Los siguientes hechos fueron documentados por el grupo de emergencias del antiguo Acción Social. En sus informes esta agencia del Estado advertía al drama de este pueblo del Magdalena.
El 16 de octubre, por lo menos 400 familias del corregimiento de Santa Rita, a 40 minutos de Remolino, salen desplazadas hacia otros pueblos de la Costa Caribe y Venezuela tras la ola de violencia paramilitar. Paramilitares del Bloque Norte impiden la movilización libre de los campesinos por el territorio y hacen presencia permanente en la Ciénaga Grande.
Las familias que fueron desplazadas un año atrás intentan retornar. Algunas logran volver al sector de Las Casitas, pero otras no pueden porque encuentran que en sus parcelas hay presencia permanente de paramilitares del Bloque Norte.
Continúan los desplazamientos por la violencia paramilitar. Acción Social estima que en este período ocurren por lo menos 100 casos de violencia sexual que no son documentados por el miedo que tienen las víctimas. Es la época además en que los paramilitares impiden la movilidad de las lanchas por la Ciénaga Grande y comienzan las ventas irrisorias de tierras. Los campesinos cuentan que bajo presión venden la hectárea entre 130 y 175 mil pesos. Los paramilitares desmantelan Santa Rita, levantando los techos de las casas, robando y dañando la infraestructura del pueblo.
Sólo hasta este momento son atendidas las denuncias de las familias. Integrantes de Acción Social y del Ejército van al pueblo para hacer un diagnóstico de la situación y saber si hay garantías que las familias desplazadas retornen.
El Bloque Norte de las Auc se desmoviliza, pero en la zona continúan los homicidios, las amenazas y las extorsiones.
Comienzan los primeros retornos y la reconstrucción de Santa Rita, con apoyo del gobierno.
Aparecen las llamadas bandas criminales, grupos integrados por desmovilizados que siguieron delinquiendo. Comienzan a circular panfletos primero firmados por Las Águilas Negras y más tarde por Los Urabeños.