El 6 de noviembre de 1998 será recordado entre los habitantes de Yolombó, nordeste de Antioquia, como "el día en que conocieron la oscuridad y la muerte". Esa fecha, el desaparecido comandante del Bloque Metro de las Autodefensas Campesinas de Córdoba y Urabá (Accu), Carlos Mauricio García, alias 'Doblecero', un militar retirado obsesionado con desarraigar la subversión de las mentes y los corazones de la gente, lanzó una feroz arremetida contra esta población por considerarla bastión estratégico de las guerrillas de las Farc y el Eln.


Desde ese día y durante cinco largos años, los paramilitares del Bloque Metro no se midieron es escrúpulos para desaparecer campesinos inermes; asesinar adultos, ancianos y menores de edad en estado de total indefensión; forzar el éxodo de veredas enteras, saquear y destruir caseríos que cayeron bajo sospecha de albergar guerrilleros.


Las estadísticas del Observatorio de Derechos Humanos y Derecho Internacional Humanitario de la Vicepresidencia de la República señalan que para 1998, año en que comenzó la ofensiva ordenada por 'Doble Cero', el Nordeste de Antioquia alcanzó una tasa de 109 personas asesinadas por cada 100 mil habitantes, la tercera más alta del departamento para aquel entonces. En 2001 esta región llegó al récord de 193 homicidios por cada 100 mil habitantes. Durante esos años fueron cinco los municipios que lideraron la lista negra de muertes violentas: Remedios, Segovia, Yalí, Santo Domingo y Yolombó.


El Observatorio del Desplazamiento Forzado para Antioquia de la Acnur muestra también que unas 21.600 personas salieran forzosamente de la región entre 1997 y 2009, siendo el pico más alto el periodo comprendido entre 1999 y 2003, años en que arreció la guerra entre insurgentes y paramilitares. Se calcula que en ese periodo más del 30 por ciento de la población de Yolombó abandonó el pueblo por cuenta de la violencia. Pero es solo un cálculo, pues fueron muchos los que se fueron sin decir adiós. Por ello, no es extraño escuchar a quienes sobrevivieron a esta barbarie que hoy, pese a los años, todavía viven, como dijo una víctima, "a punto de un colapso nervioso".


A Dora*, por ejemplo, un tableteo de fusiles que pareciera ya le fuera a reventar los oídos la sorprende de cuando en vez en sus sueños (historia 1998). Luz Mery*siente que el alma se le va del cuerpo cada vez que recuerda la forma en que los paramilitares le asesinaron tres hijos entre los años 1997 y 2001 (historia 2001).


Con base en estos testimonios, sumado a archivos históricos de la época e información recopilada por la Unidad de Fiscalías de Justicia y Paz, VerdadAbierta.com reconstruyó esta época oscura y dolorosa de Yolombó, municipio que inmortalizara el escritor antioqueño Tomás Carrasquilla en su famosa novela La Marquesa de Yolombó.


El día en que Yolombó lloró

"Ahora sí van a conocer la oscuridad, ahora sí van a conocer la muerte", fueron las palabras que le escucharon repetir a varios de los 150 integrantes del Bloque Metro de las Accu que llegaron el 6 de noviembre de 1998 a la vereda La Moná de Vegachí, Nordeste antioqueño. Con amenazas y a punta de culetazos sacaron a los habitantes de sus parcelas y los reunieron en la cancha de la vereda. Una vez allí, un jefe del comando paramilitar les increpó por ser "auxiliadores de la guerrilla" y comenzó a llamar uno por uno a los hombres que tenía apuntados en una lista que sacó de su camuflado.


A las mujeres les prohibieron derramar lágrima alguna, aun sabiendo que los 18 hombres que se llevaron esa noche de la vereda no los volverían a ver. Los cuerpos sin vida de 17 de ellos fueron encontrados días después desperdigados en las trochas que conducen al municipio de Amalfi. Del otro, llamado Héctor Alonso Herrera, no se volvió a saber más. La sevicia llegó a tal punto que de algunos solo se hallaron sus extremidades, o su cabeza, o su tronco. El poblado fue arrasado y el trapiche incendiado.


Concluida la misión, 'Doblecero' le ordenó a sus columnas móviles, a sus grupos urbanos y sus grupos de contraguerrilla reunirse en el sitio conocido como Boquerón de Amalfi. El terror, como lo aprendieron de las guerras contrainsurgentes en otras partes del mundo, busca inmovilizar a la población, congelar cualquier respuesta política. De allí partieron el 10 de noviembre más de 500 hombres hacia Yolombó. Durante poco más de nueve días recorrieron las veredas La Cruz, La Cordillera, La Abisinia, Cachumbal, La Verduguera, Bergoña, El Oso y Pantanillo. A su paso dejaron una estela de muerte, destrucción y desolación.


Al llegar a La Cruz sacaron de su finca a los hermanos Víctor y Omar Cifuentes y se los llevaron como rehenes. Al pasar por La Cordillera retuvieron a Ovidio Muñoz y Simón Evelio Salazar. Igual suerte corrieron Marco Tulio Pérez y Geriel Cifuentes. De ellos no se volvió a saber nada. Ni siquiera los pocos postulados a la Ley de Justicia y Paz que admitieron su participación en esos hechos, como Luis Adrián Palacio, alias 'Diomedes' o Wilson Adrián Herrera Montoya, alias 'Pedro', saben que pasó con los cuerpos de estos hombres.


La marcha de la muerte siguió en las veredas Cachumbal y La Verduguera, donde fueron asesinadas dos personas en estado de total indefensión, señaladas de pertenecer o auxiliar a la guerrilla. Pero lo peor lo vivirían los pobladores de la vereda Pantanillo. Una escuadra de la guerrilla le salió al paso a la caravana del Bloque Metro al ingreso de este caserío. El enfrentamiento dejó como saldo un paramilitar muerto, Miguel Meléndez Arrieta, alias 'Harrison', oriundo del municipio de Necoclí. El jefe del comando paramilitar ordenó descargar su furia contra el campesinado. Unos 12 hombres fueron sacados de sus casas y acribillados en un paraje despoblado. Todos fueron hallados un día después a medio enterrar en una fosa común.


Hasta aquel entonces nunca había llorado tanto Yolombó. "Este pueblo era tan buen vividero, pero llegó la violencia…qué pesar, ya no fue lo mismo", recuerda Yolanda*, natural de la localidad y quien resistió con valentía el embate de los grupos armados no obstante recibir graves amenazas. "Para el año 1995 o 1996, algo así, se comenzó a escuchar de paramilitares en el pueblo. Y como yo tenía que viajar mucho a las veredas donde, no nos digamos mentiras, mandaba la guerrilla, uno de los jefes de los 'paracos' me mando decir que si yo era de ellos, que me cuidara. Se imaginará el susto que sentí. Me tuve que ir del pueblo unos meses", cuenta.


En su memoria aún pervive el recuerdo cuando este pueblo era uno de los cinco municipios que más café producía en Antioquia y quizás el primero en producción de panela: "Yolombó llegó a tener más de 190 trapiches produciendo a toda máquina", señala. Pero llegaron los vientos de guerra, primero de mano de la guerrilla. Promediando la década del 80 se instaló en el municipio el Frente Bernardo López Arroyave del Eln y luego incursionó el Frente 36 de las Farc. Por cuenta del 'boleteo', la extorsión impuesta por ambos grupos, muchos de los grandes hacendados cafeteros vendieron sus fincas, decididos a buscar mejores destinos en otras tierras.


Luego, a mediados de los años noventa, el Bloque Metro de las Accu comenzó a disputarle terreno a los grupos guerrilleros. "Uno escuchaba que los paramilitares estaban en las veredas El Cedro y La Floresta, se escuchaba que habían enfrentamientos por esa zona, que habían matado un muchacho que era guerrillero, que habían matado un campesino, cosas así. Pero nunca como lo que vivimos ese día", añade Yolanda, a quien todavía se le suelta una lágrima al ojear los recortes de prensa que muestran al entonces Obispo de Girardota, Monseñor Héctor Salah Zuleta, presidiendo las honras fúnebres de 13 de sus paisanos una mañana lluviosa del sábado 21 de noviembre.


Para un pueblo que se autoproclama "cuna del civismo y la cultura", lo ocurrido ya era una tragedia bastante dolorosa, pero lo peor estaba por venir.


Un segundo recorrido de muerte

La masacre cometida entre el 6 y el 19 de noviembre de 1998 forzó a 600 campesinos a huir hacia el casco urbano. "Fue una situación muy dura, porque el municipio no estaba preparado por eso", recuerda una de las mujeres que se ofreció voluntariamente para atender la emergencia humanitaria. "Sin embargo, gracias a la solidaridad de los comerciantes, de los mismos habitantes del municipio se pudo atender a toda esa gente. También fue muy tensionante, porque esta gente (los paras), cuando veían que uno iba pidiendo ayudas para los desplazados, le decían a uno: 'estás pidiendo ayuda para esos guerrilleros, ¿cierto?'".


Pocos meses después, confiados en la aparente calma que vino después de la barbabrie, más de la mitad de estas personas regresó a sus parcelas, pero el horror volvió. El 30 de agosto de 1999, el Bloque Metro inició otro recorrido de muerte. Esta vez los paramilitares incursionaron en las veredas San Nicolás, Brazuelos, Buenos Aires, Pantanillo y El Oso. Por lo menos una decena de labriegos fueron asesinados a medida que eran sacados de sus fincas. A otros, la muerte les llegó cuando se movilizaban por las trochas y caminos veredales, pues los paramilitares montaron un retén ilegal a la entrada de la vereda Pantanillo, a una hora del caso urbano.


En total, 21 personas perdieron la vida en esta nueva arremetida. "Fue muy impresionante ver cómo traían a los muertos en volquetas y los dejaban a la entrada del hospital porque no cabían en la morgue. Doloroso, muy doloroso", narra doña Elvia*, quien perdió a su esposo en esta masacre (historia 1999). Por segunda vez en menos de un año, los yolombitas marchaban en romería, con sus muertos al hombro, desde la iglesia principal hasta el cementerio.


Esta vez, el éxodo se fue fraguando silenciosamente. Familias enteras abandonaron la región una por una, sin decir nada ni dar aviso a nadie. Veredas como Cachumbal, Pantanillo, El Oso, La Cordillera y San Nicolás, se convirtieron en pueblos fantasmas. De la otrora próspera región panelera solo quedaba el recuerdo, pues algunos trapiches abandonados fueron quemados por los paramilitares y otros cedieron al paso del tiempo y se arruinaron.


Quienes decidieron quedarse tuvieron que enfrentarse, una vez más, "a la oscuridad y a la muerte". El 3 de enero de 2001, un grupo de por lo menos 15 paramilitares del Bloque Metro, bajo el pretexto de "buscar guerrilleros", regresaron a las veredas Cachumbal, La Verduguera, Barro Blanco y Barbascal. Ese día fueron asesinados 12 campesinos, entre ellos varios menores de edad y un señor de 65 años. Fincas y trapiches fueron incinerados y las pocas familias que resistían el asedio paramilitar fueron obligadas a desplazarse. Más de 800 personas abandonaron dicha región, pero esta vez no buscaron refugio en el casco urbano del municipio. Como siervos sin tierra los yolombitas tuvieron que instalarse, como fuera, en Segovia, Remedios, Yalí y Medellín.


¿Y las víctimas del Bloque Metro?

Lo que llama la atención es que hoy, más de 13 años después, la justicia solo ha logrado reconstruir parte de esta historia de terror. Eso porque los verdugos de esta localidad pasaron a ser víctimas de un exterminio ordenado desde el corazón mismo de las Autodefensas Unidas de Colombia (Auc).


"Es que el Bloque Metro existió, por lo menos en el Nordeste, hasta septiembre 17 de 2003, cuando los mataron a casi todos en una finca en el municipio de Gómez Plata", cuenta un investigador de la Fiscalía de Justicia y Paz. Según sus pesquisas judiciales, alias como los de 'Águila', 'Alacrán', 'Daniel', 'Rafa', 'Marcos', 'Móvil 10', 'Tocayo', entre otros, cuya pronunciación en público producía estupor en Yolombó, encontraron la muerte ese día a manos de sus propios compañeros de batalla.


"Todo porque varios de estos paramilitares mataron a un tipo llamado Fernando Alberto Calderón Isaza, al que le decían 'El Mejicano' y era amigo personal y socio de 'Macaco' (Carlos Mario Jiménez)", relata el funcionario. Varios miembros del Metro le vendieron la idea a 'Doble Cero' que Calderón, a pesar de aportar dinero de manera voluntaria para el Bloque, era una persona de poco fiar. Y aunque su orden fue hacerle seguimientos, sus subalternos le quitaron la vida una tarde de agosto de 2003; lo desmembraron y lo enterraron en una fosa común en la vereda El Encanto del municipio de Gómez Plata, Nordeste de Antioquia.


"Cuando 'Macaco' se enteró del hecho, se llenó de rabia y entonces entró en alianza con 'Cuco' (Vanoy). Se juntaron los bloques Minero y Central Bolívar para acabar con el Metro. Por una labor de inteligencia se enteraron de que todos estos hombres del Metro se iban a reunir en la finca Las Margaritas, en Gómez Plata, para celebrar el día de Amor y Amistad. Efectivamente. Cuando ya estaban en la finca, paramilitares del Minero y del Central Bolívar, que según parece también estaban con el Ejército, los atacaron. Fue un combate de más de seis horas", añade el investigador judicial.


Después de esto, el Bloque Metro comenzó a perder la hegemonía territorial en el Nordeste antioqueño que había ganado a punta de fusil y sangre. En mayo de 2004, el máximo comandante de este bloque, 'Doble Cero', cayó asesinado en Santa Marta. Su muerte fue el acta de extinción de la estructura paramilitar que alguna vez lideró.


Muchos de los crímenes cometidos por el Bloque Metro aún se encuentran en la más completa impunidad. La Fiscalía 45 de Justicia y Paz tiene registradas unas 25 mil víctimas de este bloque, tanto del Oriente, Nordeste antioqueño y la ciudad de Medellín quienes aún no saben si para ellas algún día habrá verdad, justicia y reparación.


El actual personero de Yolombó, Juan Pablo Vanegas, sostiene que solo esta localidad tiene registradas unas 9.000 víctimas del conflicto armado y cerca del 50 por ciento de éstas cayeron a manos de esa estructura paramilitar. Para ellas, de acuerdo con Vanegas, la ley no ha sido efectiva en investigar, develar y condenar todo lo que pasó durante aquellos años de horror y muerte.


El 25 de noviembre de 2011, los ex integrantes del Bloque Metro, Rolando de Jesús Lopera, alias 'Milton', y Néstor Abad Giraldo Arias, alias 'El Indio', decidieron acogerse a sentencia anticipada ante el Juez Primero Penal del Circuito Especializado de Antioquia por los hechos ocurridos el 31 de agosto de 1999, la segunda masacre de Yolombó. De igual forma, la Fiscalía 45 de Justicia y Paz busca ahondar lo conocido hasta ahora, basándose a las versiones que vienen entregando los postulados Luis Adrián Palacios, alias 'Diomédez'; y Wilson Adrián Herrera Montoya, alias 'Pedro'.


Pero además de justicia, lo que piden los familiares de las personas desaparecidas y asesinadas por el Bloque Metro es mayor acompañamiento por parte del Estado. Y una reparación que dignifique la memoria de sus víctimas, pues como señala Luz María*, "mucho funcionario que viene aquí cree que nosotros fuimos los culpables de lo que nos pasó. Creen que porque aquí había guerrilla, todos éramos guerrilleros y merecíamos lo que nos hicieron los paramilitares. Y no señor, las cosas no son así", dice con ahínco y mucho amor propio.


*Las víctimas que proporcionaron los relatos pidieron la reserva de sus nombres porque aún tienen miedo a las represalias.


Haga clic en los botones de la parte superior derecha para conocer más sobre la violencia paramilitar en Yolombó.