociación entre ese grupo armado ilegal y la comunidad, cuyos eventuales acuerdos son los que permiten a los «chlingueros» traficar los migrantes. Así lo revela una publicación de abril de 2019 en el portal periodístico de La Silla Vacía.

Uno de los hombres que fuma el cigarrillo de marihuana con Antoni, se sorprende ante sus palabras y escucha atento hasta que él termina su explicación sobre «cuál es el problema»

—¡Uyy, perro! ¡¿Y usted sabiendo todos esos visajes y se queda por acá?!—pregunta el hombre con el ceño fruncido como quien tiene un mal sabor en la boca—.

—Claro, si es que yo soy nativo de aquí. ¿Pa’ dónde me voy a ir? Aquí es donde está la fortuna— esgrime Antoni mientras sonríe.

Foto de apertura: AUNAP, 2018.

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Norte de Santander, una frontera que quieren silenciar https://verdadabierta.com/norte-de-santander-una-frontera-que-quieren-silenciar/ https://verdadabierta.com/norte-de-santander-una-frontera-que-quieren-silenciar/#respond Sat, 20 Jan 2018 01:20:48 +0000 http://verdadabierta.com/?p=14349 Los periodistas locales conocen mejor que nadie cómo se mueven los grupos ilegales que se disputan las rutas de contrabando en la frontera con Venezuela; con lujo de detalles dibujan las trochas ilegales que se han construido y los barrios de Cúcuta que están sitiados por las bandas criminales. Sin embargo, son conscientes de los […]

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Los periodistas locales conocen mejor que nadie cómo se mueven los grupos ilegales que se disputan las rutas de contrabando en la frontera con Venezuela; con lujo de detalles dibujan las trochas ilegales que se han construido y los barrios de Cúcuta que están sitiados por las bandas criminales. Sin embargo, son conscientes de los riesgos que implica hacer este tipo de denuncias y a veces optan por callarse.

liga contra silencio frontera 1En agosto de 2015 el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, ordenó el cierre de frontera con Colombia con el objetivo de detener el contrabando. Foto: Tatiana Navarrete. “Aquí hay sectores en donde de un barrio a otro no se puede a ir o sus habitantes tienen que reportar cuando llega una persona que no pertenece al barrio. Aquí hay toques de queda abiertos. Y Así han asesinado a mucha gente”, explicó Wilfredo Cañizares, director de la Fundación Progresar, un centro de investigación que le hace seguimiento a violaciones de Derechos Humanos en Norte de Santander.

Las autoridades prefieren no hablar de barrios vedados, pero lo cierto es que los enfrentamientos entre las bandas criminales por el control del contrabando han dejado barrios enteros a la merced de estos grupos. Aunque ‘Los Rastrojos’ tienen el control del contrabando en el municipio de Puerto Santander y las Autodefensas Gaitanistas de Colombia (Agc), llamadas por las autoridades como ‘Clan del Golfo’, en Cúcuta, la disputa por tener el monopolio de los negocios ilegales se ha intensificado en los últimos años.

La pelea de estos grupos armados se ha extendido hasta los barrios a través de por lo menos 68 bandas delincuenciales, identificadas por la Policía Nacional, que se han especializado en ciertos delitos: tráfico de estupefacientes, contrabando y hurtos a motocicletas, vehículos y a residencias. Han impuesto restricciones a la movilidad y atacado a los policías y a los periodistas locales que pretenden entrar a la zona.

“Hay confrontación interna en determinadas comunas y allí ha habido muertos, precisamente porque ‘Los Rastrojos’ quieren desplazar de algunos sectores al ‘Clan del Golfo’. Por ejemplo, en La Parada, Villa del Rosario, en los límites con Venezuela, ‘Los Rastrojos’ están en la parte norte y las Agc en la parte céntrica de ahí, todos buscando las rentas del comercio”, le dijo a VerdadAbierta.com el coronel Javier Barrera, comandante de la Policía Metropolitana de Cúcuta.

La violencia ha llegado a tal punto en La Parada que entre agosto y diciembre del año pasado han sido asesinadas más de 20 personas. Aunque la Policía Metropolitana capturó a varios de los responsables de estos hechos, los homicidios no paran.

“Desde septiembre se vienen armando muchas balaceras y se ha vuelto muy peligroso ir a cubrir esa parte de la frontera. La gente no quiere que la vean hablando con periodistas y nos toca esperar a la Policía para llegar hasta allá”, contó un periodista.

No son miedos infundados. En San Faustino, corregimiento de Cúcuta, atacaron un periodista del diario La Opinión y otro del Q´hubo (de la misma casa editorial) cuando se disponían a cubrir un homicidio. Los hechos ocurrieron el 12 de enero de 2017. A eso de las 8 de la noche, en una trocha conocida como El Hueco, un hombre en una moto los detuvo y los conminó a que sedevolvieran, a pesar de que advirtieron que eran periodistas.

De regreso, los comunicadores fueron rodeados por doce hombres más que intentaron abrir las puertas del carro. Mientras huían, dispararon contra el automóvil y tiraron una piedra que rompió el vidrio trasero. (Ver: Atentan contra colaborador de VerdadAbierta.com)

“Fui a contarle al comandante de la Policía y salí regañado, que por qué me metía a esa zona, a esa hora, que por qué no les informaba a ellos. Incluso al día siguiente salió un comunicado dando a entender que la culpa era de nosotros por meternos allá”, narró uno de los periodistas.

En agosto del año pasado fueron capturados 11 miembros de la banda que atacó a los periodistas y hubo calma por unos meses, hasta hace unas semanas que otra banda llegó a disputarse el territorio.

La situación para los periodistas y líderes sociales que quieren denunciar es peligrosa, como lo describe Cañizares. “Aquí la mayoría de cosas que pasan no se dan a conocer, no porque los periodistas o los medios tengan intereses en ocultar, sino que acá la gente tiene que tomar la decisión de si está dispuesta a cazar pelea con gente muy poderosa que hace lo que se le da gana”.

Negocio que sigue creciendo

liga contra silencio frontera 2Durante 2017 se presentaron decenas de balaceras en el Puente Internacional Simón Bolívar y en poblaciones vecinas como La Parada, Puerto Santander, Los Patios, Villa del Rosario y Juan Frío. Foto: Tatiana Navarrete.La presencia de estas bandas en Norte de Santander y sus enfrentamientos no son algo nuevo. Luego de la desmovilización del Bloque Catatumbo de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc), en diciembre de 2004, surgieron las llamadas ‘Águilas Negras’ que tuvieron presencia hasta 2007, cuando llegaron ‘Los Rastrojos’. En 2011 apareció una facción de los ‘gaitanistas’ que aún continúan en la zona. (Leer más en: ¿Qué se hicieron los desmovilizados del Bloque Catatumbo?)

Estas bandas han coexistido desde hace años con la guerrilla del Eln; la disidencia del antiguo Epl que opera en el Catatumbo, denominada por el Ministerio de Defensa como ‘Los Pelusos’; y ahora un nuevo grupo que se hace llamar ‘Ejercito Paramilitar de Norte de Santander’.

Lo que sí ha cambiado es el poder que estas bandas tienen sobre la totalidad del contrabando. En agosto de 2015 el presidente de la República Bolivariana de Venezuela, Nicolás Maduro, ordenó el cierre de frontera con Colombia con el objetivo de detener el contrabando. Como consecuencia de esa decisión se intensificó el uso de las trochas ilegales y, paradójicamente, el control de los grupos ilegales sobre el negocio.

Antes del cierre, el gran contrabando circulaba por los puentes internacionales, ahora deben usar los caminos que controlan las bandas armadas ilegales. De acuerdo con cifras oficiales, hay cerca de 200 trochas en los 350 kilómetros de frontera del departamento.

Algunas han existido desde hace años, son amplias y están pavimentadas, como es el caso de la conocida como ‘Pika de dos’, una ruta controlada por ‘Los Pelusos’. Pero la mayoría son trochas que han abierto en los últimos años las bandas criminales.

“Es un trabajo complicado, porque mientras usted monta todo un operativo para cerrar una trocha, eso es cuestión de unos pocos días o meses para que las bandas abran otra trocha con retroexcavadora”, reconoció un funcionario de la Policía Fiscal y Aduanera (Polfa) que solicitó no ser identificado.

La mayoría están ubicadas en un punto que se conoce como Astilleros, entre Puerto Santander y Tibú, pero es en este primer municipio donde se han concentrado los enfrentamientos.  “Ahorita se está presentando una lucha donde termina una trocha que se llama ‘los negros’, por el sector de Venezuela en una parte del Cerro La Popa. Este cerro es importante porque es la parte alta donde usted domina el paso fronterizo de Colombia hacia Venezuela y donde hay una cantidad de trochas, por eso es importante para ellos”, dijo el coronel Barrera.

A Puerto Santander llegan a diario cientos de personas para comprar enseres básicos a precio de contrabando. Los colombianos encuentran precios más económicos y los venezolanos una solución al problema de desabastecimiento en su país. No hay restricciones para quienes visitan Puerto Santander, pero todos pagan extorsiones: los grandes contrabandistas, los ‘pimpineros’, los ‘bachaqueros’, como se conoce a las personas que pasan la frontera para comprar productos que luego revenden, y los venezolanos que cruzan la frontera. (Leer más en: Puerto Santander, en la ruta de ‘las bachaqueras’)

Hostilidades

liga contra silencio frontera 3‘Los Rastrojos’ y el ‘Clan del Golfo’ cobran extorsiones a los grandes contrabandistas, a los pimpineros, a los bachaqueros e incluso a los venezolanos que pasan a hacer sus compras diarias. Foto: Tatiana Navarrete. La complicidad de las autoridades de lado y lado de la frontera, aunque evidente para muchos, es difícil de denunciar en esta zona hostil para ejercer periodismo. Sobre todo, para los reporteros locales. “Yo allá sólo voy a cubrir homicidios. Es que es complicado. Pero si usted se va ahorita a hacer un trabajo sobre contrabando, probablemente le van a llegar y preguntar ¿qué están haciendo? Y lo levantan a uno si lo ven tomando fotos. La gente allá probablemente hable poco, porque eso es lo que lo mueve allá, el contrabando, la corrupción de la guardia de Venezuela y las Bacrim. Allá mandan son las Bacrim”, contó un periodista.

Por eso, algunos periodistas de otras regiones han optado por entrar infiltrados a la zona con dispositivos de grabación oculta. “Allá es muy complicado moverse como periodista. Por eso decidimos usar cámaras que no fueran visibles y camuflarnos entre la población a lado y lado de la frontera pagando las extorsiones de todos los grupos armados y de la Guardia Nacional Venezolana”, dijo uno de los miembros del equipo de investigaciones del diario El País de Cali, quienes con el apoyo de Conectas, publicaron el especial ‘Venezuela, crimen sin frontera’.

Los pobladores conocen muy bien las circunstancias y por eso son pocos los que se atreven a acompañar a quien quiera obtener imágenes. Así les sucedió a los periodistas de El País de Cali cuando intentaban cruzar la frontera desde Puerto Santander hacia el lado venezolano. “¿Estás loco chico? Tú crees que alguien va a atreverse a grabar aquí donde los paramilitares tienen controlado todo. Si solo sacas un teléfono móvil y de inmediato se te ponen atrás para mirar si estás grabando o te leen los chats. Dicen que controlan hasta con cámaras”, les dijo un hombre.

Quienes viven allí saben que se enfrentan a graves consecuencias por ayudar a un periodista. Así le sucedió, por ejemplo, a una reportera que cubre periódicamente la región. Ella viajó a Puerto Santander para conocer más sobre el control de los grupos armados ilegales al contrabando, acompañada de un taxista. “Cuando me regresé, el hombre me llamó a decirme que fueron a preguntarle por qué me había llevado hasta allá y le estaban cobrando una extorsión”, contó la periodista. “La tensión se siente. Ves una estación de policía gigante, pero sabes que es de papel, y eso intimida, porque no tienen certeza de qué terreno estás pisando”.

Algo tan simple como la publicación de una foto puede ser riesgoso. “Las primeras amenazas con panfletos fueron en 2013 por publicar una foto de 25 capturados de ‘Los Rastrojos’, porque una foto puede hacerles más daño a ellos que cualquier cosa. Esas son las que cargan después para identificarlos”, explicó un reportero local.

Además de los grupos armados ilegales, el problema es que, siendo el contrabando un problema histórico, gran parte de la población de la frontera vive de este negocio y cualquier intento de las autoridades por desmantelarlo es asumido como un intento por arrebatarles las fuentes de ingreso. Por eso, es común que cada vez que la Policía Fiscal y Aduanera de Cúcuta hace una incautación se genera una asonada o revuelta.

Así sucedió, por ejemplo, a mediados de 2016 cuando la Polfa se tomó la vereda el Diamante, en Puerto Santander, en la zona fronteriza con Boca de Grita, para desmantelar los pasos de combustibles y centros de acopio. La respuesta de la población fue violenta y atacaron las instalaciones de la Alcaldía y de otras dependencias públicas locales.

Un periodista y un reportero gráfico del diario La Opinión acudieron a la zona para cubrir los hechos, pero no lograron avanzar hasta donde estaban ocurriendo los hechos. Cuando iban de regreso a Cúcuta, en intermediaciones de Aguaclara, se encontraron con un tronco prendido en llamas que obstaculizaba el paso de tres vehículos: el de los periodistas, el de alcalde de Puerto Santander y el de una organización no gubernamental, acompañados por agentes de la Policía. Pocos minutos después atacantes desconocidos dispararon contra la caravana. Nadie salió herido en el incidente.

Como medida de autoprotección algunos medios y periodistas han optado por frecuentar en menor medida esos lugares y valerse de diversas fuentes para cubrir las historias sin llegar hasta el lugar de los hechos. “Han pasado muchos hechos por allá y nos toca es buscar la forma de comprar fotografías a la gente, que tome con el celular.  Se volvió una zona vedada para nosotros. La información la obtenemos con la autoridades, Policía o Ejército. Fuente sólo oficiales”, indicó un reportero.

La situación de inseguridad ha generado mayor dependencia de las fuentes estatales que, desde sus oficinas de prensa, se empeñan en resaltar los resultados positivos solamente. Y romper ese círculo no es fácil. “Cuando sacamos algo contrario nos dicen que estamos atacando a la Policía. Hemos tenido muchos problemas con los homicidios, porque lo toman como algo personal, que no hay que sacarle todas las cosas malas, que la ciudad necesita más apoyo de los medios de comunicación, que es nuestra culpa que no vean el departamento como una opción de inversión”, describió otro periodista consultado.

Del otro lado de la frontera tampoco reciben información. Los periodistas colombianos que han intentado obtener una entrevista con autoridades locales venezolanas en relación con el contrabando no han obtenido respuestas. Cuando periodistas de El País de Cali intentaron con el gobernador de Táchira, José Gregorio Vielma Mora, sólo obtuvieron este mensaje de la encargada de comunicaciones: “Hay un manejo tendencioso de los medios colombianos hacia Venezuela (…) ojalá las imágenes que obtuvieron no sean solo del ELN sino también de los paramilitares colombianos, que hay bastanticos por esta zona”.

En el trasfondo de este convulsionado panorama quedan preguntas que, a juicio de los periodistas, es difícil investigar: ¿Qué empresarios están detrás del gran contrabando? ¿Cuáles son los daños medioambientales que ha causado la continua apertura de trochas ilegales? ¿Hasta qué niveles llega la complicidad de las autoridades a lado y lado de la frontera con los grupos ilegales?

Nota: los nombres de los periodistas fueron omitidos por razones de seguridad.

logo aplicacion comic 2 Esta investigación es un producto de la Liga Contra el Silencio, un esfuerzo colectivo de varios medios de comunicación para denunciar casos de autocensura en el periodismo colombiano y contribuir así a la libertad de expresión.

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Puerto Santander, en la ruta de ‘las bachaqueras’ https://verdadabierta.com/puerto-santander-en-la-ruta-de-las-bachaqueras/ https://verdadabierta.com/puerto-santander-en-la-ruta-de-las-bachaqueras/#respond Wed, 23 Nov 2016 15:07:45 +0000 En la frontera colombo-venezolana, cientos de mujeres subsisten gracias al trabajo que supone ingresar y sacar mercancía por las peligrosas trochas que unen a los dos países y que hoy son objeto de disputa entre grupos armados ilegales. Sus vidas están en riesgo. En la frontera colombo-venezolana, cientos de mujeres subsisten gracias al trabajo que […]

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En la frontera colombo-venezolana, cientos de mujeres subsisten gracias al trabajo que supone ingresar y sacar mercancía por las peligrosas trochas que unen a los dos países y que hoy son objeto de disputa entre grupos armados ilegales. Sus vidas están en riesgo.

Bachaqueras

En la frontera colombo-venezolana, cientos de mujeres subsisten gracias al trabajo que supone ingresar y sacar mercancía por las peligrosas trochas que unen a los dos países y que hoy son objeto de disputa entre grupos armados ilegales. Sus vidas están en riesgo.

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El ‘oro negro’ del Catatumbo, atractivo de los grupos ilegales https://verdadabierta.com/el-oro-negro-del-catatumbo-atractivo-de-los-grupos-ilegales/ https://verdadabierta.com/el-oro-negro-del-catatumbo-atractivo-de-los-grupos-ilegales/#comments Wed, 12 Oct 2016 15:45:46 +0000 Con el cierre de la frontera con Venezuela aumentó el robo de combustible, un insumo básico para la producción de base de coca. El negocio lo comparten la guerrilla del Eln y grupos organizados al margen de la ley dedicados al narcotráfico. Detrás de todo ello hay un daño ecológico de enormes proporciones. El robo […]

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Con el cierre de la frontera con Venezuela aumentó el robo de combustible, un insumo básico para la producción de base de coca. El negocio lo comparten la guerrilla del Eln y grupos organizados al margen de la ley dedicados al narcotráfico. Detrás de todo ello hay un daño ecológico de enormes proporciones.

gasolina cataumbo 1El robo de petrolero ha aumentado después del cierre de la frontera con Venezuela, pues se ha dificultado la entrada de gasolina de contrabando.Ese enorme manto verde que arropa los 6.520 kilómetros cuadrados que conforma la región del Catatumbo, en Norte de Santander, esconde uno de sus más grandes tesoros: el petróleo. A pesar de que algunas compañías nacionales y extranjeras lo vienen extrayendo desde hace más de medio siglo, aún sigue brotando de las entrañas de la tierra. Pero este ‘oro negro’, como lo han catalogado muchos, también es apetecido por los grupos armados ilegales, que se han especializado en su extracción y procesamiento, dejándoles millonarias ganancias.

Y precisamente entre las investigaciones que hoy adelantan las autoridades sobre este nuevo negocio, que sería más rentable que el de la misma cocaína, sobresale Leonel Salazar Roa, un nombre que seguramente no tiene ningún significado particular para muchos colombianos, pero para el gobierno nacional sí. Este hombre, de 43 años, es un objetivo de alto valor para las autoridades.

Conocido con el alias de ‘Gonzalo Satélite’ entre las Fuerzas Armadas y la justicia colombiana, es el comandante del Frente Juan Fernando Porras Martínez, del Eln, que opera en Sardinata y Tibú, dos extensas poblaciones de los 11 municipios que conforman el Catatumbo, y una de ellas limita con Venezuela.

Salazar, quien lleva 20 años en las filas de esta guerrilla, hoy está en la mira de la justicia porque, aparte de tener a su cargo las redes del narcotráfico del Eln en el Catatumbo, está desangrando a la empresa estatal Ecopetrol. El jefe guerrillero tiene bajo su mando a más de cien hombres y mujeres, entre combatientes y redes de apoyo. Una de las fortalezas que las autoridades le han encontrado a este subversivo es que mantiene muy buenas relaciones con los habitantes por donde se mueve; además, atraviesa la frontera tranquilamente, evitando así las acciones militares en su contra.

“‘Gonzalo Satélite’ tiene la obligación de procesar y recolectar toda la pasta base de coca que se produce en Las Mercedes, Luis Vero (corregimientos de Sardinata) y Paccelly, de Tibú”, señaló el coronel Wilson Camargo, comandante de la Brigada 30 del Ejército. Esa producción, según información de las autoridades, es llevada a las poblaciones Corinto y San Martín de Loba, zona rural de Sardinata, donde la convierten en cocaína pura y luego es sacada por trochas de Tibú que conducen a Venezuela, desde donde se envía a a las islas de Centroamérica, Estados Unidos o Europa. “Alías ‘Ana María’ es quien le recibe la droga al otro lado de la frontera y ella le entrega cuentas al Comando Central del Eln”, dijo el alto mando militar.

Antes del cierre de la frontera con Venezuela, en agosto de 2015, la guerrilla de Eln, así como organizaciones dedicadas al narcotráfico, entre ellas el Epl, se surtían del combustible que traían de contrabando desde Venezuela. Para ese entonces era común ver lo que denominaban la ‘caravana de la muerte’, en las que se movilizaban entre 30 y 40 camiones cargados de canecas llenas de gasolina y acpm. Gran parte de los vehículos iban hacia el Catatumbo a surtir los laboratorios, mientras que otros llegaban a Ocaña o el sur del Cesar.

Los  grupos armados ilegales decidieron entonces robar el crudo y procesarlo artesanalmente, pues la gasolina es uno de los insumos necesarios para la producción de base de coca. Diariamente el Eln, según cifras de Ecopetrol, extrae del oleoducto Caño Limón-Coveñas dos mil barriles de petróleo, los cuales son llevados hasta refinerías ilegales, donde lo procesan y sacan el ‘pategrillo’, combustible que es usado para la producción de esa droga. Esa es la principal razón del aumento en el robo de crudo del último año.

“El hallazgo de válvulas y de refinerías ilegales aumentó considerablemente. Este sujeto (‘Gonzalo Satelite’) se dio cuenta que en este momento, con el cierre de frontera, el negocio está en las refinerías; reestructuró su red delincuencial, para no solo extorsionar y dedicarse al narcotráfico, sino que también busca gente que se dedique a la extracción y procesamiento del crudo robado, por eso no es raro encontrar exempleados de las petroleras o de las empresas que contrataron con ellas”, señaló el alto mando militar.

Según cifras de las autoridades militares, el año pasado se ubicaron 107 válvulas ilegales, las cuales fueron instaladas al tubo para extraer el combustible. “En lo corrido de 2016 hemos hallado 100 de ellas y se han destruido 28 refinerías ilegales. Esto ha provocado un daño grave al medio ambiente y un riesgo para la población, pues estas prácticas pueden causar una tragedia en poblaciones cercanas donde pasa el tubo”, precisó el oficial.

Pedro Gutiérrez* ha vivido toda su vida en zona rural de Sardinata y hoy siente mucho temor, pues ha sido testigo de cómo los guerrilleros se roban el crudo, sin importarles que él y el resto de personas que viven cerca pueden resultar afectados si se presenta una explosión. El labriego aseguró que no denuncia porque sabe que si lo hace y el Eln se llega a enterar que lo hizo, lo asesinan, como le ha pasado a algunas personas que conoció. Hoy no es raro ver extensiones de mangueras negras que pasan por entre cultivos lícitos e ilícitos, por ellas se transporta el crudo que se roban. También se pueden observar pequeñas caravanas de camiones cargados con recipientes de metal o plástico cargados de ‘pategrillo’.

El 20 de abril de este año el Ejército desmanteló dos de las más grandes refinerías ilegales que el Frente Juan Fernando Porras Martínez tenía en Catatumbo. En la vereda Las Vegas, de Sardinata, instalaron seis piscinas, cada una con diez mil galones de crudo, una docena de marcianos (tanques donde calientan el petróleo a altas temperaturas), que servían para extraer el ‘pategrillo’, 16 motobombas y mil canecas metálicas. En esos sitios extraían diariamente diez mil galones del combustible artesanal. Esos enormes complejos estaban cerca a varias fincas.

“Ese ha sido el golpe más contundente que le hemos dado a esa estructura delincuencial, pues la ganancias mensuales de estos dos sitios eran de cuatro mil millones de pesos. Hemos podido establecer que parte del hidrocarburo que sacan lo mandan para el sur del Cesar, donde lo venden como si fuera gasolina y resulta que eso daña los vehículos”, explico el Comandante de la Brigada 30 del Ejército.

A este alto oficial no solo le preocupan las ganancias que logran los grupos armados ilegales. Sus prácticas ilegales tienen nefastos impactos ambientales: “para sacar el ‘pategrillo’ queman el petróleo dentro de los marcianos y el crudo que ya no sirve lo tiran al suelo o lo vierten a las fuentes hídricas que están muy cerca de cada uno de estos lugares. Basta con hacer un sobrevuelo por donde pasa el oleoducto y a 20 metros de él se observan las manchas negras que dejan esas refinerías. Son las manchas del ‘oro negro’”.

A raíz del hallazgo de las dos grandes refinerías, el Ejército, la Dijín y la Fiscalía se unieron y se dieron a la tarea de ubicar los integrantes de la estructura que alias ‘Gonzalo Satélite’ tenía para el robo del crudo y su procesamiento, estableciendo que en ella había excontratistas de Ecopetrol y hasta un concejal de Tibú.

Con toda la información y las pruebas que recopilaron, las autoridades judiciales y militares ejecutaron la ‘Operación Oro Negro’ y capturaron a 12 personas, entre ellas a uno de los hombres de confianza del jefe guerrillero, así como a ingenieros, transportadores y al concejal. Aunque esta acción no ha frenado el robo de petróleo ni la instalación de refinerías ilegales, si provocó que el Eln disminuyera sus acciones.

“Las operaciones continúan y sabemos que ellos siguen con la instalación de válvulas ilegales, pero nosotros seguiremos trabajando para frenar el crimen ecológico que se está cometiendo”, afirmó el coronel Camargo.

Otros tras el negocio

gasolina cataumbo 2De acuerdo con las autoridades, aunque el Eln es el grupo que máshurta crudo, el Epl roba por lo menos mil barriles de petróleo al año.Para las autoridades es claro que el Eln es el que más petróleo roba, pero grupos como el Epl, también conocido como ‘Pelusos’, también hurta hidrocarburo para convertirlo en ‘pategrillo’ y así tener el precursor para sus cocinas de coca y venderlo como combustible normal. “Estos bandidos se roban el crudo entre Tibú y El Tarra, porque por esas zonas es donde tienen los laboratorios. Sabemos que en Filo el Gringo es donde tienen más fuerza para hacer este negocio”, sostuvo el coronel Wilson Camargo.

Las autoridades tienen establecido que alias ‘Germán’ y ‘Yeison’, cabecillas del Epl, son los encargados de manejar el negocio del ‘oro negro’. Las estadísticas que maneja el Ejército indican que este grupo armado ilegal estaría hurtando, mensualmente, mil barriles de crudo.

“Lo que nos dicen las fuentes es que las cocinas que ellos tienen están muy cerca de la vía que conduce de Tibú a El Tarra, pero las ponen en zonas boscosas y, además, las rodean de minas tipo camándulas, para que cuando nosotros vayamos a ubicarlas y destruirlas, caigamos en esas trampas. En ese sector hemos destruido 12 refinerías que estaban en Filo el Gringo, Orú y Versalles”, indicó el oficial y precisó que en el corregimiento San Pablo, ubicado a una hora de Convención, tienen el centro de acopio de ese combustible y de ahí lo llevan a Ocaña o Aguachica (César), pero el ingreso de la Fuerza Pública es muy difícil porque ahí operan tanto el Epl como el Eln.

Fuentes de inteligencia señalaron que ambos grupos estarían en sociedad con las llamadas ‘Autodefensas Gaitanistas de Colombia’, conocidas también como ‘los Urabeños’ y llamadas por las autoridades como ‘el Clan del Golfo’, así como con ‘los Rastrojos’ para movilizar el ‘pategrillo’. “Por informantes e interceptaciones de comunicaciones hemos visto las conexiones que tienen todos los grupos armados. Ese negocio les da a todos sin ningún problema, por eso se asociaron”, indicó el reporte entregado por una fuente judicial, quien pidió la reserva de su identidad.

Pero las bandas criminales también viven del contrabando de gasolina y acpm que traen de Venezuela y lo introducen al país ilegalmente. El mayor centro de esta actividad es Puerto Santander, municipio del área metropolitana de Cúcuta y área de frontera con el vecino país. Por esta población ingresaban mensualmente cerca de dos millones de litros de combustible a través de diversos mecanismos fraudulentos.

La dimensión del negocio llevó a las autoridades a intervenir ese negocio ilícito. Desde hace tres meses, agentes de la Policía Fiscal y Aduanera, bajo el mando del director nacional, el general Gustavo Moreno, adelantan operativos en los centros de acopio ubicados en Puerto Santander con el fin de contrarrestar el contrabando. Inicialmente, las medidas adoptadas provocaron fuertes enfrentamientos con los contrabandistas, quienes bloquearon el municipio e incendiaron el edificio de la Alcaldía.

No han dado con ‘Gonzalo Satélite’

gasolina cataumbo 4‘Gonzalo Satélite’  es el comandante del Frente Juan Fernando Porras Martínez, del Eln, que opera en Sardinata y Tibú.El Ejército, apoyado por la Fuerza Aérea Colombiana y la Policía, ha realizado varias operaciones desde el año pasado para capturar a alias ‘Gonzalo Satélite’, sin resultado alguno. El 23 de octubre de 2015 tropas de la Brigada 30 llegaron hasta la vereda Corinto, de Sardinata, y se enfrentaron con él y varios de sus hombres, logrando dar muerte a dos guerrilleros francotiradores que hacían parte de su anillo de seguridad.

Posterior a esa incursión, el Eln realizó varios ataques contra militares y policías. El ataque más reciente que alias ‘Gonzalo Satélite’ habría ordenado se perpetró el 14 de mayo contra la base militar ubicada en el corregimiento Campo Dos, de Tibú, donde lanzaron varias granadas e hicieron disparos de fusil, pero no se presentó ninguna víctima.

Cuatro meses después, las Fuerzas Armadas lanzaron otra operación, esta vez en el sector La Hamaca de la vereda Campo Giles, de Tibú; en esta oportunidad, alias ‘Gonzalo Satélite’ también logró escapar, pero capturaron a una de sus mujeres, conocida como el alias de ‘Jessica’ y a alias ‘Darío’, su jefe de seguridad.

“En esta última operación este bandido logró escapar porque al escuchar el helicóptero, salió corriendo hacia el río Presidente y se lanzó al agua. En la casa donde sabíamos que estaba se encontraron armas, celulares, dinero, un computador y material que ha sido muy importante para la investigación que se tiene. Después de ese golpe hemos seguido moviendo nuestros hombres de inteligencia para ubicar las guaridas de este sujeto que le vienen haciendo tanto daño al medio ambiente. Hasta el momento hemos logrado destruir 12 refinerías”, sostuvo el coronel Camargo.

Esas acciones son las que les han ayudado a las autoridades a establecer hasta las rutinas diarias del jefe guerrillero, sus gustos y sus debilidades, entre ellas el licor y las mujeres. Algunos desmovilizados del Eln le han contado al Ejército que maltrata a sus subalternos y les da una pésima comida, por lo que varios de ellos han desertado o cambiado de frente.

Por ahora el Ejército, la Policía y la Fiscalía siguen adelante con las investigaciones contra alias ‘Gonzalo Satélite’ para establecer su paradero y dar con su captura. A este guerrillero se le atribuyen los delitos de concierto para delinquir agravado, rebelión y terrorismo.

La expectativa ahora en el Catatumbo está puesta en el inicio de fase pública de los diálogos entre el gobierno nacional y el Eln el próximo 27 de octubre en Quito, Ecuador. En la región se preguntan ¿qué va a pasar con jefes guerrilleros como alias ‘Gonzalo Satélite’?, ¿se acogerán a las decisiones que tome el Comando Central o, por el contrario, constituirán disidencias para no perder el control de negocios tan rentables como la explotación del ‘oro negro’?, ¿lograrán en esa mesa acuerdos rápidos y concretos sobre este tipo de actividades ilícitas, que tanto daño económico y ambiental causan? Por ahora, solo hay preguntas.

*Nombre cambiado por seguridad.

Este artículo hace parte del proyecto Open Society con VerdadAbierta.com

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